Parecía que el año del Centenario de nuestro maltratado Mestalla iba a acabar con el sabor amargo del veneno que todo lo que toca Meriton impregna. En el último partido en casa volvieron a utilizar a un grandísimo jugador de fútbol, que no leyenda del Valencia Club de Fútbol, como escudo humano, modus operandi que ya no coló.
Pero faltaba un último partido en el campo con más sabor a barrio de Primera División, el del Valle del Kas.
Y fue allí donde un futbolista que transmite barrio por sus cuatro costados realizó el mejor homenaje que se puede hacer a nuestro campo y al pueblo que desde hace más de cien años en él habita.
No fue su gol ni la victoria que supuso, fue muchísimo más. Fue el cómo, las formas, el contenido inmenso, el significado infinito.
No corrió a nuestra grada visitante a señalarse el nombre que con tanto sacrifico y esfuerzo había conseguido lucir en la camiseta de su Valencia Club de Fútbol. No se señaló la oreja para protestar las críticas que durante estos primeros meses de campeonato pudieran estar surgiendo. No celebró excéntricamente posando para las fotos del día siguiente.
En esa ceremonia salvaje, natural e instintiva que apenas duró unos segundos, Sergi hizo el homenaje que merecía el año del Centenario de Mestalla.
Sin parafernalias ni fuegos de artificio, surgió desde las entrañas de su sentimiento valencianista. En nombre de su Valencia, del de su madre y de su abuelo. En el nuestro.
En estos tiempos tan duros en los que la única meta del valencianismo es sobrevivir y en los que en ese esfuerzo nos encontramos tan solos y desamparados, hay gestos que resucitan el orgullo de todo un pueblo, que dibujan un inmenso rayo de esperanza entre tanta tiniebla.
Una vez más los valencianistas, en el campo y en la grada, tirando del club.
A trescientos kilómetros de esa portería sin gradas de Vallecas, en la penumbra del olvido, Mestalla sonreía complacido y satisfecho. Sabía por sabio y viejo que, aunque fuera en el último suspiro del año de su Centenario, aquello iba a suceder, que su pueblo y su gente lo iban a dignificar, aunque fuera en el exilio que Meriton nos impone
Gracias Sergi.
Jose Carlos Fernández Haba. Socio 1.087