dimecres, 30 de desembre del 2009

General de pie

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Mi primera visita a Mestalla se remonta a la temporada 82-83, lo recuerdo perfectamente ya que además de ser el año del Mundial, por cierto nefasto para nuestra selección o mejor dicho para la “roja” como se empeñan en llamarla ahora los periodistas deportivos, fue el nacimiento de mi hermano, otro valencianista de pro.

Cada domingo que nuestro Valencia jugaba como local era todo un ritual, me levantaba y acompañaba a mi padre a comprar la prensa del día y de paso me obsequiaba con un paquete de cromos, pero no éstos que venden ahora autoadhesivos, sino los de cartón, ésos que tenías que pegar con pegamento “Imedio” o si me apuras con agua y harina, después íbamos a visitar a mis abuelos, que para mi goce y disfrute me tenían preparada mi ración de regaliz de palo y 50 pesetas “esa moneda gigante que no cabía en mi mano” y que evidentemente yo invertía en una nueva remesa de cromos, los cuales, y si ya los tenía repes, me jugaba en el patio del colegio a pantalones y camisetas.

Después de comer y con los nervios en el estómago acudía a Mestalla de la mano de mi padre con mi regaliz en la boca, emulando a los hombres que veían el partido puro en ristre, subíamos a General de pie y fue allí donde mi sentimiento valencianista afloró, entre esa marea humana, que cuando nuestro equipo marcaba un gol tenía que agarrarme fuertemente a la pierna de mi padre para no ser llevado por el gentío, fue allí donde empecé a admirar a tantos y tantos jugadores que han pasado por Mestalla, fue allí donde disfruté y padecí con las alegrías y las penas de nuestro Valencia, el descenso a segunda división y su correspondiente ascenso, la mítica remontada al Real Madrid con goles de Fernando y Roberto en los minutos finales y por supuesto con los éxitos conseguidos en estos últimos años.

Aunque hoy en día pueda parecer extraño a las nuevas generaciones de valencianistas, podías acudir al fútbol y verlo de pie sin tener que pasar por tornos ni registros de mochilas. Claro está que cada vez son más estrictas las normas de seguridad en los estadios de fútbol, pero esa sensación de cercanía y familiaridad que había en la grada de “general de pie” ya no se volverá a repetir.

Pero si tengo que quedarme con el mejor recuerdo de mis visitas a Mestalla es sin dudarlo el ir acompañado de mi padre a disfrutar y padecer juntos del sentimiento valencianista.


José Vicente Ferrer Ballester
Aficionado del Valencia CF
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dimecres, 23 de desembre del 2009

Un València més valencianista

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Les relacions entre el futbol i la ideologia (no confondre amb la política) no són analitzades freqüentment. El punt de partida d'esta desaparició analítica sol ser que un club de futbol resulta transversal a la societat. En línies generals esta afirmació sol ser certa. Ara bé no per això hem de eliminar l'anàlisi d'un fet que permet un microscopi sociològic apassionant.

Les relacions del poder amb el futbol són moltes al llarg del temps. L'aparador que suposa la victòria, el campionat, és una fotografia impagable per al poder polític. El règim franquista intentava patrimonialitzar les victòries esportives. No citaré el club que més patrimonialitzava. És aquest un primer estrat. El segon estrat és la utilització per a causes ideològiques més esteses. El paradigma modern està al Barça de Laporta i el final del Correllengua al Camp Nou. Però també amb l'eixida de la pancarta de Agua para todos al camp de Mestalla.

La transversalitat del València actualment està fora de tot dubte Però no sempre ha sigut així. En este mateix blog es recordava a Josep Rodríguez Tortajada el president oblidat (republicà i valencianista). Més tard i durant el període de la transició democràtica el Luis Casanova se situava molt clarament d'una de les parts conflictualtzades. Fins i tot el fitxatge de Roberto va ser instrumentalitzat.

És possible que no estigueu d'acord amb algunes apreciacions d'este escrit. Algunes admeten moltíssimes matisacions però l'espai de redacció i el vostre temps de lectura és limitat. Però les creia necessàries per demostrar que un club sol ser transversal però no sempre és neutre. Per exemple, l'equidistància actual respecte als dos pols mediaticofutbolístics (Madrid i Barcelona) no ha sigut sempre així. La creació d'un punt de vista valencianista va costar temps i esforç conceptual. Periodistes, jugadors, directius i aficionats han anat abandonant eixe complex d'inferioritat respecte al club de la capital. Respecte al Barça i Catalunya ja es té històricament. En eixe camí d'autoestima i autoafirmació, d'autonomia esportiva i mediàtica han tingut un paper destacat diversos personatges. No puc mencionar-los a tots i els demane disculpes.

En definitiva la construcció silogística d'un cert valencianisme ideològic-futbolístic intuïtiu més que no racional naix a principis dels 90 amb Paco Roig i David Albelda com a protagonistes principals. Paco Roig no va ser el millor gestor del món. Segurament no va ser ni un bon gestor. Però va ser el primer a posar la megafonia en valencià, el que va tornar el pantaló negre (diferència amb el Real de Madrid) i el primer a plantar cara a las "glorias deportivas". De fet, una bona punyà li va costar . Però va ser el revulsiu que l'aficionat valencianista necessitava per superar el seu complex d'inferioritat. El següent pas el va pegar David Albelda. Esta mateixa setmana ha tornat a deixar clar el seu valencianisme ideològicofutbolístic (nosaltres no tenim a Silva i no ens passem el dia dando el coñazo). La persecució que va patir l'any 2001 li va demostrar que no calia tindre por a la caverna centralista madridista. Albelda exercix de poblallarguista i valencià que juga a futbol.

El València és transversal a la part de la societat a la que representa. Això és cert. Però ara envia les cartes en valencià, el speaker parla en valencià (fins i tot a Milà en la final de la Champions), la informació esportiva més seguida es fa en valencià, els jugadors parlen en valencià en les rodes de premsa, els jugadors estrangers i espanyols diuen coses en valencià quan es guanya algun títol.

La transversalitat és variable i no sempre és neutra. Jo vull un València més transversal. Més representatiu. Un València més valencianista.


Carles López Cerezuela
Aficionat del València CF
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divendres, 11 de desembre del 2009

"Crónica de un desencuentro"

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El periodista Paco Lloret, col·laborador habitual del nostre blog, presenta hui, 11 de desembre de 2009, a les 20:00h en l'Ateneu de València el seu llibre "Crónica de un desencuentro: Valencia vs. Real Madrid". Amb este motiu publiquem el següent text extret de la pàgina web www.pacolloret.com

Una rivalidad futbolística entre dos entidades históricas como son el Valencia y el Real Madrid está repleta de curiosidades, anécdotas y un largo capítulo de polémicas. También, por supuesto, de gestos amistosos. Ambos clubs han competido codo a codo en la última década y se han visto las caras en cuatro competiciones distintas. Además, hubo jugadores que defendieron una y otra camiseta mientras que algunos estuvieron a un paso del traspaso. Esos fichajes frustrados han avivado el fuego de la polémica en los últimos tiempos. Los seguidores de ambos clubs han ganado y han perdido, han sufrido y disfrutado en sus duelos directos. Este es un relato apasionante que recorre varias épocas y explica con detenimiento algunos hechos singulares. Este libro aporta la luz necesaria para conocer mejor la relación entre dos equipos de fútbol que levantan pasiones cada vez que se encuentran en un terreno de juego. El eco de sus batallas ha dado para un mucho y también promete fuertes emociones en el futuro.

El fútbol mundial asistió a un hecho sin precedentes en el último año del siglo XX. Dos equipos de un mismo país se enfrentaban por vez primera en una final de la competición futbolística de clubs más importantes. El último partido de la edición de la Liga de Campeones del año 2000 disputada en París fue el punto de partida para una enconada lucha entre ambos finalistas por dominar el fútbol español. El Real Madrid y el Valencia se repartieron a continuación de forma alternativa las cuatro primeras ediciones del campeonato de liga en siglo XXI.Una prueba evidente de su pujanza. Los madridistas vencieron en los años impares y los valencianistas en los pares. Esa hegemonía compartida resultó incontestable para el resto de equipos. El duelo sobre los terrenos de juego estuvo aderezado a su vez de una larga sucesión de enfrentamientos extra-deportivos que avivaron el fuego con una agria polémica. La relación entre ambas entidades y sus respectivas aficiones se ha resintido por un conflicto que aún permanece latente y que se ha venido alimentando de decisiones arbitrales, fallos de los comités sancionadores, cruces de declaraciones y acusaciones que han aumentado todavía más la resonancia del asunto, sin olvidar, por supuesto, los fichajes realizados o fracasados en ambas direcciones. En este contexto tan agitado de un tiempo a esta parte han intervenido múltiples factores. Uno de los que más ha contribuido al crecimiento y propagación del conflicto ha sido el papel de los medios de comunicación. Gracias a determinadas portadas y titulares, en cada enfoque editorial, en los comentarios vertidos a través de las cadenas de radio o en el tratamiento televisivo de algunos asuntos se ha logrado hinchar más el globo de una polémica que cada uno ve a de una manera diferente.

Tradicionalmente desde Madrid no se considera al Valencia CF. como un enemigo ancestral, más bien se le ha otorgado la consideración de club amigo.Esta visión paternalista pertenece a otra época que ha desaparecido. En tiempos recientes se ha vivido un profundo cambio que ha descolocado a quienes seguían anclados en esa óptica de la realidad. Las razones de esa metamorfosis tienen que ver con un pasado que empezó a cambiar a mitad de los años noventa. Mientras tanto, desde Valencia se ha contemplado la cuestión desde una perspectiva diferente por razones que este libro trata de explicar. No se ven igual las cosas y se ha acentuado el desencuentro con una sucesión de hechos que también quedan reflejados en esta obra. La relación entre dos entidades de la talla del Real Madrid y el Valencia después de tantos años de existencia es rica y compleja, ha vivido todo tipo de situaciones, ha sufrido altibajos y ha tenido gestos de complicidad mútua pero también de enfrentamiento. Todos estos vaivenes se merecen un análisis exhaustivo y la obligación de profundizar en las causas que los han provocado y en las consecuencias posteriores que han tenido.

A muchos les ha sorprendido que se pudiera escribir un libro en torno a una relación encasillada dentro de términos de normalidad. Desde ese punto de vista sostienen que entre el valencianismo y el madridismo no existen tantas cuentas pendientes que pudieran dar para tanto. Seguramente, si leen las siguientes páginas llegarán a la conclusión de que estaban equivocados. En ocasiones el fútbol devora su propia actualidad sin dar opción al reposo de una adecuada digestión. Este centrifugado permanente condena al olvido cuando no a la mala interpretación hechos del pasado que se hacen acreedores a una mayor relevancia. Esta amnesia colectiva se extiende por la grada y también por algunas redacciones. Se vive al día y no se examina la complejidad de determinadas situaciones. No se pasa de la superficie ni se profundiza en el contenido. Creo que algo de esto sucede en un asunto que tiene confundido en los últimos años a algunos analistas. Por supuesto que esta obra incide en los aspectos más ásperos y conflictivos recientes pero no olvida los momentos de buena sintonía ni deja de subrayar los gestos de amistad que se han dado ni a las personas que los han propiciado.

En definitiva, se pretende lograr un enfoque global y lo más completo posible que permita conocer con detalle una relación que va mucho más allá de lo estrictamente futbolístico. Un propósito que el autor desea conseguir desde el rigor y el máximo respeto pero sin evitar tampoco cuestiones que a algunos les puedan parecer escabrosas y que en ocasiones se evitan. A fin de cuentas, adentrarse en determinados asuntos implica no mirar hacia otro lado con el objetivo de mejorar el contenido y de cumplir con la obligación irrenunciable de ofrecer lo mejor a los lectores.


Paco Lloret
Socio del Valencia CF
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dimarts, 8 de desembre del 2009

8 de desembre de 1959: Mestalla ret homenatge a Puchades

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El 8 de desembre de 1959 es celebrà al Camp de Mestalla un partit d'homenatge a Antonio Puchades que enfrontà el València CF i l'OGC Nice. Des d'últimes vesprades a Mestalla volem recordar una data tan significativa en la nostra història amb la publicació d'esta foto: el moment en el que Puchades ix de terreny de joc de Mestalla per última vegada com a jugador del València CF.

Últimes vesprades a Mestalla
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divendres, 27 de novembre del 2009

Xafant Mestalla. RCD Mallorca: Pepe Gálvez

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Mestalla, siempre en mi corazón.

Es imposible que Mestalla desaparezca. Son demasiadas emociones vividas, al menos para mí.

Haciendo un balance de lo bueno y de lo malo que he vivido en Mestalla, son más los recuerdos felices que perduran.

Aun se me pone la piel de gallina recordando algunos momentos vividos en Mestalla. Uno de los más bonitos era cuando esperábamos en el túnel de vestuarios ante un partido importante y sonaba el himno. También una de las sensaciones más fuertes es poder marcar un gol en Mestalla, ¡Qué subidón de adrenalina!

Pero sobre todo nunca olvidaré el cariño de la afición en todos los partidos que he jugado en Mestalla, en especial el día que reaparecí después de una larga lesión de rodilla y todo el campo coreaba mi nombre, es una sensación que es muy difícil explicarla con palabras.

Muchas gracias a Mestalla, al Valencia Club de Fútbol y a todos los valencianistas por haberme dejado ser una pequeña parte de su historia.

Con mucho cariño.


Pepe Gálvez
Futbolista del RCD Mallorca, Valencia CF, Real Betis Balompié y Real Burgos CF
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dissabte, 21 de novembre del 2009

Victimas del olvido

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José Ricardo March, també col·laborador habitual del nostre blog, publica al mateix diari Levante-EMV este interessant article que continua la sèrie d'escrits que, per fortuna, estan tornant a l'actualitat la figura de qui va ser el nostre 13é President durant els anys de la Guerra Civil.

Josep Rodríguez Tortajada, President del València FC, i Lluís Companys, President de la Generalitat de Catalunya,
a la tribuna del Camp de Les Corts de Barcelona durant els actes d'octubre de 1936.


La lectura del interesantísimo reportaje que Vicent Chilet dedicó el pasado lunes a Josep Rodríguez Tortajada, el presidente proscrito del Valencia CF, debe hacernos reflexionar sobre olvidos y silencios. Sobre la oscuridad impuesta a una etapa que, tradicionalmente, la historiografía oficial del fútbol valenciano ha ventilado en pocas frases, a cuenta del tan manido recurso de apelar a la suspensión de competiciones deportivas durante la guerra. Una etapa que, gracias al esfuerzo y rigor de un puñado de investigadores como Julián García Candau, Miquel Nadal y Josep Bosch, comenzamos a descubrir, más allá del abismo que ha permanecido inaccesible durante setenta años.

En esta labor de recuperación de la memoria histórica es necesario que, junto a la figura de Rodríguez Tortajada, recordemos al resto de miembros de la junta gestora que rigió al Valencia entre agosto de 1936 y marzo de 1939. Rodríguez Tortajada encabezó a un grupo de socios de indudable pedigrí democrático que mantuvieron al club en funcionamiento. Como Julio Balanzá, un histórico del republicanismo blasquista, que desempeñó la vicepresidencia tras la incautación del club por parte del sindicato de acomodadores. Como Vicente Piquer, José Calvo, Manuel Aleix o Enrique Cano, el portero del ascenso de 1931, que acabó sus días en Uruguay en 1960. O como Carlos Iturraspe, capitán del equipo y vocal de la junta directiva, cuya participación en el Valencia no sólo se limitó a lo estrictamente deportivo. En la jornada de confraternización Valencia-Cataluña de octubre de 1936 fue Iturraspe quien subió al palco de Les Corts para pedir a Lluís Companys y Rodríguez Tortajada que intercedieran a favor de Ricardo Zamora, preso en Madrid y al que la propaganda franquista había incluido precipitadamente en su panteón de mártires. Su implicación en el acto de homenaje a Cataluña y en otros partidos propagandísticos realizados en la zona republicana costaría al donostiarra la apertura de un expediente durante los primeros meses del franquismo, un camino que también seguirían sus compañeros de equipo Juan Melenchón y, con peor fortuna, Tonín Conde, que fue internado en el penal de San Miguel de los Reyes y, posteriormente, desterrado de la ciudad.

En aquella junta directiva figuraban, además, nexos de unión con el Valencia previo a la guerra: la presencia de Eduardo Cubells y Luis Colina, éste secretario general del club, evitó, como en el caso del Llevant y el Gimnàstic, que se produjeran los desmanes que sí alcanzaron a otras sociedades a lo largo de la guerra. El control interno de los clubes y el sentido común de los dirigentes favoreció un corporativismo protector de futbolistas que impidió cazas de brujas. Estas historias de valentía y compromiso, cercenadas durante décadas del relato oficial del club, enriquecen considerablemente la vida de una entidad que acaba de cumplir noventa años.

El oscuro manto del olvido ha cubierto también durante años a deportistas hoy prácticamente desconocidos. Es el caso de Nicolás Guerendiáin, mencionado casi siempre de pasada cuando se aborda la primera temporada de la historia del Valencia. El vasco, ariete titular del equipo en la campaña de la fundación, regresó a su ciudad tras completar un período de estudios en Valencia, que complementó con los primeros partidos del nuevo club en Algirós. Hijo póstumo del primer alcalde republicano de Irún y de la marquesa de Murillo, figura como directivo del mejor Real Unión de la historia. Al advenimiento de la IIª República fue nombrado juez municipal de su ciudad. Fuertemente implicado en la defensa de la legalidad ante el golpe de estado del 18 de julio de 1936, salvó de las iras de los milicianos a los detenidos en el fuerte de Guadalupe. Tan sólo unas semanas más tarde sería capturado durante el asedio de Santander y fusilado en las canteras de Vera de Bidasoa tras ser paseado encadenado por las calles de Irún. Hoy en día la asociación por la recuperación de la memoria histórica de la que fue su ciudad lleva su nombre.

El necesario y deseable ejercicio de memoria que se pide al Valencia y a su masa social, extensible a nuestros vecinos levantinos, supone reconciliar al deporte de la ciudad con un pasado que, contrariamente a lo que nos hicieron creer, no es vergonzoso ni monocolor. Recuperar a aquellos protagonistas del deporte silenciado, tan legal y apasionado como los que le precedieron y sucedieron, es tarea de todos.


José Ricardo March
Seguidor del València CF
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divendres, 20 de novembre del 2009

El president número tretze

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El tercer article de la sèrie publicada pel diari Levante-EMV al voltant del President del València CF durant la Guerra Civil està escrit per l'historiador i col·laborador del nostre blog Josep Bosch, qui va rescatar la figura de Josep Rodríguez Tortajada en el seu article "El presidente olvidado", publicat dins d'un estudi sobre l'esport durant l'enfrontament bèl·lic al mateix diari i, posteriorment "últimes vesprades a Mestalla".

«A lo largo de sus noventa años, la entidad de Mestalla ha tenido muchos presidentes. Todos ellos han pasado a la historia del club por unos u otros motivos, excepto uno de ellos: Josep Rodríguez Tortajada, del cual no se conoce prácticamente nada y al que la propia entidad valencianista tampoco parece reconocer».

Així començava l’article «El presidente olvidado», publicat el passat 25 de maig a este diari, la sèrie dedicada al futbol valencià durant els anys de la Guerra Civil. L’article era breu, tan sols donava algunes pinzellades de la vida i obra del president valencianista en estos tristos dies. No es podia escriure més, no hi havia cap dada que afegir ni als llibres ni a les hemeroteques. L’oblit i el temps havien borrat tot rastre del directiu i del polític Josep Rodríguez Tortajada.

Eixe matí de dilluns, la casualitat va voler que a un bar de Moncada, després d’anar al mercat, un jubilat es ficara a llegir el periòdic, i a l’arribar a la secció d’esports vera per primera vegada en la seua vida el nom de son pare associat al càrrec de President del València FC, el que tantes vegades li havia escoltat dir i que ell havia arribat a pensar que és tractava d’una invenció.

Arran la publicació d’este article la família Rodríguez Tortajada es va ficar en contacte amb mi. Primerament, per agrair-me el fet de traure a la llum la seua figura i la seua tasca durant estos tres anys. I en segon lloc, per a posar a la meua disposició una sèrie de documents que per la seua importància històrica podien ajudar a posar al lloc que es mereix a este dirigent que va combinar la gestió esportiva i política a la València lleial al Govern republicà.

I és en este punt, quan l’historiador comença a conèixer facetes no sols del dirigent esportiu i polític, sinó del Josep Rodríguez Tortajada persona. Aspectes com la seua estima per la nostra terra i la seua participació activa a diferents entitats cíviques abans de la guerra. I una vegada esta esclata, les seues gestions a favor de determinades persones, dels seus intents per salvaguardar les seues vides i bens, fins i tot enfrontant-se als qui volien prendre’s la justícia per la seua mà. La seua honradesa en la gestió dels diners públics i privats. Els seus enfrontaments davant el poderós PCE per no considerar al País Valencià d’igual manera que a Euskadi, Catalunya o Galicia en la qüestió autonòmica. I a l’acabar la guerra el patiment, les vexacions sofrides, el judici amb poques garanties d’èxit, el seu pas per la presó de Sant Miquel dels Reis, on de nou no dubta en ajudar als altres evitant la propagació d’una epidèmia de tifus. la gran quantitat de persones, funcionaris municipals i fins i tot membre de l’aristocràcia local, que testificaren al seu favor en les revisions de les seues penes, fins que el 12 de maig de 1959 finalment va quedar definitivament extingida la seua condemna. I després la seua tornada a la societat fora dels murs del presidi, els seus treballs, la seua família i sempre, sempre, sempre l’amor a un club del futbol del qui arribà a ser el president número tretze.

I com diuen els supersticiosos, eixe número no porta bona sort. Qui sap si tal vegada, eixe ha sigut el motiu pel que durant setanta anys el seu nom ha estat fora de la relació oficial de presidents de l’entitat de Mestalla.
Tal vegada, ara seria un bon moment, aprofitant el noranta aniversari del nostre club, per a fer justícia i col•locar a Josep Rodríguez Tortajada al lloc que li pertoca com a expresident del València Club de Futbol.


Josep A. Bosch Valero
Soci del València CF
Historiador
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dijous, 19 de novembre del 2009

El Valencia campeón y proletario

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Continuem la publicació de la sèrie d'articles amb la que el diari Levante-EMV que està traient a la llum la figura de Josep Rodríguez Tortajada amb l'escrit per Miquel Nadal, autor del llibre "El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de Hurras y Alirones" (Ed. Ruzafa Show) i col·laborador habitual de nostre blog.


Pàgina 3 de l'edició del diari ABC de Madrid del 25 d'agost de 1936 amb imatges del míting celebrat a Mestalla el dia 16 d'agost.

Como lector juvenil de las historias del Valencia siempre me sorprendía la descripción de la guerra civil como un paréntesis ominoso sin fútbol. La apelación a la Cruzada servía para ventilar el período. Recuperada la democracia, el vacío atribuible a la censura del franquismo ambiental cedió el paso a la pereza en la visita a las hemerotecas y al ingrato trabajo de rastrear en los archivos. Desde 1975 hasta ayer mismo, nada supimos de aquellos tres años. La muerte de Francisco Almenar Quinzá, el presidente arquitecto de la tribuna de Mestalla y la presidencia en funciones de Luís Casanova Giner en aquel verano de 1936, formaban el primer corchete que separaba el Valencia pujante que había conseguido ascender una semana antes de la proclamación de la República a la Primera División, y llegado a su primera final de Copa en 1934, seguido de unos puntos suspensivos cerrados con el segundo corchete de la presidencia impuesta del comandante Giménez Buesa, dando el paso a la delantera eléctrica, ya con Luís Casanova como el gran presidente de los años 40.

Pero aquellos puntos suspensivos existían sin duda, y en agosto de 1936, el Valencia había sido incautado, y tenía una Comisión Gestora presidida por un socio del club, Josep Rodríguez Tortajada. Esa primera referencia de Julián García Candau sirvió para que yo mismo en mi libro El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de hurras y alirones, reconstruyera algunos detalles de la biografía de Rodríguez Tortajada, el Presidente de esos tres años de una entidad que supo adaptarse a las circunstancias.

Ahora mismo, gracias a los trabajos de Josep Bosch, sobre el fútbol durante la guerra; a las referencias inéditas de José Ricardo March, en el segundo tomo de la Historia del Llevant, de los amigos José Luís García Nieves y Felip Bens, las luces sobre este período han compensado con creces el oscuro silencio al que nos habíamos acostumbrado. Hay una nueva generación de estudiosos e historiadores, cada cual enfundado en su zamarra, que está aportando buenos, generosos y cooperativos frutos. La recuperación de hoy, como la del papel de Octavio Augusto Milego en la fundación del Valencia, o de Ballester en el Levante FC son ejemplos claros de lo mucho que todavía queda por investigar y escribir.

Se jugó al fútbol. Se intentó vivir. Se demostró que aquel Valencia FC de los años 30 continuó con los mismos mimbres durante la guerra, y fue asegurado y conservado en sus rasgos esenciales por esa Comisión Gestora, en la que la presencia de Luisito Colina se revela decisiva. Antes, durante, y después de la guerra.

Desde ese punto de vista, los puntos suspensivos de ese paréntesis son más esenciales que la marginal e impuesta del comandante Adolfo Giménez Buesa sobre la que tanto se ha querido elucubrar. Entre las presidencias de Luís Casanova, la continuidad fue asegurada gracias a personas como Josep Rodríguez Tortajada y Luís Colina, al que alguna vez habrá que asignar la responsabilidad esencial en la trayectoria ascendente del club de Mestalla.

Recuperar un nombre en un libro no es suficiente. Es necesario un aldabonazo más poderoso. Vicent Chilet ha golpeado a la conciencia sensata del valencianismo, con un luminoso y equilibrado perfil de este presidente proscrito, olvidado y hoy, por fin, recuperado.

La deuda a saldar no es moral o ideológica. No reivindicamos al teniente de alcalde, al dirigente político nacionalista. Hoy no queremos ni héroes ni mártires. Simple y breve: la historia que un club luce con los dígitos de los noventa años es falsa si solo es capaz de presentar una cosecha de ochenta siete. Ahora el club tiene la palabra. Y tiene la responsabilidad barata y sencilla de demostrar su grandeza habilitando oficialmente en la galería de Presidentes un lugar digno para la presencia de Josep Rodríguez Tortajada. Para la responsabilidad histórica no hacen falta créditos ni avales bancarios.

Yo no sé muy bien de qué forma, pero por ejemplo 90 socios de este club -y aquí cedo la idea a este periódico para ponerla en marcha- deberíamos ser capaces de unir nuestras firmas y pedir que queremos los 90 años del Valencia, incorporando todo aquello, bueno y malo, que nos hizo crecer, ser más grandes y una sociedad deportiva respetada. Tengo claro que él, y muchas de las personas que como él se hicieron cargo del Valencia FC durante la guerra, consiguieron transmitirnos el mismo Valencia que recibieron de otras manos. No sé si algunos de los Presidentes posteriores pasarían la prueba. O sí que lo sé, como lo sabemos todos. Pero la vitrina de nuestra historia debe estar completa de cara al centenario. Los queremos a todos. Sin excepciones. Y mucho menos las fundadas en la pereza o en la ideología.

Josep Rodríguez Tortajada, el presidente que soñaba en 1937 con un Valencia municipalizado, y pugnando por representar a la Valencia deportiva, fue el presidente que acompañó al club a Barcelona, y al que la prensa barcelonesa, el 3 de enero de 1937 saludaba como el Valencia "Campeón y Proletario". Todos los Valencias FC de nuestra larga historia, con contradicciones y vergüenzas, con aciertos y errores, vulgar o excelso tienen que estar expuestos de idéntica manera.

En 1923, el Vicepresidente de la Federación Checa, de visita en Valencia junto al Sparta de Praga dijo de nuestro Valencia que sería capaz de llegar muy pronto a conseguir grandes cosas porque tenía algo muy importante que detectaba en aficionados y directivos: "la voluntad de querer llegar". Josep Rodríguez Tortajada, el Presidente del Valencia FC entre 1936 y 1939 fue de aquellos que contribuyeron a hacerlo posible.

A veces el fútbol proporciona sorpresas. Y esta es una de ellas. Más allá de presidencias y halagos póstumos, el fútbol y el Valencia han permitido recuperar el rostro, la figura y las andanzas de una persona. Valencianista. Nuestra. Ahora el club, esa sociedad anónima, tiene la palabra.


Miquel Nadal Tárrega
Socio del Valencia CF
Autor de "El nacimiento de la ciudad deportiva" (Ruzafa Show)
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dimecres, 18 de novembre del 2009

Josep Rodríguez Tortajada: ­El presidente proscrito del Valencia CF (1936/1939)

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Reproduim l'excel·lent article publicat el dilluns 16 de novembre de 2009 pel periodista Vicent Chilet, col·laborador habitual d'últimes vesprades a Mestalla, al diari Levante-EMV al voltant de la figura de Josep Rodríguez Tortajada, el President del València FC durant el anys de la Guerra Civil.

De los 90 años que ha conmemorado el Valencia, tres de ellos permanecen ocultos en el relato del club. Poco se ha sabido hasta el momento del periodo comprendido entre 1936 y 1939, la Guerra Civil. Tres años en los que la entidad valencianista, lejos de esconderse de las bombas, multiplicó su actividad social y deportiva y se mantuvo como uno de los elementos claves para sostener la armonía cotidiana entre la sufrida población civil.

A día de hoy, Josep Rodríguez Tortajada (1899-1982) todavía no ha sido reconocido oficialmente como presidente del Valencia. Ejerció ese cargo durante la Guerra Civil, junto al de teniente alcalde de Valencia por el Partit Valencianista d'Esquerra. Su trayectoria la rescató del olvido Miquel Nadal Tàrrega en su libro El nacimiento de la ciudad deportiva (Ruzafa Show) y fue recordada también por el historiador Josep Bosch en las páginas de Levante-EMV. Su publicación en este periódico hizo que Francesc Cueva, hijo adoptivo de Rodríguez Tortajada, llamase a nuestra redacción para agradecer el recuerdo a su padre. Esa llamada también hizo posible recuperar y ampliar el relato del presidente número 13 del Valencia, del que nada se conocía después del final de la contienda.

Pero empecemos por el principio. El joven Rodríguez Tortajada, hijo de padres aragoneses y que desde su adolescencia entró en los círculos nacionalistas valencianos, se hizo socio del Valencia FC el 1 de octubre de 1926, con el club transformado ya en el más representativo de la ciudad, con sólo siete años de existencia. Con el estallido de la Guerra Civil, en agosto de 1936 el VFC quedó incautado por el personal de acomodadores del campo de Mestalla, afecto a la UGT, que dieron paso a una comisión gestora integrada por socios, jugadores y empleados. El VFC, de ese modo, mantenía su independencia. Entre todos ellos nombraron presidente a Rodríguez Tortajada. El jugador Carlos Iturraspe ejerció como vocal, y el mítico ex futbolista Eduardo Cubells, junto con los dirigentes Andrés Balsa y Luis Colina formaron la comisión deportiva.

En marzo de ese mismo año, tras la victoria del Frente Popular, Rodríguez Tortajada, una de las figuras claves del nacionalismo valenciano, había sido elegido concejal de Valencia en representación del PVE. Ocupó las áreas de Sanidad y Hacienda y poco después ascendió a teniente alcalde. Rodríguez Tortajada compaginó los dos cargos simultáneamente. Su labor como presidente del VFC fue muy fructífera. Gracias a su gestión se hizo posible la creación de las dos competiciones más prestigiosas en territorio republicano: la Liga del Mediterráneo y la Copa de la España libre. Bajo la dirección del VFC, como desvela el historiador Josep Bosch, planeó el proyecto de una ciudad deportiva para el club, en la que se habilitase un nuevo estadio y otras instalaciones para las secciones deportivas de la entidad.

La implicación del VFC de Rodríguez Tortajada con la causa republicana también fue notable. Mestalla sirvió como escenario para mítines de la CNT, como el que tuvo lugar el 16 de agosto de 1936, con Juan García Oliver y Federica Montseny como oradores o el celebrado justo una semana después en el que el republicano Antonio Jaén Morente proclamó que Mestalla era «la Covadonga de la República», en alusión a la reconquista medieval.

La confraternización antifascista

Apenas dos meses después, el 17 y 18 de octubre de 1936, Rodríguez Tortajada lideró «los actos de confraternización antifascista» del «Homenaje de Valencia a Cataluña», celebrados en Barcelona a beneficio de las Milicias y los Hospitales de Sangre y que tuvieron como marco estelar la disputa de un partido amistoso entre la selección valenciana —un combinado de jugadores del Valencia, Levante y Gimnástico, entrenado por Eduardo Cubells—, y la catalana, en Les Corts, el estadio del FC Barcelona. Tal como informaba la prensa barcelonesa, el sábado 17 de octubre llegó en un tren especial la expedición valenciana, encabezada por Eduardo Cubells y sus futbolistas, la Banda Municipal de Valencia y el atleta y redactor de El Mercantil Valenciano, José Catalina Llorens, conocido como Pepe Lacomba. Todos ellos fueron recibidos por Rodríguez Tortajada, que había llegado a la Ciudad Condal un día antes.

La expedición marchó al Ayuntamiento de Barcelona, donde hubo una recepción a cargo del alcalde Pi Suñer. En ese acto la Banda Municipal de Valencia interpretó el himno regional valenciano, además de «La Internacional» y «Els Segadors» y acto seguido se procedió a la elevación de la Senyera valenciana. Como sucede en la actualidad en cada 9 d'Octubre en Valencia, se alzó la «invicta bandera» por medio de una cuerda hasta el balcón de la plaza de Sant Jaume, manteniéndola erguida en todo momento. Las otras banderas, la catalana y la republicana, fueron transportadas por las escaleras interiores del consistorio.

El Festival Valencia-Cataluña empezó a las tres de la tarde. En los prolegómenos del partido, hubo un desfile conjunto de milicianos acompañados de falleras con el puño en alto, dando «guardia de honor» a la Senyera valenciana. Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña, y Rodríguez Tortajada presidieron el palco de autoridades, acompañados de Borisenko —capitán del buque mercante soviético Ziryanin— que realizó el saque de honor del encuentro. Vantolrà e Iturraspe, capitanes de las dos selecciones, se acercaron al palco presidencial para pedir a Companys y Rodríguez Tortajada que mediaran en la liberación del mítico portero Ricardo Zamora, en aquel momento encarcelado en Madrid. En el tiempo de descanso tuvieron lugar varias pruebas atléticas, en las que destacó el saltador valenciano Lacomba, vencedor en su modalidad.

La extensión de los fastos previos del programa impidió que el «match» se pudiera jugar completo, suspendiéndose a falta de 20 minutos por falta de luz natural. En ese momento ganaba Cataluña por 2-0. Cubells alineó en la selección valenciana a Vidal, Gojenuri, Juan Ramón, Dolz, Iturraspe, Conde, Doménech, Felipe, Amadeo, Calatayud y Stors.

En Mestalla también se acogieron partidos benéficos, como el Festival pro-víctimas de Gernika, que enfrentó el 23 de mayo de 1937 a las Milicias Rojas y los Carabineros, con Luis Colina de árbitro y con posteriores exhibiciones de baloncesto, hockey y atletismo. O el 16 de enero de 1938, con el partido entre Joventuts del PVE y los Huérfanos de Correos.

El VFC, con Rodríguez Tortajada de presidente, fue de los pocos clubes que sin tapujos animó a sus socios para acudir a manifestaciones en favor de la República, como el acto de febrero de 1937 para apoyar a Largo Caballero. A tal efecto el VFC publicó el siguiente anuncio en la prensa valenciana: «Habiéndose adherido el Valencia F.C. a la manifestación que se celebrará el próximo domingo en Valencia, se invita a todos los socios de este Club y a los deportistas en general, a asistir dicho día, a las nueve y media de la mañana, al local social del Valencia F.C., Félix Pizcueta, 23, para con nuestra presencia en la manifestación potenciar el sentir antifascista de los deportistas valencianos».

Detención y pena de muerte

Caricatura de Josep Rodríguez Tortajada realitzada pel caricaturista valencià Ferrer Montoya.
Este dibuix va ser enviat per l'autor a Rodríguez Tortajada a la seua pressó de Sant Miquel i els Reis.


Así siguió la actividad de la entidad, frenética tanto en el terreno de juego como en la implicación social. Con el final de la guerra, en abril de 1939, Josep Rodríguez Tortajada marchó a su casa, en la calle Comedias 25, en espera de unas represalias que sabía que no tardarían en llegar. A los pocos días fue detenido y juzgado por un Consejo de Guerra, acusado de un delito de «rebelión militar». Según los archivos a los que ha tenido acceso Levante-EMV, el 5 de septiembre de 1939 fue condenado a muerte y encarcelado en San Miguel de los Reyes. Durante el juicio se utilizaron como argumentos en su contra el Festival Valencia-Cataluña de octubre de 1936, así como algunas de sus actividades como concejal del ayuntamiento. En concreto, se le acusó de haber formado parte, en agosto de 1936, de una comisión «encargada de practicar la revisión del personal afecto al Ayuntamiento de Valencia, pertenecientes a partidos de derechas. (...) desarrolló su misión con carácter de checa y con los procedimientos congruentes de los dictados sovietizantes, o sea, llamando a los funcionarios adictos a nuestra Santa Causa y dándoles a elegir entre la dimisión o la cuneta».

Las posteriores apelaciones, sin embargo, permitieron que se conmutara su pena por la de 30 años y un día y, posteriormente, en 20 años y un día. Especialmente conmovedora fue la declaración de Emerenciana Tortajada Ibáñez, madre de Josep, en 1942. «Mi hijo fue condenado por ser víctima de la incomprensible animosidad de un alto empleado municipal, que llevó su equivocada actitud al extremo de visitarle en la Comisaría de Policía —cuando fue detenido— sin tener en cuenta (siquiera por humanidad) su triste situación, no sólo se mofó de él, sino que públicamente manifestó sus deseos de hacer lo imposible hasta conseguir su muerte. Toda la vida de mi hijo ha sido recta y honrada y si ha tenido ideales políticos, los ha servido sin sectarismos y oponiéndose a todos los desmanes que le fue posible evitar, siendo por ello perseguido de muerte por las masas incontroladas. (...) Hace tres años y medio que mi hijo sufre el mayor de los tormentos, la privación de libertad, y tanto la que suscribe como una hija suya se hallan en el mayor de los desamparos.» En esa «buena fe» se sostuvo la declaración de María de Arnedo y Asensi, baronesa de Arnedo: «En el periodo caótico que sufrimos en Valencia, gente incontrolada de Silla y pueblos limítrofes, después de quitarme las tierras, pretendieron robar mi casa de Valencia y matarme. Enterado el señor Rodríguez Tortajada, medió inmediatamente en mi socorro, impidiendo con su presencia y decidida actuación que cometiesen el crimen que intentaban, amenazando a los desalmados y haciendo poner en mi casa una vigilancia que evitase futuros desmanes. Posteriormente y para seguridad mía, guardó en su poder una cantidad respetable de dinero y alhajas, todo lo cual me devolvió íntegramente. (...) Durante el periodo rojo nos ayudó, proporcionando alimentos.»

En su estancia en la prisión, compartió castigo con el futbolista del Valencia FC Tonín Conde. En enero de 1944 su procedimiento fue revisado, concediéndosele la libertad condicional el 27 de enero por «no aparecer probada la participación del solicitante en muertes, violaciones y demás hechos repugnantes». En realidad, su libertad estaba relacionada con el lavado de cara que, ante la opinión internacional, realizó el régimen franquista con los presos políticos condenados a muerte sin delitos de sangre. No cabe olvidar que, en esa época, la segunda guerra mundial empezaba a decantarse del bando aliado. No obstante, la cancelación total de antecedentes penales no le llegaría hasta el 14 de marzo de 1957.

La vida después de la prisión

¿Y qué pasó con Rodríguez Tortajada cuando salió de prisión? Reveladora fue la visita del secretario técnico del gran Valencia de los años 40, Luis Colina, que acudió a buscarle a San Miguel de los Reyes. Una anécdota que demuestra, en palabras del escritor Miquel Nadal, que en el fondo, más allá de los condicionamientos históricos en los que se vio rodeado el club, «el Valencia de la posguerra es una pura continuación de nombres, estrategias y trayectoria» del Valencia anterior. Es decir, la institución por encima de todo, un discurso de club muy definido, alejado (en todo lo posible que permitía la dictadura) de injerencias externas. En definitiva, un club de fútbol normal, sin miserables revanchistas ni clandestinos luchadores. Un club que trató, simplemente, de sobrevivir, pese a la profunda tensión política que había de trasfondo.

Tanto Colina como Rodríguez Tortajada sabían que era inviable pensar en un regreso al club del ex presidente. Josep seguía siendo un rojo, un proscrito. Aceptó, con resignación y silencio, que su nombre no apareciera entre la lista de presidentes del club y en ningún libro de la historia de la entidad. Regresó a su profesión de practicante (los ATS de la época) y más tarde ejerció de representante de laboratorios farmacéuticos. Nunca dejó de asistir a su butaca de Mestalla y animar a la delantera eléctrica, a Puchades, Wilkes, Paquito, Waldo, Roberto Gil, Claramunt y Kempes. Una afición que le transmitió a su hijo Francesc, que a día de hoy recuerda las visitas privadas de su padre a la sede del Valencia, en la calle Félix Pizcueta 23, donde charlaban y almorzaban con empleados y directivos. Josep, en plena dictadura, tampoco renunció a su activismo nacionalista, que supo contagiar a Francesc, que con el tiempo se convirtió en uno de los más representativos militantes valencianistas, iniciador de la tradición de los aplecs de El Puig en los años 60 al lado de los hermanos Codonyer, Enric Tàrrega y Albert Thous, entre tantos otros, desde las juventudes de Lo Rat Penat.

Josep Rodríguez Tortajada falleció en 1982. Era el socio número 21 del Valencia. Ha llegado la hora de que el club reconozca y dignifique la labor del presidente número 13, el presidente proscrito.

El recuerdo de un hijo

Francesc Cueva recuerda a su padre con afecto: «Tenía un carácter fuerte, pero noble, con mucha mano izquierda. Destacaba por su carisma. Esa madera de líder le hizo llevar siempre la iniciativa, ya fuera como dirigente político o presidente de la escalera. Era muy emprendedor y siempre tenía ideas y proyectos en mente». Francesc asegura que su padre llevaba su visión crítica de la vida a cualquier ámbito: «Una vez fue el autor de una falla. En ella denunciaba la abundancia de solares en la ciudad. Proponía que en ellos se habilitaran zonas deportivas. Se la censuraron».


Vicent Chilet
Socio del València CF
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dilluns, 9 de novembre del 2009

Esos otros deportes en Mestalla: los partidos de Moto-Ball en 1959.

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El Gran Premio de motociclismo de la Comunitat Valenciana nos sirve para recordar la referencia a los otros deportes en Mestalla del libro de nuestro Paco Lloret. En la página 211 una foto de las gradas semivacías en Mestalla. En un partido nocturno, unos motoristas pelean por el control de una pelota. Al ver la reproducción del anuncio original del año 1959 no me pude resistir. Espero que esta colaboración sirva para rescatar una actividad poco conocida en Mestalla: la celebración de partidos de Moto-Ball. Si escribiéramos desde el mundo de la moto diríamos que es una especialidad motociclista en la que se juega con una pelota, y si lo hacemos desde el mundo del fútbol, se trata de un deporte colectivo jugado con balón pero subido encima de una moto. Desde la sensatez que nos caracteriza a los seguidores del blog, más parece una actividad a caballo entre lo circense, la matinal de feria de pueblo o la exhibición acrobática.

Pero no, el deporte existe, tiene sus reglas, sus campeonatos y su palmarés singular. Los equipos están formados por cuatro jugadores en moto y un portero a pie. Lo disputan motociclistas golpeando un balón de un kilo de peso. Se permiten los cambios, y en caso de empate también hay tanda de penaltis. Las motocicletas son preferentemente scooters, o máquinas de motocross, trial y todo terreno. La moto que se utiliza en la actualidad es la moto Gas, de 250 centímetros cúbicos, creada en 1998 por Gérald Caro (G.C. Motors), en colaboración con la fábrica española Gas Gas.

Los países más introducidos en este tipo de práctica fueron la Unión Soviética y Francia, en donde comenzó a jugarse en la década de los años 30 del siglo pasado. En Inglaterra adquirió cierta fama el Chester Moto Club, y en Estados Unidos el The Camden Motorcycle Sporting Club, de New Jersey.

Existen en el país vecino dos divisiones, la “Nationale A” y la “Nationale B”, existiendo en este momento 16 clubs de Moto Ball, encuadrados en la Federación Francesa de Motociclismo, que disputan sus partidos entre marzo y octubre.

En estos momentos Alemania, Holanda, Francia y países del Este como Rusia, Bielorusia, Ucrania y Lituania, son los que disputan desde el año 1982 el Campeonato de Europa de Naciones, de Moto-Ball. La actual selección campeona (2008) es Rusia.

El campeón de la liga francesa (2007) es el equipo de Valréas, y el vencedor de la Copa de Francia (2007) es el Neuville-de-Poitou. La mayoría de clubs franceses se concentran en los Departamentos de Vaucluse, Calvados, Vienne y Rhône.

Pues bien, en el campo de fútbol de Artxanda se jugó por primera vez en el País Vasco el 10 de junio de 1971 un partido de moto-ball. La iniciativa fue asumida por el Moto Club Bilbaíno, y la recaudación benéfica se destinaba a los niños acogidos en el Colegio Amor Misericordioso de Bilbao. Fue un partido con numerosas caídas por lo embarrado del terreno, que disputaron dos equipos de solteros contra casados.

Lo cierto es que nuestro Mestalla acogió con carácter pionero los días 1 y 2 de julio de 1959 dos partidos nocturnos de Moto Ball (nocturnidad reciente por la inauguración de la iluminación artificial de Mestalla en marzo), entre el Sporting Motoball Bollène de Bollène, subcampeón de Francia en aquel momento, frente al MBC Camarétois, de Camaret-sur-Aigues, también como el anterior del Departamento de Vaucluse.

No reivindico nada ni reclamo nada, pero si me extraña que la gran afición motera en nuestra Comunidad no se haya traducido en la incorporación del Moto-Ball. Aquí tenéis unas cuantas fotos, y ese inolvidable anuncio de los partidos en Mestalla. “El espectáculo que nunca olvidará. Futbol en moto. El deporte de la doble emoción.


Miquel Nadal Tárrega
Socio del València CF
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dijous, 5 de novembre del 2009

Xafant Mestalla. Real Zaragoza CD: Andoni Cedrún

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Me alegró mucho la llamada de los amigos de “últimes vesprades a Mestalla” pidiéndome una colaboración en su blog con mis impresiones y sensaciones sobre el campo del Valencia, porque lo cierto es que Mestalla es uno de esos campos de los que guardo buen recuerdo, tanto a nivel individual como por los equipos con los que he jugado. Mestalla ha sido para mí, casi siempre, un campo talismán.

Puedo decir que debuté en Mestalla a lo grande, empatando la temporada 80/81 con el Athletic entrenado por Iñaki Sáez, enfrentándome al gran Mario Alberto Kempes, y que me despedí también de forma brillante con el CD Logroñés en un partido que ganamos 0-1 en el que Romario falló un penalti.

Sin embargo también tengo uno de mis peores recuerdos como futbolista en la final de Copa de la temporada 1992/93 que perdí 2-0 con el Real Zaragoza contra el Real Madrid, ya que toda la presión que se hizo en su momento para que el Madrid ganara esa Copa después de perder varias ligas seguidas se reflejó en el arbitraje de Urío Velázquez.

Hablando de finales de Copa, tuve ocasión de disfrutar del ambiente de la final del 2009 entre el Athletic y el Barcelona.

Y es que ambiente nunca ha faltado en Mestalla. La afición del Valencia me recuerda a la del Zaragoza: es una a afición dura, pero fiel. Siempre llenaba el campo, daba igual si el equipo rival fuera el último de la tabla.

Puedo decir que el Valencia es un equipo que me ha llamado la atención, que me ha sido simpático: desde siempre me ha parecido un equipo elegante, vestido con un blanco diferente al de otros equipos. Puede parecer una chorrada, pero recuerdo que sus segundas equipaciones y los chandals también me parecían elegantes.

Y qué decir de los grandísimos porteros que han pasado por el Valencia. Tengo recuerdos Abelardo cuando era niño e iba a San Mamés: era un portero rapidísimo, un felino. Después, durante muchos años, el Valencia ha tenido grandes porteros como Sempere, que vino del balonmano, Ochotorena, Zubizarreta, Cañizares y ahora mi buen amigo el Coyote, César, que es un porterazo como está demostrando otra vez.

Sobre grandes jugadores el Valencia tiene mucho que decir, pero yo recuerdo especialmente una anécdota con Mijatovic, que me advirtió que si me adelantaba me iba a marcar un gol desde el centro del campo, y lo intentó, sólo que el balón dio en el larguero.

Los mejores recuerdos, como no, son las victorias, en las que casi siempre tenía un papel protagonista el “Paquete” Higuera, como muchos valencianistas no habrán olvidado. Y recuerdo un partido impresionante el año en que Rijkaard jugó cedido en el Real Zaragoza.

Una cosa que siempre me llamó la atención es el frío y la humedad que se sentían en los vestuarios, y más si pensabas que estabas en Valencia, un sitio cálido. Puede que sea la influencia de la acequia que da nombre al campo…

¡Y qué decir de la banda de música! Uno se tenía que poner firme cuando estaba calentando y la banda pasaba por su portería. Desde entonces “Paquito el Chocolatero” siempre me recuerda al Valencia.

Y siempre me pareció muy curioso la cantidad de naranjas que había sobre el césped arrojadas por el público, sobre todo que había muchas más en la parte de la izquierda (saliendo desde el túnel) que en la derecha. Alguna vez me pregunté si los de la derecha eran más de bocata…

Pero no quiero acabar sin mencionar a alguien que para mi es un icono de Mestalla y el propio Valencia. Lógicamente estoy hablando de Espanyeta. En mi opinión esta persona representa todos los buenos valores que puede tener el Valencia: respetuoso, divertido, jovial, sufridor, trabajador, alegre, triste… Sin duda un todo un personaje sin el cual Mestalla no sería igual.

Con todo lo malo que tienen las crisis, ésta al menos está dejando a los valencianistas disfrutar unos años más de su vieja casa. Espero que así lo hagan.

Un saludo.


Andoni Cedrún
Futbolista del Athletic Club, Cádiz CF, Real Zaragoza CD y CD Logroñés
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dimarts, 3 de novembre del 2009

El retorn d’Albelda

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Article publicat al diari "Levante-El Mercantil Valenciano" el diumenge 1 de novembre de 2009.

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És un bon símptoma que la grada de Mestalla s´haja dedicat, en els últims temps, a carregar contra Albelda. En el món del futbol el linxament ha precedit, en moltes ocasions, la proclamació del mite. En aquest sentit, la irritable i malcriada afició del València tan sols és superada per la gent del Barça o del Madrid. Al Camp Nou era ben habitual dirigir els atacs de pànic contra Guardiola quan distribuïa el baló en el Dream Team, i anar al Bernabeu és assistir a un curs intensiu sobre totes les formes possibles —i creatives— d´insultar als propis jugadors. Per tant, en les ridícules i inexplicables xiulades contra Albelda hem estat, una vegada més, a l´alçada dels grans equips.

Pel que es veu, molts socis del València no han perdonat que Albelda decidira dur als tribunals a Juan Bautista Soler, sense cap mena de dubte, el pitjor president de la història del club, tant pel que fa a la gestió econòmica —unes xifres per a desaparéixer com a entitat—, fitxatges i planificació esportiva, com també en l´obediència i servilisme demostrats al poder polític. Si la inutilitat —la incapacitat manifesta i pretensiosa— fóra delicte, Albelda hauria guanyat el juí contra Soler, per fortuna per als valencianistes. Però molts, curiosament, optaren per convertir el jugador en responsable del sainet que el València ha viscut durant els dos últims anys, la qual cosa no fa més que confirmar un dels millors pensaments despentinats de Jerzy Lec: els estúpids, per desgràcia, són sempre majoria.

Vulguem o no, la imatge dels millors anys de la història del València anirà associada a Albelda. Imprescindible per a engrandir un curriculum de títols tan escarransit, gràcies a aquest mitjà defensiu —destructor, en diuen cursis i puristes—, Baraja es convertí al llarg de moltes temporades en un jugador de visió germànica, Aimar féu embadalir el públic i, fins i tot, un pandillero com Carboni pujava per la banda amb instint depredador. Quan Albelda funcionava —ací i a Europa—, ho feia tot el València, tal i com s´ha demostrat en els últims partits contra el Barça i l´Almeria. Unes actuacions que li han valgut —magnànims davant les evidències— l´irònic indult dels seguidors.

A banda de la qüestió esportiva, sempre li estaré agraït a Albelda per haver provocat les enrabiades d´exquisits com Santiago Segurola o del madridista llandós i prototípic de Javier Marías. L´antipatia que ha despertat el València de l´última dècada —un futbol blindat i dentat intolerable per als rivals— són, en gran part, mèrit d´un equip capitanejat per l´esperit d´Albelda. Amb el seu retorn de jugador decisiu, si es prolonga, de segur que molts periodistes primmirats i insofribles tornaran a la càrrega. Si desenfunden contra Albelda, millor que la treva des de casa siga definitiva. I si no, tot un reconeixement, David, unificar tan variades i insignes manies.


Alfred Mondria
Soci del València CF
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dissabte, 31 d’octubre del 2009

Minotauro

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El viejo Mestalla apura sus últimos días recubierto de un tunning televisivo lleno de millones pero carente de sentimiento. En los años 90, “el partit” de canal nou y su retransmisión televisiva levantaba audiencias y sentimientos. Sobre todo si se jugaba contra Barça, Real Madrid o Atlético. Quizás la limitación de posibilidades de la época llevaba a los realizadores del ente autonómico a repetir sistemáticamente la misma toma, los mismos protocolos de retransmisión y nada de estadísticas brutas y enfermizas como las que La Sexta da hoy en día.

Entre esos habituales gestos, estaba la celebración de los goles del Valencia CF. Una celebración que comenzaba en el césped con el gol de Penev o Fernando, que continuaba en el córner más cercano en plena comunión con la afición y que, finalmente se daba por culminada, cuando una cámara de Canal 9 enfocaba en primer plano a un joven imberbe que enganchado a la valla de seguridad, libraba con gestos y un éxtasis casi divino traducido en la palabra ¡gol!

Si Manolo el del Bombo era el rey de la animación pipera de Mestalla, este joven extasiado al que algunos recordaran por asiduidad ante las cámaras como moscón secundario equivalía al responsable oficioso de puertas, accesos y vías de escape en caso de evacuación.

Su protocolo de entrada desde la época tuzoniana y hasta el titulo copero de Sevilla siempre fue el mismo: Este iniciaba tres horas antes del partido. Una vieja puerta seleccionada tras clandestinas pruebas barriobajeras, un empujón eficaz desde abajo y el How-Know de un experto doctorado en la universidad callejera en la materia del cómo, cuándo y por donde se podía acceder al campo sin pagar entrada.

Así funcionó, año tras año, temporada tras temporada. Desde el Trofeo Naranja a la copa de la UEFA. Las reformas rogistas no se le resistieron. Es más, en esa época se permitió el lujo de premiar a sus amigos de acompañarle y conocer in situ sus cualidades. Pero eso sí, la prueba irrefutable de cada partidos era salir enganchado a la valla de seguridad celebrando el gol. Esa imagen suponía la constatación de que el reto, una jornada más, había sido superado.

Desconozco si alguna vez fue cazado in fraganti en pleno proceso de entrada o si actuó de asesor en la reubicación de abonados cuando llegó la Champions League. Lo que está claro es que si alguien se conocía Mestalla y todos sus sórdidos rincones era él. Con el paso de los años, la vida le invitó a otros derroteros; Aún así, su conocimiento del recinto era tal, que cuando los vecinos murmuraron que oían ruido dentro del campo las noches que no había partido, le señalaron en su inconsciente. Lo mismo que cuando se produjo una falla anticipada en el banquillo visitante en víspera de un VCF- R. Madrid. O incluso, cuando durante unos días, los trofeos que lucían en el Palco VIP fueron prestados y devueltos con nocturnidad en los terrenos de Paterna, resguardados en una caja de cartón, ante la alarma social generada.

Sospechas, sólo sospechas. Y es que al minotauro del viejo Mestalla le salieron envidiosos enemigos del poder y la seguridad en un laberinto en el donde se crió desde bien pequeño. Muchos osaron discutirle su falta de ética por no pasar nunca por taquilla y por su devoción hacia Luboslav, su único y reconocido dios, pero su carisma en el graderío y como no, delante de las cámaras, le resultó suficiente para seguir vivo en la memoria del viejo Mestalla.


Periodista deportivo valenciano
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dijous, 22 d’octubre del 2009

La voluntat de voler arribar: premsa i imatges

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Com a complement a l'article anterior, presentem alguns documents gràfics relacionats amb la visita de l'Sparta a València i sobre el propi club txec: d'alguna manera reflectixen l'impacte mediàtic que ja en aquells moments tenia el futbol i començava a tindre la jove entitat de Mestalla, que adoptava sense complexos les característiques pròpies de la modernitat i la societat de masses.

Portada del diari de Barcelona '"El Mundo Deportivo" del 4 de gener de 1924, amb la notícia dels enforntaments entre el València FC i l'Sparta de Praga.

Detall de la portada d'"El Mundo Deportivo" del 4 de gener de 1924 amb la crònica dels partits entre el València FC i l'Sparta de Praga.

Detall de la repercussió en la premsa catalana de la visita dels txecs i l'expectació que despertava el seu desplegament tècnic.

Postal amb l'alineació de l'Sparta de Praga l'any 1922: Johny Dick (entr.), Peyer, Pilát, Hojer A., Kád’a, Perner, Janda, Sedlácek, Kolenatý, Cervený, Pospisil, Sroubek. A continuació diverses instantànies de l'equip txec de l'any 1922 i 1926 respectivament.




Ultimes vesprades a Mestalla
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dilluns, 19 d’octubre del 2009

Touha dosáhnout

·Crònica gràfica del partit entre el València FC i l'Sparta, al Núm 209, aany IV de "La Jornada Deportiva - Diario Nacional de Sports", Barcelona, 2 Enero 1924

Caldrà recordar en moltes ocasions que el bienni 1923-1924 representa per al nostre Valencia molt més que la inauguració de Mestalla o la benedicció de la bandera. Caldrà posar de manifest que només quatre o cinc anys després de la fundació del club en març de 1919, el club de Mestalla havia adquirit una imatge de modernitat orgànica, de representació de la ciutat, d’aposta per la professionalitat inevitable, d’aconseguir la necessària influència federativa, difícilment igualable en altres clubs. La creació de les seccions esportives, la celebració de partits internacionals, la incorporació de la figura de l’entrenador, la celebració de les Olimpiades Esportives per a captar figures infantils, i moltes altres iniciatives només tenen sentit en un club jove que ben prompte hagué de consolidar-se i s’acomodà harmònicament com el club de la ciutat. Hui portem al blog alguns detalls d’una de les iniciatives: els partits internacionals.

Era evident que per al impetuós creixement de l’aficció futbolística, els campionats regionals no aportaven prou ingressos per a consolidar una estructura futbolística professional i moderna. Com a conseqüència d’això, els distints equips de futbol aprofitaren la finalització dels campionats i les festes de Nadal i Reis, per a montar partits internacionals, que foren en realitat els que consolidaren la imatge competitiva del futbol.

És el que va passar amb els partits internacionals que el València i altres clubs de la ciutat organitzaren per a enfrontar-se a equips hongaresos i txecs. En efecte, en novembre i desembre de 1923 i gener de 1924, distints equips centre europeus fan gires per Espanya.

Entre els equips txecs trobem l’Slavia de Praga, l’Sparta de Praga i el Deutscher Fussball Club. El futbol txec comença en 1885 quan els alemanys de Praga, del Club Regatta Prag, comencen a practicar-lo. Els txecs del Regatta abandonen la societat i formen l’Internacional Rowing Club. En 1895 naixen simultàniament l’Sparta i l’Slavia. La Unió Txeca de Fitbol no fou admesa a la FIFA més que com a membre interí entre 1906 i 1907. En el Congrés de 1908 celebrat a Viena el futbol txec pergué la seua consideració independent al considerar que al formar Txèquia part de l’Imperi Austro-Hungar, la representació devia detentar-la la Federació Austríaca. Els clubs texcs es negaren a la unió amb la Federació Austriaca (ÓFB), i només fou a partir de la creació de Txecoeslovaquia en 1918, després de la Primera Guerra Mundial, que el futbol texc adquirí carta de naturalesa pròpia amb l’admissió en 1923 com a membre de la FIFA.

El Gimnàstic jugà amb l’equip portugués Imperia Lisboa Club, contra l’alemany Turnverein Furth, contra l’hongarés Szombathly i contra el Deutscher Fussball. Este equip havia naixcut en 1896, com ja havíem dit, com a secció futbolística del Club Regatta Prag, la Deutscher Eis –und Ruder- Club Regatta Prag, on jugaran els “alemanys” de Bohemia, per a rebre el nom de Deutscher Club Prag, el Club dels Alemanys de Praga.

Estava fundat per un grup de jueus alemanys de Bohemia, de la ciutat de Praga. A partir de l’entrada d’Alemanya a la FIFA, el DFC de Praga abandonà les competicions alemanyes i es centrà en la competició txeca on guanyà el campionat txec i on conseguí en diverses ocasions la lliga dels Sudets. A partir de l’annexió dels Sudets a l’Alemanya nazi en 1938, i a causa de l’origen jueu del club, fou obligar a unir-se amb el Deutsche Sportbrüder Prag, per a formar el Nationalsozialistische Turngemeinde Prag en 1940.

Però res d’això sabien en 1923 els joves jueus del Deutscher que s’enfrontaven al Gimnàstic en l’Estadium del Turia. Guanyaren els granotes per 3 a 2, amb gols locals de Silvino, Arroniz i Marco, i gols texcs-alemanys marcats per Stuardt. Contra el Barcelona jugaren l’Slavia i l’Sparta, però a València només arribà l’Sparta. Els colossos de l’Sparta foren rebuts amb molta expectació. El primer partit es celebrà el dia 30 de desembre de 1923, guanyant els txecs per 5 a 1:

“La visita de los colosos del Sparta, esperada con tanto interés, satisfizo completamente en su primera exhibición la curiosidad con que se esperaba presenciar el juego de los checos. La labor que desarrollaron, fué sencillamente maravillosa; desde el pase corto, al largo, pasando por excelentes cambios y fuertes shoots, y tanto el juego por bajo como por alto (éste no con tanta perfección), todas, absolutamente todas las clases de juego, dominaron estos magos del balón. Sus mejores elementos fueron: Kadas, el gran medio centro; Kolenaty, su compañero de línea; Sedlacek, extremo rapídisimo y muy peligroso: el inter izquierda Dorraracek y el defensa Hojer. El primer tiempo fue reñidísimo, llegando al descanso con un resultado de dos a uno, marcados por Sedlacek, Dorraracek y Cubells. Los valencianos, que durante él pusieron toda su técnica y energías, ya no pudieron con la segunda parte, que quedó reducida a un constante ataque checo y a una defensa desesperada de medios, defensa y portero liocal, que por cierto estuvieron superiores. Los restantes goals, fueron maracdos por Bortrah y Dorraracek”.

En el segon partit, celebrat el dia 1 de gener, la victòria tombà del costat del club de Mestalla. En acabar este segon partit, el Valencia organitzà en el Cine Moderno, i amb l’assistència dels jugadors dels dos equips una projecció de partits de futbol (AC Sparta-Barcelona, Valencia-Barcelona, i València-Fortuna), i el vicepresident de l’Sparta, Joseph Sikl, membre de la Federació Txeca de Futbol pronuncià una conferència sober Txecoeslovaquia i Praga, amb un gran èxit de públic i una gran ovació final.

Alarcón, el cronista esportiu de El Mercantil Valenciano, ressenyava la importància de la victòria del València sobre l’Sparta:

“La victoria del Valencia sobre el Sparta ha constituido la nota culminante de su historia deportiva; y sin duda el triunfo mayor de nuestro fútbol. La fecha de ayer constituirá sin duda la iniciación del fútbol valenciano como prestigioso valor internacional. Rindamos, pues, homenaje, a los bravos que en gloriosa gesta batieron a los colosos del fútbol europeo”.

Però em resulta més atractiu reproduir la carta que el directiu de l’Sparta envià a la directiva del Valencia en acabar els partits, amb el prec de reproduir-la a la premsa:

“Es la primera vez que he visitado Valencia. Verdaderamente estuve sorprendido de su belleza, con su clima marítimo. Aun me ha gustado más la extrema amabilidad de la gente, y particularmente la digna directiva del Valencia F.C. que nos ha distinguido con extrema atención. Nos ha sorprendido el gran entusiasmo, el elevado espíritu deportivo que hemos visto en los jugadores, en el comité y en el público. Nos hemos convencido que Valencia ha hecho un paso gigantesco en el terreno de sport, y creemos que no tardará mucho que llegarán a primera fila. Serán ustedes los más típicos representantes del fútbol español. Vuestros jugadores juegan con gran entusiasmo y voluntad, y no se puede negar que hemos descubierto en su juego una buena técnica y educación deportiva. Eso es consecuencia de un trabajo constante: la voluntad de querer llegar. Creemos que para alcanzar tan buen resultado ha contribuido mucho nuestro antiguo jugador señor Fivbr, actual entrenador del Valencia F.C., y estamos muy orgullosos de eso. Así es que no nos sabe mal que en el segundo partidos los discípulos hayan vencido a sus maestros.Tengo que dar las gracias a la directiva del Valencia F.C. por haberme dado la ocasión de cumplir la misión cultural, con la cual mi gobierno me ha encargado. La conferencia que he podido dar en el Salón del Cine Moderno para los socios del Valencia F.C. me ha satisfecho por completo. Los numerosos socios que me han distinguido con su presencia y con la seriedad con que me han escuchado es una prueba elocuente que no solamente les interesa el juego del fútbol, sino que tienen gusto para ideales más nobles y un espíritu elevado para ensanchar sus conocimientos. En una palabra: estamos encantados de Valencia, y lo sentimos en el alma no haber podido prolongar nuestra estancia en ésta; pero esperamos que esta visita estrechará los lazos de amistad que nos unen. O hemos de volver o tendremos el gusto de saludar al Valencia F.C. en Praga. Ahora son ustedes quien tienen la palabra”.


Fixeu-vos bé. No tardarem en arribar a primera fila. Un elevat esperit esportiu. Un pas de gegants en el terreny de l’esport. Uns socis amb ideals més nobles i un esperit elevat per a augmentar els seus coneixements. Un treball constant: la voluntat de voler arribar. Si jo manara un poc, només un poc, faria reproduir esta carta en la revista del club, i en lloc de noms i marques comercials, faria que en el nou camp a més a més del gloriós nom de Mestalla figurara eixe lema inseparable de tot allò que ens ha fet grans. Amistat, cordialitat, atenció i benvinguda. Treball constant: "Touha dosáhnout", la voluntat de voler arribar.


Miquel Nadal Tárrega
Soci del València CF
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dijous, 15 d’octubre del 2009

Xafant Mestalla. FC Barcelona: Guillermo Amor

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Barcelona, 8 de octubre 2009

Las despedidas son duras y difíciles, son muchos años y mucha historia. Personalmente, puedo decir que siempre que tuve ocasión de jugar en Mestalla, disfruté muchísimo , a pesar de la rivalidad que existía entre Valencia y Barça. Era uno de mis campos favoritos, en el que se pudieron vivir partidos inolvidables. Os deseo todos los éxitos,aunque no pueda ser en Mestalla.

Un fuerte abrazo


Guillermo Amor
Futbolista del FC Barcelona
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divendres, 2 d’octubre del 2009

¿Don Alfredo no es del Valencia?

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Mi uso de razón estrenado hacía más de un año. La colección de cromos inacabada a falta del cromo de Iríbar. Mi padre en Barcelona y mi memoria incapaz de ubicar los recuerdos. Aunque siempre que esa desazón explota en mi interior abro un libro y veo la foto de Di Stéfano con sus dedos índices apuntando al cielo, la mirada inquisitiva y, en segundo plano, la presencia esperanzada de Barrachina enfundado en un chándal blanco con cuello oscuro y tres rayas en las mangas. Crecí a la vida con memoria con las internadas de Valdez, el orgullo indisimulado de sentirme campeón, los adhesivos para el parabrisas del coche de la marca de balanzas “Capeli” y la sensación de que Di Stéfano era el Valencia. Muy lejos del actual rodillo mediático del madridismo, muy lejos de la beatitud futbolística de Don Alfredo elevada a los alatares catódicos y en el más allá de la despreciable manía de dar por sentado aquello que te gustaría creer en lugar de lo que en verdad es.

Con nombre de mafioso y al parecer, una personalidad arrolladora, Di Stéfano ofreció momentos grandiosos en la historia de nuestro club. La liga 1970-71, la Recopa 79-80 y la vuelta a la primera división en la temporada 1986-87 certifican lo que, sin duda alguna, fue un positivo paso por el banquillo de Mestalla. Más allá de estos hitos, dos finales de Copa y haber convertido a Quique Sánchez Flores en valencianista deberían aparecer también en la columna de su haber. Con la mirada inocente y bobalicona de mis diez años, Di Stéfano era para mí como el murciélago del escudo. Elemento inherente al club, incomprensible en su ausencia. Ignoraba totalmente su pasado futbolístico, aunque alguna vez se me dijera que fue un jugador genial. A mí me daba igual. Lo realmente genial era que nos había llevado a ganar la liga, que hacía chistes hablando en serio y que le prohibió a Españeta demostrar sus habilidades en el toque de pelota delante de los futbolistas, pues los desanimaba. Corrían los ochenta cuando caí en la cuenta que aquel hombre que yo consideré emblemático y campeón del valencianismo no dejaba de ser más que un profesional. Y encima, a pesar de que sus raíces familiares quedaron hundidas profundamente en la tierra de levante, su corazón era madridista. Me sorprendí un día, con una tarta al whiskey delante de mis narices, dicéndome a mí mismo: entonces. ¿Don Alfredo no es del Valencia? Pues claro que no, chalado.

Si consideramos su vertiente profesional, debo admitir que Di Stéfano fue honrado y trabajó para el club con empeño y hasta un casi inesperado amor. Brindemos por ello. Pero abrir los ojos a su verdadera naturaleza fue para mí decepcionante. Achaco mi reacción a la edad, la inmadurez y el acné. Estoy casi seguro que fue el acné. Y lo que más me duele de todo aquello no ocurrió entonces, sino que pasa ahora, en estos tiempos vacuos y galácticos. Hordas y legiones de gacetilleros alabando las virtudes de un Di Stéfano al que no vieron jugar, del que se conservan escasos documentos videográficos, casi todos ellos fragmentarios, que son desplegados como pruebas irrefutables de la legitimidad de un cetro compartido con Pelé, Cruyff y Maradona. Bien, lo dejaré estar. Ahora ya sé que “La saeta rubia” sólo visita Valencia porque tiene hijos y nietos en esta tierra (aquí lo sorprendió un infarto el día de nochebuena de 2005). Desde la distancia parece un abuelete entrañable, algo cascarrabias que presenta cierto estoicismo pragmático cuando debe ejercer su presidencia de honor madridista. No estoy seguro de haberlo superado, pero quizá exclamarlo a los cuatro vientos me sirva de terapia. NO HAY NADA COMPARABLE A ENVEJECER. Y no lo digo por él, lo digo por mí.

Francisco García
Socio del València CF
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