dimecres, 24 de maig del 2023

COMUNICAT DAVANT LA CAMPANYA MEDIÀTICA CONTRA EL VALÈNCIA C.F.

Últimes vesprades a Mestalla vol manifestar el seu compromís amb els valors d’una societat democràtica, sense cap tipus de racisme, en qualsevol àmbit, i en tots els estadis de futbol. Per això condemnem la campanya mediàtica que ha conduit a una resolució de la justícia esportiva discrecional i arbitrària, i de persecució a una concreta entitat. Este no és, lamentablement, un episodi de racisme, sinó del control de la competició.

També reclamem als representants de MERITON que hui ocupen càrrecs de representació en el Consell d’Administració del València C.F., una contundent acció de defensa de la dignitat dels aficionats de Mestalla, i en concret identificant tots aquells elements ultres als quals han usat per a diluir les protestes de l’afició, i que tan greus conseqüències han tingut per al València C.F.

Demanem a totes les aficions rivals la seua comprensió davant este injustificat cas de desigualtat.


Últimes vesprades a Mestalla

dissabte, 20 de maig del 2023

NADA DE ADIÓS MESTALLA



En mi caso no fue un sentimiento heredado. A mis padres debo agradecerles algo que
 tiene mucho más mérito, que no se volvieran locos intentando comprender mi locura. 

Todo surgió en un modesto patio de colegio desde el que se divisaba la silueta del Fondo Sur. Cuando Mestalla te guiña un ojo ya eres parte de él.

A la salida de clase jugábamos a fútbol en sus aceras. Las puertas, por aquel entonces verdes, hacían de porterías y más de una vez “encalábamos” el balón en sus entrañas a las que acudíamos a recuperarlo. Nos las sabíamos de memoria, éramos parte de ellas.

En primavera, cuando alargaba la luz del día, pasábamos algunas tardes en la sede social que soñó Peris, rodeados de banderas, trofeos y fotos. Era una habitación más de nuestra casa.

Los primeros pases eran de cartón y las crecientes muescas sobre su superficie un certificado de fidelidad al club.

Sobre su General de Pie, entre avalanchas, creímos llevarnos la vida por delante hasta que la maldita Ley de Sociedades Anónimas Deportivas nos escupió que la vida iba en serio y nos obligó a permanecer sentados y controlados en las dimensiones del nuevo teatro en el que habían convertido nuestro club y nuestro campo.

Han pasado cuarenta años de mis cincuenta y sus cien y ahora que acudo a él con mis hijos de la mano (se trata ya de un sentimiento heredado), puedo decir que nunca he vivido tanto tiempo en otro lugar. Mi arqueología vital gira a su alrededor: infancia, adolescencia, juventud, madurez y hasta que el cuerpo (el suyo y el mío) aguanten.

En los años noventa un amigo me dijo: “Nano, tú no podrías huir nunca de nada.

Sabríamos dónde encontrarte. Bastaría con esperar un domingo de fútbol en Mestalla”. Años más tarde, Campanella dio forma a aquella reflexión en El secreto de sus ojos y yo continúo regresando al viejo campo. Teníamos que haber patentado aquel guión.

No puedo imaginar la posibilidad de que un día Mestalla deje de existir, de que se cometa esa aberración de la que tantos años llevan hablando, incluso presumiendo.

Si Mestalla es un pueblo su destrucción será un genocidio. Que se metan sus delirios de grandeza por donde les quepa, no necesitamos un estadio nuevo, queremos quedarnos en nuestro campo.

Me niego visceralmente a formar parte de esa complicidad que asume su caducidad impuesta. ¿Por qué?. Todo, absolutamente todo es reconducible y yo me quiero quedar en Mestalla para siempre. ¿A dónde podré huir si no?

Felicidades, viejo, y ya sabes que por lo que a mí respecta, nada de adiós Mestalla.

Jose Carlos Fernández Haba, socio del VCF y miembro de Uvam. Cuarenta años y mil partidos en Mestalla.

divendres, 19 de maig del 2023

MEMORIA DE UN VALENCIANISTA SIN PEDIGRÍ

1919-2023 MESTALLA

Dedicat a tots el meus amics valencianistes ( ja sabeu qui sou ) i en especial a la guardiana de la esencia del ser, Merchina Peris.

Memoria de un valencianista sin pedigrí



No, yo no tuve un abuelo, tío o padre que me acompañara a Mestalla los domingos alternos de cada mes. No había casi dinero en casa suficiente como para permitirnos ese placer y lo asumí con la naturalidad que puedes tener con 8 o 9 años. En esos tiempos pude comprobar que en el colegio éramos bastantes los niños con la fé del murciélago; eran los años duros pre/post descenso, pero había buena base para el futuro, porque entonces no existia la basura mediática de ahora y ser del club de tú ciudad o región era hacer patria. Era costumbre (al menos en Torrent) y no podía faltar, una senyera del Valencia CF en tus regalos de cumpleaños o de comunión. Siempre aposté por mi equipo en lo que yo llamo “los años de la transición”, en los que no teníamos ningún referente claro.

De ahí viene todo.



El descenso apenas lo recuerdo como un trauma, no fui consciente del drama hasta que empezó la temporada en segunda con la UD Figueres y luego Sestao, Cartagena, Jerez, Logroñés, filiales..etc.

Ese año no salimos en el álbum de cromos de Ediciónes Este y me di cuenta de la magnitud de la tragedia, sin embargo nuestra fe por el club en el colegio sé multiplico por cien. Nada ni nadie podría hacerme cambiar mi historia. Esa temporada seguí los partidos del equipo desde una radio que perteneció a mi abuelo Pascual y que solo podía recibir dos o tres emisoras de AM. Recuerdo, ahora lo sé, que era Antonio Rubio de Radio Nacional el que narraba esa temporada.


Desde la modesta casa de campo de mis padres a la que íbamos los fines de semana, escuchaba los partidos y me hacía promesas. Si el Valencia marcaba gol me obligaba a mi mismo a dar varias vueltas a la caseta para aliviar la tensión y la alegría. Era un ritual de celebración. Volvimos a primera gracias a una generación de chavales como Quique, Fernando, Revert, Giner, Voro, Alcañiz, Sixto, Fenoll y gracias al compromiso (y responsabilidad) de Sempere, Subirats o Arias, la travesía en segunda duró tan solo unos meses.

Imagino que como premio a lo único en lo que mi padre y yo hemos estado de acuerdo en la vida, un día de agosto de de 1987 me enseñó dos entradas para el Trofeo Naranja. Íbamos a ver al Valencia CF contra el FC Barcelona.

El día señalado dejamos el viejo SEAT 1500 aparcado en una zona lejana ya que la matrícula era de Lleida y mi padre temiendo la jugada quiso ser previsor “a vore si encara me fotrá el cotxe algún fill de puta”.

Indescriptible mi reacción al ser consciente de que por primera vez iba a ir a Mestalla. Sigo pensando de dónde sacaría el dinero el pobre hombre y sospecho de mi abuelo Alfonso, que era zapatero remendón en la calle Murillo en plena frontera entre el Barrio del Carmen y Velluters y al que mi padre solía acudir con la excusa de “ vamos a ver al abuelo” y así de paso siempre le caía alguna gratificación.

Como no podía ser de otra manera fue en el Gol Gran, arriba del todo, ya sabéis, donde nos juntábamos los pobres, los solitarios, porretas y demás fauna.

Ese run run, ese murmullo, esas luces, ese himno, ese césped, esa sensación de ver algo único e inédito en tu vida que hasta ese momento solo era algo inalcanzable. Recuerdo también asomarme por la grada y ver la calle Joan Reglá repleta de furgonetas de la policía, eran esos tiempos de cuando el Barça caía peor que el Real Madrid.

Esa fue mi primera vez y con mi padre.

Pero hubo otra primera vez, contra el mismo equipo, al año siguiente en la temporada 88/89, pero fue diferente y es la crónica de un pecado irresponsable e inaceptable que cometí a los quince años.

Recuerdo ver a mi madre trabajar sin descanso, a destajo, y a veces de madrugada, cosiendo camisas o pantalones en un pequeño habitáculo de casa para sacar rédito a la maltrecha economía doméstica de la época. En uno de esos días ayudando a desembalar los fardos para facilitarle el trabajo toque algo duro en una de esas prendas. Fue cuando cometí el pecado.

Había una carterita pequeña con papeles y un billete de cinco mil pesetas. Ya sé lo que hubiese hecho cualquier niño decente, responsable y buen hijo y mas con las circunstancias con las que malvivíamos, pero yo no lo hice.

Amparándome en una mentira cómoda conseguí convencer a mi primo Alfonso, que era unos años mayor que yo, de una aventura. El plan consistía en ir a Mestalla, coger el tren desde Torrent y apearse en la antigua estación de Jesus y luego caminata hasta el templo.Toda una odisea.

Cometido el delito, ahora sólo faltaba disfrutar de él.

Era el partido de la segunda vuelta contra el FC Barcelona, estuvimos en la general de pie detrás de los Yomus, que se pasaron prácticamente todo el partido gritándole a Alexanco “violador, violador, violador” por un incidente del vasco con una lugareña en una concentración de pretemporada que casi le cuesta la cárcel y el matrimonio.

Recuerdo el resultado, 1-1, con golazo de uno de los mejores jugadores que yo he podido ver en Mestalla, Fernando Gómez Colomer. Cosa fina.

Poco mas recuerdo de aquel día solo que al salir me compre en un tenderete un azulejo pequeño con el escudo del Valencia CF que lamentablemente no encuentro desde hace tiempo entre mis cosas.

De los muchos pecados que cometí siendo menor de edad este es el que más he disfrutado. Con los años Mestalla iba a convertirse en un lugar donde iban a converger amigos, novietas, alegrias, lágrimas, cabreos y desgarradoras arengas cargadas de pasión y porque no decirlo, de sufrimiento; también en plan personal y si exceptuamos a alguna mujer, nada ni nadie me ha echo sufrir o disfrutar más en mi vida que Mestalla. Esto es. Nos asentamos en primera división de nuevo con alguna dificultad, con un Alfredo Di Stefano ya en su última etapa, luego, ya en los primeros 90 y con entrenadores tan diferentes como Esparrago o Hiddink, se consiguió revitalizar al club con buenos resultados. Quien nos iba a decir a todos los que fuimos a la finalde la Copa del 95 (la final del agua y del granizo) que quedaba muy poco para el gran Valencia CF de Ranieri, Cuper o Benítez.



En esa bonanza ya no pude estar en primera línea; pero eso es otra historia.

A mis amigos José Moret, Román Navarro Bacete y José Sáez Lorente.

Y a todos los valencianistas que, como ellos, nos dejaron demasiado pronto.

Tirant Lo Blanc i negre @Espiritu_del_79












dissabte, 13 de maig del 2023

MI QUERIDO Y VIEJO MESTALLA



Nos conocimos un 7 de abril de 1968, la cita fue a las 16,30h. Como casi todos los niños que te visitan por primera vez, fui de la mano de mi padre. Las cosas no salieron bien y el Espanyol (en aquella época Español) nos ganó 2-3. Los dos primeros goles que vi marcar en tus porterías los hizo Guillot y ese día debutó Blayet. Pero lo que de verdad me impactó cuando me asomé por el vomitorio fue la dimensión y el color verde del terreno de juego y esa grada tan especial que tenías frente a tribuna y que estaba abarrotada.

Volvimos a quedar dos años más tarde, el 12 de abril de 1970. Esta vez todo fue mejor y le ganamos al Athletic por 1-0 con gol de Nebot. Ese día me di cuenta que te habían cambiado de nombre, te llamabas Luis Casanova aunque en casa mi padre siempre te llamó Mestalla. Afortunadamente en 1994 volviste a tu nombre original. Desde septiembre del 70 nuestras citas fueron más habituales hasta convertirte en mi segunda casa. Poco a poco fui descubriéndote rincón a rincón y conociendo tu historia. Tuviste un hermano mayor que se llamó Algirós, que sólo tuvo cuatro años de vida y no se sabe cuándo tendrás otro cuyo parto está siendo largo y complicado, y estoy seguro que no tendrá ni tu historia ni tu encanto.

Hasta que se inventó ese torneo que se llama Conference League eras el único campo español (y quizá de Europa) donde se habían disputado todas las competiciones europeas de clubs. Desde la antigua Copa de Europa a la Champions, de la Copa de Ferias a la Europa League pasando por la Copa de la UEFA, desde la Recopa a la Supercopa de Europa y la Intertoto. Por desgracia, en estos momentos, eso de jugar competición europea nos suena a "chino". Ojalá en lo que te quede de vida las volvamos a disfrutar y seas siempre un campo de Primera.

Hemos reído y llorado juntos, hemos disfrutado y nos hemos cabreado, has rugido como nadie, con esa acústica tan especial que tienes que te hacen único, aunque últimamente estás un poco dormido. Será la edad. Has sido fallero cuando recibías al equipo con tracas y música. También olímpico y mundialista, campo de atletismo y velódromo de ciclismo, recinto de conciertos y mítines políticos. Has sufrido una guerra civil, una riada y una pandemia. Tienes dos libros gracias a Paco Lloret que cuentan tu historia y hasta un pasodoble.

He vivido contigo momentos muy especiales, como los minutos de silencio dedicados a mi padre y hermano. Hemos celebrado títulos (el primero la liga del 71), goles míticos como el de Forment o Tendillo, remontadas increíbles, el inolvidable partido de leyendas del Centenario donde tuve el honor de participar en los actos y poder pisar tu césped o disparar delante de tu fachada la traca como recuerdo del gol de Forment el año del Centenario de nuestro equipo. También hemos sufrido golpes duros como el descenso, alguna eliminación en el último segundo o la repentina muerte de Peris.

Poco a poco fuiste modernizándote. De las sillas de enea pasaste a las butacas de plástico, del marcador manual al electrónico. Desaparecieron las oficinas y la sala de trofeos (y muchas cosas que había en ellas). Fuiste creciendo y cambiando tu aspecto.

Por tu césped han jugado las grandes estrellas del fútbol mundial, como Di Stéfano, Pelé, Beckenbauer o Cruyff y nuestros mitos Puchades, Wilkes, Claramunt o Kempes, junto a todos los jugadores que han defendido nuestra camiseta.

Vas a cumplir 100 años y "pronto" te derribarán. Contigo se irán miles de historias y recuerdos de los valencianistas. Valencia ya no será la misma, le faltará uno de sus iconos. Será triste pasar por la Avenida de Suecia o Aragón y no verte. Siempre permanecerás en el corazón de todos los valencianistas.

Te echaré de menos, mi querido y viejo Mestalla.

Ah! Y feliz Centenario.


Javier Iranzo Miguélez