diumenge, 11 de febrer del 2024

Comunicat d'úvaM davant l'oposició de Meriton a la declaració de BIC del València CF





L’associació últimes vesprades a Mestalla (úvaM) és un col·lectiu plural i independent format per valencianistes que, des de la seua fundació en 2008, ha desenvolupat la seua activitat, sempre i de manera incondicional, al servici de la recuperació i la divulgació de la història del Valencia CF. 

Volem condemnar l'escrit d'al·legacions amb el que els representants de Meriton Holdings en València s’han oposat a la declaració del València CF com a Bé d'Interés Cultural (BIC), una iniciativa de Libertad VCF que contà amb l’aprovació unànime de tots els grups polítics representats a l'Ajuntament de València i en la que ens enorgullix participar.

No pot sorprendre ja a ningú l'evident utilització instrumental que patix el València CF per a servir als interessos de Meriton Holdings de la mà dels seus delegats a la nostra terra, però resulta escandalosament reveladora la confirmació que d'este extrem fa el senyor Javier Solís, el Director Corporatiu nomenat per Meriton Holdings per a dur a terme la seua política extractiva sobre els recursos, la història i els valors del nostre club, en firmar l'escrit d'al·legacions.

És este aspecte, l’oposició de Meriton Holdings a la declaració del València CF com a BIC, allò veritablement greu d’este episodi, paradigma de la desgraciada situació en que es troba el nostre club en les seues mans. Però, per raons evidents, no podem deixar passar el maldestre intent del senyor Solís per embrutar el nom de la nostra associació. No se’ns ocorre una situació més clara sobre quines són les pròpies motivacions en relació amb el València CF que la postura que cadascú ha pres davant esta iniciativa: úvaM, com sempre ha fet tant com a col·lectiu com els seus integrants de manera individual, actua exclusivament en defensa del València i del que el València representa; el senyor Solís i la resta de delegats de Meriton Holding en València, actuen en defensa de la “finalitat lucrativa” del senyor Lim i de la conservació dels seus jornals, per davant de qualsevol altra consideració.

No volem acabar sense apel·lar a tots els agents socials, polítics, culturals i econòmics de la societat valenciana a ser conscients de l’amenaça que Meriton Holding suposa per a la pròpia existència del València CF: humilment demanem que es facen possibles els acords i consensos necessaris per a forçar l’eixida del senyor Lim del València com a única via per protegir el nostre club, el seu futur i el seu patrimoni material i immaterial. 

Amunt València...


últimes vesprades a Mestalla

 

divendres, 22 de desembre del 2023

ORGULLO EN EL BARRIO


Parecía que el año del Centenario de nuestro maltratado Mestalla iba a acabar con el sabor amargo del veneno que todo lo que toca Meriton impregna. En el último partido en casa volvieron a utilizar a un grandísimo jugador de fútbol, que no leyenda del Valencia Club de Fútbol, como escudo humano, modus operandi que ya no coló.

Pero faltaba un último partido en el campo con más sabor a barrio de Primera División, el del Valle del Kas.

Y fue allí donde un futbolista que transmite barrio por sus cuatro costados realizó el mejor homenaje que se puede hacer a nuestro campo y al pueblo que desde hace más de cien años en él habita.

No fue su gol ni la victoria que supuso, fue muchísimo más. Fue el cómo, las formas, el contenido inmenso, el significado infinito.

No corrió a nuestra grada visitante a señalarse el nombre que con tanto sacrifico y esfuerzo había conseguido lucir en la camiseta de su Valencia Club de Fútbol. No se señaló la oreja para protestar las críticas que durante estos primeros meses de campeonato pudieran estar surgiendo. No celebró excéntricamente posando para las fotos del día siguiente.

En esa ceremonia salvaje, natural e instintiva que apenas duró unos segundos, Sergi hizo el homenaje que merecía el año del Centenario de Mestalla.

Sin parafernalias ni fuegos de artificio, surgió desde las entrañas de su sentimiento valencianista. En nombre de su Valencia, del de su madre y de su abuelo. En el nuestro.

En estos tiempos tan duros en los que la única meta del valencianismo es sobrevivir y en los que en ese esfuerzo nos encontramos tan solos y desamparados, hay gestos que resucitan el orgullo de todo un pueblo, que dibujan un inmenso rayo de esperanza entre tanta tiniebla.

Una vez más los valencianistas, en el campo y en la grada, tirando del club.

A trescientos kilómetros de esa portería sin gradas de Vallecas, en la penumbra del olvido, Mestalla sonreía complacido y satisfecho. Sabía por sabio y viejo que, aunque fuera en el último suspiro del año de su Centenario, aquello iba a suceder, que su pueblo y su gente lo iban a dignificar, aunque fuera en el exilio que Meriton nos impone

Gracias Sergi.

Jose Carlos Fernández Haba. Socio 1.087

dijous, 16 de novembre del 2023

MESTALLA LLENO, CON MERITON = ESPEJISMO


Vaya por delante, antes de adentrarnos en el meollo del asunto, que la afición valencianista se ha caracterizado, en todo tipo de coyunturas, por ser una de las más fieles de nuestro entorno. Aportamos, además, un poco de contexto: somos el club representativo de la tercera ciudad de España (sin adversario homologable intramuros) y una de las más relevantes de la Europa mediterránea y contamos con un territorio de potenciales adhesiones, incluyendo una pobladísima área metropolitana y una significativa red de ciudades medianas, que supera ampliamente los tres millones y medio de almas. Asimismo, nuestro equipo, como destacó recientemente Rubén Uría, se encuentra entre el selecto grupo de los que han ganado prácticamente todo en las competiciones continentales.

Así que, aunque Meriton nos haya convertido en una medianía (debido, como resulta obvio, a su relegación de lo deportivo en los antiproyectos que sucesivamente perpetra), conviene recordar que, antes del punto de inflexión que, en nuestra historia, supone el viciado, por amañado, proceso de venta, no era nuestra divisa flotar como basura espacial a mayor gloria de los negocios de un fondo buitre, sino la voluntad de querer llegar. Interesa constatarlo –insistimos- para quienes, compra de voluntades aparte, se sienten cómodos, lo cual equivale a no hacer nada para combatirlo, en este escenario. No es una cuestión solo de dinero (arraigado pensamiento de mezquinos y mediocres), que también; sino, sobre todo, de dignidad y voluntad. Y, como repasaremos posteriormente, estas virtudes no requieren del gregarismo para ser puestas en práctica, sino que se pueden y se deben ejercitar, primeramente, de forma individual.

Entrando ya en el tema que nos ocupa, hay comparaciones históricas que, si no son abordadas en sus contextos precisos, van a resultar harto odiosas. ¿Por qué Mestalla se llena ahora (en el peor momento, como acreditan las estadísticas, deportivo, económico y social de la historia de la entidad) más que en algunas temporadas en las que el VCF disputaba la Liga de Campeones? ¿Se ha vuelto la afición valencianista más fiel que hace 15 años? ¿Ha conseguido Meriton un éxito atribuible a alguna modalidad de buen hacer?

Una vez descartada la última de las preguntas retóricas, pues los intereses de Meriton son endémicamente contrarios a los de la institución a la que parasita, vamos a profundizar, para intentar sacar algo en claro, en esta suerte de enigma. No se trata de impugnar las afluencias a Mestalla, que están a la vista de todos, sino de arrojar luz sobre un fenómeno que no tiene tanto de incomprensible como, en principio, podríamos pensar. De este modo, va a ser posible entender por qué los esbirros de Lim y Mendes están maravillados con la estampa, mientras que el seguidor concienciado, el que no se limita a ser ni cliente ni atrezzo, asiste, con cierta perplejidad, a un nuevo viejo Mestalla en el que cada vez se siente más fuera del cuadro.

Como todos los fenómenos complejos, el Mestalla a rebosar con Meriton no se puede explicar desde el reduccionismo de la monocausalidad. Y que suponga un fenómeno complejo no significa que sea raro, sino, simplemente, que tiene unas causas que no se pueden ventilar mediante el recurso a argumentos que, por parciales o generalistas, resultan insuficientes.

Así que, como las consecuencias (autocomplacencia, propaganda para los intereses de Lim, minimización de la combatividad…) ya las conocemos, vamos con las causas. Será un análisis denso, extenso y que huirá de los falsarios relatos épicos mediante los que recurrentemente nos hacemos trampas al solitario y que carecen de objetividad, desvían el foco y, por tanto, operan como munición de nuestros enemigos.

¿Por qué, justo ahora, Mestalla se llena tanto?

En primer lugar, hemos de señalar que existe una tendencia global de crecimiento del ocio pospandemia que ha pasado incluso por encima de la inflación. Se trata de una ola consumista general, relativamente previsible y correlacionada –cómo no- con el nivel de renta. Comprende desde el turismo al cine, pasando por la hostelería. Y, por supuesto, abarca los espectáculos deportivos. Por consiguiente, hay más ganas de gastar en ocio el dinero ahorrado y la asistencia a Mestalla no supone una excepción.


Efectivamente, los valencianistas no somos, en este aspecto, ni originales ni pioneros. Estamos enmarcados en una corriente global que tiene una acusada manifestación local en nuestra Liga. ¿Acaso a nadie le extraña que una competición con un notable descenso de nivel en las últimas campañas y un sistemático maltrato al aficionado, desde los precios a los horarios, presente unas gradas cada vez más repletas? Ni siquiera hace falta que nos remitamos al Metropolitano o a los estadios sevillanos o vascos para calibrar el indudable alcance de esta tendencia. Incluso campos como Riazor o La Rosaleda, con sus equipos en categorías impropias, muestran unos graderíos más poblados de lo, en otras épocas, imaginable.

Otra tendencia general con especial incidencia en nuestro caso es la del turismo, una actividad que ha crecido exponencialmente en el Cap i Casal durante la última década. Valencia está en el top 10 de las ciudades europeas más visitadas. Y, como es normal, a numerosos de nuestros huéspedes les mola dejarse caer por Mestalla. Sí, por esa centenaria catedral deportiva que, entre el autoodio de unos políticos snobs y la apatía de una sociedad civil desmovilizada, puede ser derribada para albergar en 2030 un Israel-Corea del Norte; y, de paso, dar vidilla a los negocios de un especulador asiático que se cisca en las instituciones locales y se jacta del dolor que genera entre los valencianistas. Un Mestalla gentrificado y copado por turistas es el sueño húmedo de Meriton. Le permitiría prescindir ya totalmente del aficionado local y, consecuentemente, del gasto en medios de comunicación y mercadotecnia que requiere tenerlo permanentemente engatusado. Si frecuentas las gradas altas del estadio, podrás comprobar que la presencia de turistas, en algunos sectores, oscila alrededor de un tercio de los asistentes. Como puedes imaginar, el turista, a grandes rasgos, ni siente ni padece por el VCF. Consume una experiencia de ocio que, por lo general, no conlleva ninguna involucración especial en la liberación del club. Por otro lado, todos conocemos excepciones a esta regla y otras de las que estamos comentando en este espacio; pero no se trata de hacer, de la anécdota, categoría. PD: Benvinguts siguen tots els visitants de Mestalla (la reflexión que nos interesa, aquí y ahora, es otra…).

El siguiente factor que, por comparación con los tiempos pasados, no puede ser desdeñado es el de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Supone otra ventaja que Meriton, por azar, se ha encontrado. Únicamente ha tenido que emular, en esta parcela, lo que hacen el resto de clubes. De esta tropa, la misma que se mamaba en La Deportiva o ficha a última hora tras ver resúmenes de YouTube que le pasan los espabilados intermediarios, no esperéis ninguna virtud a nuestro favor. Y es que Cortés, Ortí o Llorente no contaron con el beneficio que, para la venta de abonos y entradas, ha supuesto la implementación ya consolidada de medios de pago online. Los que ya tenemos una edad sabemos que, en aquellos maravillosos años, asistir a un encuentro de competición europea implicaba no solo acudir a Mestalla en la jornada señalada, sino también destinar una mañana o una tarde a hacer cola para adquirir tu entrada física. ¿Y qué decir del aficionado de comarcas que, tras una temporada mediocre (de las que ahora serían de vuelta al campo), tenía que hacerse alrededor de 200 km en un día veraniego para renovar, previa cola en taquillas, su pase? Estos son los ejemplos paradigmáticos, pero hay muchos más: desde el asiento libre para quienes desean rentabilizar su ausencia (algún turista comprará la entrada) a la renovación automática del abono, pasando por el sistema de rebajas por asistencia. Este último me parece un éxito incontestable porque remueve eficazmente el gen capitalista de la parroquia. Los tipos más huraños, los mismos que antaño no dejaban el pase ni a su sobrino como regalo de comunión, ahora mueren por cederlo. Y es entonces cuando se obra el milagro: albergan la sensación de que han ahorrado tras pagar un abono más caro que el de la temporada anterior, pero para ver a un equipo cada vez pequeño. ¿El resultado de todas estas medidas? El lógico: más facilidades para ir a Mestalla equivale a asistencias más abultadas. ¿Y el de que se cedan más pases que nunca? Aparte de reiterar la respuesta anterior, seguro que ya sospechas la derivada. Y también le encanta a Meriton: más población flotante en Mestalla, es decir, más aficionados eventuales cuyo compromiso con el club se limita a una experiencia de usuario espectacularizada y tan superflua como circunstancial. Estas facilidades, como no puede ser de otro modo, también resultan extensibles a las aficiones visitantes. Si bien el tirano Tebas ha reducido drásticamente el settore ospiti de todos los estadios, ahora la afición visitante, como puedes comprobar en cada encuentro, está desperdigada por todas las gradas. Y también es más numerosa que nunca. Más madera…

Por otro lado, está en marcha lo que, en condiciones normales, podríamos considerar una regeneración natural de la hinchada; pero, en verdad, implica un subrepticio proceso de sustitución. No nos centremos tanto en el número de socios que Meriton dice que somos (regla número 1 del manual de resistencia ante la ocupación: nunca validar nada que salga del aparato de desinformación de la empresa pantalla). No debemos quedarnos en el análisis convencional y superficial relativo a que los más jóvenes irán ocupando progresivamente el lugar de los más mayores (muchos de los cuales se lo están dejando por no soportar la ignominia de un club secuestrado y desnaturalizado). Tenemos que fijarnos en la escasa fidelización del socio que generan los antiproyectos de Lim y Mendes. Los bailes de cifras entre los abonados más recientes (ejemplo de un amigo: de ser el número 43 284 en la campaña 15-16 a avanzar hasta el 22 996 en la 22-23) resultan especialmente llamativos y nos conducen a concluir que un altísimo porcentaje de los socios está de paso. Meriton únicamente tiene que echar mano de la tasa de reposición que la consustancial grandeza del VCF, en el marco de las tendencias imperantes, le proporciona. De este modo, nos encontramos con una mitad de abonados que apenas ha visto jugar al equipo en Europa. Ergo: un perfil de aficionado (para ellos, fan o usuario; rol que una gran parte, por acción u omisión, asume) que es incapaz de ejercer la crítica porque, directamente, no es ni conocedor, a efectos comparativos, de la gloriosa historia de su club.

También influyen poderosamente otras variables intervinientes con las que la era Meriton, por pura coincidencia temporal, se ha topado. Existe una resignificación de la experiencia futbolera derivada de la idealización a través de las redes sociales de cualquier acontecimiento. No supone un hecho únicamente constatable en el fútbol, sino que abarca todo tipo de eventos sociales, desde las procesiones de Semana Santa hasta un almuerzo con los amigos. Es un constructo mediante el que profesionales de la comunicación subcontratados por el holding bombardean al seguidor con imaginería de cartón piedra, tweets canallitas y hashtags de quita y pon para fingir involucración y sentiment; y, de paso, ganar tiempo a favor de los negocios del amo y en contra del VCF. Estas técnicas de marketing podrían haber resultado muy útiles en tiempos de dirigentes como Tuzón y Ortí, que, por respetar y amar al VCF, sí merecieron disfrutar de su efecto benefactor. Pero, en manos de la empresa pantalla actualmente enquistada en el club, se convierten en unas de nuestras peores enemigas, pues contribuyen a programar maniobras de distracción y placebos para alienar, más si cabe, a la hinchada. Se trata de que, mientras ellos van vaciando el club, reproduzcamos los mantras de todo a 1 euro (calcados, en su vacuidad, a los empleados, para los mismos fines, en el resto de equipos) y no nos planteemos nada más. Desgraciadamente, la cultura de club que diversos colectivos bienintencionados se curraron, sobre todo, en la década previa al centenario ha devenido en un artilugio pirotécnico que es usado constantemente como metralla contra nosotros. Ya sabéis: el aprovechamiento espurio de nuestro pasado mediante la odiosa y abusiva extrapolación del concepto leyenda, el ADN y toda esa palabrería huera. Manipulación, infantilización, banalización y hedonismo como sucedáneos de una militancia que, verdaderamente, no se ejerce, sino que se sustituye por las gratificaciones inmediatas del culto a la imagen (se prefiere una story adornada mediante una frase hecha y un selfie con la camiseta oficial a informarse sobre el latrocinio al que nos están sometiendo y, en consecuencia, comprometerse a revertir la injusticia).

No acaban aquí los factores que han contribuido a reconfigurar progresivamente, siempre a favor de Lim y Mendes, el perfil de la masa social que confluye en Mestalla. Por una parte, se han producido expulsiones y exilios hacia las gradas más altas de socios críticos. Es un proceso paralelo al de la deconstrucción de los históricos grupos de animación y la creación de espacios de la susodicha supervisados por el club, en los que algunos de los derechos más elementales del hincha -y de la persona- se quedan en la puerta del estadio. En honor a la verdad, hemos de decir que, aunque a Meriton le venga de perlas esta desarticulación, estas medidas no fueron inventadas por su think tank de estómagos agradecidos y chivatos, sino que forman parte de un proceso represivo común en las gradas españolas promovido por Tebas, los Rubiales y sus adláteres, que gustan de sustituir a los aficionados por clientes. Por otra parte, no es ningún secreto que los apparátchiks de Meriton distribuyen entradas, además de otros parabienes, entre colectivos y particulares afines (por sus hechos y silencios los conoceréis), para que les sirvan de escudo protector ante la afición. El número de enchufados que se cita en Mestalla tampoco puede ser minusvalorado en el marco de esta estrategia holística de sustitución del valencianismo. ¿Sabemos cuántos figurantes entran al campo por la patilla (con pases y localidades de favor) en cada partido e inflan las cifras de abonados y asistentes, además de contribuir, en modo justiprecio, a que el estadio sea un remanso de paz para los parásitos dirigentes? ¿A nadie le llama la atención que la tribuna lateral, tras años de calvas, se haya comenzado a llenar? En la misma línea de estas dinámicas, se enmarcan las sucesivas microrreformas de nuestro estadio para albergar a cada vez más sponsors y palcos de empresas privadas. Cabe suponer, dadas las circunstancias de su conexión con la entidad, que tampoco van a ayudar demasiado, desde esas coordenadas, a liberar el VCF. En resumen: si algo es gratis, el producto eres tú. Y, en Mestalla, entre convidados de distinto pelaje, cada vez hay más productos poblando las gradas.

Pero ¿cuál es la realidad de la masa social valencianista?

Hemos dedicado un amplio espacio a explicitar por qué un Mestalla lleno con Meriton es un espejismo, pero no va a resultar tan farragoso resumir la decadencia por la que, en verdad, pasa la afición del VCF. Las cifras son elocuentes.

- Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los habitantes de la provincia de Valencia que manifestaban ser del VCF han disminuido, en menos de dos décadas, del 78 al 54 % de 2020.

- La cantidad de peñas valencianistas, por su parte, ha descendido, desde las 738 existentes en septiembre de 2007, a las menos de 350 actuales.

- Por último, en 2019 (espejismo deportivo de La Década Ominosa, arrebatado de las fauces de Meriton gracias a las artes de Alemany y Marcelino), el VCF fue el 7º clasificado en audiencias (por detrás no solo de los más poderosos, sino también de la Real Sociedad, del Betis, del Athlétic de Bilbao y del Sevilla).

Son estas las demoledoras estadísticas ante las que los llenos, con relevante porcentaje postizo, de Mestalla no deben ser las ramas que nos impidan ver el bosque de un club que ha perdido, en el momento más inoportuno, el tren de la historia. No dejan de representar la constatación del radical invierno demográfico que está experimentando el valencianismo. Reflejan, como no puede ser de otra manera, la franca decadencia de una institución cuya gerencia subsiste contra la afición del propio club. Una afición que, un partido sí y el otro también, le pide a la dirección que se marche. De hecho, el gabinete jurídico de la entidad es requerido habitualmente contra la afición valencianista pero no para defender al VCF del resto de sus agresores, asiduos o potenciales socios de los negocios de Lim y Mendes.

De un club del que cada vez se habla menos y, cuando se hace, es malamente. De una directiva que encabrona cotidianamente a los aficionados (tiene Mestalla hecho unos zorros y, al mismo tiempo, alecciona, infantilizándolos, a los seguidores para que no ensucien el estadio con pipas). De una masa social que está envejeciendo y desapareciendo en el norte, sur e interior del territorio valenciano y en cuyo caladero capitalino está pescando el buen hacer en captación del Levante (solo hace falta darse una vuelta, cualquier día, por el Jardín del Turia para comprobar que una presencia que antes era testimonial ahora ya está normalizada).

Y, finalmente, de una hinchada abandonada a su suerte por unos representantes públicos que demuestra tamaño desinterés por el VCF que no son capaces siquiera de comprender lo más obvio de toda esta coyuntura: que Mestalla es la auténtica fuerza del Valencia. Incluso en el periodo más sombrío de nuestra historia, nuestro vetusto estadio, merced a su incuestionable capacidad de atracción, sigue siendo capaz de convocar masivamente, aunque una alta proporción venga de gorra o solo de paso, a valencianistas y extraños. No cabe duda de que es el telúrico embrujo del recinto, propiciado por el incesante trabajo de generaciones de valencianos (no nos tiremos más piedras sobre nuestro tejado que las justas y necesarias, que eso es de acomplejados) que contribuyeron a edificar un VCF grande, lo que está sosteniendo, en medio del acreditado descenso demográfico, las constantes vitales mínimas de una institución que, milagrosamente, sobrevive a los trileros que la malgobiernan. Si, algún día, se tiene que efectuar el tránsito del viejo Mestalla a un nuevo campo de fútbol, esta empresa no debería, en ningún caso, dejarse en manos de quienes, valiéndose de argucias consagradas, en su día, por los poderes públicos, han hecho prisionera de sus burdos chanchullos a la institución civil más importante del pueblo valenciano. Sin la conexión sentimental que Mestalla encarna para su núcleo más fiel y la fascinación que despierta entre nuestros visitantes, el VCF ya no estaría en el coma inducido por Meriton, sino que se encontraría muerto.

No podemos calibrar si las tendencias de largo alcance que hemos presentado en este texto van a tener una incidencia similar en las próximas décadas, pero de lo que sí podemos estar seguros, a la vista de sus antecedentes, es de que una decisión tan relevante como cambiar de estadio para todo un siglo de existencia no debe depender de quienes solo contemplan el club con una mentalidad estrictamente extractiva, la cual ya ha lo ha empequeñecido exponencialmente. Este hecho, cristalino, si se ponderan todas las variables recientes (del historial deportivo a las cuentas anuales), es ignorado irresponsablemente por las instituciones políticas autonómicas y municipales y otros actores sociales. Como señalamos con anterioridad, solo hay un parámetro que, a mayor gloria de Peter Lim y Jorge Mendes, podría parecer desviado pero, en realidad, se encuentra dentro de la normalidad del entorno: los llenos de Mestalla.

¿Soluciones?

Es capital terminar este ejercicio de disidencia respecto a los oficialistas discursos autocomplacientes (y que, acríticamente, compran demasiados de nuestros compañeros) con un mensaje optimista. No vamos a hablar de milongas, de esa camiseta y ese escudo arrastrados y prostituidos y que, en estos tiempos de posverdad meritoniana, han sido convertidos en carcasas vacías, reclamos y trampantojos mediante los que, eficazmente, nos tratan de embelesar para dejarnos inermes. Tampoco vamos a hablar de dinero, sobreesfuerzos ni otras excusas que muchos se autoimponen para atenuar su mala conciencia por no aportar nada para deshacer el entuerto o incluso prestarse como cipayos. Llevamos toda una puñetera vida demostrando lo que nos importa el VCF e invirtiendo en él (aunque ahora ya no consumamos productos del club y reservemos nuestros fondos para financiar la resistencia y, el día de mañana, recuperar la entidad), pero ahora la lucha por la institución ha virado hacia la disrupción. En resumidas cuentas, lo que hacíamos, cuando aún teníamos el control de nuestro futuro, ya no sirve para resolver el problema esencial que nos atañe.

Y lo bueno es que la solución, aunque, por intereses espurios, te quieran convencer de lo contrario, sigue estando en ti. En la fuerza de tu voluntad y en no dejarte doblegar ni manipular por los captores del VCF.

¿Cómo se consigue esto? Por una parte y como ya explicamos en su día, reforzando el movimiento de resistencia. Puedes colaborar con la vanguardia popular y altruista que representa Libertad VCF, pero también tienes la posibilidad de montártelo por tu cuenta y realizar las aportaciones que se te ocurran. Tota pedra fa paret. La indiferencia y la pusilanimidad restan.

Por otra parte, está el asunto que, en este texto, nos concierne especialmente. Ya hemos abordado por qué en Mestalla se nos han puesto las cosas en chino (nunca mejor dicho). No en vano, abundan los testimonios de quienes se sienten incómodos o frustrados por no reconocerse ya en gran parte de la concurrencia con la que comparten graderío. Ante este proceso de sustitución en Mestalla del valencianista crítico que te hemos desgranado, la única alternativa eficaz pasa por perseverar en tu resistencia. Respetando al 100 % a quienes no han aguantado más este estado de las cosas y se han quitado de en medio, animamos a persistir en la grada (o tu lugar lo puede ocupar cualquier figurante); y, en la medida de lo posible, intentar reagruparse junto a amigos que compartan nuestros desvelos por la liberación del VCF.

Asimismo, es preciso mostrar una actitud rebelde y desobediente frente a las consignas que Meriton nos inocula a través de sus medios afines y la invasiva, anuladora y adocenadora megafonía. Ante la duda, en contra. En cualquier asiento está la primera línea. Se trata de adoptar, siempre que resulte viable, cualquier actitud que te identifique como contrario a la ocupación del club. Si solo vas a calentar la silla y animar en modo hilo musical, si no sacas tu rabia a pasear contra la flagrante injusticia del robo mediante mentiras del VCF… la consecuencia es que, además de contribuir a bloquear las protestas, Lim y Mendes te van a contabilizar a su favor (observación también válida para los desplazamientos).

Ellos, los malos, se toman esto como una guerra*; y, por eso, no dudan en utilizar todo lo que tienen a mano, desde bots a exfutbolistas, para dividirnos. Recojamos el guante y convirtamos esta guerra contra el VCF en la que nos metieron en su Vietnam (los valencianistas, por supuesto, somos los colonizados). Que ellos pierdan ganando y nosotros, mientras no nos rindamos, todavía ganaremos perdiendo. Hasta que nos dejen en paz. El VCF lo merece, ¡a por ellos! Salvem Mestalla!


*Existe una manida expresión de cuñado valencianí que, para combatir sus remordimientos por callar ante el oprobio, señala que “Meriton es circunstancial” o se remite a “cuando se vaya Meriton”. Bien, la etapa del holding asiático en Mestalla se acerca ya al decenio (su longevidad en la poltrona solo admite comparación con la de Luis Casanova). Curiosa concepción de circunstancial la de quienes, por razones crematísticas o carencias de empatía, no parecen inquietarse en demasía por la extraordinaria desgracia que supone el INDEFINIDO secuestro del VCF.


Simón Alegre (socio 4248).

dimarts, 17 d’octubre del 2023

MESTALLA ES LA CASA DEL VALENCIA C. F.




No me voy a andar por las ramas. El Valencia Club de Fútbol tiene un estadio centenario, y ésa es su casa, no hay más. Mestalla.

Han pasado los años suficientes para poner en perspectiva los hechos que ha vivido el club desde el nefasto movimiento accionarial de compra masiva de acciones y el ascenso a la presidencia del inepto Juan Bautista Soler. Lo que se pretendía con el proyecto del Nou Mestalla era más un viaje egocéntrico que cualquier intento sensato de dotar a un gran club de una nueva herramienta de crecimiento social, deportivo y económico. La realidad es tozuda y tras los múltiples vaivenes del proyecto, la sucesión de errores en lo social y económico más el advenimiento del cáncer Mériton, lo que en un momento pudo agregar algunas gotas de ilusión al valencianismo se ha convertido en una rémora, en un lastre, en un desastre.

Los políticos son marionetas manejadas por su mediocridad y su ansia de trascendencia. Esas dos manos les hacen ejecutar todo tipo de piruetas dejando al lado lo que en todo momento debería ser su norte. El bien común, el cuidado de los dineros públicos y la conservación del patrimonio cultural y deportivo de la mayor entidad social de la Comunidad Valenciana. Es por esto que mi argumentación para dejar claro que Mestalla es la casa única del Valencia y del valencianismo sigue un camino donde lo emocional se une al pragmatismo.

Fenway Park, la casa de los Red Sox de Boston, fue inaugurado en 1912. Un edificio de ladrillo rojo, con columnas de hierro para soportar las cubiertas de las gradas, una pared enorme llamada el "Monstruo Verde" y diferentes ampliaciones a distintos niveles para aumentar el aforo. Es un orgullo para los Red Sox, pero lo es más aún para la ciudad de Boston. Si alguien desea experimentar las sensaciones de los que lamentaron en 1919 la marcha del bambino "Babe Ruth" a los Yankees de Nueva York, no tiene más que acudir a un partido en Fenway Park. Aún recorren las gradas los vendedores de "Cracker Jack", sandwiches, cervezas o cacahuetes, gritando su mercancía y ofreciendo al público algo real y auténtico. El campo más antiguo de las Grandes Ligas no se mueve de su ubicación original.

Wrigley Field, la casa de los Cubs de Chicago, fue inaugurado en 1914. Ha visto en todos estos años miles de partidos de béisbol, sus techumbres siguen siendo soportadas por columnas de hierro y cuentan con el marcador manual más antiguo de las Grandes Ligas, inaugurado en 1938. Da igual que los Cubs hayan sido históricamente un equipo perdedor, da igual que, temporada tras temporada, cuando algún jugador destacaba y era vendido el equipo volviera la medianía que lo ha caracterizado durante más de un siglo. Da igual, Wrigley Field es su casa y en Chicago nadie piensa en que un nuevo estadio convertirá a los Cubs en lo que nunca han sido. Saben qué es el legado y su trascendencia, no lo banalizan. Lo honran de múltiples maneras.

El antiguo Yankee Stadium se inauguró en 1923. Toda la gente lo conocía como "la casa que construyó Babe Ruth", ya que las actuaciones memorables de Ruth en Polo Grounds, el antiguo terreno de juego de los Yankees, aportaron el músculo económico para iniciar la magna tarea de construir el impresionante estadio de los Yankees. La grandeza de los Yankees no tiene parangón en las Grandes Ligas, pero los jugadores cada vez cobran fichas y sueldos más altos y los Yankees, acostumbrados a la grandeza deportiva y económica, decidieron construir un nuevo Yankee Stadium. No hicieron las cosas a lo loco, con soberbia o, peor aún, ignorancia. No. Compraron un terreno adyacente al viejo Yankee Stadium y allí construyeron el nuevo, al otro lado de la calle. Como si el Valencia Club de Fútbol hubiera comprado en 2004 unos terrenos al otro lado de la Avenida de Aragón y allí, al ritmo que se pudiera permitir, construyera el Nou Mestalla.

Basten estos tres ejemplos para comprender que el Valencia Club de Fútbol nunca ha sido, ni será, comparable con los Yankees de Nueva York. Basten para entender que nuestro campo de fútbol es el más antiguo de La Liga, que conserva su emplazamiento original, que su nombre conecta de forma directa y carnal con la esencia de la ciudad y su origen huertano, que tuvimos marcadores que nadie en Europa tenía y que algunos de esos objetos nunca debieran haber sido desechados, si se desea mantener el legado y su trascendencia. Nuestros vendedores, con la chaquetilla con el anuncio de "Pictolín" detrás, ofrecían "Turrón Meivel" y bombón helado en los partidos de verano y principios de otoño, y la gente comía pipas y regaliz para entretener los nervios o el hastío de un mal partido. Todos estos valores se esfumarán con el abandono de Mestalla. Tal vez alguien piense que soy un nostálgico y eso me impide entender el fútbol moderno. Les reto a un debate. Sé muy bien lo que no funciona y lo que hace que alguien desee asistir en persona a un campo de fútbol, o de béisbol, o de rugby. Eso es algo que ni los políticos ni los dirigentes actuales del club sabrán nunca.

Mi fórmula (expresada en los mismos términos hace más de diez años) para conservar Mestalla es ésta: el esqueleto del Nou Mestalla se regala a la ciudad y que ésta decida qué hacer con él; la reforma de Paco Roig debe ser demolida y aprovechando esa actuación se hace una reforma de Mestalla que lo deje renovado con 45000 espectadores. Cuando seamos los Yankees ya construiremos un coliseo que hasta los romanos vendrán a admirar.

Cisco Fran.

#LimGoHome

dijous, 5 d’octubre del 2023

POR LA PERMANENCIA DE MESTALLA


Sobre la permanencia en el Camp de Mestalla y las razones objetivas para hacerlo.

Si hay algo que todavía une a un equipo de fútbol con sus orígenes, valores e idiosincrasia es sin duda la existencia del estadio que le vio nacer. No es baladí que, en un mundo cada vez más globalizado, el desarraigo y voluntad de los clubes por “crecer” termina por despersonalizar entidades que convierten el nombre de la ciudad que acompaña su escudo en mera anécdota. Este hecho no es ajeno a los transatlánticos del fútbol europeo que, quizá con excepción del Bayern de Múnich, prácticamente podrían jugar en cualquier ciudad del mundo y nadie se sorprendería. En esta lucha contumaz por transformar hinchas que sienten y viven el club por fans que dan ‘likes’ en redes sociales, fácilmente podremos ver en los próximos años a los ‘grandes’ jugando partidos de local en otros países o continentes en busca de la venta de camisetas y derechos de imagen al mejor postor.

Tal vez esta idea de crecimiento sea válida para equipos de dimensión global y con un modelo de negocio cada vez más próximo a una franquicia de deporte americano, pero creo que es pecado capital para la clase media y baja del fútbol de élite europeo, donde (todavía y por fortuna) encontramos al València Club de Fútbol. Nuestro club no es ajeno a esta situación, y como estamos pudiendo comprobar semana a semana encuentra en Mestalla, su vieja casa, el único motivo de arraigo y unión entre club-afición en unos años donde el murciélago empieza a ser difícilmente reconocible e identificable. No voy a dilapidar estas líneas recordando los motivos sentimentales que justificarían la permanencia en nuestro viejo estadio. No lo voy hacer, en primer lugar, porque gente de mucho más calibre que yo ya nos lo ha contado de la mejor manera posible y porque esto sería, una vez más, dar la razón a aquellos que avalan la mudanza en razones puramente racionales y económicas. Porque no, las razones que justificarían quedarse no son emocionales ni nostálgicas, son de pura y estricta supervivencia.

La mudanza a Cortes Valencianas, ¿maná económico?

Imaginemos por un momento que ya nos hemos mudado al estadio de Cortes Valencianas. Con el terciario del Nuevo Mestalla como supuesta panacea económica para salvaguardar el futuro de la entidad. “Una torre de oficinas, un hotel y un centro comercial”, esto nos dijo Lay Hoon la pasada primavera que iba a componer el terciario, repartidos en dos zonas comerciales con una edificabilidad de 26.350 m2 y 23.150 m2. Pero, ¿cuánto ingreso de verdad va a suponer anualmente para la entidad? Bueno, más allá de cábalas, podemos hacer una comparativa con otra zona similar de la ciudad, Aqua Multiespacio, con dos hoteles, centro comercial, parking (48.000 m2 en total) y torre de oficinas (23.000 m2). Dicho centro, moderno, bien ubicado y con vistas panorámicas a Ciudad de las Artes y las Ciencias y cauce del río Turia, genera unos beneficios anuales oscilantes entre los 6 y 8 millones de euros según fuentes consultadas (Bueno, parece que al menos podríamos firmar a Marcos André cada temporada). A simple vista se puede apreciar que dicho resultado económico, siendo plenamente rentable y satisfactorio para la empresa propietaria, no supone el maná económico prometido para virar el rumbo del VCF.

Fuente: El País. Soccrates Images (Getty Images). 

Además, ¿qué valor agregado tendría dicho Centro Comercial cuando en la ciudad ya hay otros de buena calidad como Arena o Bonaire o de alta calidad como el propio Aqua? ¿Qué cuota de mercado arañaremos a nuestra competencia en términos de terciario? ¿Por qué elegirá la gente acudir al terciario del Nuevo Mestalla (más allá de días de partido que a fin de cuentas son 20 o 25 de los 365 que tiene el año) estando en una zona totalmente apartada, cercana a las afueras y con pocos atractivos adicionales? Respecto de los palcos VIP, no voy ni a entrar a valorarlo cuando el Atlético de Madrid ha tenido serios problemas para ocuparlos en la capital. Imaginémonos nosotros en València.

La permanencia es la supervivencia.

Para valorar las razones que justificarían quedarnos en la Avenida de Suecia hemos de tener presente la gran obra que viene en València ciudad los próximos años: el túnel pasante ferroviario norte-sur que atravesará la ciudad con paradas en València Nord, Aragón (Camp de Mestalla) y Universitat Politècnica. Y no, no me vengan con que esto puede tardar 5, 10 o 15 años porque esos plazos son ridículos para una decisión (quedarte o irte) que va a marcar los próximos 80-100 años del club. Dicha obra supone que un aficionado o aficionada de Gandía, Alzira, Chiva o Sagunto pueda coger el tren en su localidad y llegar directo al campo. Y no sólo eso, sino dar forma a un terciario aparejado al viejo campo comunicado de manera directa con 60 kilómetros a la redonda de València capital, dando acceso inmediato a dicho punto a más de 3 millones de personas. ¿Se han preguntado porqué el paquete inmobiliario del VCF ha tenido siempre tantas novias? Pues ya lo saben.

Fuente: JM LÓPEZ. 

Es evidente que la complejidad urbana actual de la zona del viejo Mestalla dificulta la obra, pero la reurbanización de la zona de Aragón a causa del túnel pasante sería una gran aliada para dar forma a una remodelación total del viejo Mestalla que más allá de un proyecto de club lo sería de ciudad. Consolidar una zona comercial aparejada al viejo Mestalla (tal vez aprovechando parte de la explanada trasera de Grada de la Mar), evidentemente de menor superficie edificable pero por otra parte de mucho más valor, sí sería el pilar donde cimentar el crecimiento del VCF. Centros académicos, zonas comerciales con acceso directo a más de 50 ciudades alrededor, y zona de oficinas de alto standing. Solo a modo de ejemplo, actualmente el metro2 de oficina en zona de Cortes Valencianas se alquila sobre los 10 euros por los 19 que alcanza en Aragón. ¿Se imaginan con la obra realizada?

Con esto, consolidarías una propuesta de valor (por supuesto también comercial) única quedándote en un campo que hace las delicias de cuanto aficionado extranjero lo visita motivados por la narrativa de Sid Lowe y demás periodistas por lo general de las Islas. En un fútbol donde cualquier estadio puede ser de cualquier equipo, serías de los pocos equipos del mundo que mantendría una escenografía única e irrebatiblemente identificable con tu club. En tus defectos de verticalidad y apreturas de butaca, tus virtudes. El último rescoldo del fútbol que hizo grande al fútbol.

Fuente: Jorge vlc. 

Contra una decisión anacrónica

Y por si fuera poco todo lo anterior, con esta decisión solucionarías de una vez por todas la anacrónica decisión de mudarte a las afueras de la ciudad, apostando todo a un acceso claramente con vehículo privado. Una V-30 siempre congestionada como principal acceso, no quiero ni imaginarme como gestionará el tráfico vehicular de aficionados procedentes de norte, oeste y sur de València, hoy laminado en tres entradas a la ciudad diferentes. Siguiendo las tendencias actuales de devolver el espacio público al peatón, consolidar servicios públicos (como lo sería el fútbol) accesibles en el centro de la ciudad con transporte público, y revitalizar infraestructuras históricas con arraigo y personalidad para ser funcionales muchos más años, tomas una decisión en la línea correcta.

Una idea fraguada en las postrimerías de los 90 y principios de los 2000, cuando todos los estadios planificados por aquel entonces sacaban el fútbol de las ciudades, no puede condicionar tu futuro. Hoy, todos volvemos al centro. Y como ejemplo, nada más y nada menos que la NBA con todas las franquicias volviendo al Downtown en un país donde todo, siempre, se pensó para el automóvil. Golden State Warrios o Sacramento Kings ya lo han hecho, Chicago Bulls lo planifica, y Lakers/Clippers o Bucks lo consolidan. Todas, siguiendo el ejemplo de unos New York Knicks que pese a reticencias municipales siempre fiaron su futuro a un Madison Square Garden ubicado en el corazón de Manhattan. Pabellón que, por cierto, tiene construido debajo un nudo de comunicación (¿les suena?) como la Pennsylvania Station, principal nudo de comunicación ferroviario de la ciudad y estación con más tráfico de pasajeros del estado. Si los New York Knicks, en el mismo centro de la ciudad con menor espacio disponible y mayor demanda de m2 del mundo, han encontrado soluciones a su crecimiento comercial (6ª entidad deportiva más valiosa del mundo y 1ª que no es un equipo de fútbol americano, con 5.800 millones USD de valor), me dirán que no podemos hacerlo nosotros en València.

En definitiva, estamos delante de una decisión que nos va a marcar el rumbo para las próximas décadas. Se requiere de liderazgos políticos y cívicos fuertes que apuesten valiente por soluciones a largo plazo, positivas tanto para el club como para la ciudad. La urgencia por olvidarnos de Peter Lim no puede agilizar Convenios que apresuren un cambio de estadio que únicamente respondería a intereses cortoplacistas y cuya repercusión no está medida con claridad ni precisión. Incluso la orden de derribo actual de parte de las gradas ampliadas en los 90 puede y debe ser subsanada en la adecuación del actual Mestalla, llegando a compensar a los principales damnificados si es necesario. En el año 2005 y bajo las ínfulas de nuevo rico que nos permitimos tras el Doblete se cometió un error histórico que todavía puede tener solución. En nuestra mano está ser la generación de valencianistas que cierra el círculo de horrores que han sido estas dos décadas. Pongamos la primera piedra para un futuro repleto de los éxitos que merecemos.

ERNESTO COLOMER


dimarts, 20 de juny del 2023

CIEN AÑOS DE PERDÓN

VICENTE PERIS LOZAR 1923-2023

“Unos lloran con lágrimas, otros con pensamientos”. Octavio Paz


Me atrevería a decir que desde la marcha cívica y los actos del Centenario de 2019, no me sentía tan bien conmigo mismo al estar escribiendo esto en el lugar y en el sitio apropiado que me dicta hoy mi corazón, en una terraza enfrente de Mestalla, aquí estuve hace un mes aproximadamente, el pasado 20 de mayo, haciéndole honores en su siglo de vida y aquí estoy ahora, de nuevo, casi un mes después, para rememorar otro día 20, pero de junio, haciendo algo que me pide mi espíritu valencianista en plena decadencia.

No sé todavía si pongo punto y aparte, punto seguido o punto final, depende de ellos, de los malos de la película, pero antes de cerrar la puerta le debo esto a él, y también a ella, al padre, a la hija y a mi conciencia.

“Algunos hombres buenos” era el título de una película y bien podría haber sido el título de este texto.

La primera historia oficial del Valencia CF me cayó en las manos con 12 años y me la regaló mi padre “ Historia Viva del VCF “ del año 1987, era por fascículos y editado por Las Provincias, muy bonita, acabábamos de subir de nuevo a primera división y había de nuevo una euforia magnifica en las nuevas generaciones de chavales por el sentir valencianista. No obstante, siendo preciosa en cuanto a la actualidad del momento era también un breve resumen del club pero omitía datos y sobre todo a muchas personas, como bien me di cuenta tiempo después.

Tres años después Miguel Domínguez en su libro “Equipos con Historia” de 1990, me reveló por primera vez a una persona y le concedía una página completa” Muerte en Mestalla” y adjuntaba una fotografía.

Ahora sería fácil, con internet, un click y ya tienes la información, pero antes no era así.

En 1994 Jaime Hernández Perpiñá actualizó su historia del club editada previamente (sin yo saberlo todavía) en 1974. El relato de Jaime era brutalmente sincero y honesto, alguien que sabía desde su experiencia personal de lo que hablaba.

También Paco Lloret en su dilatada carrera le hizo justicia varías veces en alguno de sus libros o artículos.

Con Rafa Lahuerta en Gol Gran llegó la poesía y el amor a Mestalla, el relato de aquellos años son pura magia de cultura de club, digna de la herencia y pasión que transmitía aquel hombre desconocido del que nadie nunca me habló.

“La balada del Bar Torino” fue el libro que necesitábamos y que nos hizo, a mí personalmente, devolverme la fe y la pasión por el club de Mestalla. Esa actitud, ese valencianismo arraigado y desgarrador de Lahuerta me hizo llevar el 8 de mayo de 2021 en la protesta contra los zoquetes de Singapur, una foto de Vicente Peris en las manos y anclarla a las puertas de entrada en la Avenida de Suecia; fue un acto breve y de justicia efímera pero que devolvió por unas horas la dignidad a una institución deportiva secuestrada y empequeñecida a todos los niveles posibles.


Pero quizá la mejor definición de su personalidad la leí hace relativamente poco en el libro del centenario del club y corría a cargo de José Ricardo March:

“Valencianista de cuna, Vicente Peris representaba la plasmación del sueño del aficionado medio: trabajar para el engrandecimiento de su equipo.
Desde su entrada en las oficinas de la calle Félix Pizcueta, en 1939, como botones, Peris no hizo otra cosa que servir al club de su vida. Tras recorrer prácticamente todos los puestos administrativos del Valencia y capitanear la creación del CD Mestalla, Peris fue nombrado secretario general adjunto en 1952, paso previo para asumir el relevo de Luis Colina, su labor mantuvo las constantes vitales de su predecesor, con una predilección especial por el cultivo de la memoria valencianista”

Es cierto que mucha gente estando dirigiendo el club perdió dinero, patrimonio personal, salud o reputación y algunos hasta la dignidad por el Valencia CF; pero Vicente Peris se dejó lo más importante, irreparable y preciado; la vida. He aquí la sustancial diferencia y la deuda que tenemos todavía a día de hoy con él y sobre todo con su familia.

A tiempo estamos cuando el club esté liberado y rearmado de poder reparar una de las tantas cosas que tenemos pendientes con la memoria y dignificación de uno de los nuestros.

También quería pedir disculpas a Merchina Peris Arráez y familia, por si en algún momento dentro de la larga travesía que han sido estos más de 50 años de valencianismo sin el alma máter, habéis sentido alguna vez la falta de calor, el olvido o la indiferencia durante lustros o décadas al no haber estado el Valencia CF ni su entorno a la altura de lo que él representó para nosotros en el pasado y del referente que es en la actualidad.


La historia no se puede borrar ni cambiar, pero hay que escribirla para que ni se olvide ni se altere.

Este 2023 ha sido un año malo, terrorífico para el club, pero para mí lo único gratificante (y que me ha servido para aguantarlo y soportarlo) ha sido honrar a Mestalla y a D.Vicente Peris Lozar en su centenario, no tenía otra motivación para continuar con esta pantomima de club que vamos a heredar del señor Lim y su banda de malhechores.

Esto es una despedida, y las buenas despedidas deben ser rápidas, concisas y directas.

Yo me bajo aquí, pero a todos vosotros, los de entonces y los de ahora, gracias por remover las brasas y mantener la llama.

Mi gratitud es eterna y enorme, como el legado de Vicente Peris Lozar.

Amunt Sempre amics.

I ho sent molt.



Tirant Lo Blanc i negre @Espiritu_del_79