dimecres, 15 d’abril del 2020

MI PADRE, LA VESPA Y EL INTER


Pocas veces mi padre me contó sus andanzas y aventuras de juventud. Nuestra relación fue, hasta bien pasados mis veinticinco años de edad, distante y más bien tormentosa. Se juntaron su carácter autoritario y su educación chapada a la antigua, con mi rebeldía pasada de tono. Era una bomba de relojería. Pero si me tengo que acordar de alguna anécdota suya futbolera, me quedo con la que contaba de la eliminatoria de Copa de Ferias de 1.962 contra el Inter de Milán. 

En aquella eliminatoria, mi padre tenía 22 años. Y todavía trabajaba con mis abuelos en la feria ambulante vendiendo juguetes. Estaban en Ollería. Y según contaba, él y su primo Mundín, que trabajaba también como feriante y a su vez era amigo de fechorías, decidieron venirse en Vespa a Mestalla, pasándose por alto las previsiones de lluvia y las advertencias del resto de la familia prohibiéndoles de manera tajante tal locura. Ya en el viaje de ida a Mestalla, y subiendo el Puerto de Olleria, les agarró un aguacero que les dejó calados hasta las cejas. Pero decidieron seguir camino. La cosa fue bien y ganó el Valencia 2-0, con goles de Waldo y Guillot (como no). Era el Valencia de los primeros 60, cuando Waldo y Guillot era una dupla que "la rompía". 

A su regreso al recinto donde estaban los feriantes, salió a recibirles la comitiva de familiares. A Mundín lo recibió su padre, Mundo (a su vez era el tío de mi padre, claro). Del primer guantazo le quitó el poco o mucho frío que pudiera tener. Acto seguido preguntó : "¿Com ha quedat el Valencia?". Y es que Mundo era un hombre que tenía la marca de guerra de una bala que le entró por la mandíbula y le salió junto a la oreja (causaba respeto su aspecto rudo, muy común en aquellos tiempos) , era un valencianista recalcitrante. Yo lo recuerdo vagamente, ya de muy mayor. Siempre me enseñaba "la cicatriz". Mi padre contaba que le recuerda siempre discutiendo con sus amigos de fútbol. Y que era un ferviente defensor de un tal Taltavull, jugador de los años 50 y que, según parece, generaba debate por su juego, demasiado técnico para la época. 

Puestos en situación, y ya con el relato de la "aventura" descrito, diversas vivencias que a posteriori hemos tenido mi padre y yo, me han hecho atar cabos y retrotraerme a la circunstancia antes descrita para llegar a la conclusión de que mi padre debió ser un fan de Guillot. Y es que de pequeño, con 12-13 años, yo jugaba en un equipo y el entrenador era (casualmente) Guillot. Para nosotros (los nanos que jugábamos) era un señor mayor, calvo, y con muy mala uva. Hablo del año 84-85 más o menos. Pero recuerdo que cuando mi padre venía a verme jugar, se achicaba. Era como que aquel hombre autoritario que me inculcaba la disciplina ante todo, que no dudaba en soltarme un "sopapo" si consideraba oportuno, y que era fiel seguidor de aquello de que "el halago debilita", se hacía pequeño y se convertía en corderito cuando estaba Guillot por ahí rondando. Por supuesto, yo no entendía nada... Y pensaba " ¿pero a este hombre que cojones le pasa?". El paso del tiempo y el mucho pensar, creo que me dio la respuesta. 

Otro suceso relacionado con Guillot fue, ya pasados muchos años, y ya cuidando yo de mis padres, un día que los llevé a "picar algo al solecito" al bar Hermanos Barberà, en Av Tarongers (sitio recomendable con las paredes decoradas de fotos con motivos valencianistas, dicho sea de paso). Sería el año 2013 o 2014. Allí, un camarero reconoció a mi padre. Cito textual, del bar "Walgui". Parece ser que Waldo y Guillot, en los 60-70, montaron un bar en los alrededores de Mestalla. Y mi padre era asiduo a aquel bar. El camarero le recordó las tertulias y discusiones que allí tenían, y se recordaba de él por lo defensor que era de Guillot ante las críticas que este recibía... A su vez, y ya en voz baja, mi padre me comentó que ese camarero trabajaba también de "machaca" (una especie de seguridad a la antigua usanza) en el bar, y que cuando la cosa se ponía fea, repartía ostias como panes. 

Juntando estas vivencias, y tras ponerlas en una cubitera y mezclaralas, el resultado que me da es que en el año 1962, con 22 años, mi padre tenía un ídolo. Y era Guillot. Y que ese ídolo no dejó de serlo nunca, a pesar del paso del tiempo. 

Pasaron los años y vino la eliminatoria contra el Inter de Milán de 2003. Era la Champions League. La anterior eliminatoria contra el Inter era reciente, y había acabado con Farinós de portero del Inter. Pero la situación familiar no me permitió hacer lo que sí pude hacer en 2003. Y es que le compré una entrada a mi padre junto a mi asiento. Fuimos los dos en mi Vespa a Mestalla (no desde Ollería, pero sí desde la zona de Abastos). Me recordó 40 veces que tenía una luz fundida de la moto (algo muy habitual en las Vespas viejas). Y vimos el partido. La vuelta fue dantesca (la bombilla seguía fundida y el Inter nos había "fundido" con un robo de los que no me han olvidan, a pesar de que han pasado ya 15 años). 

Visto con perspectiva, y ya más en frío, creo que ambos supimos que con aquel trayecto en Vespa, aquella tarde-noche, en aquel partido, y con aquella vivencia, habíamos cerrado un círculo que empezó allá por 1962, en Ollería, con su primo Mundín. Nunca lo comentamos mientras mi padre vivió,pero ambos supimos que aquella tarde fue muy entrañable y que nos iba a quedar grabada de por vida. Doy fe que nunca la olvidaré. 

AMUNT VALENCIA SEMPRE!!.

José Ponce.