divendres, 12 de desembre del 2008

Banqueta visitant. RCD Espanyol

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El falso agravio

Prolegòmens a Mestalla de la final de l'aigua entre el Real Madrid CF i el RDC Espanyol

La mañana del 1 de mayo de 1983 la hinchada madridista tomó Valencia al mando de los peñistas catalanes (¡iba a ser de otro modo, habiendo más madridistas en Tarrasa que en Carabanchel!). Por entonces, yo ya era socio del Español (Feste’n soci), pero mi padre y yo nos dimos el gusto de acompañar a mi amigo Benito, en cuya mirada despuntaba un imperial aleteo de banderas y, por qué no decirlo, un mohín de desprecio hacia la realísima posibilidad de que el Real Madrid perdiera la liga. El desenlace de la liga constituyó, como sabéis los valencianistas y debiera saber cualquier aficionado al fútbol, una suerte de maracanazo a tres bandas. El Real Madrid perdió el título en un Mestalla atestado de merengues, el Valencia salvó el pellejo y el Athletic campeonó en Las Palmas. Mi padre, nieto de La Valldigna y simpatizante del Valencia, coreó el gol de Tendillo sin arrebatos histéricos, con la misma parsimonia con que yo recuerdo a mis muertos. Tengo grabadas en la arena de una playa las palabras con que Benito coronó la tarde:

-No es por nada, pero tu padre es un cabrón.

El lunes, ante la risotada legionaria de los culés, Benito no se escudó en el árbitro ni en el infortunio. Para mi perplejidad y la del todo 8ºB, compuso un gesto atildado y sostuvo la puya con firmeza:

-El padre de Pepe se portó como un cabrón.

Con el paso del tiempo, comprendí la lógica de su certera, infrecuente aversión hacia mi padre. En cierto modo, Benito seguía emboscado en Mestalla, a semejanza de esos militares estadounidenses que anduvieron extraviados en Corea creyendo que la guerra era una mentira insobornable.

Yo regresé a Mestalla en otras siete ocasiones. Se trataba de un desplazamiento que, como los de Pamplona, Zaragoza o Logroño, solía movilizar a muchos españolistas. Como sabréis, una de las grandes diferencias entre los españolistas y los culés radica en que los españolistas somos animales de carretera, mientras que los culés tan sólo se despegan del sofá cuando la historia les debe un título. [Rewind.] No me andaré, a estas alturas, con falsas heroicidades: la historia también le debía un título al Español y el 27 de mayo de 2000 nos lo cobramos en Mestalla. (En nuestro caso, la deuda se remontaba a 1988 y llevaba por nombre Leverkusen.) Aquel día de primavera, en Valencia, el jolgorio de cervezas comenzó sobre el mediodía y no terminó hasta la caída del sol. Sea como sea, no me detuve a leer qué localidad ocupábamos en Mestalla y, debido a ese extravío y a un feliz encuentro en los aledaños del estadio con David y Tote, llegué tarde al gol norte a pie de césped; lo suficientemente tarde como para ganarme el reproche de buena parte de Siberia (Siberia era el sobrenombre de quienes ocupábamos la grada alta de Montjuïc, la más desapacible del planeta fútbol). La reprensión, más o menos colérica, no tenía que ver con que mi presencia fuera inexcusable para organizar un tifo o con que la hinchada me tuviera por un talismán. No; la causa abierta contra mí (no precisamente liviana) se debía a que yo llevaba la pancarta que nos acreditaba como siberianos. Decir “pancarta” es decir mucho: se trataba de una lengua blanquiazul de los Stones de 2 x 1,5. Al cabo, y ya una vez claveteada y exhibida tipo “mamá estoy aquí”, barrí el estadio. A mi izquierda, en lo alto de la grada, rugían los Ultrasur. En el gol opuesto, la afición del Atleti se rebozaba en su propia penitencia, ese fatalismo de postal. Entonces reparé en que la tribuna quedaba a mi derecha y remonté el río: en efecto, diecisiete años antes, Benito y yo habíamos ocupado la localidad en la que ahora asomaban la lengua de los Stones y mi borracha algarabía. Llamé a mi padre y la cerveza hizo el resto:

-Gracias por habernos regalado aquella peripecia en Mestalla. Gracias, sobre todo, en nombre de Benito.

No es que hablara el vino sino el mismísimo Vila-Matas.

La llamada coincidió con un sobresalto general y, cuando aparté el móvil de mis labios, el balón ya se mecía en el ángulo derecho de la portería de Toni. (El dato es crucial: para los pericos, esa portería sigue siendo la de Toni, no la del Atleti. ¡Lo que puede el remordimiento!) Nadie supo describirme lo sucedido. Nadie salvo mi padre, que seguía al teléfono y me relató, con galantería de narrador alemán, el lance más rufianesco de la historia del balompié. Sergio amarró la victoria, levantamos la copa y, en general, nos ceñimos al ritual orgiástico de las grandes ocasiones. Mas, ay, la vuelta de honor no fue de mi agrado. No en vano, e incomprensiblemente, la hinchada del Atleti (que tanto alardea de su propio desgarro melancólico y que con tanto esmero lo cultiva) no soportó la derrota y abandonó el estadio. ¡El pupas! Ese tontuno orgullo del boxeador caído se reveló tan falso como el de esos escritores que fingen escribir para sí mismos y para la posteridad. ¿Acaso no se envanecían de su forma de palmar? ¿Qué mejor ocasión para hacerlo que perdiendo la copa al tiempo que descendían a segunda?

Faltaba una hora y media para que partiera el autocar y me arrellané en uno de los asientos de la última fila del gol norte, la misma fila en que presencié la derrota del Madrid. Bajo la techumbre recordé a Tendillo, a Metgod, a Di Stefano. Y recordé, sobre todo, la refulgente serenidad de Benito, que parecía seguir a mi lado confiando en que el Madrid, al fin, marcaría el gol del empate.

(Después de la consecución de la copa tuve la impresión de que la deuda histórica se había saldado. ¡Craso error! Seis años después, y antes de la final del Bernabéu, la pericada volvió a agitar el fantasma de Leverkusen. Y aun en 2007, en Glasgow, todavía balbuceábamos el histórico impagado. Mi certeza, a este respecto, era ya desapacible, amarga, insoluble. Nuestro quebranto no se llamaba Leverkusen, sino Sarriá.)


Pepe Albert de Paco
Hincha del RCD Español
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15 comentaris:

Anònim ha dit...

je, je...ese Vila-Matas del revés.

Gracias por tu excelente aportación amigo Pepe. Nos vemos mañana.

bar Torino

Anònim ha dit...

En su nivel, como siempre.

Recordaba la final, y por supuesto el gol, no así que se hubiera jugado en Mestalla. Lo que recuerdo como si fuera ayer es la final contra el Bayer Leverkusen. Toda la planificación del día estaba en función de ver al matagigantes del momento. Tan buena fue la organización que me olvidé de un detalle nimio: poner gasolina al coche. Me quedé tirado en la autopista Coruña-Santiago, y con mi jefe de copiloto meditando muy seriamente si aquél empleado suyo era tonto o simplemente bobo. No me atreví a preguntarle si los sinónimos eran adrede o falta de léxico.

V Molins ha dit...

Preciosa historia, bonico.

Anònim ha dit...

Si hay un equipo realmente hermano del Valencia en primera división, ese es el Espanyol. Valencia y Espanyol se han necesitado recurrentemente para ganar títulos: dos de las cuatro copas que conquistó el equipo catalán las ganó en Mestalla, la historia de las ligas del Valencia tienen duelos con el Espanyol como fechas clave, desde el choque final de la liga del 71 hasta la remontada del primer equipo de Rafa Benítez en una noche prenavideña de Montjuic pasando por el día en que Baraja ascendió a los cielos poniéndonos la liga del 01 en bandeja.

Anònim ha dit...

Qué historia tan bonita.

Recuerdo los partidos contra el Espanyol con especial emoción. A los dos trascendentales encuentros de la 01-02 que apunta Gisbert, añado el agónico 1-0 de la temporada 95-96 que nos daba opciones todavía de ganar la Liga, con aquel gol de Arroyo en su último partido en Mestalla (también lo era el de Pedja). También hay alguna derrota clave: aquel partido jugado bajo una tormenta de nieve en la 03-04 fue la última derrota del VCF antes de campeonar su última liga.

Además, el VCF fue el último equipo que jugó en Sarriá. Palmamos 3-2, creo, en la última jornada de una temporada, la 96-97, para olvidar, salvo por la eliminación del Bayern en la UEFA.

Saludos

Vicent Chilet

Anònim ha dit...

Bueno, bueno.

Hay mucha tela en los VCF-Español y viceversa. En los 80' fueron partidos marcados por los gritos de "a segunda, a segunda" que indistintamente se recetaban en Sarrià (primero) y en Mestalla (después).

El primer partido del VFC en primera fue en Sarrià.

bar Torino

Emilio ha dit...

Yo estuve esa noche prenavideña de la que habla Paco Gisbert en Montjuic y la verdad, todavía me estoy preguntando como perdimos aquel partido. No era un encuentro más, ya que de haberlo ganado, sumado a la victoria que tuvimos a la semana siguiente contra el barça, hubiésemos acabado el año por delante de los culés en la clasificación.

De aquella noche siempre se dijo que Benitez estuvo cesado al descanso y al final, os dio la liga.

A ver que pasa dentro de media hora.

kawligas ha dit...

Uno de los posts de banqueta visitante más fascinantes (el del Racing es mi favorito). El gol de Tamudo en la final del centenario es uno que debiera ser usado para explicar todo lo que de villanía y gloria tiene el fútbol.

Anònim ha dit...

Una narración de libro.
Los encuentros contra los periquitos no suelen pasar desapercibidos. Como dice Bar Torino, hubo mucha rivalidad y el Español se pone siempre las pilas frente al Valencia.

Por estas fechas en el año 1967 recuerdo una remontada épica en Sarriá: Español 4 -Valencia 5. En el descanso 4-1. Desde entonces siento un morbo especial en los enfrentamientos entre ambos conjuntos y un recuerdo lejano de aquellos tiempos en que la "caja con voces y música" era destronada como reina del comedor por la televisión.

Alfredo Cardona

Anònim ha dit...

El partido de ayer resultó algo desangelado. Poca gente, el horario prenavideño, la tiranía del clásico...y ese Español vestido de rojo. Inconcebible.

bar Torino

kawligas ha dit...

Y la salida forzada de Rufete. Un jugador que, por la banda derecha, mintió mucho menos que al "salao" que tenemos ahora por esa banda. Siempre recordaré su papel fundamental en la remontada en Montjuich de la primera liga de Benítez.

Anònim ha dit...

Sr. Albert de Paco, cómo me alegra volver a leerle, siempre es un placer. Y recordando algunos Español-Valencia,el de 1970 en Sarriá, con Di Stefano, ex-jugador del Español y ese día entrenador del Valencia, en que quedaron Campeones de Liga, pese a perder 1-0, gol de Lamata, mientras At. de Madrid y Barça empataba a uno.Por cierto,el banderían de ese día, partido nº1000 del Español en Primera, ya forma parte de mi colección. Un abrazo y hasta pronto.

Neófito ha dit...

Retomando el comentario de Bar Torino, yo recibí un poco la herencia tardía de los "a segunda!" ochenteros. Me da la impresión de que aquel grito se convirtió en una espina clavada, como un aviso doloroso y realista del fondo que estábamos a punto de tocar. Quizás también fuera la primera vez que en un estadio se hacía mofa de forma tan patente sobre la posibilidad de que el VCF ya consolidado en la elite besara la lona. Al menos en la historia más reciente del club, descontando tal vez la temporada pasada.
Uno de los primeros partidos que vi en Mestalla con mi padre fue el VCF-RCDE de la campaña 92-93. Los 2 primeros goles ligueros de Juan Sánchez en Mestalla sentenciaban prácticamente el descenso de los pericos y se revivió como una especie de catarsis vengativa el cántico referido.
Coincido con vosotros en el reconocimiento a Rufete y me consta que es un jugador que se ha ganado una gran estima entre el espanyolismo. Anoche Mestalla hizo justicia una vez más con una ovación merecidísima.

Anònim ha dit...

Rufete... jo solia dir que si en Wikipedia buscaves "Interior dret" apareixia una foto de Rufete.
Necessitava continuitat en eixir d'una lesió per retrobar la forma, però quan s'hi trobava bé era (és) un interior de manual.
Llàstima que molta gent no tinga clar que interior és una cosa i extrem altra...

Neófito ha dit...

Por cierto, un poco a nivel de coña, no deja de ser algo traumático que el último gol de Sarrià lo marcara Iván Campo con la camiseta del VCF.