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Hubo una ciudad que soñaba con otra ciudad, más allá del río y de los puentes. Había otra ciudad que miraba cómo la ciudad se desbordaba desde el centro histórico hacia retículas y ensanches burgueses. La ciudad que creció con la Alameda, el camino de la Soledad, los cuarteles militares, el cuartel de la Guardia Civil, la Estación del Tren de Aragón, el camino de Peñarroja o el camino de Algirós. Una ciudad de pequeños huertos, de trabajadores ferroviarios, un mundo de casas cosidas a los caminos de Moncada, de Alboraia, un horizonte de corrales, palmeras e higueras jalonando los caminos, olor a geranios y acequias, de pilluelos sin clases, de casinos republicanos, de procesiones a la virgen, de olor a caballerías y perros ladrando en la noche, de pícaros en tabernas… La ciudad que comenzó a hacer deporte, atendió el ocio y comenzó a imaginar otra manera de vivir. La trayectoria y méritos en los sesenta y cuatro años de la vida de Eduardo Cubells Ridaura reflejan con mayor claridad que ninguna, de qué manera se incorpora el deporte a la ciudad; cómo el Valencia FC se convierte en símbolo representativo, y de qué manera un espectáculo atlético que en 1909 apenas congregó un par de centenares de espectadores, cincuenta años después, en 1959, acogía a más de cincuenta mil para ver jugar a Pelé en Mestalla, en el Trofeo Naranja.
Cubells nace con el siglo, en 1900, y en Algirós. Entre los muelles y las vías de la Estación de Aragón, caminos entre la huerta, fábricas y talleres. Más allá del río Turia, cuando ni siquiera existía el puente de Aragón, ni la fábrica de Tabacalera, ni la Exposición. Sus padres tenían una tienda de ultramarinos, una botigueta, la clásica tienda de coloniales, comestibles y ultramarinos que yo he llegado a conocer, con productos de todas clases, lugar de reunión, cafetín improvisado, ese lugar en el que los obreros y menestrales llenaban el bocadillo de mezcla y servían vino, aceite y tantas otras cosas. Personas conocidas y acomodadas en el barrio de Algirós, y un niño imitando con una pelota de trapo a los ingleses practicando el fútbol en un descampado.
Ese niño es protagonista privilegiado de todas las etapas del deporte y del fútbol en Valencia. Asiste con nueve años a los partidos de exhibición en la Exposición Regional de 1909. Se entrena viendo jugar a unos ingleses que practican el fútbol en una explanada junto a su casa. Estudia en los Hermanos Maristas, y va pasando al fútbol, al Hispania, al Rat-Penat, a ese Valencia primitivo que ya existía desde antes de la fundación final en 1919, y del Deportivo Español al Valencia FC.
Con 16 años se marcha a Madrid para opositar a Correos y pasa allí catorce meses de abandono del fútbol y tentación taurina. Contempló los primeros partidos, y sus sucesivas elecciones le llevaron al equipo que acabaría por concitar la representación del futbol valenciano. Sin embargo, fue Amador Sanchis, Seg. el cronista deportivo del Diario de Valencia, presidente del Gimnástico P.J.O. el que lo aparta de las plazas de toros.
Y como la propia supremacía futbolística en la ciudad, Cubells sigue ese itinerario hasta llegar al Valencia FC y en ese lugar conseguir sus mejores triunfos como interior derecha. Pasa a jugar en Sevilla con Kinké, marcando incluso dos goles al Betis, en un partido memorable. Pero Cubells volvería pronto a Valencia. Científico, creador de la escuela levantina de fútbol, popular, modelo de padre de familia, ejemplar, inspirador de simpatía dentro y fuera del campo, valenciano de pura cepa, simpático, afable y atento. Todos esos adjetivos se dedican a Cubells, aunque los principales serán los que lo identifican con los primeros atisbos de gloria y fama para una manera de entender el fútbol, la de Valencia, que en las dos primeras décadas asistía a una leyenda negra.
Eduardo Cubells, enamorado del fútbol y del Valencia, alérgico al profesionalismo, siempre entendió sus triunfos como una compensación colectiva para el fútbol valenciano. Eduardo Cubells será el primer jugador del Valencia al que se dedica un monográfico, dentro de la colección Los “Ases” del fútbol, editado por el semanario
La Jornada Deportiva. Y en ella se destacaba como resumen de Cubells: “
Dio vida al Deporte, hizo una afición y formó un once fuerte, todo ello debe la región a Cubells”.
Cucala se debate, como la propia sociedad, entre los toros y el fútbol. Fue una decisión difícil ya que, en dos ocasiones al menos se apartó del campo de fútbol para Una sociedad que en las Fallas de 1923 dedica once monumentos al debate entre los dos espectáculos, y que glosa el auge del deporte como causa de la muerte de los toros. “
Desde Pekín a Museros, está ple de futboleros”, denunciaba la Falla Borrull-Socorro. “
El futbol está en la gloria; lo demés… pasá a la historia”, en la comisión de las calles En Sanz-Gracia, era el lema similar al de la calle Ciscar, “
El futbolista Pelaes, guaña els dinés a pataes”. O en el mercado de Mossén Sorell, “
El futbol guaña la copa. Ya el tenim hasta en la sopa!” En Convento Jerusalén la muerte de la tauromaquia a manos de los deportistas, “
Per culpa dels futboleros, s’en van a pacte els toreros”, y en la Plaza del Pilar-Torno del Hospital, “
el futbolista Bresquilla li dona al bou la puntilla”… Y hasta once monumentos dedicados al mismo tema.
Ese mundo es el que transita Cubells, como “creador de la escuela de fútbol” valenciana, llegando a ser en realidad el último de los jugadores románticos, a los que no llega el profesionalismo, a los que no llega el entrenador. Cubells en el primer campo, Cubells en la primera internacionalidad del club, Cubells en la primera victoria ante un equipo extranjero, Cubells en la primera eliminatoria de Copa ante el Sporting, Cubells en enero de 1924, cuando el club hace oficial su bandera y el primitivo himno del club, porta el estandarte en Mestalla, y es su propio hijo Pepito el que efectúa el saque de honor.
Con ocasión de su debut con la selección española, el 1 de mayo de 1925 la revista Gran Vida de Madrid le dedicaba una entrevista realizada por su corresponsal Ángel Ezcurra. Ezcurra explica la internacionalidad de Cubells como un premio para la región, con un desarrollo progresivo de su fútbol, en el debate que sobre su supremacía pelean el Valencia FC frente al “animoso club del Puerto”, el Levante FC, y frente a los “bravos voluntariosos” del Gimnástico FC.
Todo en la entrevista rezuma la generosidad de un Eduardo Cubells, alegre por su internacionalidad, pero triste por la fama del fútbol valenciano:
“(…) es mi pena punzante y continua porque no cejan nuestros seculares enemigos en desacreditar al público valenciano, tan correcto y hospitalario como el que más”.
Todas las historias del Valencia se han detenido en el supuesto debate entre montistas y cubellistas, cuando lo cierto es que en la misma entrevista Cubells, generoso, aseguraba que “
nuestro Montes es el mejor delantero centro de España”.
El propio Ángel Ezcurra se queda desconcertado ante esa afirmación que desmiente esa rivalidad hostil entre partidarios de Montes y Cubells. Incorporado al mundo del amateurismo marrón, al profesionalismo más o menos clandestino, Cubells es el legendario jugador presente en la bendición de la bandera, junto con su hijo Pepito Cubells, realizando el saque de honor en el partido contra el Júpiter, y legando una de las imágenes más singulares de la historia del Valencia FC.
La presencia de Luís Colina y Eduardo Cubells explican la transición a un Valencia cuya pujanza de los años 30 no encuentra interrupción durante la guerra ni en la postguerra. Son las personas las que explican nuestra supervivencia, y el tránsito entre aquel fútbol amateur y el fútbol de los primeros títulos. Se vinculó rápidamente al club, incluso en la guerra con la incautación, como secretario técnico, y como entrenador consiguió el segundo título de Liga. Incluso casi llegó a ser el que fichara a Pelé para el Valencia en 1959.
En una gira por Brasil, Cubells disponía de los fondos para fichajes facilitados por don Luis Casanova, y estuvo a punto de fichar al joven jugador del Santos, Edson Arantes do Nascimento, Pelé. Un Pelé de 16 años, descartado por prudencia por el internacional brasileño Walter, interior zurdo del Vasco de Gama.
Walter y Pelé en Mestalla, en aquel memorable Trofeo Naranja. Cincuenta años después de los primeros partidos de la Gran Pista de la Exposición, la labor del gran Cubells en el club se hizo evidente, dando la razón a aquella decisión que tomó en su juventud, y que declaraba en público solemnemente en el año 1924: “
Finalmente no me acuerdo de los toros ni toreros, soy hasta que me lo permitan las fuerzas, futbolista”.
Hasta el 13 de marzo de 1964.
Miquel Nadal Tárrega
Socio del Valencia CF
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