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Hace algunos años, en este mismo blog, escribí una crítica dura sobre el Mestalla Forever Tour. Afortunadamente, aquello ya es historia. El club supo reaccionar a tiempo y darle valor y contenido a una vía de ingresos atípicos, pero que son norma en todos los recintos deportivos del mundo. Sé que la actual experiencia del tour de Mestalla es sobresaliente y que la gente que ha acudido en los últimos tiempos sale gratamente satisfecha y con cierto orgullo y emoción al contemplar tanta historia impregnando las vetustas instalaciones de Mestalla.
Sirva esta breve introducción para enmarcar lo que viene a continuación, que no es otra cosa que mi experiencia de primera mano, de no hace aún ni una semana en la visita al campo y recién inaugurado museo del F. C. Porto (Oporto, será que lo del vino nos tira más, para los amigos futboleros).
El metro de Oporto te deja en las mismísimas puertas del estadio, en esto no les vamos a la zaga, la estación de Beniferri, que espero FGV acabe renombrando como Estació de Mestalla, también nos deja delante del esqueleto de nuestro futuro estadio, empate a uno, pues. La entrada al estadio se hace por una puerta grande que enfrenta a la tienda, una cafetería y las taquillas donde comprar las entradas para ver el estadio o para ver el estadio y el Museo. Estadio solo: 8 euros, Museo solo: 12 euros, Estadio y Museo: 15 euros. Optamos por la segunda (mi sufrida esposa me acompañó, ¡hagámosle la ola!), todo bien. Los precios son disuasorios, por solo 3 euros vemos algo que valoran en 8 euros, así que la sensación de “pelotazo” es más que satisfactoria. Pero ¡ojo! Aquí se acaban las alegrías. Ofertaban la visita al estadio en portugués e inglés. La visita empezaba a las 16 horas, hasta aquí ningún problema, pero ¡ay! que para acceder a un aparcamiento (una aparcamiento que circunda las entrañas del estadio) desde el que se inicia la visita, un lugar feo de cojones, por mucho estadio 5 estrellas que sea, se debe subir en un ascensor de 10 en 10 personas, dado que éramos unas 60 en el tour, la visita arrancó en el aparcamiento casi a las 16:15, debiendo esperar allí coche va, coche viene, a que todos subieran el piso (un solo piso, sí, pero a velocidad da caracol) en el que estaba el aparcamiento. Una simpática empleada “falaba portugues” y su compañero, no hacía nada, solo miraba. La empleada preguntó que cuantos hacían el tour en inglés, 4 manos se levantaron, para mi sorpresa, dos de ellas eran de unos españoles catalanes que al parecer preferían escuchar la explicación en inglés que en portugués. Nada que objetar, salvo que a partir de aquí la visita fue lamentable. En cada punto de explicación: un mural conmemorativo de la inauguración, el palco VIP, la grada presidencial, el rincón de homenaje a los nombres ilustres, la sala de prensa y el vestuario visitante, la explicación se escuchaba a duras penas (la empelada era menudita, no una soprano a lo Caballé), pero tras la pertinente letanía en portugués, 56 personas esperaban a que los 4 anglófonos recibieran su explicación. Pocas preguntas del respetable y nula respuesta de la empleada. Francamente, una visita que de no ser por la diferencia en el precio, no le recomiendo a nadie. En esto, el nuevo Mestalla Tour le da mil vueltas, con audio-guías en diferentes idiomas y un sistema mucho más moderno e intuitivo, aparte de que los recintos que nos mostraron, más allá de ser muy nuevos, no ofrecían atractivo alguno. Gol por la escuadra de los nuestros. Pasemos a lo serio.
El Museo del Oporto es una maravilla. Enorme, grandioso, con elementos interactivos y un discurso sencillo e inteligible que te lleva desde los orígenes a los éxitos logrados, a los grandes jugadores y, por último, al impacto social y mediático de una entidad más que centenaria en los medios de comunicación. Me pareció especialmente brillante la gran sala donde además de las decenas de trofeos conseguidos aparecían 7 paneles compuestos por video, y una vitrina conmemorativa de cada título europeo conseguido. Es verdad que ellos cuentan con una Copa de Europa y una Champions League, pero el Valencia C. F. podría crear algo igual de enorme y fantástico que lanzara a los cuatro vientos la idea de que una vez fuimos los mejores. Aquí marcan un gol claro y nos empatan, o quizá nos sacan un poquito de ventajas y nos ganarían por penalties, pero que quede claro: si queremos, podemos. ¡Vaya que si podemos! Lo tenemos todo: la historia, los jugadores, las hazañas y solo nos falta convertir la determinación en realidad, sin interferencias, desde lo más hondo de este sentimiento irracional que nos gobierna y alimenta.
Sirva esta breve introducción para enmarcar lo que viene a continuación, que no es otra cosa que mi experiencia de primera mano, de no hace aún ni una semana en la visita al campo y recién inaugurado museo del F. C. Porto (Oporto, será que lo del vino nos tira más, para los amigos futboleros).
El metro de Oporto te deja en las mismísimas puertas del estadio, en esto no les vamos a la zaga, la estación de Beniferri, que espero FGV acabe renombrando como Estació de Mestalla, también nos deja delante del esqueleto de nuestro futuro estadio, empate a uno, pues. La entrada al estadio se hace por una puerta grande que enfrenta a la tienda, una cafetería y las taquillas donde comprar las entradas para ver el estadio o para ver el estadio y el Museo. Estadio solo: 8 euros, Museo solo: 12 euros, Estadio y Museo: 15 euros. Optamos por la segunda (mi sufrida esposa me acompañó, ¡hagámosle la ola!), todo bien. Los precios son disuasorios, por solo 3 euros vemos algo que valoran en 8 euros, así que la sensación de “pelotazo” es más que satisfactoria. Pero ¡ojo! Aquí se acaban las alegrías. Ofertaban la visita al estadio en portugués e inglés. La visita empezaba a las 16 horas, hasta aquí ningún problema, pero ¡ay! que para acceder a un aparcamiento (una aparcamiento que circunda las entrañas del estadio) desde el que se inicia la visita, un lugar feo de cojones, por mucho estadio 5 estrellas que sea, se debe subir en un ascensor de 10 en 10 personas, dado que éramos unas 60 en el tour, la visita arrancó en el aparcamiento casi a las 16:15, debiendo esperar allí coche va, coche viene, a que todos subieran el piso (un solo piso, sí, pero a velocidad da caracol) en el que estaba el aparcamiento. Una simpática empleada “falaba portugues” y su compañero, no hacía nada, solo miraba. La empleada preguntó que cuantos hacían el tour en inglés, 4 manos se levantaron, para mi sorpresa, dos de ellas eran de unos españoles catalanes que al parecer preferían escuchar la explicación en inglés que en portugués. Nada que objetar, salvo que a partir de aquí la visita fue lamentable. En cada punto de explicación: un mural conmemorativo de la inauguración, el palco VIP, la grada presidencial, el rincón de homenaje a los nombres ilustres, la sala de prensa y el vestuario visitante, la explicación se escuchaba a duras penas (la empelada era menudita, no una soprano a lo Caballé), pero tras la pertinente letanía en portugués, 56 personas esperaban a que los 4 anglófonos recibieran su explicación. Pocas preguntas del respetable y nula respuesta de la empleada. Francamente, una visita que de no ser por la diferencia en el precio, no le recomiendo a nadie. En esto, el nuevo Mestalla Tour le da mil vueltas, con audio-guías en diferentes idiomas y un sistema mucho más moderno e intuitivo, aparte de que los recintos que nos mostraron, más allá de ser muy nuevos, no ofrecían atractivo alguno. Gol por la escuadra de los nuestros. Pasemos a lo serio.
El Museo del Oporto es una maravilla. Enorme, grandioso, con elementos interactivos y un discurso sencillo e inteligible que te lleva desde los orígenes a los éxitos logrados, a los grandes jugadores y, por último, al impacto social y mediático de una entidad más que centenaria en los medios de comunicación. Me pareció especialmente brillante la gran sala donde además de las decenas de trofeos conseguidos aparecían 7 paneles compuestos por video, y una vitrina conmemorativa de cada título europeo conseguido. Es verdad que ellos cuentan con una Copa de Europa y una Champions League, pero el Valencia C. F. podría crear algo igual de enorme y fantástico que lanzara a los cuatro vientos la idea de que una vez fuimos los mejores. Aquí marcan un gol claro y nos empatan, o quizá nos sacan un poquito de ventajas y nos ganarían por penalties, pero que quede claro: si queremos, podemos. ¡Vaya que si podemos! Lo tenemos todo: la historia, los jugadores, las hazañas y solo nos falta convertir la determinación en realidad, sin interferencias, desde lo más hondo de este sentimiento irracional que nos gobierna y alimenta.
Francisco García
Socio del Valencia CF
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Socio del Valencia CF