Lo primero que recordé cuando nos invitaron al palco Vip fue el grafiti que había en la funeraria de la calle Calatrava, en el barrio del Mercado: “Ya estás muerto, cabrón”. Si homenajear a los muertos es la pasión mundana por excelencia, homenajear a muertos en vida tiene un componente morboso y literario que no conviene desdeñar. Bajo ese palio me presenté en el Trofeo Naranja el pasado sábado, consciente de que asistía a mi propio funeral como hincha más o menos ilustrado. Al principio no quería ir, pero al final me pudo la vanidad. Pensé que, al menos y tras años de turra en los paravalanchas de Mestalla, unos canapés y unas bolitas de crema sí merecía. Como no llevaba Americana la jefa de protocolo me prestó una. Fue un momento clave, saber que no eres nadie.
Después empecé a sudar. No hay una teoría firme al respecto, pero el sudor de los asiduos al Palco Vip es distinto al de los ocasionales. Mi sudor me delataba. Nunca seré un fijo. Por lo menos no rompí la vajilla ni oriné en los trofeos. Ya acomodados en nuestras butacas descubrí que tenía delante al protagonista de mi próxima novela y dos filas a la izquierda a su asesino, El Canallita del Puromuro.
Después empecé a sudar. No hay una teoría firme al respecto, pero el sudor de los asiduos al Palco Vip es distinto al de los ocasionales. Mi sudor me delataba. Nunca seré un fijo. Por lo menos no rompí la vajilla ni oriné en los trofeos. Ya acomodados en nuestras butacas descubrí que tenía delante al protagonista de mi próxima novela y dos filas a la izquierda a su asesino, El Canallita del Puromuro.
El partido consignó lo evidente: hay equipo, hay grada, el club ha recuperado músculo. Lo celebro como se celebran las heridas que siempre sangran, con miedo a que todo se desvanezca al primer ataque de euforia pirotécnica. Mediada la primera parte empecé a pensar en el blog. Ultimes Vesprades a Mestalla nació para acompañar un adiós y ha terminado por ser la constatación de todos nuestros fracasos. En aquellos foros donde participa UvaM acaba por imponerse siempre la tesis contraria. Tiene mérito. Nos han inoculado el fracaso de una forma tan notable que ni siquiera lo percibimos. Nos vendieron el club sin poder oponer resistencia, nos negaron la posibilidad de un debate serio sobre la conveniencia o no de volver a ser FC, seguimos en Mestalla. Sí, es cierto, hemos publicado libros y hecho canciones. No pasa nada. Su trascendencia es ínfima. Nadie nos lee. El pasado sábado llegó la puntilla. Nos organizaron un homenaje perfecto, a la medida de nuestra condición de núcleo lacrimógeno y pseudoilustrado. De tapadillo y clandestinamente nos regalaron una camiseta y un cuadro mal enmarcado. Como si fuéramos los pobres que Berlanga sentaba en la mesa de los ricos en la lucidísima Plácido, dimos las gracias con reverencias cómicas. Menos mal que en última instancia, Pepe le dijo al presidente lo que todos pensábamos: “Es un despropósito y un error que la megafonía de Mestalla no sea en valenciano”. Murthy nos miró como se mira a los invitados desagradecidos. De inmediato tuve un pálpito: la del valenciano en Mestalla será nuestra siguiente derrota, quizás la última.
Cuando volvimos a la sala principal, El Canallita del Puromuro apuraba su última cerveza. Por un momento se sintió incómodo ante mi presencia. Nos miramos, agachó la cabeza, siguió su camino. Me pasé la segunda parte proyectando la novela que lo cuente todo. Un camello, un noble, una ciudad masacrada, las vidas que dejé pasar mientras me enamoraba enfermizamente de un club de fútbol. Lo de siempre.
Rafa Lahuerta Yúfera.
1 comentari:
No estic d'accord en tu Rafa. Molta gent vos segueix, vos llig i per a mi per example lo del FC va ser un triomf, vau aconseguir que es creára un debat de algo que molta gent desconeixía.
Vinga¡
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