divendres, 23 de gener del 2009

¡Hay bombón helado…!

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Hay una foto. Una muy antigua, en el libro de Paco Lloret sobre Mestalla, en la que se ve un quiosco en el perímetro interior de la entrada al campo. Según reza el pie de foto, el quiosco estaba situado en el espacio diáfano que daba acceso a las gradas de tribuna y en él se servían bocadillos y refrescos. No creo que yerre el tiro si afirmo que éste fue el primer servicio de “catering” de la historia de nuestro emblemático campo. Puedo imaginarme el olor a butifarra y longaniza, los no menos estimulantes bocadillos de jamón serrano y los generosos vasos de limonada que pedirían, recatadas ellas, las damas que acompañaban al numeroso público masculino que acudía en aquellos días a ver jugar al Valencia FC. Es muy posible que el quiosco vendiera también caramelos o golosinas para los niños, incluso quizá regaliz o barquillos. Eran los locos años veinte, no lo olvidemos. El rastro de la comida y bebida en Mestalla es débil y escurridizo, caracterizado por unos tiempos de escasez y miseria, los años de la post-guerra estoy seguro que debieron ser autárquicos y muy duros en lo relativo al humano hecho de llenar la panza. Bocatas de tortilla envueltos en aceitosos papeles de diario y botas de vino, junto a algún abstemio que llevaría una cantimplora llena de agua para que el bocado no se echara a dormir a mitad de camino. Los años 50, con la construcción del Gran Mestalla trajeron, sin duda, una mejora de los servicios al público asistente. El café expreso, y su pariente canalla: el carajillo, debieron tomar posesión de los puestecillos que empezaron a poblar diferentes zonas del campo. Por supuesto, el formato “Juan Palomo” seguía bien enraizado entre la afición y sé de verdaderos supermercados ambulantes que entraban en el campo como si el partido no fuera a durar un par de horas, sino una semana entera. Armado con una navaja de bandolero, el festín empezaba un poco antes de que el silbato señalara el inicio del juego y tenía un punto álgido en el momento del descanso, cuando la bota iba de mano en mano por la fila. Eran tiempos donde el fútbol aún se saboreaba al albor de la luz diurna. Termos de café para el invierno y limonada en neveras para los partidos de septiembre. Es el fútbol un deporte en el que siempre está pasando algo. A diferencia de otras disciplinas en las que las pausas permiten cierto relajo en la observación del juego, no ocurre así en el balompié. Por ello, los puestos de venta de refrescos se colapsaban en los descansos y el negocio finalmente se resentía. Así se ideó que unos vendedores ambulantes, vestidos con unas blancas chaquetillas se movieran entre el graderío ofreciendo algunos productos. Recuerdo su limitada oferta y la trasera de sus chaquetas, serigrafiada con un gigantesco caramelo Pictolín. Turrón Meivel, bombón helado y pictolines. Solían aparecer en los partidos de pretemporada o en el Trofeo Naranja y su grito característico hacía que los niños miráramos a nuestros padres con una cara ansiosa y plena de deseo. ¡Hay bombón helado! Gritaban. Hace años que ya no caminan por las gradas. Mi último recuerdo de ellos es en la temporada 1999-2000, en el debú en Champions contra el Glasgow Rangers. Un dadivoso seguidor escocés invitó a toda nuestra fila a bombón helado. En el largo tiempo en el que esos vendedores ambulantes tuvieron presencia se enmarcan los años dorados de mi infancia y juventud valencianistas. El tiempo nos fue trayendo diferentes empresas que gestionaron nuestra sed y hambre, aunque a mi modo de ver nunca lograron vencer al perenne y satisfactorio recurso del bocata casero. La ley contra la violencia en el deporte no mejoró nuestras opciones. Recuerdo la absurda medida de hacerme pelar un plátano al entrar por la puerta 3 hacia mi localidad de tribuna en un partido de Champions. Me pareció tan surrealista que opté por arrojar el plátano al cubo de basura con malos modos mientras me cagaba en… Nos espera un nuevo campo, uno en el que todo estará diseñado para que nuestro club genere ingresos a cada instante, como si de un astro rey de nueva creación se tratara. Me pregunto si allí, en ese nuevo coliseo llamado a alumbrar una nueva era futbolística y social, tendrá lugar la magnífica tortilla de patatas con ajetes de mi madre y si en alguna de esas noches caniculares en las que el infierno parece abrirse de par en par para engullirnos, futboleros irredentos, podré aliviar mi sofoco comprando desde mi cómoda butaca abatible un rico y refrescante bombón helado.


Francisco García
Socio del Valencia CF
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9 comentaris:

Anònim ha dit...

Muy bueno.

Lo surrealista era la cola para sacar tickets antes de consumir.

Yo en Mestalla nunca he podido comer. Se me cierra el estómago.

Por otro lado, antes que las bengalas, yo suprimiría las pipas. Un comepipas es un lastre. Las manos ocupadas impiden aplaudir, las pipas secan la garganta e impiden animar, el chasquido de pipas es el gesto más antifutbolero y patético posible. A veces he estado a punto de meterle un collejón a más de uno. Por comepipas.

bar Torino

Anònim ha dit...

Hubo un tiempo en que la petaca y el puro eran acompañantes habituales en la grada en las tardes frías de invierno. Es posible que el estuche de mi padre perdure en algún rincón de la despensa. Entonces beber agua o refrescos no era cosa de hombres, el café, copa y puro ha tenido mucho predicamento por estas tierras, y en el campo el coñac destilaba litros.
Hay que reconocer que desde que no se dispensa alcohol, las trifulcas y leches en la grada han bajado mucho su frecuencia. Tener como compañero de asiento un "graduado"
en copas es un auténtico suplicio.

Siempre llamaba la atención la destreza de los vendedores de blanco, subiendo entre la grada repleta de aficionados, sin apenas cemento donde hacer equilibrios y con la bandeja a cuestas.

Alfredo Cardona

Anònim ha dit...

el tío Carambet es el icono mestallista de los vendedores ambulantes.

som valencians!! si
som valencians!! si
visca el pà, visca el ví...
visca la mare que mos ha parit...

Anònim ha dit...

Yo recuerdo perfectamente a un hombre (no creo que viva ya) que también solia estar en el campo del Levante y gritaba: cerveza aguafuanta yyyyyy cocacola, al decir seguido el aguafanta llegue a pensar que había alguna bebida llamada aguafanta.Lo que no recuerdo es como podia meterse entre la gente en la general de pie.

Anònim ha dit...

Lo realmente absurdo es q se prohiban cosas q luego en el palco vip se pueden consumir, q doble rasero...
Igual q la prohibicion de los rollos higienicos, de las bengalas... miticos tifos en el fondo norte, y aparte en Valencia al tener la general de pie arriba los hacian los mas espectaculares de España
Pero ya se sabe q mientras los valencianistas eran agredidos y humillados en la final de Bruselas'80, la UEFA pedia por megafonia q no se tiraran mas tracas o daban por perdida la final al VCF
La doble moral del futbol.....

Joan

Anònim ha dit...

Otro grito de guerra legendario fue el de : " Hay coñac soberano". El mejor remedio para combatir el frío y la lluvia en la antigua general de pie. Recuerdo las mejores cenas en los clásicos partidos de las 10 y media de la noche que tanto molestaban a los periodistas de Madrid. Tengo una imagen grabada desde el sector 4 antes del Valencia-Málaga en los cuartos de la Copa del 71 con gente desplegando manteles sobre el cemento y sacando enormes fiambreras y botellas de vidrio. Por cierto fue un gran partido. Saludos.

Paco Lloret

Anònim ha dit...

Falta un elemento fundamental que formaba parte de la oferta de esos vendedores que se paseaban por la grada: Los míticos "saladitos".
¡Cuantos me compraría mi padre!

Anònim ha dit...

El passat dimecres, en el partit de Copa contra el Sevilla FC, passejava per la meua grada una jove carregada amb una motxilla plena de begudes amb l'escrit "MOCHILAMAN". Sembla que açò també es fa als concerts de rock. Pel seu aspecte era obvi que es tractava d'una estudiant Erasmus d'algun país nordic que es guanyava uns xavos.
Vaig pensar en la diferència que hi havia entre les rastes i extensions de la MOCHILAGIRL i la xaqueta blanca i la brillantina dels antics venedors de grada...

Anònim ha dit...

Tiempos aquellos, sí... La modernidad, la eficiencia y la asepsia hace tiempo que se van cargando todo este tipo de cosas. Tampoco ir al fútbol es lo que era. Pero por lo menos nos queda la memoria.