dilluns, 26 de gener del 2009

Invierno de 1984

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Fue el invierno por antonomasia. 1984. La novela de Orwell se escenificaba domingo tras domingo en Mestalla. Sorteos de coches, facturas impagadas, gradas semivacías, pasillos interiores encharcados y Raúl María Iglesias, el antimito.

Llegó con el año nuevo, como un ciclón de goles y talento. El sustituto natural de Kempes, decían. Las referencias eran inmejorables. Con San Lorenzo, cuyo nombre hacía lagrimear a los viejos del lugar, siempre prestos a recordar aquel amistoso único de 1947, había marcado 99 goles, cifra más que respetable. Así que su llegada supuso una inyección de optimismo que apenas duró un partido, el de su debut.

Era el último día de vacaciones navideñas, sólo amortiguado porque el VCF jugaba en casa y debutaba un fichaje de relumbrón. Llovía. De cuando la lluvia en Mestalla era la danza suprema de la tristeza. Los pasillos inundados, las goteras y su quejido; el pasto embarrado. Enfrente el Sporting. Un Sporting muy apañado. De copa de la Uefa. Poca gente. Porque llovía mucho y aquel Valencia era una ruina. Mi padre y yo optimistas. Aferrados al milagro Iglesias. "Collons, en eixe nom, segur que si" decía el viejo. Pero el debut ya fue sonado. 0-3. De cuando un 0-3 hacía mucha pupa. Antes, mucho antes de que Koeman los convirtiera en rutina.

Ya de vuelta en casa, recuerdo a mi padre arreglando él solito los males de su Valencia. Y poniendo el ejemplo del mismísimo Matador para no enviar a freír espárragos al nuevo fichaje. "Mira Kempes, el primer día un petardo y luego ya ves, el mejor de la historia". Pero no. La confianza ciega apenas duró 3 partidos más. El gol número 100 no llegaba y el chico no pasaba de milonguista. Res de res. El invierno seguía entre más partidos lluviosos y la novedad humillante de ver como se sorteaban coches en los descansos para paliar la debacle institucional. Las gradas medio vacías. 25000-30000. La imagen resumen de los años de plomo: aquel invierno de 1984.

Para primavera ya nadie esperaba nada del tal Raúl iglesias, anclado en sus 99 goles. Ni siquiera mi padre, que se dedicó toda esa segunda vuelta a contarme como se ganó la liga del 71, temeroso quizás de que me hiciera intelectual o cinéfilo. Íbamos a Mestalla, pero lo importante, a esas alturas de la temporada, era la conversación. Ni siquiera el hecho de estar apurando al último Kempes nos motivaba demasiado. El fútbol era en ese instante un sucedáneo de la literatura. Y eso lo explica todo. Cuando anteponemos el relato a la vida estamos perdidos. En manos de esa puta llamada melancolía: la ilusión de destilar la propia frustración de una manera amable. Las aventis de Marsé.

Un domingo de finales de abril acabó la liga. En Murcia. De la copa nos había eliminado el Castilla en febrero y ya sólo quedaba la copa de la liga. Aquella cosa esperpéntica que sólo sirvió para generar más mala leche. La eliminatoria contra el Sevilla debió ser un homenaje a Iglesias. Tras el empate global hubo penaltys. Y el argentino estaba entre los elegidos. Quería su momento de gloria y sería el último en lanzarlo. Creo que todo Mestalla soñaba con ese gol. El tan deseado y ansiado número 100. Por un momento la historia podía dar un giro. Quién sabe. Marcar el penalty, clasificarse, recuperar el olfato, ganar el título con actuaciones memorables del crack. Pero el guión ya estaba escrito. Ni siquiera hubo opción de quinto penal. Ni siquiera pudo patear desde los 9 metros. Con el cuarto lanzamiento el Sevilla ya estaba clasificado ante la muda decepción de Mestalla, que miraba anestesiado el declinar de su equipo. Sentí pena. Una profunda pena por aquel chaval. Y quizás también por todos nosotros. Han pasado 25 años. Y aún lo recuerdo. Cabizbajo, sin dar crédito a su experiencia en España, como un zombi camino de los vestuarios ante la mirada incrédula de los allí presentes: ni el jodido penalty ha podido tirar, se oía en los corrillos. Su sustituto fue el uruguayo Wilmar Cabrera. Pero ese es otro post. Un post de como la llegada del verano no siempre es la solución.


Rafa Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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13 comentaris:

Anònim ha dit...

Aun recuerdo como si fuera ayer una portada de "El Gráfico" con el bueno de Iglesias, disfrazado de rey que rezaba "El Rey del Gol". Y lo curioso del caso es que, si no me falla la memoria, el Valencia fue a fichar a Husillos pero se lo llevó el Malaga y éste sí se hinchó a meter goles.

Anònim ha dit...

Grande como siempre, Rafa. A fuerza de ser discreto, se me pasa enviar comentarios necesarios. Es preciso que alguien venga a decirnos que hubo un tiempo en el que todo salía mal, que ir a Mestalla era un suplicio, que había noches de aguacero en las que un Valencia impostor hacía como que jugaba a algo parecido al fútbol, y que aún así gente como tu padre y como tú estabais allí para afirmar que el club era mucho, muchísimo más que lo que se veía sobre la hierba de Mestalla.
Gracias.

kawligas ha dit...

Rafa, magnífico texto, deslumbrante.
Ese invierno pertenece al periodo que denomino mi "amnesia", que va desde la primera venta fallida de Kempes hasta 1988. Juro sobre el murciélago que nunca vi jugar al jugador que mencionas. Lo que convierte este texto en unos aún más valioso para mí.

Anònim ha dit...

De todos los grandes pufos que ha tenido el Valencia en su historia, de todos los que han padecido la maldición del 9, sin duda Iglesias es el más grande. El futbolista que vino como goleador y no marcó ningún gol con el Valencia. Mucho más grande que Aristizábal, Toni, Zigic, Wilmar Cabrera, Diego Alonso o Pizzi.

V Molins ha dit...

Qué bien escribe este tío, coño.
¿Pero 1984 no fue el año pasado?

Anònim ha dit...

Excelente Rafa. El reclamo del sorteos en epocas de crisis, coches y demás, se había perdido en mi memoria. Es raro que a los nuevos gestores no se les ocurra algo de ese tipo. A mí se me ocurren varios anzuelos para que la gente acuda a Mestalla y deje el sofá o saque entradas. Imagino aquello de, "le ha tocado un viaje a Sevilla para ver al equipo con varios reclamos para sibaritas". Después que la cosa se quede en sobaos o pasiegos ya es cuestión de la meteorología.

Anònim ha dit...

Se me olvidó firmar el comentario anterior. Disculpen.

Alfredo Cardona

Lobo ha dit...

Joer, pues a mi no me suena de nada el tal Iglesias.

El texto exquisito, como siempre una gozada.

Anònim ha dit...

En referencia a la portada de "El Grafico" a la que hacía yo mención (se me olvidó firmar el mensaje) me he puesto en contacto con la redaccion de la revista argentina y me han confirmado que no fue portada sino un reportaje interior y que efectivamente esa foto corresponde a cuando fichó por Racing Club en el año 87 procedente de San Lorenzo y la nota rezaba: Racing club ficha al Rey del Gol.
Me han prometido enviarme la foto al correo y si alguien lo desea se podría colgar para quien quisiera verla.
Es algo intrascendente, pero siempre me pareció curioso que Iglesias fracasara estrepitosamente aquí y triunfara por todo lo alto en Argentina donde llegó a ser internacional con la albiceleste.

Un saludo
Jose Miguel Lavarías.

Anònim ha dit...

Aquella fue una liga rara. El Valencia empezó muy bien, se puso lider, ganó en el Bernabeu y en el Calderón. Parecía que iba a estar de nuevo entre los mejores y que había aprendido la lección de aquel descenso salvado in extremis por el gol de Tendillo. Luego vino la depresión y el hundimiento por navidades. Muy parecido a lo que había pasado justo diez años antes en la 73-74. Kempes desapareció y este cuento se acabó. Cambio de entrenador y a sobrevvir con más pena y alguna gloria: victoria en Sarriá y empate en el Camp Nou.
Saludos.
Frank Orwell
(sobrino de Tío George)

Anònim ha dit...

10 años después volvió a pasar algo similar. Líderes al principio. Kalsrhue, Penev,Roig y al final el partido de Riazor.

Anònim ha dit...

Menos mal que en el siglo XXI las cifras 03-04 nos han traído mejores noticias. Veremos en la 13-14.

Frank Orwell visionario

Anònim ha dit...

La primera guerra mundial.