·Cada partido en Mestalla es un ritual que libera los sentidos. Cada quince días se repite de manera idéntica una maravillosa liturgia. Pueden caer presidentes, técnicos y jugadores, sumergidos por la marea de lava que la acequia de Mestalla arrastra en su paso subterráneo por el estadio. La ceremonia es siempre la misma. Sostengo la teoría de que sería capaz de 'ver' un encuentro del VCF sentado en una de las terracitas de la Avenida de Suecia, contemplando entre martinis la vieja fachada de la tribuna, último trozo de memoria que une a todas las generaciones valencianistas, y guiándome únicamente por los rugidos de la grada. Y por sus tensos silencios, sus furtivos bròfecs y el aroma inconfundible de montecristos y caliqueños...
Podría incluso cerrar los ojos, que contemplaría con total nitidez la creciente angustia que provocaba en la parroquia que Fernando pinchase la pelota y robara dos segundos antes de escoger un envío siempre perfecto; los crispados silbidos de un pase errado de Castellanos, Tomás, Farinós o Pellegrino; la ovación al elegante regate y salida controlada de la pelota del emperador Arias y el 'faraonito' Quique; los olés facilones a artistas, perezosos o efectistas, romaristas o aimaristas; los aplausos rabiosos a los gestos tribuneros de Carboni y el Kily González; el frenético bramido de los contragolpes liderados por Pedja, el Piojo o Vicente; la certeza de que una falta acabará en gol cuando el estadio entonaba el mágico 'Keeeeeempes, Keeeeeeeempes'... la intuición de que los mismos elogios que nos han suscitado Cañizares, Ayala, Baraja, Silva y Villa, los empleamos de pequeños con Sempere, Voro, Arroyo y Penev, nuestros padres los utilizaron para ovacionar a Abelardo, Jesús Martínez, Claramunt, Valdez y Waldo, y nuestros abuelos los dedicaron a piropear el 'football' de Eizaguirre, Puchades, Gorostiza y Mundo...
Sigamos con los secos 'uy!!!' con la pelota oliendo el poste, los alarmistas 'ay!!' de inconfundible procedencia femenina aplacados con el silencio de haber encajado un tanto, el orgásmico 'goooooool!!!' que deja los cimientos temblando...
Tampoco hace falta entrar en el estadio para sentir la asfixiante olla a presión en la que se convierte este santuario en circunstancias extremas, cuando se lucha por títulos o cuando se socorre a un equipo famélico y en crisis. Y basta con escuchar un 'que se besen, que se besen' o un 'Sois San Marino' facturado desde el viejo Gol Gran para adivinar que la representación es surrealista o cómica. El pueblo de Mestalla, valenciano con reminiscencias vascas y argentinas, es así: exagerado, sobreprotector, burlón... Desde mi privilegiada posición en los aledaños detectaría el aroma nocturno de los extintos partidos de las 22.30, de los pasionales duelos contra el Real Madrid y FC Barcelona, de las noches europeas con aristócratas rivales, del veraniego 'cinema paradiso' de los bolos del antiguo Naranja con la expectación que suscitaban los fichajes y los exóticos contrincantes; la lluvia torrencial que decoró la goleada al Bayern en 1996, los partidos contra el Athletic (Mestalla, sobre todas las cosas, siempre será un VCF-Athletic...).
Si cierro y aprieto los ojos podría remontarme hasta el mejor encuentro de la historia de este deporte. Fue en 1947 y enfrentó al VCF y al Torino de Valentino Mazzola, posiblemente los dos mejores equipos del planeta en aquella época. Que en realidad ese envite nunca se jugara es un detalle sin ninguna importancia. Contemplando embobado la fachada de tribuna y su cubierta inglesa, la militancia recobra sentido y todas las historias son posibles.
Vicent Chilet Torrent
Socio del Valencia CF
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2 comentaris:
Maravilloso.
bar Torino
"El pueblo de Mestalla, valenciano con reminiscencias vascas y argentinas, es así: exagerado, sobreprotector, burlón...".
Ole.
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