dimarts, 16 de març del 2010

La cremà en Mestalla

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Forment reclamant-li a Sánchez Ibáñez durant el partit, finalment decisiu per a la Lliga,
València CF 1- Real Madrid CF 2 disputat al Camp de Mestalla el 19 de març de 1972.

Muchos partidos a lo largo de nuestra historia han coincidido en días falleros, pero indagando un poquito he querido comprobar los partidos que se han jugado en Mestalla justo el día de Sant Josep y me gustaría compartirlos con todos vosotros.

El primer partido en Mestalla que coincidió con el día grande de las Fallas fue en el año 1924, contra un equipo checo, el Cechie de Praga, al cual vencimos por 4-3. Fue el segundo partido que jugamos contra ellos, pues tres días antes ya nos enfrentamos ganándoles esta vez por 2-0. Este equipo fue fundado en 1903 para desaparecer en 1948.
Anteriormente, cabe destacar que en Algirós ya se había disputado un partido el día de Sant Josep, contra un equipo catalán, el Universitari de Barcelona que el día antes nos había derrotado por 1-7, pero con el que logramos empatar a 3 al día siguiente.

Posteriormente en el año 1928 se jugó un partido contra el Murcia de fase previa de la Copa del Rey, con victoria 3-1 para los nuestro.

En 1929 nos visitó el Rampla Juniors, campeón uruguayo en 1927 en el primer campeonato organizado por la Asociación Uruguaya de Fútbol. Debido a éste éxito el prestigio de este club uruguayo se proyectó más allá de las fronteras del Uruguay y en 1929 hicieron una gran gira por Europa, disputando 19 partidos y visitando a equipos de la talla del Olimpic de Marsella, el Tennis Borussia alemán, el Benfica portugués o los holandeses del Ajax, derrotándolos a todos. En Mestalla nos derrotaron por 0-1.
Gira que repetirían en 1956, incluyendo Asia, y que curiosamente volvió a enfrentarnos a ellos el día de Sant Josep, esta vez sí les conseguimos derrotar por 2-1

En la década de los 40 y los 50, se sucedieron los partidos amistosos, como queriendo instaurar la tradición de fútbol en Mestalla el día de la cremà. En 1940, 3-1 al Burjassot, 2-1 al Atlético de Madrid en el 41, 3-4 contra el Saint-Ettiene en 1949, 0-0 contra el Millonarios de Bogotá de un jovencísimo Alfredo Di Stéfano y sendos 3-0 contra Wolverhampton y Birmingham City en los años 1957 y 1958.

Tenemos que llegar al año 64 para encontrarnos el primer partido de liga de Primera división que se disputó en Mestalla. Aquel Valencia europeo le metió 4 goles al Betis con el dúo Guillot-Waldo haciendo de las suyas. En el año copero de 1967, la víctima en esta ocasión fue el R. Zaragoza que encajó un 6-0 demoledor, con Waldo, de nuevo, metiendo goles a pares.

Y llegamos a 1972. Ilustre visitante. Y no me refiero al R. Madrid, sino a Sánchez Ibáñez que con un arbitraje escandaloso decidió una liga que finalmente ganaron los madrileños con dos puntos de ventaja sobre el Valencia. Aquel partido no llegó a concluir, pues fue dado por finalizado minutos antes de llegar a los 90 reglamentarios debido al lanzamiento masivo de almohadillas. La venganza llegó en semifinales de Copa, donde les eliminamos pero no fuimos capaces redondearlo conquistando el título ante el Atlético de Madrid. Fue el año de los subcampeonatos.

En 1978 el Valencia del Gran Mario se encargó de devolverles la moneda a los madridistas con un 2-0, en un partido en el que se registró el record de recaudación en Mestalla, con algo más de 22 millones de pesetas y que el 2-0 final se antojó corto no, cortísimo, pues la diferencia debió ser mucho más amplia. Si no estoy equivocado, la foto de Mario con el balón en las manos levantadas gritando frente al gol Norte de Mestalla corresponde a la celebración del segundo gol marcado de penalti.

Año 1980. Partido de vuelta de los cuartos de final de la Recopa. Valencia CF, 4 – FC. Barcelona, 3. Palabras mayores. En el Camp Nou se había encarrilado la eliminatoria con un solitario gol de Pablo. Pero este partido fue de infarto. El Barça vino a por todas y el Valencia jamás le perdió la cara al partido. Un gran Saura, con dos goles, el 3-2 espectacular y los otros dos de Bonhoff y Kempes. Recuerdo que no estuve en aquel partido, pero fue televisado, y fue televisado además, si no me traiciona la memoria al alimón con uno del Madrid en Copa de Europa en Glasgow o contra el Celtic en el Bernabeu. Pasamos a semis donde fulminamos al Nantes y conquistamos aquella Recopa, de la que justamente este año se cumplen 30 años.

En el año 1987 se disputó un amistoso contra el PSV, el I Trofeo Ciudad de Valencia, que se llevaron los holandeses por penalties tras empatar a 2.

Y el último partido que se disputó un 19 de Marzo, hasta la fecha, fue en 2003, contra el Arsenal, en la última jornada de un igualadísimo grupo de la segunda fase de la Champions League. Necesitábamos ganar para acceder a cuartos de final. Y lo hicimos, gracias al gigantón noruego John Carew, que anotó los dos goles de aquel 2-1. Aquel Valencia sabía cómo manejar los partidos y a pesar de marcar el segundo gol faltando prácticamente toda la segunda parte, en ningún momento pasó ningún tipo de apuro para mantener el resultado.

No sé si la historia nos deparará en el futuro algún encuentro más en Mestalla coincidiendo con el día de Sant Josep, pero lo que sí sé es que cuando juguemos algún 19 de Marzo en el Nuevo Estadio, a la memoria me vendrán todos estos recuerdos de un Mestalla enfervorizado en un día plenamente festivo.


Jose Miguel Lavarías
Socio del Valencia CF
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divendres, 12 de març del 2010

El baló.

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Escric estes breus línies per a fer una crida, encara que no se a qui.

Una part de la nostra HISTÒRIA com a club de futbol està a la venda, el diners com ja sabeu ho poden tot i més en els temps que corren.

De nou, si no es fa alguna cosa des del club, des d’alguna altra institució (Fundació, Agrupació de Penyes…) o apareix un mecenes, una part del nostre patrimoni desapareixerà i qui sap quan tornarà a la llum.

Eixe baló, amb el que el nostre València es va proclamar campió de la nostra primera lliga, hauria d'estar algun dia a les vitrines del futur museu de l'entitat. Malauradament, si les coses no canvien massa acabaran a la llar d'algun col·leccionista privat.

Tan sols espere que qui es faça amb eixe baló siga valencianista i no un col·leccionista "especulador" de qualsevol altre equip.


Josep A. Bosch Valero.
Soci del València CF, que espera vore en algun moment un museu del VCF.
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dimarts, 9 de març del 2010

Xafant Mestalla. Real Racing Club de Santander: Pedro Alba

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Mestalla, sinónimo de gran ambiente de fútbol

Decir Mestalla significa nombrar a uno de los grandes estadios del fútbol español, característico por el ambiente que, entorno al balompié, se vive antes, durante y después de cada partido que disputa el Valencia CF. Guardo especial recuerdo de los partidos jugados en la capital del Turia durante mis 14 años como profesional en el Racing, en los que tuve la oportunidad de enfrentarme a jugadores de primera línea como Fernando, Sempere, Sol… Particularmente, en mi etapa como guardameta tengo gratos recuerdos de mis actuaciones en Mestalla y, en las últimas temporadas, ya como técnico, permanecen ligadas a los buenos resultados obtenidos por los verdiblancos pues, en nuestras tres últimas visitas, hemos conseguido ganar.

Pero, fuera aparte de los resultados, el principal recuerdo que viene a mi mente al pensar en Mestalla es el empuje de su afición, que casi siempre suele abarrotarlo para apoyar a su equipo y poner las cosas difíciles, siempre dentro de la deportividad y el respeto, a los equipos rivales. Rivales, dentro del campo, porque fuera de él los valencianos siempre me han demostrado su hospitalidad y afecto.

Espero que, para ser fieles a la tradición de las últimas campañas, el estadio valencianista presente sus mejores galas el lunes, 8 de marzo, y que los espectadores vean un buen encuentro que finalice con triunfo del Racing.


Fdo. Pedro Alba
Futbolista del Real Racing Club de Santander, actual entrenador de Porteros del Real Racing Club de Santander
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dijous, 4 de març del 2010

De himnos, pasodobles y cancioncillas

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Uno de mis momentos favoritos cuando asisto a los partidos en Mestalla es el de la salida de los jugadores al terreno de juego. En mi recuerdo quedan cinceladas de forma indeleble las primeras veces, siendo niño, en las que al ritmo del pasodoble Valencia del maestro Padilla, y encabezados por Claramunt, el Valencia saltaba al verde manto de hierba. Me di cuenta de ello muy pronto. Era la música que precedía la aparición de los jugadores la que me situaba en un lugar diferente, en una misteriosa antesala de lo que podría ser un día glorioso, si se vencía, o nefasto, si éramos derrotados. Cosas que piensan los niños y que nunca se atreven a contar a sus padres. Chiquilladas. Echando la vista atrás, uno se pregunta si los nuevos aficionados, esos a los que llevamos de la mano o que ya nos acompañan, mocitos y mocitas, a paso firme hasta el campo, sentirán la misma vibración y excitación interior que sentíamos cuando los primeros compases del pasodoble inundaban el aire denso y narcotizado de las gradas.

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Y es natural hacerse esa pregunta cuando uno pasa lista a las músicas que han prologado el salto de los equipiers al terreno de juego. De pasodoble a pasodoble. Del “Valencia” de José Padilla al “Amunt, València” de Pablo Sánchez y Ramón Gimeno. La celebración del 75º aniversario de la fundación del club dejó algunas iniciativas que van de lo ridículo a lo magnífico. Historias revisitadas, libros de cómics, un logotipo vergonzoso, un par de álbumes de cromos y un himno. Sí, porque tuvieron que pasar 75 años para que nos diéramos cuenta que un club tan grande carecía de un himno que glosara y exaltara sus virtudes deportivas. El ritmillo populachero y la letra, fácilmente tarareable, lograron un éxito inmediato del “Amunt, València” entre una gran parte de la masa social. De hecho, pasó a ser utilizado en la salida del equipo al campo y también como rúbrica y broche final de los partidos jugados en casa. Su estribillo gozó de predicamento entre los aficionados más juerguistas y beodos en las finales a las que, felizmente, hemos acudido en los últimos tiempos. A pesar de su éxito inmediato, “Amunt, València” parece haber caído, en los últimos tiempos, en un ostracismo que lo ha alejado del cariño de la afición e incluso algunos manifiestan abiertamente que su carácter popular disminuye las posibilidades reales de que un equipo con ese himno pueda conseguir títulos de tronío.

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Pero los inspiradores intelectuales del himno “Amunt, València” desconocían que el Valencia FC ya tenía un himno. Databa de 1924, estaba compuesto por una mujer (eso sí que es adelantarse a los tiempos), Lolita Soriano Raga, y fue estrenado el domingo 21 de septiembre, por la tarde, en Mestalla. La Unión Musical y el coro de El Micalet, dirigidos por la propia autora, interpretaron el himno y ante el éxito obtenido tuvieron que repetir la interpretación. Nada de esto sería público de no ser por el denodado esfuerzo de un gran valencianista: José Núñez, que en un empeño titánico logró que el 17 de abril de 2005, en el TAMA de Aldaia, se reestrenara el himno de 1924, a cargo de la Agrupació Musical El Majors de L’Horta Sud y del tenor José Llopis Ferrandis. Escuchando aquel himno con los oídos del siglo XXI suena algo trasnochado y tópico, carente de un ritmo y melodía reconocibles a la primera escucha y excesivamente largo. No parece un himno que pueda recuperarse para animar a las masas sedientas de gol en los instantes previos a un partido.

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Y aunque el club ya tiene 90 años, hay iniciativas que, por imitadoras y carentes de imaginación, acabarán por dar carta de naturaleza a esta orfandad musical que padecemos. Me refiero a la idea peregrina de última generación que utiliza la canción del cantante Leo “Amunt Valencia, la victoria” para enardecer a las masas ante la inminencia del comienzo del partido. Una canción que es una copia descarada del canon de Pachelbel y que a mí, francamente, no me dice nada, además de tener que sufrirla a un volumen sónico inhumano.

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Así las cosas, ¿cabe la posibilidad de encontrar nuestra identidad futbolera en alguna tonadilla compuesta o por componer? En momentos así siempre miro hacia Nueva York. En el estadio de los Yankees los partidos empiezan con el himno americano, a mitad de la quinta entrada suena el “YMCA” de Village People, mientras los operarios arreglan el terreno de juego e incluso se marcan una coreografía; en la séptima entrada se canta el estribillo de la canción beisbolera “Take me out to the ballgame”, compuesta en 1908 por un tipo que nunca había asistido a un partido, sigue “God bless America” instaurada como parte del programa desde los atentados del 11-S y la posterior guerra de Irak; finalmente, cuando el partido ha finalizado Frank Sinatra nos despide con “New York, New York”. Tal vez, en el exceso natural de su forma de ser, los americanos traspasen la borrosa línea del buen gusto, pero quizá esa abundancia de propuestas pueda inspirarnos alguna idea realmente valiosa. Mientras, tanto: ¡escuchen, escuchen!


Francisco García
Socio del València CF
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