dijous, 15 d’abril del 2021

VALENCIA C.F. UN CLUB BERLANGUIANO (V)



LOS JUEVES MILAGRO. 1957.

Para evitar el ocaso de un pueblo que siempre ha vivido de las bondades que le reporta su balneario (Fontecilla), cinco representantes de las fuerzas vivas deciden inventarse un milagro que los vuelva a poner de actualidad ante el turismo. Uno de ellos se disfraza de San Dimas y deciden que se aparezca todos los jueves ante cada vez más gente que se da cita para contemplar el milagro. Todo coincide con la llegada al pueblo de un aparente delincuente fugado de la justicia que descubre el engaño y les propone hacer negocios. Todo alrededor de él es extraño, pudiera ser el verdadero Santo al que han ido suplantando.

Un Valencia en progresiva decadencia, como el Balneario de Fontecilla, exigía tomar medidas para recuperar sus tiempos de gloria (“Vamos Pablito Aimar…”).

Su degradación ha sido un proceso cuyo inicio podríamos datar en la conversión del club en Sociedad Anónima. Y en el camino han habido muchos culpables.

La mayoría se disfrazaron de falsos profetas prometiendo suntuosos oropeles y volvimos a caer en el pecado de los delirios de grandeza que tanto daño hacen al club cada cierto tiempo.

Se aprovecharon de la fe que brota junto a la Acequia de Mestalla para embotellarla y convertirla en negocio y marketing destinado a clientes y no devotos.

Le dieron una capa de pintura al templo y fingieron la llegada de un Salvador pero al poco llovió y todo comenzó a desteñir dejando la evidencia a la intemperie. Una vez más, como en las películas de Berlanga, retorno al punto inicial pero en una situación mucho peor.

No supimos estar a la altura y tampoco se nos apareció un Santo de verdad como al final parece suceder en la película, sino uno de cartón-piedra, cartulinas reversibles y silencios pactados.

En “Los jueves milagro”, Berlanga sufrió tal marcaje de la censura que le asignaron un cura afín al Opus Dei, el padre Garau, para que como Mangriñán hacía con sus rivales, lo siguiera de cerca en todo momento. Tal fue lo que condicionó al maestro, que hasta Berlanga pidió que su nombre figurara como coguionista, otra muestra más de la genialidad del director que trascendía a sus propias películas.

En la gestión actual del club la censura está presente en todas sus áreas. Baste señalar a modo de ejemplo, la expulsión de la Agrupación de Peñas de su local de toda la vida por criticar la gestión de Anil Murthy, el trato (incluso vetos) a la prensa local que no se muestra afín a sus discursos, el cada vez mayor número de acciones que hay tener para poder asistir a las Juntas, o la publicación de su Batzine donde no hay lugar para la participación o debate y todo son bondades falseadas e interesadas sobre su gestión.

Pese a toda esa censura, los movimientos por la recuperación del club continúan escribiendo su guión a base de arte e imaginación: Mariachis, grafitties, pancartas, concentraciones, etc.

Ojalá recuperemos pronto las aguas, más que medicinales adictivas, de nuestra bendita Acequia de Mestalla.


@MESTALLIDOS (Desde el tendido 7 de Mestalla, aspirante a secundario de Berlanga).