dijous, 25 de març del 2021

VALENCIA C.F. UN CLUB BERLANGUIANO (II)


BIENVENIDO MISTER MARSHALL. 1953.

Un pequeño pueblo se engalana para recibir la visita de una comisión del gobierno de Estados Unidos que les traerán fondos y recursos para su desarrollo.

Todos los preparativos, a los que cada habitante del pueblo ha contribuido aportando lo poco que tienen, quedan en saco roto cuando la delegación pasa de largo sin prestarles la más mínima atención.

Es la película con la que el valencianismo crítico más ha caricaturizado el proceso de venta y la situación actual del club, entre otras cosas, porque es de las más populares de Berlanga, su primer gran éxito.

Los valencianistas de corazón, en los sucesivos procesos de suscripción de acciones que históricamente han habido, como los humildes habitantes de Villar del Río, aportamos lo que buenamente pudimos aunque luego no resultara suficiente. Una, ocho, veinte… Cada uno compró las que pudo, según sus circunstancias personales.

Luego, desgraciadamente, muchos aprovecharon para vender muy por encima de su precio de adquisición, pero como en los personajes del maestro Berlanga, en la mayoría de casos primó la bondad y el esfuerzo sincero por ayudar al club aunque el contexto social estuviera totalmente contaminado, como en sus películas.

Una de las escenas más populares de Bienvenido es la del discurso, vacío de mensaje, desde el balcón del Ayuntamiento de Villar del Río, cuyo paralelismo lo pondríamos encontrar en muchas de las proclamas de los presidentes que han llegado al club o en las “bondades” del proceso de venta con las que hacían su trabajo los interesados en que acabara materializándose en la figura de Peter Lim. Para esa escena, Berlanga pidió a Pepe Isbert que se acordara de Mussolini dirigiéndose a las masas.

La otra mítica escena, la del recibimiento de los americanos, la sufrimos aquella sonrojante tarde en la que Peter Lim junto a su comitiva pisó Mestalla por primera y casi única vez. Las pancartas, que como en la película también las hubo, se complementaron con portadas rimbombantes de periódicos, programas radiofónicos especiales y tifos agradecidos y subvencionados.

Faltaron billetes de dólares cayendo desde los balcones de tribuna y anfiteatro, al estilo de los que Berlanga utilizó para promocionar la película pero con la cara del magnate singapurés y sus aliados en lugar de las de Pepe Isbert o Manolo Morán.

Y al final, como en la película, un plano de la bandera del Valencia arrastrada por la corriente de la acequia de Mestalla.



@MESTALLIDOS (Desde el tendido 7 de Mestalla, aspirante a secundario de Berlanga).

dijous, 18 de març del 2021

COMUNICAT ÚLTIMES VESPRADES A MESTALLA



Des de l’agraïment per l'oportunitat de participar en el projecte, úvaM ha tractat de contribuir des de l'inici de les reunions a la consolidació d'una plataforma plural, amb l'objectiu de la unitat, en la qual tots poguérem sentir-nos representats, i a la qual cadascú contribuïra amb el seu treball i idees. 

En els últims temps hem tractat, sense èxit, de tendir els ponts que feren possible aclarir les diferències que es manifestaven de manera evident al si de la plataforma. Lamentem que això no haja pogut fructificar, perquè el valor de la nostra unitat era un actiu imprescindible en l'oposició a Meriton. Si això no ha sigut possible, haurà sigut la conseqüència i la suma dels errors que tots hem comés. 

En una societat democràtica no s'imposen les escales de valors. Són el fruit del contrast de parers, i cada col·lectiu té la capacitat per a decidir la direcció que crega més oportuna. En les condicions en què es defineixen els objectius de De Torino a Mestalla no podem continuar participant.

Aprofitem per agrair Juan Martín Queralt, com a figura aglutinadora, el seu esforç i la seua implicació per revertir l'actual situació en que es troba el València CF.


Últimes vesprades a Mestalla.
 

VALENCIA C.F. UN CLUB BERLANGUIANO (I)




Los jueves, ni Champions ni UEFA… Berlanga.

Es mentira que 2021 sea el Año Berlanga. El Año Berlanga es siempre, incluso antes de que naciera en su casa de Valencia aquel martes 12 de junio de hace ahora cien años. La vida ya sucedía para que él la mirara con esos ojos color mediterráneo y de eterno niño cabroncete.

A veces cuento a mis amigos que creo que soy más de Mestalla que del propio Valencia. Con el maestro me pasa algo parecido, creo que soy más de Berlanga que de sus propias películas. Ambos, Mestalla y Berlanga, son una forma de caminar por la vida. Su famoso “plano secuencia” es precisamente eso, dejar que la vida camine a su ritmo, sin alterarla ni desnaturalizarla, integrándose en ella. También se entiende así el valencianismo, sin echar mano de raciocinios, fórmulas o tratados sociológicos, simplemente introduciéndote en él, dejándote llevar, con sus defectos y sus virtudes.

Otra similitud entre Mestalla y Berlanga son sus personajes secundarios. No encontraréis en el mundo otros iguales. Son los verdaderos protagonistas.

Sobre la obra del genio siempre se ha dicho que podría haber sido mucho más laureada en festivales internacionales pero que sus películas eran muy difíciles, prácticamente imposibles de traducir o subtitular. Lo mismo pasa con el valencianismo, no es fácil intentar explicar nuestra idiosincrasia a quien no la vive desde dentro. Tampoco se puede extrapolar.

Sobre el gran valencianismo de Berlanga, basta citar dos anécdotas que lo dicen todo:

Cuando le comunicaron la muerte de Barden, junto con Azcona trascendental en su carrera, la reacción de Berlanga, que en aquel momento tenía 81 años de edad, fue la siguiente: “Llevadme a ver el partido del Valencia”. Aquel día el Valencia jugaba contra el Liverpool en partido de Champions League. Su Valencia le hacía seguir sintiéndose vivo.

Sobre su muerte, su hijo José Luis la recordó así: “Lo maravilloso es que cenó una tortilla de patata, vio un partido del Valencia y amaneció muerto en su cama, que es la mejor manera de irse”.

Como recuerdo, gratitud y admiración al genio valencianista, durante varios jueves tendremos el honor de publicar en el blog de nuestros amigos de Últimes vesprades a Mestalla, una breve reseña de cada uno de sus 17 largometrajes en la que haremos una sinopsis y un pequeño guiño a nuestro comúnmente querido Valencia Club de Fútbol.

No nos hemos atrevido a usar el tono irónico y socarrón que solemos utilizar en la cuenta de Twitter por el respeto que nos causa el genio y su obra.

¡Larga vida al Imperio Cheaustrohúngaro!

¡Amunt Berlanga!

@MESTALLIDOS (Desde el tendido 7 de Mestalla, aspirante a secundario de Berlanga)




ESA PAREJA FELIZ (1951).

Un modesto matrimonio de posguerra, Carmen y Juan, pelean por conseguir un nivel de vida mejor. Carmen gana en un concurso radiofónico la posibilidad de vivir “Un día de ricos”, rodeada de todo tipo de lujos y regalos. Al final comprenderán que no hay atajos para la felicidad y que debe estar cimentada en el esfuerzo y sacrificio personales.

En nuestro caso no fue un concurso radiofónico, aunque algunas radios y otros medios contribuyeron interesadamente a ello. Fue un proceso de venta tedioso, turbio y arbitrario que desembocó en el premio artificial de sentirnos ricos.

Una vez más los delirios de grandeza que cada cierto tiempo nos autodestruye y del que parece que nunca aprendemos: Paco Roig, Soler, Peter Lim…

Todo apunta a que el próximo episodio será el del Príncipe de Johor. Más de cien años de historia y aún hay valencianistas que se dejan engatusar con cuentos de príncipes y hadas.

El engaño, el fracaso de las ilusiones como un boomerang que golpea a la esperanza. Y vuelta a empezar pero a una realidad mucho peor de la que partimos en su momento. Con el club más endeudado y las parcelas deportiva y social destrozadas. Sobran ejemplos. Con la evidencia de que nuestro Valencia ha sido un medio y no un fin en sí mismo, un simple instrumento utilizado con alevosía y nocturnidad para fines particulares y completamente distintos a los que se prometió.

La película acaba cuando la pareja se desprende de los obsequios y agasajos recibidos, depositándolos en unos bancos donde duermen unos vagabundos. Ojalá nosotros aprendamos y nos despojemos de una vez por todas de esos oropeles y falsas promesas bañadas en oro que no se corresponden con nuestro verdadero ADN: El de un Valencia bronco y copero, forjado en el esfuerzo y la superación diaria. En la voluntad de querer llegar.

Juntos, como Carmen y Juan, siendo conscientes que no hay atajos para la felicidad, conseguiremos recuperar nuestro Valencia y construir su futuro. Será un proceso mucho más largo y cansado, pero inmensamente más digno y gratificante.

Como a los protagonistas de la primera película del maestro, el amor, en nuestro caso al Valencia, nos salvará.