En 1982 tenia només 9 anys, però sempre recordaré aquest partit a Mestalla. Vaig anar amb mon pare i crec que no podia estar més nerviós. Anarem a tribuna, pugí per les escales, i les cames ja me tremolaven. El tremolor no era del fred, recorde aquest partit quasi tant com la final a Madrid davant el Depor, la final de l’aigua. Les imatges d’aquell dia quedaren a la meua retina, només espere algun dia poder fer el mateix amb els meus fills. Espere que Martina, Vicent i Joan tinguen també l’oportunitat de conèixer Mestalla o el proper camp del València. Que visquen aquesta part tan intensa del sentiment valencianista encara que ells no siguen d’Alaquàs com el seu pare ni visquen a València.
Des de Mallorca tot es veu diferent, però els sentiments són els sentiments i aquests darrers dies he tingut la gran sort de poder comptar amb la família alaquassera i gaudir d’unes setmanes extraordinàries. He aprofitat els dies per acabar un treballet que havia preparat per a mon pare. I amb el regalet que no és més que un modest recull de premsa extret de l’hemeroteca de La Vanguardia he inclòs un enllaç al vostre bloc. Bloc que he descobert aquest estiu i que m’ha ajudat a decidir-me per fer-li el regal.
Amb la completa seguretat que Paco Peiró (pare) es convertirà en un seguidor més de les vivències d’aquest bloc.
Gràcies per la dedicació i pels bons moments valencianistes.
Dissabte passat el València CF i la seua afició va retre un més que merescut homenatge al "Matador" Mario Alberto Kempes. Per a "Últimes vesprades a Mestalla" la celebració va ser un poc més especial al ser la banda sonora de l'acte la cançó "Nostalgia de Bell Ville" del nostre amic i col·laborador Fran García i el seu grup "La Gran Esperanza Blanca". Per este motiu, reeditem el següent post que va ser publicat per primera vegada el 22 de desembre de 2008.
Será que la Navidad me pone tontorrón y me da por recordar el pasado. Es así como le pasa a mucha gente. Recuerdan el pasado con añoranza, mejorándolo, ocultando lo desagradable, ensalzando las alegrías, por nimias que éstas hayan sido. Aunque durante el año pasado, hubo alguien a quien la Navidad no puso tontorrón. Tal vez él ya lo fuera. No puedo entender como Tintín fue capaz de romper un equipo que, hasta ese momento, parecía caminar derecho, sin lustre, pero bien orientado y consciente. Tontorrón o carente de personalidad, tal vez. A pesar de ello es tal la marea de candor y candidez que me invade que prefiero olvidar aquellos episodios y centrarme en un pasado más remoto. Y mucho mejor. Esta ola resacosa lleva mis pensamientos hasta la noche del 16 de agosto de 1976. Estaba allí, como tantas veces antes y después, junto a mi padre. La noche era de las que uno desearía no vivir. Calor, calor y calor. Y poco fútbol o al menos no muy favorable para nuestro equipo, que jugaba abriendo el Trofeo Naranja ante el CSKA de Moscú. La noche pasó a la historia por ser el debú de Kempes con el Valencia C. F. y por poner en evidencia a la afición valencianista, que emitió juicios de valor sentenciando que el nuevo fichaje era un petardo. En estos días fríos del comienzo del invierno y con la melopea ñoña que me suele entrar, mi natural excitación nerviosa me ha llevado a cometer un atrevimiento que espero sea considerado como tal y no me relegue a un ostracismo cibernético que no deseo. Le he escrito una canción a Kempes. Sí. Porque he de confesar que yo tengo un pasado, o quizá un presente contemporáneo, y que largas horas de mi vida se han consumido escuchando música y también creándola. Así que, con la intención de hacer un modesto presente navideño a mis amables lectores, ahí va la letra de mi canción y más adelante el enlace para poder escucharla. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año 2009! y Amunt València! ·
Nostalgia de Bell Ville · El calor de la noche se clava como una daga en un callejón. Los ruidos, la gente y el humo regatean a mi corazón. Bocatas de jamón y queso, turrón Meivel, helado de bombón. El partido va de mal en peor.
Los rusos atacan con orden, los nuestros buscan una ocasión. La lucha es enconada, los goles caen de dos en dos. Mario chuta y falla, falla y chuta y vuelve a fallar. Las gradas se agitan como el mar.
Nadie supo que estábamos frente al gran Mario Alberto Kempes, que esa noche, tan solo, sintió por una vez nostalgia de Bell Ville.
Qué lejos queda ahora aquella noche del ’76. Copas, recopas, pichichis, mundiales y balones dentro de la red. El tiempo nos ha enseñado ha recordarte con amor. Por siempre, Mario Kempes, Matador.
Nadie supo que estábamos frente al gran Mario Alberto Kempes, que esa noche, tan solo, sintió por una vez nostalgia de Bell Ville.