El Decano tomará San Villasburgo
Importa no estar dormido
Tirso de Molina. Burlador
Importa no estar dormido
Tirso de Molina. Burlador
Al llegar a casa paso por el jardín junto al azulejo rajado de aquíviveunodelrecre y al banderín del Atleti. Él está esperando en pijama con la pelota en la mano, un pañuelo en la garganta y la alfombra del salón sin arrugar para dar unos toques. Es un poco tarde y hace frío para jugar afuera entre arriates de geranios y belladonas. Llego cansado del trabajo pero me gusta este ratito. Le digo que este sábado nos toca el Valencia (lo veremos en el brasero) y me pregunta que quien querrá Uberto que gane mientras ya jugando él es Villa (y pone cara de estar muy concentrado, como cuando colorea de amarillo el círculo del sol para no salirse) y yo pienso quien soy al ponerme las babuchas. Hoy yo soy Camuñas y Uberto Stábile es un vecino poeta valenciano que prepara un guacamole que ya querrían los ahoritas. Los triangulitos de la alfombra hacen de porterías y cuatro pinzas de la ropa de banderines de córner. No ni ná, vaya golazo que me ha metido Villa. La pelota roza la oreja de su madre que al devolverla con cara de aficionada energuménica (árbitro cabrón) mueve su sillón y arruga un poco la portería y el área de mi Recre mientras el pequeñajo se va corriendo con alegría feroz a la cocina cantando gooool y remueve el cajón de los cubiertos con sonido de semanasanta y de fallas que animan a la lavadora a cambiar de humor y hace ruidos como gritos de cohetes en las gradas del Luis Casanova (¿o Mestalla?). A mi hijo (¿tú también te llamas Carlos como yo?) lo que más le gusta del Valencia, aparte de Villa, es el escudo chulísimo, su pegatina favorita entre los escudos que colecciona de las bolsas de pipas saladas que me paso pelándole (y también pelándome de frío) cuando vemos al Recre en el Colombino. A mí también siempre me irradió simpatía ese escudo con el murciélago que parece un dragón. ¿Y quién querrá que gane Lauri? Lauri es su tío valenciano que se gana la vida de heladero artesano en Málaga y hace los mejores helados de mantecao de Tartesos. Ahora él es Silva y yo soy, un suponer, Colunga, pimpollo de Villa, que se va por la banda izquierda regateando las figuritas geométricas de la alfombra y dejando flequillos de césped antes de chutar a lo Alzugaray y empatar el partido. La ha clavado por la escuadra derecha, por el mismo sitio donde mi cartel del Trofeo Colombino del 72 tiene un ángulo suelto despegado de la pared del sótano. Fue mi primer Colombino en el viejo Estadio Municipal: Fluminenense, Slovan de Bratislava, Atlético de Madrid y Valencia FC. Desde ese momento soy colchonero y he visto esa preciosa Carabela de Plata en sus vitrinas. Mientras me pilla distraído mi hijo saca rápido (nos vamos calentando) y al intentar una bicicleta le pego una rasquilla (fue sin querer) y Villa sufre una torcedura de tobillo. Jeje, me río con regodeo y con esa emotividad tan sucia del fútbol y él se cabrea (ajá, con que así, ¿no?) y la Guruceta se quita del pelo una horquilla roja y me saca tarjeta (escucho el pitido de llamadas perdidas en el blackberry) y deja al Valencia con “numerioridad supérica” en homenaje al ex jugador-comentarista-vecino de Puntumbría Poli Rincón. Y pita el final de la primera parte y nos ponemos a merendar mandarinas y chocolate. Me pregunto si también en Mestalla (¿o en el Luis Casanova?) la barra del bar en el descanso está tan llena de gente para pedir una cerveza y un pepito de lomo. Siempre me pierdo los últimos minutos de la primera parte para no coger cola. Aprovechamos para comentar lo que va del partido y me pregunta que cuándo iremos a ver a jugar al Recre al campo del Valencia y le digo que sin falta el año que viene, que seguro que el Recre sigue en Primera. Y le hablo de un pelúo fantástico que se llamaba Kempes y de Tendillo (sólo me gustaba asiasí) y del Lobo Diarte y de los ricitos de pachorra elegante de Solsona y de Botubot y de Subirats y de Sempere (le cuento de pe a pa que vi en directo y adormilado por la biodramina machacada con azúcar para no marearme en el autobús y empapao por la lluvia y el viento que dejó el paraguas como un murciélago roto, pues eso, le contaba como ese portero le paraba a Zambrano un penalti en un partido de Copa del Rey) y de ese alemán Bonhof que me salió repetido un montón de veces y nos vamos abajo y encontramos mi viejo álbum de cromos. ¿Seré yo más viejo ahora que esos jugadores? Atizada su curiosidad infantil, quiere ver también las del Recre y entonces le enseño estampas de fotomatón de los guarros Isabelo y Sivianes, de Lapi (clavao al pequeño de los hermanos Calatrava), el mejor extremo de la historia del Recre, del gordito de Lora (y le cuento cómo en un partido entró y salió quemao a los diez minutos en una segunda parte) y del espárrago de Espárrago. Recuerdo que en el maletín me esperan tres informes obesos que están pendientes de revisar (qué fastidio, mañana sin falta me ocuparé de esos asuntos) y subimos al salón y nos encontramos a mi hija tumbada en el centro ajedrezado del campo haciendo sus tareas. Con la ayuda del árbitro y algunos puntapiés cariñosos la devolvemos a su sofátribuna entre la algarabía de su hermano. Me doy cuenta de que hay un foco del estadio que tiene una bombilla fundida (bueno, mañana me pasaré por el Leroy) . Comienza la segunda parte y ahora él es Kempes y yo soy Lapi. Mi equipo, con uno menos, nota el desgaste de la primera parte y de lo de antes de la primera parte (ha ganado estómago y calva y papada y chifladura y arrugas de alfombra) y quiere que el partido acabe ya. En la siguiente jugada, junto a los flecos del córner (yo creo que la pelota ha salido joder) Kempes me pega un codazo y me deja un arañazo. Le protesto airadamente a la árbitro (que esas uñas hay que cortarlas ya, que a la cama temprano ya con el jodío niño de padres viejos, que está cegata coño que la pelota había salido) pero ni pío enfrascada en la tele con el rosco final de pasapalabra. Dejo de protestar y sigo jugando no vaya a ser que se quite la otra horquilla. Aprovechando el barullo el pelúo tunante con nariz goteante griposilla (pero sólo treinta y seis y ocho) se enjuga el sudor y los mocos con la manga del pijama y de repente pega un chutazo, visto y no visto, y dice que ha sido gol claro que yo no veo como suele ocurrirme en el campo y me quedo pasmao como esperando la repetición que no podré ver hasta llegar a casa. Prefiero no protestar el gol, pongo cara de sauce llorón por perder en el último minuto, le digo que ha tenido una suerte del copón y él me da un beso siesquereresmumalopapá y yo le levanto bichoniño por los sobacos cosquilleros y le despeino con una caricia a contrapelo que sabe que significa que por hoy ya está bien. Antes de marcharse con el árbitro-mamaíta a la cama le han entrado ganas de hacer caca y yo me acuerdo noséporqué del hotel ché Inglés. Mientras va subiendo a su habitación cantando oeoeoé, a mí me toca tirar de la cadena. HastamañanasiDiosquie… re, buenasno…ché, le conceden sus hermanos que se adelante a contestar el primero. Se ha quedao frito en un plisplás. El árbitro (qué bien le sale el choco a la plancha) y yo (qué bien pongo la mesa y traigo el pan de la despensa) vamos a cenar. Está a punto de empezar House. Hinchando: viva er fúmbol.
Carlos Fernández
Socio del RC Recreativo de Huelva
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Carlos Fernández
Socio del RC Recreativo de Huelva
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7 comentaris:
Gracias Carlos.
Nos vemos pronto.
Rafa
Caramba, ¡qué peuqeño es el mundo! Uberto Stabile, poeta grande y conocido mío y de la pléyade de grandes escritores de la llamada Generación Espontánea de los 80: Fernando Garcín, Rafa Camarasa, Jesús Zomeño,... El texto es delicioso. Esos partidos familiares son de lo mejor que me ha pasado en la vida, cuando mi hijo era El Piojo y yo le decía, mira soy Rivaldo, no me quitas la pelota...
Saluda de mi parte a Uberto mi nombre es Fran, Cisco Fran...
¡Qué bueno! Para qué decir más.
si las paredes del hotel Inglés hablaran...
A Sivianes le eché en falta en el reparto de No es país para viejos.
Abrumador, sencillamente abrumador.
Qué bonito blog, Rafa. Ya en mis favoritos.
Fran, por supuesto que comentaré con Uberto esta coincidencia.Irene y Uberto(hijo) son amigos de patio de colegio de mis hijos.Por cierto, me ha alegrado comprobar que deconstruyendo escudos has elegido el de mi Atleti.Otro blog ya en mis favoritos.
Aún riéndome con lo de Sivianes.Genial.
Lástima de golito que falló ayer el pimpollo Colunga futuro Villa.
Un abrazo a todos.
Carlos.
Gracias a ti Carlos. Seguro que el año que viene cumplimos de una vez por todas.
abrazos
Rafa
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