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He abierto los ojos, y me he despertado, ya es de día, hace un sol espléndido, descubro todo un mundo de sensaciones, colores y de olores, es como si fuera todo nuevo para mí, me da la sensación de que he vuelto a nacer y tengo muchas cosas que hacer, voy corriendo a la habitación de al lado donde está mi (madre), a la que le doy los buenos días acompañado de un beso, ella me mira con cara de no saber nada, y veo que una lágrima recorre las arrugas de su cara, me parece adivinar que está contenta, enérgicamente me preparo un buen desayuno, acude mi hermano mayor, nos sentamos los tres juntos, ambos me miran con incredulidad, termino de desayunar, le acaricio la mano a mi madre y me marcho rápido hacia el cuarto de baño, donde me aseo y me ducho en 15 minutos, mientras me peino enfrente veo a un hombre al que no reconozco, es como una visión, voy corriendo a mi habitación y me visto con ropa deportiva, y me calzo unas zapatillas, abro mi cajón de ropa del armario y me preparo la mochila, en la cual voy litúrgicamente añadiendo la camiseta, el pantalón y las medias del Valencia C. F. , todo con sumo cuidado, después voy al zapatero y cojo las botas de fútbol, reviso los tacos y los cordones, están un poco viejas, pero hoy me aguantarán, después voy añadiendo los objetos de aseo, hasta completar la mochila, cojo mi amuleto de la suerte, un escudo de madera del Valencia, mientras todo esto sucede, mi (madre) me mira apoyada con el hombro sobre el marco de la puerta, estoy extasiado y le digo que llego tarde al partido, que no me espere para comer, y le vuelvo a dar otro beso, pero esta vez mi (madre) me abraza tan fuerte que casi me va a partir el pecho, se lo digo y me suelta despacio con lágrimas en los ojos y a la vez con ternura.
Voy corriendo por el pasillo, cojo las llaves de casa, abro, salgo y cierro la puerta, llamo al ascensor, pero está ocupado, así que bajo las escaleras lo más rápido que puedo, llego al patio, y abro la puerta, y salgo a la calle, voy a paso ligero, con mi bolsa de deporte en la mano, sin prestar atención a todo lo que me rodea, sólo tengo una fijación llegar al estadio lo antes posible, sería una vergüenza no llegar a tiempo viviendo al lado del estadio, el “míster” es una persona de mucho carácter, no acepta la impuntualidad, y podría dejarme en el banquillo, en el partido más importante de la temporada, tenemos que viajar fuera, sí ganamos conseguiremos algo maravilloso para los aficionados y para la ciudad, llevarnos la Liga.
Avanzo por Micer Mascó, y cada paso que doy el estadio Luis Casanova, va emergiendo como un gigante en reposo, con la tranquilidad de un volcán inactivo, que sólo ruge los días de partido.
Toda la gente con la que me cruzo, me anima y me felicita, estoy como en una nube, aprieto fuerte mi amuleto.
Ya estoy cerca faltan menos de cien metros para llegar a la puerta cero, donde nos espera el autobús, ya casi hasta lo puedo distinguir, lleva un numero pegado de nuestra liga del 71, puedo ver al míster recibiendo a mis compañeros uno a uno, animándoles a darlo todo en el último asalto, estoy tenso y temblando de la emoción, tengo un nudo en el estómago que casi no me deja respirar, necesito ganar ese título, sólo pienso en la gloria, en la alegría y la ilusión de los aficionados, no podemos fallarles.
Ya casi llego… estoy llegando…
De pronto me paro, el tiempo se enlentece, miro y … la angustia se apodera de mi, el autobús sale disparado… sin esperarme, el COLOR se transforma en BLANCO Y NEGRO, me pesan los pies, es como si tuviera 40 años más, mi cara se refleja en el espejo de un escaparate de ropa, es el rostro del señor que he visto en mi cuarto de baño como una visión, el horror me deja sin habla, soy yo pero he envejecido…. no tengo 30 años, tengo 70 años!!, me arrimo a la pared y me siento en la acera.
Empiezo a ver la verdadera realidad y sus circunstancias, el autobús es de la EMT era el “71”, y no me esperaba ningún entrenador, ni mis compañeros de equipo, ni tan siquiera íbamos a ganar la Liga, sobretodo porque yo nunca he sido jugador del Valencia, miro hacia atrás y donde antes veía gente que me felicitaba, ahora veo gente que me mira con cara extrañada, o lo que es peor ni se percatan de mi, la bolsa de deporte, no es tal, es una maleta estropeada, miro dentro y no hay ningún equipaje para jugar al fútbol, sólo ropa de calle, no hay botas, sólo zapatos.
Lo peor está por venir, lo presiento, sigo mentalmente el camino andado, hasta llegar a casa, y ahora caigo horrorizado,… mi madre…. no era mi madre, era…. mi…. esposa… no me dará tiempo a decirle cuanto la echo de menos, y mi hermano mayor…. era mi hijo… que crueldad de enfermedad, tampoco podré compartir el orgullo que siento por él, ni podré acompañarlo al estadio de Mestalla a ver a nuestro Valencia, el olor del césped recién cortado, el ambiente y expectación antes del partido, adivinar las alineaciones, corregir las tácticas del míster, nuestras largas charlas nocturnas de fútbol, nada.
Voy recordando fugazmente la consulta del doctor que me comunico que padecía de Alzheimer, y mi angustia contenida, las fases que me esperarían en el trayecto hacia el final de mi vida intelectual y personal, olvidar nombres, cambios de humor, miedos, alucinaciones, pérdida del equilibrio, llorar, gritar, no reconocer a cónyuge e hijos, atragantarse, perderse en trayectos habituales, confusión, no control de esfínteres, encamado y alimentado por sonda hasta el final.
Ya no hay nada que hacer, no puedo hablar, me pesan las piernas y los brazos, empiezo a divagar, no coordino los movimientos, abro y cierro los ojos, son como fogonazos fundidos en negro, en uno aparece un policía, en otro un equipo médico, en otro el rostro de mi mujer y creo que acompañada de mi hijo, ya no lo recuerdo, y ni siquiera recuerdo sus nombres, grito, lloro, vuelvo a ser yo mismo, mi cuerpo de anciano está atrapado en una mente que me envuelve en una constante bruma infantil, nada ha sido real, sólo el viejo estadio de Mestalla y… un pequeño objeto tallado de madera que llevo en la mano, que me regaló mi hijo, en el reverso lleva cinco letras escritas, que no consigo saber descifrar… a…. eme… u… ene… te...
. . . AMUNT
a mi tia Conchín
José Luis Aguilar, Pepelu
Socio del Valencia CF
21 de setembre: Dia Internacional de l'Alzheimer
2011 Any Internacional de l'Alzheimer
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He abierto los ojos, y me he despertado, ya es de día, hace un sol espléndido, descubro todo un mundo de sensaciones, colores y de olores, es como si fuera todo nuevo para mí, me da la sensación de que he vuelto a nacer y tengo muchas cosas que hacer, voy corriendo a la habitación de al lado donde está mi (madre), a la que le doy los buenos días acompañado de un beso, ella me mira con cara de no saber nada, y veo que una lágrima recorre las arrugas de su cara, me parece adivinar que está contenta, enérgicamente me preparo un buen desayuno, acude mi hermano mayor, nos sentamos los tres juntos, ambos me miran con incredulidad, termino de desayunar, le acaricio la mano a mi madre y me marcho rápido hacia el cuarto de baño, donde me aseo y me ducho en 15 minutos, mientras me peino enfrente veo a un hombre al que no reconozco, es como una visión, voy corriendo a mi habitación y me visto con ropa deportiva, y me calzo unas zapatillas, abro mi cajón de ropa del armario y me preparo la mochila, en la cual voy litúrgicamente añadiendo la camiseta, el pantalón y las medias del Valencia C. F. , todo con sumo cuidado, después voy al zapatero y cojo las botas de fútbol, reviso los tacos y los cordones, están un poco viejas, pero hoy me aguantarán, después voy añadiendo los objetos de aseo, hasta completar la mochila, cojo mi amuleto de la suerte, un escudo de madera del Valencia, mientras todo esto sucede, mi (madre) me mira apoyada con el hombro sobre el marco de la puerta, estoy extasiado y le digo que llego tarde al partido, que no me espere para comer, y le vuelvo a dar otro beso, pero esta vez mi (madre) me abraza tan fuerte que casi me va a partir el pecho, se lo digo y me suelta despacio con lágrimas en los ojos y a la vez con ternura.
Voy corriendo por el pasillo, cojo las llaves de casa, abro, salgo y cierro la puerta, llamo al ascensor, pero está ocupado, así que bajo las escaleras lo más rápido que puedo, llego al patio, y abro la puerta, y salgo a la calle, voy a paso ligero, con mi bolsa de deporte en la mano, sin prestar atención a todo lo que me rodea, sólo tengo una fijación llegar al estadio lo antes posible, sería una vergüenza no llegar a tiempo viviendo al lado del estadio, el “míster” es una persona de mucho carácter, no acepta la impuntualidad, y podría dejarme en el banquillo, en el partido más importante de la temporada, tenemos que viajar fuera, sí ganamos conseguiremos algo maravilloso para los aficionados y para la ciudad, llevarnos la Liga.
Avanzo por Micer Mascó, y cada paso que doy el estadio Luis Casanova, va emergiendo como un gigante en reposo, con la tranquilidad de un volcán inactivo, que sólo ruge los días de partido.
Toda la gente con la que me cruzo, me anima y me felicita, estoy como en una nube, aprieto fuerte mi amuleto.
Ya estoy cerca faltan menos de cien metros para llegar a la puerta cero, donde nos espera el autobús, ya casi hasta lo puedo distinguir, lleva un numero pegado de nuestra liga del 71, puedo ver al míster recibiendo a mis compañeros uno a uno, animándoles a darlo todo en el último asalto, estoy tenso y temblando de la emoción, tengo un nudo en el estómago que casi no me deja respirar, necesito ganar ese título, sólo pienso en la gloria, en la alegría y la ilusión de los aficionados, no podemos fallarles.
Ya casi llego… estoy llegando…
De pronto me paro, el tiempo se enlentece, miro y … la angustia se apodera de mi, el autobús sale disparado… sin esperarme, el COLOR se transforma en BLANCO Y NEGRO, me pesan los pies, es como si tuviera 40 años más, mi cara se refleja en el espejo de un escaparate de ropa, es el rostro del señor que he visto en mi cuarto de baño como una visión, el horror me deja sin habla, soy yo pero he envejecido…. no tengo 30 años, tengo 70 años!!, me arrimo a la pared y me siento en la acera.
Empiezo a ver la verdadera realidad y sus circunstancias, el autobús es de la EMT era el “71”, y no me esperaba ningún entrenador, ni mis compañeros de equipo, ni tan siquiera íbamos a ganar la Liga, sobretodo porque yo nunca he sido jugador del Valencia, miro hacia atrás y donde antes veía gente que me felicitaba, ahora veo gente que me mira con cara extrañada, o lo que es peor ni se percatan de mi, la bolsa de deporte, no es tal, es una maleta estropeada, miro dentro y no hay ningún equipaje para jugar al fútbol, sólo ropa de calle, no hay botas, sólo zapatos.
Lo peor está por venir, lo presiento, sigo mentalmente el camino andado, hasta llegar a casa, y ahora caigo horrorizado,… mi madre…. no era mi madre, era…. mi…. esposa… no me dará tiempo a decirle cuanto la echo de menos, y mi hermano mayor…. era mi hijo… que crueldad de enfermedad, tampoco podré compartir el orgullo que siento por él, ni podré acompañarlo al estadio de Mestalla a ver a nuestro Valencia, el olor del césped recién cortado, el ambiente y expectación antes del partido, adivinar las alineaciones, corregir las tácticas del míster, nuestras largas charlas nocturnas de fútbol, nada.
Voy recordando fugazmente la consulta del doctor que me comunico que padecía de Alzheimer, y mi angustia contenida, las fases que me esperarían en el trayecto hacia el final de mi vida intelectual y personal, olvidar nombres, cambios de humor, miedos, alucinaciones, pérdida del equilibrio, llorar, gritar, no reconocer a cónyuge e hijos, atragantarse, perderse en trayectos habituales, confusión, no control de esfínteres, encamado y alimentado por sonda hasta el final.
Ya no hay nada que hacer, no puedo hablar, me pesan las piernas y los brazos, empiezo a divagar, no coordino los movimientos, abro y cierro los ojos, son como fogonazos fundidos en negro, en uno aparece un policía, en otro un equipo médico, en otro el rostro de mi mujer y creo que acompañada de mi hijo, ya no lo recuerdo, y ni siquiera recuerdo sus nombres, grito, lloro, vuelvo a ser yo mismo, mi cuerpo de anciano está atrapado en una mente que me envuelve en una constante bruma infantil, nada ha sido real, sólo el viejo estadio de Mestalla y… un pequeño objeto tallado de madera que llevo en la mano, que me regaló mi hijo, en el reverso lleva cinco letras escritas, que no consigo saber descifrar… a…. eme… u… ene… te...
. . . AMUNT
a mi tia Conchín
José Luis Aguilar, Pepelu
Socio del Valencia CF
21 de setembre: Dia Internacional de l'Alzheimer
2011 Any Internacional de l'Alzheimer
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Me quedo sin palabras, abrumado... además, justamente hoy hace cuatro años que murió mi padre.
ResponEliminaUn saludo
Jose Miguel Lavarías.
Pepelu, un texto emocionante y, desgraciadamente, triste como la vida misma. Mejor pensar en que al menos esos recuerdos tan sólidos, los de las glorias de nuestro equipo, no se borren si alguno de los lectores del blog llegamos a padecer esa terrible enfermedad.
ResponEliminaUn abrazo para ti, José Miguel.
M'has fet plorar. No sé què més dir...
ResponEliminaGracias. Me hace recordar a todos nuestros iaios sufriendo en el, como tu bién dices, antiguo Luis Casanova. Ellos sufrieron muchísimo con aquel Valencia. Ahora ya nadie sabe lo que fue aquello.
ResponEliminaQue gran Pepelu, quin gran text i quina enfermetat més puta.
ResponEliminaLa meua iaia també va patir i morir d'Alzehimer.
Un abraçada a tots els malats i als seus familiars.
Josep Bosch
Hola, tete:
ResponEliminaMuchas gracias por compartir con todos esta preciosa y conmovedora historia. Me has dejado sin palabras; con un nundo en la garganta, que he podido desatar conforme dejaba aflorar mis emociones mis emociones de pena, de impotencia y de rabia, mi llanto, ante esta enfermedad que sólo puede ser tildada de "cruel".
Estoy convencida de que la tía Conchín estaría muy orgullosa si hubiera podido leer tu historia, al igual que, de compartirla con ellos, lo estarán el tío Vicente y nuestros primos.
Para escribir no sólo basta con no cometer errores ortográficos y gramaticales, hay que poner todo el corazón en el texto, y tú has dejado constancia de él en cada palabra. Lo he vivido intensamente, y he podido ponerme en la piel de una persona que padece de Alzheimer. De todo corazón, GRACIAS.
Te quiero,
Vanessa
Con tu permiso, lo comparto en Facebook. Estoy convencida de que a más de una persona le servirá de ayuda este magnífico texto.
ResponEliminaUn abrazote,
Vanessa
Excelente texto Pepelu...excelente.
ResponEliminaBT
Molt emotiu..
ResponEliminaBonico-Moncada