dilluns, 31 de març del 2025

MESTALLA DEL POR VENIR


"Mi padre y sus hermanos" podría haber sido el título alternativo a la película de Woody Allen "Hannah y sus hermanas". Nacidos antes, durante y después de la Guerra Civil, los cuatro fueron, sin duda alguna, niños de la posguerra. Niños con una educación básica adquirida en las calles, aprendices de cualquier oficio desde la atalaya de una infancia que ahora sería tildada de explotación infantil y seducidos por el fútbol. Perenne en sus vidas, las de la posguerra, las de la autarquía, las del desarrollismo, las de los últimos estertores de la dictadura, las de una estrenada democracia y las de su final en esta tierra bendecida. Bueno, como en las historietas de Astérix, todos no, queda un irreductible aún vivo. Mi padre. Paco, Paquito Valor para sus amigos de toda la vida ligados al fútbol playero, primero en Nazaret, en el balneario Mar Azul, y luego en las playas de Las Arenas y la Malvarrosa, en el balneario El Áncora y en otros que ya no existen fagocitados por el imparable avanzar de estos tiempos oscuros.

Mi padre, Paco, tiene la enfermedad de Alzheimer. No demasiado avanzada pero sí lo bastante como para creer que aún tiene un apartamento en El Saler (vendido hace décadas), confundir su casa con un hotel o a sus noventa y dos años extrañarse de que Chocolates Valor no le llame para hacer la liquidación trimestral de sus ventas (cuando lleva más de veintiséis años jubilado). No es fácil mantener una conversación con él. Está lo bastante sordo como para tener que gritarle de forma habitual o hablarle al oído si uno quiere conservar las cuerdas vocales intactas. Aún así, siempre me pregunta lo mismo: "¿hoy juega el Valencia? Mi respuesta se esfuma de su mente a la velocidad del rayo, y vuelve a repetirme su letanía las veces que haga falta. El otro día me preguntó lo mismo y le comenté, al oído, que jugaba la Selección Española contra Holanda en Mestalla. Un brillo en sus ojos me sorprendió, una sonrisa que dejaba ver el campo de batalla de su dentadura, la que una vez fuera orgullo de la familia y que ahora es un campo yermo lleno de huecos, apareció como un amanecer prometedor. Y dijo: "¿Vamos a colarnos?"

Mi padre y sus hermanos vivieron el gran Valencia C. F. de los años cuarenta. Desde mediados de la década prodigiosa valencianista sus ídolos fueron Mundo, Iturraspe, Eizaguirre y Juan Ramón. Niños de la posguerra sin un duro en el bolsillo pero con la imaginación viva y las triquiñuelas de la calle siempre prestas a ser utilizadas. En el fondo sur de Mestalla, el llamado Gol Gran, saltando la acequia que da nombre al campo, había un modo de colarse y asistir en vivo a las hazañas de los héroes de esta chiquillería callejera. A veces la aventura se cobraba piezas, como le pasó a su hermano Pepe (mi padrino y el mayor de ellos cuatro) que cayó en la acequia y tuvo que dar explicaciones a su madre Casimira. Diría que era cosa sabida por muchos y que, por una razón u otra, el club no se esmeró mucho en arreglar esa vía de agua en su arquitectura. ¡Qué más daba! El fútbol era y es mucho más importante. Y esos niños de la posguerra que progresaron en la vida y, a su vez, tuvieron hijos en la gran explosión demográfica de los años sesenta dieron al valencianismo once seguidores fieles del equipo para las décadas que habrían de llegar.

El Alzheimer ha borrado la inmediatez de su memoria y ha dejado en términos de cotidianeidad los recuerdos del pasado. Lo cercano no existe, el pasado se adueña de la realidad. Un pasado en el que la historia del Valencia C. F., representada cada domingo en Mestalla, estaba aún por escribir. En el fútbol la historia siempre está por escribir.

Así estamos ahora, en ese mismo punto en el que la memoria de Paco se encuentra, con todo el por venir llamando a las puertas de Mestalla. También parece que estos mediocres políticos de todo signo que han firmado la defunción de Mestalla estén aquejados por la enfermedad de Alzheimer. No recuerdan lo cercano, lo que los ingenieros explicaron el dos de diciembre de 2024 en el Colegio de Arquitectos de Valencia, no recuerdan que decían que eran valencianistas de cuna y que nunca permitirían que Lim nos chuleara, han olvidado que su función es mejorar la sociedad, no empeorarla, y que la sociedad somos todos, no solo los grandes empresarios que se van a llevar el gato al agua con esta operación especulativa y, lo peor de todo, solo recuerdan como si fuera real el pasado, uno en el que corría el año 2006 e íbamos a ser los mejores, con el mejor estadio de Europa para tocar el cielo deportivo y ser la envidia del mundo.

La desaparición de Mestalla será, en un plazo muy breve, la desaparición del Valencia C. F.. Sin la participación continuada durante lustros en la Champions League (hecho que salvo milagro vicentino es una utopía pueril) la sentencia está consumada. Y esta sí se va a cumplir. No espero nada de los que nos han traído hasta aquí, pero es injusto, irracional y sospechosamente sucio que quienes pueden dar a sus ciudadanos algo mejor opten por la solución menos recomendable: deportiva, financiera y socialmente.

Paco sigue vivo y en su Mestalla aún no han debutado Wilkes, Waldo, Claramunt, Valdez, Kempes o Villa. Cada vez que me pregunta si el Valencia juega en Mestalla no puedo evitar pensar: ¿Qué maravillas nos van a negar estos zafios verdugos de nuestro campo de ensueño?


Francisco García.


dilluns, 17 de març del 2025

RESPOSTA DECLARACIONS SOBRE L'AUDITORIA DEL PROJECTE DEL NOU ESTADI


NOTA DE PRENSA “últimes vesprades a Mestalla”

EN RESPUESTA A LAS DECLARACIONES DEL RESPONSABLE DE VIELCA, EMPRESA ENCARGADA DE LA AUDITORÍA DEL “PROYECTO DE EJECUCIÓN” DEL NOU ESTADI DEL VALENCIA CF, EN EL DIARIO LAS PROVINCIAS Y EL PROGRAMA TRIBUNA DEPORTIVA EL 13/03

Valencia, 17 de marzo de 2025.

Vaya por delante nuestro más profundo respeto hacia todos los compañeros de profesión, ingenieros y arquitectos, que ejercen su labor diaria con una gran profesionalidad, tanto en nuestro país como fuera de nuestras fronteras, y que gozan de un gran reconocimiento desde hace muchos años por su alta cualificación y capacidad de trabajo.

Dicho esto, desde últimes vesprades a Mestalla no podemos dejar de dar respuesta a algunas de las afirmaciones realizadas por el responsable de la empresa VIELCA, Vicente Candela, en la entrevista publicada el pasado jueves 13 de marzo de 2025 en Las Provincias concedida al periodista Juan Carlos Valldecabres, y en el programa de radio Tribuna Deportiva del mismo día.

La empresa VIELCA fue la adjudicataria del contrato menor para la realización de la auditoría del coste del proyecto de ejecución del nuevo estadio de la Avenida de Las Cortes. Dicho “proyecto de ejecución” fue presentado por el Valencia CF el 11 de octubre de 2024 en el Ayuntamiento de Valencia, como consecuencia de la condición sine qua nonfijada en la licencia de obras para que esta última pudiera tener validez. Dicha licencia de obras fue concedida por el Ayuntamiento de Valencia en el pleno celebrado el 12 de julio de 2024 en base al proyecto básico previamente presentado.

Antes de continuar conviene señalar, para que el lector no versado pueda entenderlo fácilmente, que un proyecto de ejecución (o lo que es lo mismo, un “proyecto constructivo” o “proyecto de construcción”) es un documento contractual cuya definición y contenido viene perfectamente recogido en la legislación correspondiente: en concreto, en la Ley 3/2004 de 30 de junio, de Ordenación y Fomento de la Calidad de la Edificación, en su artículo 11.1.b, y también en el Código Técnico de la Edificación (CTE), aprobado por Real Decreto, en su parte I Anejo III Terminología.

En relación con lo principal y más importante de la entrevista, resulta completamente sorprendente y, en nuestra opinión muy revelador, que el responsable de VIELCA responda de la siguiente manera a las preguntas del periodista:

“PREGUNTA: Los ingenieros de UVA denuncian muchas indefiniciones.

RESPUESTA: Porque esto es un proyecto para solicitar licencia de obras, no es el proyecto de construcción.

P: Eso levanta sospechas…

R: Ya, pero es que se hace siempre. Los proyectos que se presentan al Ayuntamiento para solicitar la licencia de obras tienen este nivel o incluso menos.”

Y más adelante, haciendo también referencia al proyecto auditado, el responsable de VIELCA responde lo siguiente:

P: ¿Pese a todo?

R: El problema es que queremos tener unas garantías y seguridades sobre un documento que en sí mismo no las aporta.

P: ¿Con esas dudas?

R: El proyecto de construcción no lo tiene el Ayuntamiento. Es de suponer que el Valencia sí lo tiene. El proyecto de construcción sí que hace un análisis más detallado del programa de actuaciones. A un constructor se le pregunta siempre, dígame lo que cuesta y en cuánto tiempo”.

Resulta alarmantemente sorprendente que el responsable de la auditoría del “proyecto de ejecución” realice estas afirmaciones, totalmente contradictorias con la cronología de los hechos.

En primer lugar, se indica que el proyecto que está auditando, es decir, el presentado el día 11 de octubre de 2024 en el Ayuntamiento como “proyecto de ejecución” (o construcción), se presentó para conseguir la licencia: esto es rotundamente falso, ya que la licencia se concedió el 12 de julio de ese mismo año en base a un proyecto básico.

En segundo lugar, se afirma que el proyecto que está auditando no es un proyecto de construcción, que el Ayuntamiento no tiene ese proyecto de construcción y que es de suponer que el Valencia sí que lo tiene. Sin embargo, esta afirmación se contradice con el objeto del contrato adjudicado a VIELCA, que es textualmente “CONTRATO MENOR ELABORACIÓN AUDITORÍA EXTERNA PROYECTO DE EJECUCIÓN ESTADI CORTS VALENCIANES”.

Las preguntas resultan obvias: ¿qué es lo que se presentó el pasado 11 de octubre? ¿qué es lo que se está auditando a partir de una adjudicación de un contrato público? Si el Ayuntamiento, a día de hoy, no tiene ese proyecto de ejecución, resulta evidente que se habría incumplido la exigencia recogida en la licencia, referente a la obligatoriedad de presentar dicho proyecto antes del 12 de octubre.

En la entrevista, además, se indica que el “supuesto” proyecto de construcción que tendría el Valencia, pero no el Ayuntamiento, “sí que hace un análisis más detallado del programa de actuaciones”. Esta manifestación parece indicar que el responsable de VIELCA conoce o ha sido informado de las actuaciones recogidas en ese “supuesto” proyecto de ejecución que no ha sido entregado al Ayuntamiento. En primer lugar, y en aras de la mínima transparencia exigible a todo lo relacionado con la contratación pública, cabría preguntar por parte de quién ha sido informado de la existencia de ese “supuesto” proyecto. Pero, más relevantemente, conviene recordar que otra de las exigencias de la licencia era la aportación de un “calendario o cronograma de ejecución de las obras, con expresa inclusión de plazos parciales considerados esenciales y vinculantes”. Y, sin embargo, el responsable de VIELCA afirma lo siguiente al respecto:

“Es difícil determinar porque el programa de trabajo que han presentado no tiene el suficiente detalle. Es demasiado sencillo y no, no hay forma de ver cuándo van entrando las distintas operaciones. El problema es que no es fácil determinar si el programa de trabajo lo pueden cumplir o no por la información que existe. Es que no tiene un nivel de detalle suficiente que nos permita analizar si se puede cumplir o no.”

En consecuencia, si el cronograma presentado el 11 de octubre tampoco es válido, se habría incumplido otro de los condicionantes de la licencia.

Por otra parte, se afirma que el proyecto auditado, es decir, el presentado en octubre como de ejecución (que para el responsable de VIELCA no lo es), no aporta ni garantía ni seguridad, lo cual es una afirmación enormemente grave y sorprendente. Si el documento no aporta ni garantía ni seguridad, entonces efectivamente no puede ser considerado como un proyecto de ejecución, tal y como llevamos afirmando desde la presentación realizada en el Colegio de Arquitectos.

En la entrevista, el responsable de VIELCA reconoce que el trabajo ha sido “económicamente un desastre, pero que ya lo preveía”, ya que “no siempre se trabaja por dinero”. Sin valorar lo desafortunada de esta afirmación (que puede dar lugar a pensar cualquier cosa que el lector quiera imaginar) no podemos dejar de subrayar que a esta licitación únicamente se presentó una de las varias empresas invitadas (y eso que podían presentarse tanto las invitadas como otras empresas ajenas a dicha invitación).

A otra de las preguntas, el Sr. Candela afirma que "No podemos ni vamos a analizar el cálculo de las estructuras (...). Lo que aquí se pretende es sencillo: se pretende buscar unas garantías de que el proyecto presentado es viable o no”. Es evidente que una auditoría económica no puede abordar el cálculo de las estructuras (por ello, entre otras razones, denunciamos que la adjudicación de este trabajo a través de un contrato menor era una decisión incorrecta). Sin embargo, los pliegos administrativos de la licitación de este contrato menor indicaban textualmente que “El estudio deberá incluir expresamente el análisis del cumplimiento de los requisitos exigibles que permitan aspirar a esta construcción a la organización de acontecimiento deportivos del máximo rango y categoría”. Es absolutamente evidente que si la normativa con la que se calcularon dichas estructuras está obsoleta (lo cual fue denunciado y demostrado por úvaM en la comparecencia del Colegio de Arquitectos) el proyecto no cumple esos requisitos exigibles, no ya para la organización de eventos sino, simplemente, para ser construido. Además, desde el punto de vista técnico-económico es previsible que la aplicación de la nueva normativa afecte al alza al coste final de la obra, elemento que esperamos sea debidamente señalado en el documento de auditoría que finalmente se entregue al Ayuntamiento.

Todo esto guarda una estrecha relación con lo que establece el informe emitido por el Servicio de Planeamiento del Ayuntamiento de Valencia, cuando indica que, entre otros contenidos, debe incluir “el análisis de los riesgos que podrían afectar a la viabilidad de la finalización de la ejecución del proyecto, tales como los riesgos técnicos (…)”: el uso de una normativa obsoleta y derogada en el cálculo de la estructura del proyecto es, indudablemente, un riesgo que podría afectar a la viabilidad de la finalización de la ejecución del proyecto, tanto desde el punto de vista eminentemente técnico como desde el punto de vista de las consecuencias económicas que se derivan, cuando estamos hablando que aumentarían un presupuesto del proyecto que muchos dudamos que el Valencia CF en manos de Meriton Holdings sea capaz de afrontar sin comprometer su viabilidad como club de fútbol.

Sobre el tema de la falta de unidades de obra, el responsable de VIELCA señala que “nos hemos encontrado con que hay muchos precios, sobre todo en estructuras, que no existen porque son unidades singulares que solo se necesitan para este estadio. Lo mismo ha pasado con la estructura metálica, es muy singular y de alta calidad”, tal y como venimos denunciando desde el acto en el Colegio de Arquitectos. De hecho, es público que, posteriormente a nuestro acto, se contrató un nuevo proyecto de estructuras por parte de la empresa MC-2, algo que en sí mismo es motivo suficiente para invalidar la auditoría y sus conclusiones.

Pero, además, no sólo faltan precios en el capítulo de las estructuras, sino que faltan unidades tan básicas como las butacas, los marcadores, el césped o las relativas a la rehabilitación de la estructura existente. Dicha rehabilitación no está presupuestada en el proyecto presentado en octubre y no se puede valorar hasta que no se elabore un informe actualizado sobre el estado de la misma. Desde úvaM ya manifestamos que esa rehabilitación, así como la adaptación de la estructura ya construida a la normativa vigente, podría suponer un importe muy elevado. Desconocemos si la auditoría va a considerar unos nuevos precios de las unidades y partidas inexistentes en el presupuesto, a fin de llegar al coste real aproximado de la obra, el cual, evidentemente se incrementará al considerar estas nuevas unidades.

Otra de las cuestiones que llama poderosamente la atención y que se recoge en el propio titular del artículo es la afirmación de la más que segura subida del presupuesto, entre un 20 y un 30%, debido a los efectos de la DANA. En la comparecencia del Colegio de Arquitectos, úvaM ya puso de manifiesto que el presupuesto del proyecto presentado el 11 de octubre era irreal y que iba a incrementarse, con toda seguridad, por encima del 30%, dado que no se habían actualizado los precios por efecto de la crisis originada por la guerra de Ucrania (basta hacer la comparativa entre el presupuesto del proyecto básico de febrero de 2022 y el de enero de 2024, los cuales permanecen invariantes). Si bien el proyecto presentado en octubre revisaba al alza el presupuesto, en aproximadamente 20 millones de € (un 17%), respecto al último proyecto básico presentado, ello se hacía, según se indica expresamente, en base a haber definido “con mayor detalle las características y mediciones de cada una de las partidas”, pero no a una revisión de los precios. Por tanto, si a ello añadimos ahora el incremento de dichos precios y de los costes de la mano de obra debido a la situación generada por la DANA, el coste final de la obra podría incrementarse de una manera desorbitada.

En cuanto al estado de conservación de la estructura y del hormigón, el responsable de VIELCA afirma lo siguiente: “En el escrito se dice que `se requerirá al Valencia para que antes del inicio de las obras aporte informe actualizado relativo al estado de conservación de la obra del estadio ya realizado en lo referente a la obra de hormigón de la estructura principal de edificios o grádenos´. Es decir, ese informe lo va a pedir el Ayuntamiento directamente al Valencia”. En primer lugar, desconocemos a qué escrito se refiere, lo que es evidente es que sin ese estudio de durabilidad actualizado no se puede valorar el coste de la rehabilitación y, por tanto, si no se conoce ese coste, no puede auditar. Ni siquiera se podría añadir una partida con un coste aleatorio, dado que éste puede ser muy variable. En ese sentido resulta sorprendente que el responsable de VIELCA, en la entrevista radiofónica concedida por la tarde en el programa Tribuna Deportiva, asegurara que el estudio de rehabilitación de la estructura está presupuestado en el proyecto. En dicho presupuesto no se valoran, ni el estudio de rehabilitación, ni las actuaciones a llevar a cabo para esa rehabilitación (conforme al apartado 3.1.6 Plan actuación especifico reparaciones de la Memoria del proyecto).

Por otra parte, ante la pregunta sobre la durabilidad de la estructura de 50 o 100 años (en realidad el concepto a que se tiene que hacer referencia es a la vida útil, no a la durabilidad), el responsable de VIELCA parece desconocer lo expuesto por úvaM en el Colegio de Arquitectos en el que se demostró que la vida útil (que es una variable de partida que fija la normativa para el cálculo de las estructuras de hormigón y metálica) debía ser de 100 años en vez de los 50 años considerados.

Con respecto a la decisión de la empresa Bertolín de salir de la UTE, el Sr. Candela reconoce que es muy extraño y que no lo había visto nunca, señalando un posible “tema interno entre los socios” de la UTE, eximiendo a Meriton de toda responsabilidad. Esta última cuestión resulta completamente inconsistente, habida cuenta de que estas empresas continúan trabajando actualmente en UTE en otras obras. Posteriormente, ya en el programa radiofónico, el Sr. Candela señaló como causa más que probable, la excesiva carga de trabajo en Bertolín por la situación generada por la DANA. Conviene señalar que ya salieron a la luz pública noticias de las dudas de la empresa Bertolín sobre su participación en la obra antes de ocurrir la desgraciada DANA.

Por último, aunque esta cuestión queda fuera de cualquier análisis técnico, resulta incomprensible que en una respuesta en la que el Sr. Candela dice que “No hemos introducido en nuestro informe ninguna opinión”, acompañe esta frase de las dos siguientes:

“Cuando se retire el monumento viejo y se construyan unas torres se va a modificar todo el panorama. Desde luego, no hay otra salida que terminar el estadio, no hay marcha atrás”

La primera sorprende por su poca sensibilidad, su desconocimiento (quizá no sabe que Mestalla es el monumento más visitado de la ciudad de Valencia), e incluso podríamos tacharla de irrespetuosa. Y la segunda, porque supone un juicio de valor alineado con los cada vez más evidentes intereses que se están articulando para proceder a la demolición del centenario Camp de Mestalla y alrededor de la explotación de unos derechos urbanísticos concedidos por parte de unas administraciones públicas valencianas (en particular, el Ayuntamiento de Valencia) insensibles no sólo con el sentir mayoritario de los valencianistas, sino ante el evidente riesgo al que se enfrente la entidad civil más relevante de la Comunitat Valenciana, condenada a la irrelevancia y la decadencia en las manos de un especulador y sus cómplices locales.

Ante toda esta situación, manifestamos que el Ayuntamiento de Valencia en su conjunto, tanto el gobierno como la oposición, así como los funcionarios de los servicios técnicos municipales, no pueden alegar desconocimiento ante unos incumplimientos que presentan unas dimensiones escandalosas, desde el momento en que hemos registrado diversos escritos en los que hemos detallado esta grave situación, sin haber recibido todavía ninguna respuesta. Como hemos manifestado anteriormente, acudiremos a cualquier instancia que consideremos oportuna, incluida la judicial, para exigir que el Ayuntamiento de Valencia cumpla con su papel de garante del interés público y, en especial, de la normativa y la legislación vigente, todo ello en defensa de la viabilidad y sostenibilidad futura del Valencia. 




últimes vesprades a Mestalla

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