El viejo Mestalla apura sus últimos días recubierto de un tunning televisivo lleno de millones pero carente de sentimiento. En los años 90, “el partit” de canal nou y su retransmisión televisiva levantaba audiencias y sentimientos. Sobre todo si se jugaba contra Barça, Real Madrid o Atlético. Quizás la limitación de posibilidades de la época llevaba a los realizadores del ente autonómico a repetir sistemáticamente la misma toma, los mismos protocolos de retransmisión y nada de estadísticas brutas y enfermizas como las que La Sexta da hoy en día.
Entre esos habituales gestos, estaba la celebración de los goles del Valencia CF. Una celebración que comenzaba en el césped con el gol de Penev o Fernando, que continuaba en el córner más cercano en plena comunión con la afición y que, finalmente se daba por culminada, cuando una cámara de Canal 9 enfocaba en primer plano a un joven imberbe que enganchado a la valla de seguridad, libraba con gestos y un éxtasis casi divino traducido en la palabra ¡gol!
Si Manolo el del Bombo era el rey de la animación pipera de Mestalla, este joven extasiado al que algunos recordaran por asiduidad ante las cámaras como moscón secundario equivalía al responsable oficioso de puertas, accesos y vías de escape en caso de evacuación.
Su protocolo de entrada desde la época tuzoniana y hasta el titulo copero de Sevilla siempre fue el mismo: Este iniciaba tres horas antes del partido. Una vieja puerta seleccionada tras clandestinas pruebas barriobajeras, un empujón eficaz desde abajo y el How-Know de un experto doctorado en la universidad callejera en la materia del cómo, cuándo y por donde se podía acceder al campo sin pagar entrada.
Así funcionó, año tras año, temporada tras temporada. Desde el Trofeo Naranja a la copa de la UEFA. Las reformas rogistas no se le resistieron. Es más, en esa época se permitió el lujo de premiar a sus amigos de acompañarle y conocer in situ sus cualidades. Pero eso sí, la prueba irrefutable de cada partidos era salir enganchado a la valla de seguridad celebrando el gol. Esa imagen suponía la constatación de que el reto, una jornada más, había sido superado.
Desconozco si alguna vez fue cazado in fraganti en pleno proceso de entrada o si actuó de asesor en la reubicación de abonados cuando llegó la Champions League. Lo que está claro es que si alguien se conocía Mestalla y todos sus sórdidos rincones era él. Con el paso de los años, la vida le invitó a otros derroteros; Aún así, su conocimiento del recinto era tal, que cuando los vecinos murmuraron que oían ruido dentro del campo las noches que no había partido, le señalaron en su inconsciente. Lo mismo que cuando se produjo una falla anticipada en el banquillo visitante en víspera de un VCF- R. Madrid. O incluso, cuando durante unos días, los trofeos que lucían en el Palco VIP fueron prestados y devueltos con nocturnidad en los terrenos de Paterna, resguardados en una caja de cartón, ante la alarma social generada.
Sospechas, sólo sospechas. Y es que al minotauro del viejo Mestalla le salieron envidiosos enemigos del poder y la seguridad en un laberinto en el donde se crió desde bien pequeño. Muchos osaron discutirle su falta de ética por no pasar nunca por taquilla y por su devoción hacia Luboslav, su único y reconocido dios, pero su carisma en el graderío y como no, delante de las cámaras, le resultó suficiente para seguir vivo en la memoria del viejo Mestalla.
Periodista deportivo valenciano
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Magnífica historia. Debería rubricarse con algún video que pusiera rostro al minotauro.
ResponEliminaDesde el anonimato que confieren los pseudónimos y las informaciones omitidas por tan verídica como desgarradora trama me siento como una especie de coautor en la sombra del relato.
ResponEliminaEntre otras cosas, porque también vivo en la misma localidad que el protagonista.
El mítico Tele-Xut le dedicó un reportaje y ante la pregunta sobre el porqué de tanta aparición televisiva contestó "pa que me vea mi madre".
Si alguien está interesado en el rostro en cuestión puede rebuscar en los archivos de RTVV de las temporadas 95-96 y 96-97.
Si no m'equivoque en la persona, eixe tio era amic d'un company meu de classe en l'institut de Godella, molt varem parlar jo i ell sobre lo mal del perol que estava (expressió col·loquial). Aquells temps eren els de les finals de champions. No es va tornar a vore desde la final de Sevilla...
ResponEliminacrec recordar perquè sempre l'enfocaven a ell... però com no recorde molt be l'historia..
Original y lúcido relato. Siempre he fantaseado con un Mestalla oscuro y subteráneo donde se esconden secretos importantes en los años de la guerra civi; puertas clandestinas de acceso y rincones para entrar sin pagar y no morir en el intento. Algo que no me es del todo desconocido en un Mestalla ye-ye y sesentón para ver a los Waldo, Claramunt, Mestre y compañía.
ResponEliminaAlfredo Cardona
Bonito relato.
ResponEliminaM'encanta el texte, he disfrutat llegint-ho i a mí també m'agradaría posarli rostre al minotauro.....
ResponEliminaEixos arxius de RTVV están disponibles a la seua web ???
Salutacions
Jose Miguel Lavarías.
Me gusta que hayan utilizado en el artículo una de las fotos que hice a los trofeos del palco VIP.El ratón
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