dijous, 9 de febrer del 2012

Quique Moreno. In memoriam.

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A l'edat de 48 anys se'ns ha anat Quique Moreno Bellver. A molts eixe nom tal vegada no li dirà res. Però va ser jugador del València, CF. És cert, no va jugar molt, més ben poc, en les temporades en què va pertànyer en el primer equip. A penes 27 partits en les quatre temporades que va estar, sumant els seus partits oficials amb els amistosos. Amb eixos números no ha passat a la història del club, però sí que va passar a la meua història particular del València CF.

Era un lliure amb una classe i una elegància fora del normal. Deixeble avantatjat de Ricardo Arias. Li precedia fama de poc professional, dels que entrenar li agradava molt poc i molt probablement això li suposara la seua tan escassa participació com a futbolista del València.

Però va tindre el seu moment de glòria. En la nefasta temporada 82-83, mentres l'equip en la lliga anava donant tombs, directes cap a la segona divisió, a Europa la dinàmica era ben distinta. En la copa de la UEFA s'havia eliminat al Manchester United i al Banik Ostrava, no sense problemes, i en octaus de final ens havia tocat en sort el Spartak de Moscou.

L'anada a Rússia va finalitzar 0-0 amb un antològic partit de Jose Ramón Bermell, potser el millor que va fer com a porter valencianista.

Per a la tornada, entre setmana en horari vespertí, perquè es va jugar un 8 de desembre, festiu, Mestalla va registrar un gran ple. Jugant de blanc-i-negre, Solsona va avançar al València en la primera part amb un dretàs des de fora de l'àrea que va batre a Dasaev per tota l'esquadra. Un altre grandíssim gol per al record. Ja en la segona part, quan els russos xafaven l'accelerador, va arribar el moment de Quique Moreno. El seu moment. Va arrancar des de camp propi, i driblant a tot aquell que li eixia a l'encontre, davant de l'eixida del mític Dasaev li va batre per a col•locar el 2-0 i sentenciar l'eliminatòria. Eixe gol definia molt bé qui era Quique Moreno, un futbolista fi i amb una qualitat impressionant. Eixe gol és el culpable que un futbolista, la trajectòria del qual en el club no fóra ni la més brillant, ni la més destacada, passara a la meua història particular del València CF.

Valga este xicotet text per a rendir-li el meu més sincer homenatge.

DEP, Quique Moreno Bellver.


Jose Miguel Lavarías
Soci del València CF
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dilluns, 6 de febrer del 2012

Pena máxima

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La ejecución del penalti ha simbolizado en el universo futbolístico el alfa y el omega del juego, la suerte suprema y, en definitiva, todo un ritual metafórico, trasunto sobre el césped del baile entre la vida y la muerte. No en vano, abundan las traslaciones literarias y cinematográficas de este lance, el más poético del fútbol con diferencia.

La singladura del Valencia C.F. no ha resultado ajena a los avatares acaecidos desde el punto de penalti. Sin ir más lejos, el momento culminante de toda esta historia se produjo en aquella tanda milanesa que propició el duelo en la cumbre de dos gigantes de la escena: Kahn y Cañizares. Más allá del duro encaje de la derrota, abogamos por la revisión optimista de aquel desenlace. El tiempo y los triunfos venideros, sin margen para una frustración paralizadora, evidencian que nuestra divisa es vivir al día.

Y por ese filo de la navaja se deslizan las luces y sombras de una trayectoria cuajada de catarsis. Que se lo pregunten al Flaco Pellegrino, que meses después de fallar el postrer penalti en San Siro tuvo que convertir el más decisivo en el infierno de Celtic Park. O al Deportivo de La Coruña, al que nuestro reserva González le inoculó una maldición fatalista asociada a nuestro club.

Sin estos sinsabores, no concederíamos el valor suficiente a gloriosas paradas como la de Pereira a Rix en Heysel´80.

No obstante, del tiempo de la mercantilización galopante del fútbol a esta parte, se ha trivializado el arte del penalti; no así sus efectos, igualmente letales. A principios de los noventa, previamente a la introducción de toda la mercadotecnia relativa al fútbol-negocio, resultaba sencillo identificar a los lanzadores de penaltis de los equipos punteros. Esta seguridad iba ligada a un elevado porcentaje de acierto y rara vez marraban alguna pena máxima jugadores como Koeman o Garitano. Siempre pensé que figurar en el listado del entrenador como el especialista en la materia te eximía de la responsabilidad que la discrecionalidad y las arbitrariedades interponen entre el punto de cal y el guardameta. Con el tiempo, se ha ido imponiendo entre la doctrina la máxima de que debe patear el que mejor predisposición psicológica muestre, sin establecer tantas gradaciones a priori entre los favoritos. Indiscutiblemente, aunque no deberíamos soslayar las variables analítica y tecnológica, se fallan más penaltis que veinte años atrás. Incluso, futbolistas reputados como especialistas y que marcaron una época en sus clubes (Tamudo, Torres, Raúl), no destacaban por su infalibilidad en estas lides.

Pero volvemos a nuestro Valencia para incidir en que, precisamente nuestra mejor escuadra contemporánea, la que aleccionó Rafa Benítez, fue quizás la que erró más penaltis, debido al ejercicio coral de esta suerte. Como ejemplos de esta desdicha, aquella eliminación copera contra el Alicante, las dos penas máximas que el celtista Caballero atajó en el mismo encuentro a Baraja o el fallo de Rufete en las postrimerías de un VCF-Athletic de Bilbao, como frustrado desagravio tras su gol de Cardeñosa de la jornada anterior en Anoeta.

Afortunadamente, tenemos ejemplos recientes en los que rastrear la pauta del éxito. Como Gaizka Mendieta, que aprendió de Salenko a hipnotizar cancerberos, con unas brillantísimas marcas y un estilo heterodoxo, lánguido pero efectivo, como su carácter. David Villa también demostró una resolución implacable. Ambos se erigieron en la garantía que se precia en este crucial apartado.

Desde el prisma defensivo, Cañizares fue el último gran cerrojo, todo un dragón que acomplejaba al rival con su avasalladora personalidad. Otro de nuestros imprescindibles coetáneos, Zubizarreta, quedó siempre estigmatizado por no despuntar especialmente en esta disciplina. Sin embargo, Andoni, un tipo sereno y garantía de rendimiento, guardó para la afición tres hermosos regalos con doble de retranca en forma de penaltis parados: Klinsmann, Penev y Mijatovic.

Durante las últimas temporadas, ni César Sánchez, ni Moyà, ni Guaita nos han deparado la alegría de detener una pena máxima en partido oficial, así que hacemos votos por el dichoso estreno de nuestro guardameta autóctono y nos congratulamos por el final de este particular maleficio, felizmente roto por los felinos reflejos y la sangre fría de un Alves que aspira a seguir doctorándose desde los once metros a costa de nuestros contrincantes.

Entretanto, que los once metros nos sean leves.

Amunt València!


Simón Alegre
Socio del Valencia CF
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dimecres, 18 de gener del 2012

El 10 de Kempes

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Artícle publicat originalment al blog dedicat a la UD Salamanca Desde mi grada vieja.

Nunca tuve un físico y unas cualidades suficientes para soñar en ganarme la vida jugando al fútbol, por lo que nunca aspiré, ni mucho menos, a poder compartir espacios y sensaciones futbolísticas cercanas, con cualquiera de aquellos jugadores que vi jugar y seguí cada fin de semana en radio, TV o campo de juego, o con otros muchos que cuando yo nací ya se habían retirado o estaban pensando en hacerlo.

Pero fue hace ya algunos años, recién llegado a la capital del Turia, y en una de aquellas soleadas tardes de finales del otoño valenciano; cuando después de bajar del 71 en la Avenida de Blasco Ibáñez con mi carpeta bajo el brazo camino de las clases del doctorado, me ocurrió algo inesperado, que aún recuerdo.

Reconozco que aunque enamorado de la Unión, del fútbol y de su historia en general, nunca fui especialmente mitómano; pero cruzarme aquella tarde, allí, con todo un Mario Alberto Kempes, a 300 metros del todopoderoso Mestalla que podía otear a mi espalda con el rabillo del ojo desde aquella parada de autobús; supuso algo emocionante.

Siempre dudas al principio, ¿es?, ¿no es?...pero sí era.

Desgraciadamente, nunca pude verlo jugar en directo, pero las imágenes volaron en mi cabeza desde que lo divisé varios metros por delante de mí acercándose; hasta que lo perdí de vista a mi espalda…pasaron sólo unos cuantos segundos, segundos, que hoy recuerdo en este blog como aquellos, pocos, que pasé al lado de Mario Alberto Kempes.

Por un momento, durante aquel fugaz encuentro, me imaginé en la piel de otros que sí estuvieron cerca de Kempes y en las sensaciones que ellos sí vivieron sobre un terreno de juego tan lejanas para el aficionado común…y pensé que Jongbloed, Haan y Krol estuvieron así de cerca de él, en la final del 78; cuando se lanzaron a sus pies en el Monumental y no pudieron pararle; o en lo cerca que estuvieron Del Bosque, Benito, Isidro o San José; que no consiguieron evitar sus goles en la mítica final de Copa del 79… también pensé que era ese mismo hombre el que corrió alrededor de la portería con los brazos abiertos, ante 100.000, envuelto en papeles recortados para celebrar el segundo gol en la prórroga de su mundial, perseguido por una nube blanquiceleste de jugadores, y también pensé en Pat Jennings que lo tuvo a esa misma distancia después de detenerle aquel penalty en la final de la Recopa del 80…o en los 116 goles que anotó en primera división con el Valencia CF, o en que fue pichichi 2 veces…sí, era ese mismo hombre que pasaba a mi lado.

Y recordé que “el matador” también anotó un gol en el Helmántico y que se convirtió en nuestra bestia negra particular anotando 6 goles en los 6 partidos en que nos enfrentamos a él en el estadio de la avenida de Suecia…; y aunque de chico me enseñaron que no es de buena educación girarse a mirar en plena calle, no pude evitar darme la vuelta a su paso y quedarme parado siguiéndole con la mirada mientras se alejaba calle abajo, y me vino a la memoria aquella imagen que había visto días atrás en la tienda oficial del Valencia CF, en la calle Pintor Sorolla, mientras ojeaba curioso el libro del 90 aniversario del equipo che, y pensé en Bustillo, y en su mirada en aquella fotografía en la que seguía con sus ojos la celebración de Mario Kempes tras aquel gol que le marcó a la Unión en los 70; la misma mirada que yo fijé en la espalda del mito argentino aquella tarde, al girarme, imaginando que aquel hombre, igual que en la foto, levantaría los brazos camino de las verjas del fondo de Mestalla y que en su espalda aparecería un 10, el mismo 10, de aquellos que iban cosidos, que vio Bustillo aquella noche en el estadio mientras Kempes se alejaba acercándose a su público con los brazos arriba y el mismo que imaginé ver yo, vestido de corto junto a los jugadores de la UDS de la imagen, con la camiseta roja y el escudo de la Unión cosido al pecho, de pie, absorto, en las proximidades del añejo Mestalla que rugió en mi mente por el gol de Kempes, en el silencio de aquella tarde de hace ya unos años y que por unos segundos me hizo sentir parte de la leyenda, que fue compartir un instante de mi vida con un inmortal del fútbol mundial.

Mario Alberto Kempes Chiodi (Bell Ville - Argentina 1954), jugó en el Valencia CF entre 1976 y 1981, y entre 1982 y 1984 (7 temporadas) y aunque se le relaciona clásicamente con el 10, dorsal que heredó Maradona posteriormente en la selección argentina; en sus inicios en el club valenciano vistió el 9 habitualmente.

En Mestalla se enfrentó a la UD Salamanca en seis ocasiones, anotando seis goles:
76-77 VALENCIA – UDS 0-0
77-78 VALENCIA – UDS 3-1 Valdés y Kempes (2) 1 (p)
78-79 VALENCIA – UDS 0-0
79-80 VALENCIA – UDS 2-2 Kempes y Bonhof
80-81 VALENCIA – UDS 3-0 Saura y Kempes (2) 1 (p)
82-83 VALENCIA – UDS 4-1 Kempes, Solsona, Idígoras y Roberto


Angel Martín Fuentes
Socio de la UD Salamanca
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diumenge, 8 de gener del 2012

De la posesión de Mestalla

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Hui tornem a publicar este article del nostre amic i col·laborador Miquel Nadal com a mostra d'afecte cap a ell i la seua família.

Al contrario de lo que les sucedía a otros niños, uno de los principales atractivos del Valencia y Mestalla es que yo podía agregar posesivos en cada una de mis afirmaciones. El Valencia era “mi” Valencia. El Valencia era “nuestro” Valencia. De alguna forma, Mestalla me pertenecía. Y los niños del Madrid y del Barcelona no podían decir lo mismo, de una forma tan preciada como la mía. Desde la distancia, claro está. Desde la lejanía de la carencia del pase Mestalla era algo mío: un terreno de juego intuido y deseado. En aquel tiempo infantil “cruzar” el río me parecía una peripecia. Atravesar el puente de Peris y Valero y pasar a la Avenida de Primado Reig un trayecto con el que llegaba a otra ciudad diferente, con otras fachadas y letreros.

En aquel momento de las definiciones y los cromos vivíamos más allá de Tránsitos, en la calle Plus Ultra, perpendicular a la Carrera de San Luis y paralela a la calle Porvenir. El autor del nomenclátor debía ser un cínico. Calles sin asfaltar. Acequias. La huerta cercana. Solares y maleza. Todo un mundo de talleres menestrales, bodegas, tiendas de ultramarinos y bares como El Parral o Casa Toribio. Una toponimia de periferia, de casas de campo, sendas y acequias: Casa Tronaes, la Barraca de Maldeventre, la casa del Pedrapiquer, la de Voro el Xurro. La onomástica del mundo que me rodeaba: los Alabau, Arce, Gimeno, Puchades o Mocholí. No sabíamos que cada nuevo paso en el estudio nos alejaba de aquel espacio.

Con el nacimiento de mis hermanos nos cambiamos a la Carrera de San Luis, a escasos trescientos metros, al lado del Cine Lido y mucho más cerca del Colegio de los Salesianos en el que jugaba el Don Bosco. En el fondo fue un cambio entre distintas modalidades de la estrechez inmobiliaria. Pisos pequeños, tabiques que parecían amplificar los ruidos, habitaciones compartidas y literas. El campo de fútbol del Don Bosco, de tierra claro está, acogía durante los recreos casi una docena de partidos simultáneos. Asociaba esa estrechez futbolística y vital con la casa de mi abuela que era, todavía, una casa con corral, geranios, murcianas y una tortuga. Dos casas más allá vivía una familia con el apodo “els dels carros”. El señor Enrique era carretero y tenía cuadra con caballos. Aficionado al vino, llevaba faja y alpargatas y cuando se achispaba cantaba la misa en latín porque había estudiado en el Patronato de la Juventud Obrera y en el Seminario. Era del UDELAGE. Del Gimnástico. Tres casas más allá había una planta baja en la que se guardaba el material de las funciones y revistas del teatro Ruzafa. En la calle Bernia vivía mi tío Gasolina, trabajador de la CAMPSA, del Levante F.C. del Camino Hondo del Grao y lector de El Caso. Yo elegí Mestalla.

En aquel tiempo, en el año 1972, mi padre me llevó a Mestalla. Y Mestalla ya fue para siempre el lugar amplio, verde, sin tabiques ni estrechez en el que circulaba el aire, el espacio en el que yo podía elegir los detalles necesarios para tatuar un posesivo y poder hablar de mi Valencia, de mi Mestalla, el Mestalla de Warons y Danone, el Mestalla del barrio de General Pando, el de la calle Pintor Ricardo Verde. El Mestalla de mi primer pase infantil en 1974 y de la muerte de Vicente Peris. Después vinieron más de tres décadas. Con mi Mestalla y mi Valencia. Aprendí la cercanía de Algirós y la Gran Pista de la Exposición. Montes y Cubells. Fechas, datos y temporadas. Pero también las acciones que han herido de muerte mis posesivos. Mis últimas tardes en Mestalla.


Miquel Nadal
Socio del Valencia CF
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divendres, 30 de desembre del 2011

El 8 de desembre de 1982 quedarà per a sempre en la meua memòria

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En 1982 tenia només 9 anys, però sempre recordaré aquest partit a Mestalla. Vaig anar amb mon pare i crec que no podia estar més nerviós. Anarem a tribuna, pugí per les escales, i les cames ja me tremolaven. El tremolor no era del fred, recorde aquest partit quasi tant com la final a Madrid davant el Depor, la final de l’aigua. Les imatges d’aquell dia quedaren a la meua retina, només espere algun dia poder fer el mateix amb els meus fills. Espere que Martina, Vicent i Joan tinguen també l’oportunitat de conèixer Mestalla o el proper camp del València. Que visquen aquesta part tan intensa del sentiment valencianista encara que ells no siguen d’Alaquàs com el seu pare ni visquen a València.

Des de Mallorca tot es veu diferent, però els sentiments són els sentiments i aquests darrers dies he tingut la gran sort de poder comptar amb la família alaquassera i gaudir d’unes setmanes extraordinàries. He aprofitat els dies per acabar un treballet que havia preparat per a mon pare. I amb el regalet que no és més que un modest recull de premsa extret de l’hemeroteca de La Vanguardia he inclòs un enllaç al vostre bloc. Bloc que he descobert aquest estiu i que m’ha ajudat a decidir-me per fer-li el regal.

Amb la completa seguretat que Paco Peiró (pare) es convertirà en un seguidor més de les vivències d’aquest bloc.

Gràcies per la dedicació i pels bons moments valencianistes.


Josep Peiró
Accionista del València CF

Petit recull València CF

diumenge, 4 de desembre del 2011

Nostalgia de Bell Ville

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Dissabte passat el València CF i la seua afició va retre un més que merescut homenatge al "Matador" Mario Alberto Kempes. Per a "Últimes vesprades a Mestalla" la celebració va ser un poc més especial al ser la banda sonora de l'acte la cançó "Nostalgia de Bell Ville" del nostre amic i col·laborador Fran García i el seu grup "La Gran Esperanza Blanca". Per este motiu, reeditem el següent post que va ser publicat per primera vegada el 22 de desembre de 2008.

Será que la Navidad me pone tontorrón y me da por recordar el pasado. Es así como le pasa a mucha gente. Recuerdan el pasado con añoranza, mejorándolo, ocultando lo desagradable, ensalzando las alegrías, por nimias que éstas hayan sido. Aunque durante el año pasado, hubo alguien a quien la Navidad no puso tontorrón. Tal vez él ya lo fuera. No puedo entender como Tintín fue capaz de romper un equipo que, hasta ese momento, parecía caminar derecho, sin lustre, pero bien orientado y consciente. Tontorrón o carente de personalidad, tal vez. A pesar de ello es tal la marea de candor y candidez que me invade que prefiero olvidar aquellos episodios y centrarme en un pasado más remoto. Y mucho mejor. Esta ola resacosa lleva mis pensamientos hasta la noche del 16 de agosto de 1976. Estaba allí, como tantas veces antes y después, junto a mi padre. La noche era de las que uno desearía no vivir. Calor, calor y calor. Y poco fútbol o al menos no muy favorable para nuestro equipo, que jugaba abriendo el Trofeo Naranja ante el CSKA de Moscú. La noche pasó a la historia por ser el debú de Kempes con el Valencia C. F. y por poner en evidencia a la afición valencianista, que emitió juicios de valor sentenciando que el nuevo fichaje era un petardo. En estos días fríos del comienzo del invierno y con la melopea ñoña que me suele entrar, mi natural excitación nerviosa me ha llevado a cometer un atrevimiento que espero sea considerado como tal y no me relegue a un ostracismo cibernético que no deseo. Le he escrito una canción a Kempes. Sí. Porque he de confesar que yo tengo un pasado, o quizá un presente contemporáneo, y que largas horas de mi vida se han consumido escuchando música y también creándola. Así que, con la intención de hacer un modesto presente navideño a mis amables lectores, ahí va la letra de mi canción y más adelante el enlace para poder escucharla. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año 2009! y Amunt València!
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Nostalgia de Bell Ville
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El calor de la noche se clava
como una daga en un callejón.
Los ruidos, la gente y el humo
regatean a mi corazón.
Bocatas de jamón y queso,
turrón Meivel, helado de bombón.
El partido va de mal en peor.

Los rusos atacan con orden,
los nuestros buscan una ocasión.
La lucha es enconada,
los goles caen de dos en dos.
Mario chuta y falla, falla y
chuta y vuelve a fallar.
Las gradas se agitan como el mar.

Nadie supo que estábamos frente
al gran Mario Alberto Kempes,
que esa noche, tan solo, sintió por una vez
nostalgia de Bell Ville.

Qué lejos queda ahora
aquella noche del ’76.
Copas, recopas, pichichis, mundiales
y balones dentro de la red.
El tiempo nos ha enseñado
ha recordarte con amor.
Por siempre, Mario Kempes, Matador.

Nadie supo que estábamos frente
al gran Mario Alberto Kempes,
que esa noche, tan solo, sintió por una vez
nostalgia de Bell Ville.


------------------------------------------------------------------------------------------------· © Cisco Fran, 6/10/2008

Francisco García
Socio del Valencia CF
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