Pero la construcción del mito
fundacional, se apelara o no a nuestros Founding Fathers, a los Gonzalo
Medina, Augusto Milego, Julio Gascó Andrés Bonilla, Pascual Gascó y Fernando
Marzal, no ha tenido una sólida historia que convirtiera el Bar Torino en
nuestra singular nave, el Mayflower,
que nos trasladara desde la ciudad finisecular sin referencias deportivas a la
creación de un club a la misma altura que el resto de ciudades europeas. A lo
largo de los casi 100 años de historia no se ha aportado luz sobre el momento,
porque como siempre ha sido habitual en la historia del club, la referencia
histórica siempre fue un trámite, un expediente incómodo, algo sobre lo que no
valió la pena averiguar, ya que iba más allá del consumo, adicto y sin
perspectiva, de una sucesión de presentes.
Cuando hace poco entré a
formar parte de la Tertúlia Valencianista Torino, recordé que fue la responsable
hace casi un siglo de la colocación de una placa, una “rajoleta”, en la calle
Barcelonina número 4, que reza literalmente:
“EN ESTE LUGAR SE FUNDÓ EL VALENCIA C.F., EL 18 DE MARZO DE 1919, EN EL
ANTIGUO “BAR TORINO”.
Fue esa exacta afirmación (EN
ESTE LUGAR), que ha servido incluso como punto de concentración inicial de
alguna manifestación contraria a la venta del club, la que provoca este rápido
rastreo histórico, ante la palmaria contradicción de que la Bajada de San Francisco no
era, desde luego, la calle Barcelonina.
Una de las cientos de páginas
que recrean el hecho lo explica así:
“En este lugar se encontraba
el ya desaparecido Bar Torino, aunque también ha sido conocido como Horchatería
Novejarque. Es famoso porque en este lugar se reunían un grupo de
amigos-tertulianos aficionados al fútbol, que decidieron en 1919 fundar un
equipo de fútbol: el Valencia C.F.”
Incluso desde el el blog
colectivo del que soy fundador, Últimes Vesprades a Mestalla, alguna de
las colaboraciones continúan hablando del Bar Torino como de un “cèntric
establiment del "cap i casal".
Puntilloso que es uno, tanto
en el descubrimiento de la “rajoleta”, como en actos posteriores, siempre he
intentado averiguar la veracidad de la indubitada afirmación de la placa, y hoy
podemos dar alguna noticia de que, al parecer, en el “hic”, el lugar no era
precisamente ese.
Más allá de la vulgata,
repetida hasta la saciedad, sabemos bien poco del Bar Torino, y si algo es
cierto es que el Valencia FC se creó en una calle desaparecida, y en una ciudad
sustancialmente diferente desde el punto de vista urbanístico a la actual.
Y comenzaremos por acudir al
Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Valencia, que como tal libro de
entrada proporciona los siguientes datos: 1) Número de Orden. 2) Título de la
sociedad. 3) Domicilio. 4) Fecha de presentación de Estatutos. 5. Fecha de
presentación del Acta de Constitución. 6) Objeto de la sociedad. 7) Nombre de
los presidentes. 8) Observaciones.
Es así como descubrimos ya el Club Deportivo Español, con Alfredo
Milego como Presidente, con domicilio en el Bar
Británico de la Calle
de la Sangre,
primero, y después en el Bar Iborra
de la calle Pi y Margall, 24. Aunque a los efectos de lo que hoy evocamos, con
el número 3.906 de Registro, aparece el Valencia
Football Club, con domicilio en el Bar Torino de la calle Bajada de San
Francisco, con el 18 de marzo de 1919 como fecha de presentación de Estatutos,
y 22 de octubre de 1920, como fecha de presentación del acta de constitución.
El mismo Bar Torino se
consigna en el mismo Registro como domicilio social del Valencia Athétic Club,
el que fuera equipo más o menos filial o vinculado con el Valencia FC, el equipo
posteriormente asociado al Centre Català, y con Estatutos presentados el 27 de
enero de 1921.
La
Asociación
de los primitivos equipos de fútbol con las cafeterías se da también en el caso
del Gimnástico, que al presentar sus nuevos Estatutos el 7 de noviembre de 1919
consigna como domicilio el Bar Miau de la calle Peris y Valero (actual calle de
La Paz).
Hay, por tanto, una primera
consideración que debe convertirse en conclusión ad aeternum, por los
siglos de los siglos: desterrar cualquier clase de vinculación entre el Bar
Torino y la calle Barcelonina, porque nuestro Valencia FC se creó en un Bar de la Bajada de San Francisco
número 8.
Bajada de San Francisco que
evidentemente ya no existe. Desapareció a partir de 1927, durante la Alcaldía de Carlos Sousa
Álvarez de Toledo, el Marqués de Sotelo como título nobiliario oficial, o el Marqués
de la Picola,
como fue conocido de forma popular, y a consecuencia de un gran proyecto
urbanístico y arquitectónico diseñado por Javier Goerlich, el arquitecto
municipal. Pero vayamos poco a poco. Partido a partido. Para saber con
exactitud donde estaba, necesitamos un pequeño preámbulo, porque si hoy la Plaza, con sus distintos
nombres, Libertad, San Francisco, Castelar, País Valencià o de l'Ajuntament es
el centro de la ciudad, el centro de la ciudad no era en 1919, todavía, la Plaza de San Francisco.
Tendremos que acudir a los
mapas y hacer topografía histórica. Con la construcción de las murallas de
finales del siglo XIV, cuya traza se mantiene en la ronda actual del autobús
número 5, la ciudad incorpora en su interior huertos, campos, hospitales y
conventos, además de los arrabales y núcleos de población de los Roteros, la Pobla, Morera, Peixcadors,
Les Parres o la Xerea.
Como consecuencia del objetivo de control fiscal sobre la
entrada de productos, de las decenas de puertas solo quedarán abiertas las
puertas del Real, Sant Vicent, Quart, Serrans y del Mar. A ellas se uniría el
reabierto portal de Russafa, en 1761. El centro de la ciudad continúa pivotando
sobre el espacio de las primeras murallas. El crecimiento de la ciudad
reclamaba nuevos espacios.
Carboneres alude a un proyecto
de ampliación, con nuevas murallas, en el siglo XVIII. Vicente Boix en 1862
plantea la posibilidad de una nueva ampliación en la Zaidía, asumiendo, además, la
probidad de una justa especulación, y señalando a la Sociedad Valenciana
de Fomento como artífice del proceso. También la Sociedad de Fomento
contaba con otro proyecto de expansión intramuros, que “aumentaría, llevado á
efecto, el caserío de que se carece, dando mas animación a la calle de S.
Vicente con la de Ruzafa y barrio de Pescadores”. Los espacios acabarían siendo
ganados gracias a la desaparición de las murallas desde 1865, durante el
mandato como gobernador civil de Cirilo Amorós, y en otra dirección bien
distinta.
Cuando, en 1862, Vicente Boix,
cronista de la ciutat, escribe su Valencia histórica y topogràfica, su
preámbulo es bastante explícito sobre las transformaciones inminentes que se
presparavan: “Próximos á desaparecer los antiguos y venerandos vestigios de la Valencia romana y árabe,
para dar lugar á las grandes construcciones, que han transformado el caràcter
primitivo de nuestra población;...”.
Se prepara el crecimiento y
transformación de la ciudad mediante distintas iniciativas que provocan el
desplazamiento del centro comercial y administrativo hacia el sur, hacia la
plaza de San Francisco. El plano del padre Tosca de 1704 es revelador de la
situación.
Esa calle en pendiente, esa
“Devallà”, llega a una pequeña plaza con un jardín cerrado, el del Convento de
San Francisco, y parece seguir en su intersección con la calle de Las Barcas o
del Vall Cobert, el recorrido de un posible meandro del río. Esa era la
interpretación de Felip Mateu i Llopis:
“Valencia, durante los
visigodos seguía siendo una isla; el Turia tenía un brazo, que partiendo de lo
que hoy es Puente de San José, poco más o menos, iba por la calle Baja, el
Tossal y la Bolsería
del Mercado, seguía por la desaparecida Bajada de San Francisco a la calle de
las Barcas y de aquí por el Parterre al Remedio y Plaza de Santo Domingo, al
río otra vez. En esta isla estaba la ciudad romana y por tanto la visigoda.
Valencia, rodeada de agua por brazos del río y acequias -por lo que el “sello”
de la ciudad, hasta el rey Pedro IV el Ceremonioso, III de Catalunya, II de
Valencia y I de Mallorca y Cerdeña (1319-1387)- se representaba sobre “aguas”,
como es sabido y fue durante este monarca, cuando se abandonó aquel tipo para
adoptar el real”.
Valencia, la definida como circumfluentibus
undis, con anterioridad a que el sello de la ciudad nos condenara a hacer
de la lealtad el signo, el estigma de nuestra presentación al mundo.
La
Bajada
de San Francisco se iniciaba en la
Plaza de Cajeros y acababa en la Plaza de la Libertad. Será conocida a lo
largo de la historia como Bajada del Progreso, calle Cajeros o Devallada de Sen
Francesch. Era una calle que conducía a los Jardines y Plaza de San Francisco,
un espacio marcado por el Convento del mismo nombre, cuya creación está
vinculado a los inicios de la
Conquista del Reino. Pero como tantos conventos, fue
reconvertido en cuartel desde la desamortización. Boix, Carboneres, Lamarca o
el Marqués de Cruilles explican cómo las quejas de los vecinos por tener que
hacer un gran rodeo para llegar a la calle de la Sangre consiguieron la
apertura del huerto.
Según Cruilles, Valda
consignaba que el huerto de entrada al Convento contaba con un patio tan grande
“que le ha mirado la Ciudad
muchas veces con cariño para hacer una hermosa plaza”. En 1805, y con
nocturnidad, el Intendente Cayetano de Urbina procedió a la demolición de las
tapias y a arrancar los árboles. En 1837 se transformó el Convento en cuartel.
La proximidad del barrio de Pescadores con su mundo de tabernas, majos y
prostitución, junto con la
Estación y la cercana Plaza de Toros no era, pues,
precisamente, una zona céntrica, sino más bien de las afueras y zona de
expansión de la ciudad. La zona se conviertió en un espacio enormemente popular
de fondas, casas de comidas y ordinarios.
La
Baixada
de Sant Francesc era una calle dividida. Los números impares correspondian al
barrio tercero del Cuartel del Mar: De Santa Tecla a la Plaza de Santa Catalina, por
delante de San Martín, Bajada de San Francisco, calle de Barcelonina, Plazuela
de San Jorge, por la calle de las Almas, Plaza de San Andrés. Plaza de
Villarrasa, calle del Ave María, calle del Mar a Santa Tecla. Los números
pares, y por ello el Bar Torino, pertenecían al barrio sexto del Cuartel de San
Vicente: de la muralla, toda la calle de Renglons, hasta la esquina de la
enseñanza, calle de la Sangre,
por delante de San Gregorio, calle de San Vicente hasta la Plaza de Cajeros, Bajada de
San Francisco, y su plaza al puente de los Anades, calle Nueva de Pescadores (Ribera),
hasta confluir en la muralla. El puente de los Anades estaba situado a la
altura de la calle Ribera y servía para cruzar la sèquia de Rovella en
dirección a Ruzafa.
El Barrio Séptimo, el del
Barrio de Pescadores, también del cuartel del Mar comprendía el Muro de los
Judíos, desde la Plaza
del Picadero, la calle Larga de la
Sequiola (Don Juan de Austria), calle de las Barcas a San
Francisco, por el lado de su convento, ahora cuartel, calle del Sagrario de San
Francisco, calle Nueva de Pescadores (Ribera), a la muralla.
La
Bajada
de San Francisco era uno de las calles más animadas de la ciudad. Con tres
establecimientos de renombre: el Bar Suizo, el Café de España, y el Bar Torino.
En los números impares, situados en la acera del oeste,
mirando a la calle de la Sangre,
se situaban los siguientes establecimientos, por número: 1. Óptica Panach.
Junto a la Plaza
de Cajeros. 3. Trajes Zafra. La Señera. Gamborino. La Cruz Roja. Ten y García
en Compañía. Confitería y Cerería de España de Juan Cercós (junto al Café de
España). 5. Café de España. 7 y 9. Grand Hotel Continental (antiguo local de la Fonda de España), con salida
a Moratín, 2. 11. Librería R. Ortega. 13. Viuda e Hijos de Julio Matton. Loza,
Cristal y Porcelana. 15-17. Relojería de Juan Bautista Carbonell. 19. Café y
Restaurant Suizo. 21. Camisería y Corbatería La Estrella. 21. Fábrica de
Pañuelos de Seda de J. Torró. Remigio Torró. Despacho del Almacén de
Instrumentos de Música de Banyeres. Pastelería Champagne Bar Bajada de San
Francisco 23.
En los números pares, situados
en la acera del este, mirando hacia Barcas, se situaban: 2. Sombrerería Enrique
Savall, en la esquina con la plaza de Cajeros; 4. Perfumería Inglesa (frente al
Café de España). 6. Sombrerería Farinós. 8. Bar Torino. Almacén Muebles y Mesas
de Billar. 10. Calzados La Montañesa. Fotografía Casa Cuesta. Callista
Enrique Bamdemberg. Frente al Café Suizo. 12. Ferretería, quincalla y baterías
de Cocina de Rafael Pastor. 14. Peluquría Pascual Sales. Frente al Café Suizo.
Eduardo Fenollosa Carbonell. Despacho de Guano. 16-18. Relojería Giménez. 22.
Oro Pellicer. 24. Miralles. Fábrica de Artículos de viaje y caza. 28. Postre
Martí. Fernando Piquer. 32. Farmacia Besalduch. 34. La Esmeralda. Restaurant
y Hospedajes de San Francisco.
Fachada del Bar Torino de Barcelona
El propietario del Bar Torino
era Enrique Novejarque, de una familia emprendedora originaria de Almàssera.
Desconocemos las razones del nombre del Bar Torino. Desde luego, no es algo
similar al Bar Torino de Barcelona, propiedad de un italiano, un milanés, Flaminio
Mezzalama, que encargó el bar a los arquitectos Falqués y Puig i Cadafalch, y
la decoración a Antoni Gaudí y Ermenegild Miralles. En la fachada figuraba el
escudo de Torino, y se especializan en el vermut, y la armericana, una mezcla
de horchata, jarabe y anís.
El Bar Torino de Valencia era
un establecimiento situado enfrente del Café de España y del Café Suizo,
dedicado a servir cafés, refrescos, cervezas, helados y licores. No era el Café
de España tan rememorado por Azorín, ni con el prestigio del Suizo, pero según
Vidal Corella era un establecimiento “coqueto”, que también acogió alguna
actividad vinculada a la Falla
plantada en la Bajada
de San Francisco. En el Anuario Batlles figura en 1914 como Cervecería, con
entrada por la Bajada
de San Francisco 8 y Rojas Clemente. El Bar Torino, por tanto era un bar con
doble entrada, y “cantoner”, con entrada por las dos calles, y una de ellas, la
de Rojas Clemente, que en su denominación de los callejeros de los siglos
anteriores recibió la denominación de Mesón del Caballo, Mesón del Potro u
Hostal de Blasco.
La trama de las calles era
propicia a hostales y mesores, como el de Teruel, el “dels Mallorquins” (entre
Carabasses y la Plaza En
Gil), o la calle Hostal de la
Llanterna (la actual Linterna, entre la calle de San Vicente
y la calle Gracia.
Pero así como para el Café
Suizo contamos con las fotografías que acreditan su decoración en 1923 para las
fiestas de la Corona
de la Virgen
como Patrona, y en el Café de España tenemos las fotografías y la completa
descripción de Azorín en su libro Valencia, nada similiar disponemos del Bar
Torino. No hay más fotos o postales externas o internas que las que ilustran
esta colaboración. En la Guía
para el Viajero de 1898 todavía no aparece el Bar Torino. Su inauguración debió
ser entre 1898 y 1909.
En 1909 aparece con una
sucursal en la
Exposición Regional de 1909, lo cual revela una cierta ambición
expansiva por parte del propietario. A partir de 1917, la familia Novejarque
parece que es el primero en prepararla de la manera actual en su
establecimiento de la calle de Santa Teresa. Probablemente también comenzaría a
servirla en el Bar Torino, de ahi que fuera conocido como Horchatería de
Novejarque, emparentada por cierto con los Monleón Novejarque, Miguel y Joan,
el primero Presidente de la Federación
Valenciana de Futbol, y el segundo el conocido artista de la
cançó.
No era el Café de España,
mucho más elitista, ni el León de Oro, ni el Suizo. Tampoco era una taberna. Un
establecimiento, fruto de una nueva sociabilidad burguesa, sin pretensiones y
sin etiquetas de clase, sociales o políticas, que fue, durante tres años, el
primer domicilio del Valencia FC.
Ya en 1922, con Francisco
Vidal Muñoz como Presidente. el club cambia de local social, pasando del Bar
Torino a un local propio, en un entresuelo de la calle Barcelonina número 7,
justo en la acera de enfrente en la que se sitúa la actual rajoleta. Como las
historias poco rigurosas han hablado de que el traslado se realizó a unos
metros más allá de la misma calle, ese error quizá ha provocado la asociación
espacial Valencia FC y calle Barcelonina, y de ahí el error de la ubicación de
la placa actual.
No seria tampoco una ubicación
prolongada en el tiempo. Para la etapa de la bendición de la bandera los días
21 y 22 de septiembre de 1924, el local social ya estaba situado en la calle de
la Paz número 28,
y el 20 de octubre de 1924 se inaugura un nuevo local en la Plaza de Canalejas número 4:
la Plaza
formada por Marqués de dos Aguas y Poeta Querol, en la que el año siguiente, el
Valencia FC planta una falla.
La popularidad de la Bajada, la presencia de los
Cafés, y su naturaleza comercial la convertían en espacio central de muchos de
los acontecimientos de la época. En el mes de mayo de 1920 se perpetraron varios
atentados en esa parte de la ciudad con bombas en el Café Suizo, Café de
España, Teatro Apolo y ferretería de Ernesto Ferrer.
El más importante de ellos fue
la bomba contra el Café Suizo. Una cuestión curiosa es que Hipólito Tarín,
quien a partir de 1923 sería jugador del Valencia FC se encontraba entre los
que resultaron heridos en el atentado, y al finalizar el Campeonato Regional,
una selección Gimnástico-Valencia jugó contra otra del Levante-España, a
beneficio de las víctimas del atentado, que acabó, por cierto, como el rosario
de la aurora.
El Bar Torino, por tanto,
estaría situado en lo que hoy es Plaza del Ayuntamiento, en plena calle y muy
cercano a la acera izquierda de la plaza, como se descubre en las dos
ilustraciones que acompañan este post. La creación del Valencia FC se produjo, además, en el marco de
la erección de un nuevo centro de la ciudad.
La construcción de un nuevo centro de la ciudad. El proyecto urbanístico de Javier Goerlich.
El traslado del Ayuntamiento
desde el edificio en el que se sitúan ahora os actuales Jardines del Palau de la Generalitat a su
ubicación actual se produce en 1854. La provisionalidad del traslado se mutó en
definitiva en 1899. Con el derribo del Cuartel el espacio diáfano fue utilizado
para ferias y mercados ambulantes, como la tradicional Feria de Navidad.
Los derribos en el Barrio de
Pescadores se iniciaron oficialmente el 12 de marzo de 1906, y se prolongaron a
lo largo de 1907 y 1908. Con la construcción de la Estación del Norte en 1917 se hizo posible la
posibilidad de urbanizar la plaza, y asignar una nueva centralidad la ciudad.
Todo nació de la imaginación
urbanística de Javier Goerlich, que diseña lo que se llamó como ampliación de la Bajada de San Francisco,
para construir la Avenida
de Blasco Ibáñez. La Plaza
de Cajeros daría salida a dos nuevas calles, calificadas como Avenidas: la Avenida María
Cristina y la Avenida
Blasco Ibáñez [1]. Una calle ampliada que naciendo
desde la Plaza
de Cajeros llegaría a la Plaza,
y cuya destrucción serviría para lo realmente importante para Goerlich, la
remodelación de la Plaza. En
principio, era una ampliación de la calle, la Avenida de Blasco Ibañez,
aunque todo convergía en la nueva Plaza:
Sant Vicent - Baixada de Sant Francesc sense la Avda. Maria Cristina
Sant Vicent - Baixada de Sant Francesc amb la Avda. Maria Cristina
“La ampliación de la Avenida de Blasco Ibáñez
hizo sentir la necesidad de reformar la urbanización de la Plaza de Emilio Castelar, la
más concurrida de la ciudad, por recaer a ella las fachadas principales de
edificios tan importantes como el Ayuntamiento, Correos y Telégrafos, Teléfonos
y otros pertenecientes a la
Banca privada y comercio”.
El viejo programa blasquista de principios de
siglo, basado en la expansión urbana y en la construcción de bulevares fue
reconducido a la prolongación de las arterias de la calle de la Paz, y asumido por el Marqués
de Sotelo en 1928, y puesto en marcha por Goerlich a través de los ejes de la Avenida del Oeste, San
Vicente, y María Cristina con la nueva Avenida Blasco Ibañez.
El resultado final sería la
construcción de un nuevo centro urbano diseñado por Goerlich, con tres fuentes
luminosas en cada uno de los vértices del triangulo, representando a las tres
provincias de la región.
La apertura de la Bajada supuso la expropiación
de más de 80 fincas urbanas , con un valor de 6.900.000 pesetas. Con los nuevos
solares y fincas, después de destinar 4.500 m² a una calle con 60 metros de ancho en su
arranque y 30 en su final, el déficit se redujo a 2.900.000 pesetas.
La alegoría del nuevo centro
no surgía de manera inocente. Se trataba de encontrar conexiones amplias entre
el centro histórico y el nuevo Ensanche, ya que, como bien ha estudiado Joaquín
Azagra: “Entre 1840 y 1930, Valencia triplicó sus efectivos demográficos y
quintuplicó el espacio de cualificación urbana”.
Joaquín Azagra [2] ha explicado perfectamente cómo a lo largo de ese período se produce la reforma
interior del Barrio de Pescadores, Colón y el primer ensanche, y de qué manera
esa reforma provocó un cambio en el “área de prestigio” de la ciudad, de manera
que en ese espacio de 113 has, se concentra el 25% del espacio de la ciudad,
con tan solo un 20'4% de la población, y con una densidad de tan solo 375
habitante por hectárea, muy por debajo de otros barrios.
La reforma del Barrio
contribuye bajo argumentos “higienistas”, a proceder a una selección de
vecinos, y a un objetivo especulativo notorio. De esa manera la nueva
centralidad delimitaba espacios menos poblados y con mayor valor fiscal, y
coincidiendo con nuevas inversiones de personajes de familias notables de la
burguesía como los Trénor o los Noguera.
Junto a ello, la calle de San
Vicente reforzaba su papel de consolidación de la nueva área de prestigio con
la ruptura con los barrios de Hospital y Velluters. Se estaba construyendo un
nuevo centro de la ciudad. Con la retirada de la Estación del Norte junto
a la Plaza de
Toros, el traslado del Ayuntamiento a la Plaza, y el derribo del antiguo Convento de San
Francisco, y la destrucción de la
Bajada generaban un gran espacio central que modificaba la
tradicional imagen de todos los planos de la ciudad orientados hacia el Norte.
Pero para ello hacía falta, también la urbanización
del Barrio de Pescadores. Porque si la popularidad comercial de la Bajada anunciaba el
traslado de la centralidad de la ciudad a nuevos espacios, con comercios,
teatros y cafés y fondas que desembocaban en la cercanía de la Estación, el Barrio de
Pescadores era otra cosa, y esa sí que es otra historia, también alejada de los
tópicos habituales, y que algún día contaremos.
Con su desaparición, la
“Devallà” del Bar Torino y de la fundación del Valencia FC contribuía, ahora
sí, a crear una ciudad diferente, con una nueva trama urbana, y ahora sí, en un
centro de la ciudad, que es hoy, aún, nuestro centro de la ciudad.
Quizá hoy, cuando se acerca el
centenario del club, y en momentos de tanta efervescencia y juego de marketing
con los conceptos de pasado y de futuro, puede ser el momento de regresar con
exactitud y rigor al Bar Torino. Para esa visita, ese examen de conciencia
histórica, no hacen falta miles de kilómetros ni manifestaciones orquestadas.
Se puede hacer un regreso (exacto), al Bar Torino. Al de verdad, al de la
generosidad, la modestia y la ilusión por el prestigio y el nombre de una
ciudad.
Miquel Nadal i Tárrega
Socio del Valencia CF
[1] Con el “eclecticismo”, no solo arquitectónico, que caracterizaba a Goerlich, la Avenida María Cristina fue sustituida durante la II República como Avenida Pablo Iglesias.
[2] “Ensanche y “ensanches”: vecinos y propietarios en la Valencia de 1930”, en De la revolución liberal a la democracia parlamentaria: Valencia (1808-1975). Paul Preston, Ismael Saz (ed.) Universitat de València, 2001
·