dimecres, 3 de juny del 2009

Antes del Mundial de Argentina

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Esta es la grada que asombró al primer maoísta de la historia del fútbol cuando visitó Mestalla después de fichar por el Madrid. El maoísta se llamaba Paul Breitner y dice, cuenta, afirma, que sintió algo parecido a la intimidación cuando se asomó al túnel de vestuarios y se topó con aquel muro repleto de talibanes de la huerta. No había otra grada igual en España. Posiblemente tampoco en Europa. La numerada de mar: la misma que Alfredo Di Stefano hacía subir a sus jugadores en las matinales del 71. La grada que le dio carácter volcánico y menestral al VCF durante dos décadas. Una grada vertical, sin voladizos ni dobles anillos. Un rampa de piedra y mampostería ceñida al césped. Arquitectura racionalista al otro lado del río. Las vías, la huerta, la Tabacalera. Mestalla. Esa otra ciudad de caminos, pequeños campos de cultivo y solares desnudos. La Valencia sin relato. Una menestra caótica de facultades universitarias, paseos al mar que no llegaban al mar y barrios dejados de la mano de dios: L'Amistat, San José, La Isla perdida, Beteró. Barrios extrañamente orgullosos de su orfandad.

Lo que ahora viene es una boutade estética, pero para eso sirven los blogs: para divagar. Sostiene nick bar Torino que la decadencia del club en los 80' empezó con esa reforma despersonalizadora y clasista que rompió la unidad de la grada y creó dos universos anillados donde antaño sólo había una y emocionante lanzadera de pasiones. Se quebró un mundo y se agitó la cocktelera del desastre. Un antes y un después visible en esas estampas de los años 80', con las primeras filas de los fondos casi siempre vacías, en clara contraposición con las imágenes del graderío de antes de la reforma. Esa estampa no le hacía justicia a Mestalla. Las generales de pie seguían llenas y la numerada, aunque mutilada, seguía resistiendo como bastión del valencianismo más castizo, pero la sensación que se emitía era de cierto desamparo. Fue un error mayúsculo no mantener esa vieja disposición del graderío; o a lo sumo, no aprovechar la reforma para ubicar las generales de pie a ras de campo. Doy por hecho que con la presencia de los más animosos tras las porterías el Valencia no hubiera bajado a segunda: una grada enchufada te da al menos 5 puntos al año, suficientes para aquel equipo.

Durante esas temporadas posteriores al 78' Mestalla fue un recinto entristecido a ratos, algo lúgubre, como esos matrimonios que se compran un piso nuevo y pronto descubren que se han equivocado en la distribución de los espacios. Era triste ver las sillas verdes que sólo se llenaban cuando venían culers y madridistas. Esa tristeza se redoblaba en los resúmenes televisivos, cuando la ubicación de las cámaras impedía ver más allá del primer anillo. La aspiración de ver la general de pie a ras de campo se mantuvo durante años. Y es extraño que nadie reparara en esa necesidad. Un detalle que revela la falta de carácter institucional con que se hizo aquella reforma.

En el Mestalla previo a las obras del 78' sólo estuve de manera consciente 2 temporadas. Las 2 últimas. Apenas tenía 5 y 6 años pero el recuerdo se mantiene vivo de una forma muy potente. En los grandes partidos la peña se estrujaba y de nada servían las fronteras pintadas a mano que sugerían el espacio físico de una localidad. A la mínima, la gente se levantaba para seguir las evoluciones del partido y se oía el clásico: "SENTEU-SE COLLONS SENTEU-SE". Sin duda, todo parecía más intenso. La distribución era muy primaria pero la cercanía al campo y la presión eran mayores. Algo que sólo se recuperó muchos años después, especialmente cuando el buñuelo roigista se concretó de manera definitiva.

El último partido de aquel graderío de estructura clásica fue un Valencia-Betis. Ganamos 4-2 y Kempes jugó por última vez en Valencia antes de consagrarse en su mundial. En algunas fases del partido llovió. Lo más sorprendente es que nadie parecía saber que ese día se quebraba un modelo. En mis sueños, sin embargo, Mestalla siempre aparece con ese rostro anterior a la reforma. Como si en cada microrelato onírico regresara lo esencial de aquella grada donde en mi opinión residía el espíritu más preclaro del pueblo de Mestalla.


Rafael Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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16 comentaris:

Unknown ha dit...

Por mi edad conozco Mestalla desde la época de los noventa, pero la ampliación no sirvió para mucho más que endeudar al club y dejar el anillo incompleto. La del mundial 82 provocó un descenso de categoría. Creo que la única remodelación positiva fue la obligadad después de la riada del 52, si no me equivoco. Un saludo.

Anònim ha dit...

Muy grande Rafa, como de constumbre

pd:la riada fue en el 57

un saludo
Joan

Anònim ha dit...

Eixa espectacular grada, amb l'actual estètica futbolera i la dels 90, amb els tifos, haguera pogut ser el nostre particular "The Kop".


Josep Bosch

kawligas ha dit...

Recuerdo haber visto la semifinal de la Copa del 79 contra el barça en general de la grada del mar, pero ya se había consumado la quiebra de su original estructura aplanadora. Sí, la semejanza con The Kop aparece casi de forma natural...
Rafa, enorme, como siempre.

Anònim ha dit...

Excel·lent, té trossos memorables!

V. Chilet

Anònim ha dit...

Mi primera visita a aquella grada, (apuesto a que pisada por casi todos nostros) fue el ya tratado partido debut de Madjer, aquel 1-2 contra el Athletic. Ya nunca salí de allí. Aquella grada de "bajo las banderas", que veíamos desde Aragón y desde clase los días de colegio que tocaba "liturgia" en Mestalla...cuando por las mañanas las izaban, siempre en riguroso orden de clasificación, algo se estremecía, tocaba fútbol, el Luis Casanova... y la mente viajaba de las mates o las naturales a los rumanos del Vitoria o los magníficos saques de banda de Lucho Flores.
La grada de las banderas, no, ya nunca salí de allí...aunque el suelo que piso en Mestalla hoy se de nuevos cementos, mi corazón sigue latiendo bajo las banderas....

Saludos

Sergi Calvo

Anònim ha dit...

Coincido en la magia especial de aquella grada de la mar de antes de la reforma, de la que guardo muchos recuerdos.
Desde la general de pie, arriba en las banderas, una cuadrilla de chavales solíamos,nada más acabar el partido, entrar en la numerada y bajar la pendiente hasta llegar casi a ras de césped. En el camino, las almohadillas que poblaban el cemento, se antojaban fácil presa para el disparo, remate y lanzamiento directo, mientras algún iaio irascible y con razón, se acoradaba de la familia del xiquet al recibir por la espalda el almohadillazo de un imitador de Waldo. Al fin y al cabo los recoge almohadillas las tiraban pendiente abajo casi al mismo tiempo.

Excelente texto, Rafa.

Alfredo Cardona

Anònim ha dit...

Acabo de reparar en algo. Desde que se hizo aquella reforma el Valencia no ha vuelto a ganar un pichichi. El último fue ese de Mario, la 77-78. Les parecerá una gilipollez pero como el pichichi fue lo primero que vi ganar siempre me hace especial ilusión y eso que el espíritu del pichichi suele contradecir el carácter bronco y defensivo de los últimos Valencias campeones. hemos ganado liga con Forment y Baraja marcando 8 goles de máximos artilleros, algo insólito se mire por donde se mire.

BT

José María Albert de Paco ha dit...

Maravilloso, Rafa. "En algunas fases del partido llovió." Es probable que el mestallismo resida, sobre todo, en esa clase de recuerdos. Llevas razón en lo de que un fondo de pie te da cinco puntos más por temporada. Toda la añoranza de Sarriá no es más que el seco recuerdo del aquel gol sur.

Anònim ha dit...

Sarria, Atocha, Zorrilla...pronto Manzanares, Mestalla...y por supuesto estadios irreconocibles por sus reformas (muchas por temas de seguridad está claro, otras simplemente por urbanismo loco y grandilocuente). No pasa solo en España, pero mucho de la mística del fútbol se ha perdido, los campos son un reflejo más, pero aún me duele más el tema de las camisetas, cada año un diseño distinto impuesto por la marca y patrocinador de turno, con escaso/nulo respeto a la tradición, y obligando a jugar de colorines en campos como San Mames o Calderón, aunque ni remotamente los colores puedan llegar a confundirse.
Supongo que es lo que toca, futbol hecho por y para TV, anuncios y patocinadores en los que el corazón se respeta muy poco

Kempes 78

P.D: No sé si el descenso puede achacarse a la remodelación, sí que es verdad que el tema económico futbolístico pre mundial 82 fue vergonzoso/vergonzante y llevó después a la famosa ley del deporte y la posterior de sociedades anónimas deportivas que supuso una ruptura de las reglas del juego que aún hoy dura, pero reconozcamos que el equipo entonces no daba para mucho más y podía haber pasado antes (Tendiloo!!!!) y si no hubiera pasado después (lo cual hubiera sido peor)

kawligas ha dit...

Llamadme nostálgico o idiota, pero para acabar teniendo un estadio Frankestein uno hubiera preferido un estadio recoleto y respetuoso con la tradición. Os animo a que busquéis en la red el terreno de juego del Fulham, Craven Cottage, con su fachada de ladrillo rojo, como debió ser, años ha, nuestro amado Mestalla.
Por cierto, han puesto a la venta una maqueta de Mestalla que parece hecha a zarpazos. Por supuesto, me la he comprado.

Anònim ha dit...

Viendo la foto en color es fácil imaginar a Gallolo en la última fila...

Gallolista

Anònim ha dit...

Si, si... ya que Kawligas lo comenta, la maqueta de Mestalla ya está en la estantería. Aunque con algunas imprecisiones, la relación calidad-precio es estupenda y, tampoco hay que ser muy cerrado: es bastante bonita. La lástima es no haber respetado los colores (toda la gama de azules posibles en un solo sector). Por cierto, ¿alguien sabe el motivo de la desaparación del mítico cuadrado verde tras la portería?...

Sergi Calvo

Anònim ha dit...

Una remodelación llevó a la ruina económica, y la ruina al descenso. Esto se parece peligrosamente a la situación actual.

Por lo demás, magnífico texto, Rafa. Un abrazo

José Ricardo March

Paco Gisbert ha dit...

Dos recuerdos: la frase "senteu-se, collons, senteu-se" también forma parte de mi memorable patrimonio sentimental. Y aquel Valencia-Betis nos clasificó, por primera vez en cinco años, para jugar una competición europea. Lo celebramos como si hubiéramos ganado la liga. Y eso que teníamos al mejor jugador del mundo.
Como cambian los tiempos.

rainerbonhof ha dit...

Tremendo artículo que da para pensar,mi felicitación al autor. Solo he visto esa grada de esa forma en foto y la verdad es que es espectacular,muy acertado el tema de la general de pie,no entiendo como en tantos años a nadie se le ocurrió ponerla detrás de las porterías,solo tiene un nombre,dejadez y falta de cálculo, cuando ves los videos de las eliminatorias frente a Nápoles y Roma te das cuenta de la frialdad de aquellos años, después es sangrante ver los partidos ante el Barca levantandose toda esa parte con los goles visitantes. Espectacular artículo.