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El dimarts 27 de gener a les 19:00h es presentarà al Complex Esportiu Petxina de la ciutat de València "Somiar gols", una adaptació al món del futbol de 13 contes de la literatura clàssica universal feta per Miquel Nadal, cofundador i col·laborador habitual del nostre blog. Volem celebrar-ho amb la publicació d'este post de Rafa Lahuerta.
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La primera vez que Miquel Nadal me habló de su libro de cuentos infantiles pensé en la voz cascada de Gloria Fuertes. El césped es verde, el balón es redondo, el fútbol es así. Después comprendí que iba en serio. Y Miquel Nadal escribió “Somiar gols”, un libro que, por encima de todo, desprende amor, ternura y originalidad. Un libro diferente, que se aleja del registro habitual del autor. Nadal es como Moriggi, un todocampista de la literatura. Lo mismo escribe un ensayo sobre el socialismo valenciano que un relato de ficción anclado en un imposible bar de carretera; un discurso que un pregón, un poema que una obra de teatro, un documento oficial que una columna de prensa.
La literatura infantil me parece un cable de alta tensión donde perder el equilibrio es lo habitual. No es el caso de “Soñar Goles”. Al autor le avala su capacidad intelectual, su amplitud de miras y muy especialmente en este caso su condición de padre afectivo y responsable: motor real de este libro tan insólito como generoso. Y digo generoso porque Nadal nos regala la intimidad ya vencida por el paso del tiempo de unas complicidades que sin duda han dejado huella en sus hijos, como deberían dejarla en todos aquellos niños que tengan la fortuna de ser oyentes-lectores de estos cuentos futboleros que esconden una filosofía vital noble y honesta. No es el fútbol de los padres codiciosos que ven a sus hijos como inversiones andantes. Nadal escribe un libro contra eso. Pero lo hace con un tono tan amable y preciso que apenas necesita evidenciar su rechazo hacia ese fútbol infantil ya contaminado por los excesos del mercantilismo. Sin duda, esa es su virtud más elogiable. Ha escrito una fábula a favor del compañerismo, del respeto y de la épica que nace de la humildad y no de la prepotencia. Un libro moral sin moralismo, con un tono sencillo pero rico en matices y ramificaciones, que confirma algo que Miquel Nadal sabe perfectamente: el fútbol es sólo la excusa para que padres e hijos puedan empezar a dialogar sobre lo que de verdad importa: la buena vida.
“Soñar goles” es el libro que me hubiera gustado leer/escuchar cuando era niño. Para quienes crecimos con la enfermedad del fútbol como hilo argumental de nuestras anómalas infancias, este libro hubiera sido una fiesta y un tesoro. Casi todos los cuentos esconden un matiz que los hace necesarios, pero hay dos que me parecen sobresalientes: “El capitán feliz” y “El clarinete de Benimaclet”. Creo que me gustan tanto porque de alguna forma se acercan con extraña precisión a una realidad que tiene mucho que ver con el Valencia CF.
El libro tiene otra rara virtud que a mí personalmente me parece capital: hace visible la ciudad de Valencia como escenario de ficción en un ámbito, el infantil, donde casi todos los narradores apuestan por lugares irreales u oníricos.
Me gusta pensar, así lo creo, que la gran novela de la ciudad de Valencia la escribirá un niño que ahora escucha por primera vez como su ciudad existe más allá de rutinas, apariencias y banalidades. Una ciudad de niños que cruzan el río para visitar a sus abuelos, intercambiar cromos en los alrededores de la Plaza Redonda o sacudirse el frío en abandonados campos del extrarradio. Para ese escritor del futuro, Miquel Nadal ha sembrado un camino repleto de migas de pan. Sólo falta que Pulgarcito se haga mayor y nos lo cuente.
Rafa Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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La literatura infantil me parece un cable de alta tensión donde perder el equilibrio es lo habitual. No es el caso de “Soñar Goles”. Al autor le avala su capacidad intelectual, su amplitud de miras y muy especialmente en este caso su condición de padre afectivo y responsable: motor real de este libro tan insólito como generoso. Y digo generoso porque Nadal nos regala la intimidad ya vencida por el paso del tiempo de unas complicidades que sin duda han dejado huella en sus hijos, como deberían dejarla en todos aquellos niños que tengan la fortuna de ser oyentes-lectores de estos cuentos futboleros que esconden una filosofía vital noble y honesta. No es el fútbol de los padres codiciosos que ven a sus hijos como inversiones andantes. Nadal escribe un libro contra eso. Pero lo hace con un tono tan amable y preciso que apenas necesita evidenciar su rechazo hacia ese fútbol infantil ya contaminado por los excesos del mercantilismo. Sin duda, esa es su virtud más elogiable. Ha escrito una fábula a favor del compañerismo, del respeto y de la épica que nace de la humildad y no de la prepotencia. Un libro moral sin moralismo, con un tono sencillo pero rico en matices y ramificaciones, que confirma algo que Miquel Nadal sabe perfectamente: el fútbol es sólo la excusa para que padres e hijos puedan empezar a dialogar sobre lo que de verdad importa: la buena vida.
“Soñar goles” es el libro que me hubiera gustado leer/escuchar cuando era niño. Para quienes crecimos con la enfermedad del fútbol como hilo argumental de nuestras anómalas infancias, este libro hubiera sido una fiesta y un tesoro. Casi todos los cuentos esconden un matiz que los hace necesarios, pero hay dos que me parecen sobresalientes: “El capitán feliz” y “El clarinete de Benimaclet”. Creo que me gustan tanto porque de alguna forma se acercan con extraña precisión a una realidad que tiene mucho que ver con el Valencia CF.
El libro tiene otra rara virtud que a mí personalmente me parece capital: hace visible la ciudad de Valencia como escenario de ficción en un ámbito, el infantil, donde casi todos los narradores apuestan por lugares irreales u oníricos.
Me gusta pensar, así lo creo, que la gran novela de la ciudad de Valencia la escribirá un niño que ahora escucha por primera vez como su ciudad existe más allá de rutinas, apariencias y banalidades. Una ciudad de niños que cruzan el río para visitar a sus abuelos, intercambiar cromos en los alrededores de la Plaza Redonda o sacudirse el frío en abandonados campos del extrarradio. Para ese escritor del futuro, Miquel Nadal ha sembrado un camino repleto de migas de pan. Sólo falta que Pulgarcito se haga mayor y nos lo cuente.
Rafa Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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1 comentari:
A los siete u ocho años salí una mañana de casa con un cromo de Tensi, jugador del Real Oviedo, que me había encontrado casualmente por ahí. Durante el recreo y tras las clases me dediqué a lo que entonces llamábamos "jugar a cromos", aquello de ahuecar las manos e intentar volver de culo el cromo. Arrasé a mis adversarios, uno tras otro, y regresé a casa como un Aquiles, dueño de cincuenta cromos, entre ellos los de Claramunt y Valdez. No estoy seguro de que haya un solo recuerdo tan puro en mi vida a favor de mi autoestima.
Aparte de contar esto para que ustedes se rindan ante mí de admiración, creo, señor Lahuerta, que les entiendo a usted y a Miquel Nadal. Habrá que leer el libro... y tener algún hijo más, dicho sea de paso.
David Montesinos
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