divendres, 30 de desembre del 2011

El 8 de desembre de 1982 quedarà per a sempre en la meua memòria

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En 1982 tenia només 9 anys, però sempre recordaré aquest partit a Mestalla. Vaig anar amb mon pare i crec que no podia estar més nerviós. Anarem a tribuna, pugí per les escales, i les cames ja me tremolaven. El tremolor no era del fred, recorde aquest partit quasi tant com la final a Madrid davant el Depor, la final de l’aigua. Les imatges d’aquell dia quedaren a la meua retina, només espere algun dia poder fer el mateix amb els meus fills. Espere que Martina, Vicent i Joan tinguen també l’oportunitat de conèixer Mestalla o el proper camp del València. Que visquen aquesta part tan intensa del sentiment valencianista encara que ells no siguen d’Alaquàs com el seu pare ni visquen a València.

Des de Mallorca tot es veu diferent, però els sentiments són els sentiments i aquests darrers dies he tingut la gran sort de poder comptar amb la família alaquassera i gaudir d’unes setmanes extraordinàries. He aprofitat els dies per acabar un treballet que havia preparat per a mon pare. I amb el regalet que no és més que un modest recull de premsa extret de l’hemeroteca de La Vanguardia he inclòs un enllaç al vostre bloc. Bloc que he descobert aquest estiu i que m’ha ajudat a decidir-me per fer-li el regal.

Amb la completa seguretat que Paco Peiró (pare) es convertirà en un seguidor més de les vivències d’aquest bloc.

Gràcies per la dedicació i pels bons moments valencianistes.


Josep Peiró
Accionista del València CF

Petit recull València CF

diumenge, 4 de desembre del 2011

Nostalgia de Bell Ville

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Dissabte passat el València CF i la seua afició va retre un més que merescut homenatge al "Matador" Mario Alberto Kempes. Per a "Últimes vesprades a Mestalla" la celebració va ser un poc més especial al ser la banda sonora de l'acte la cançó "Nostalgia de Bell Ville" del nostre amic i col·laborador Fran García i el seu grup "La Gran Esperanza Blanca". Per este motiu, reeditem el següent post que va ser publicat per primera vegada el 22 de desembre de 2008.

Será que la Navidad me pone tontorrón y me da por recordar el pasado. Es así como le pasa a mucha gente. Recuerdan el pasado con añoranza, mejorándolo, ocultando lo desagradable, ensalzando las alegrías, por nimias que éstas hayan sido. Aunque durante el año pasado, hubo alguien a quien la Navidad no puso tontorrón. Tal vez él ya lo fuera. No puedo entender como Tintín fue capaz de romper un equipo que, hasta ese momento, parecía caminar derecho, sin lustre, pero bien orientado y consciente. Tontorrón o carente de personalidad, tal vez. A pesar de ello es tal la marea de candor y candidez que me invade que prefiero olvidar aquellos episodios y centrarme en un pasado más remoto. Y mucho mejor. Esta ola resacosa lleva mis pensamientos hasta la noche del 16 de agosto de 1976. Estaba allí, como tantas veces antes y después, junto a mi padre. La noche era de las que uno desearía no vivir. Calor, calor y calor. Y poco fútbol o al menos no muy favorable para nuestro equipo, que jugaba abriendo el Trofeo Naranja ante el CSKA de Moscú. La noche pasó a la historia por ser el debú de Kempes con el Valencia C. F. y por poner en evidencia a la afición valencianista, que emitió juicios de valor sentenciando que el nuevo fichaje era un petardo. En estos días fríos del comienzo del invierno y con la melopea ñoña que me suele entrar, mi natural excitación nerviosa me ha llevado a cometer un atrevimiento que espero sea considerado como tal y no me relegue a un ostracismo cibernético que no deseo. Le he escrito una canción a Kempes. Sí. Porque he de confesar que yo tengo un pasado, o quizá un presente contemporáneo, y que largas horas de mi vida se han consumido escuchando música y también creándola. Así que, con la intención de hacer un modesto presente navideño a mis amables lectores, ahí va la letra de mi canción y más adelante el enlace para poder escucharla. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año 2009! y Amunt València!
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Nostalgia de Bell Ville
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El calor de la noche se clava
como una daga en un callejón.
Los ruidos, la gente y el humo
regatean a mi corazón.
Bocatas de jamón y queso,
turrón Meivel, helado de bombón.
El partido va de mal en peor.

Los rusos atacan con orden,
los nuestros buscan una ocasión.
La lucha es enconada,
los goles caen de dos en dos.
Mario chuta y falla, falla y
chuta y vuelve a fallar.
Las gradas se agitan como el mar.

Nadie supo que estábamos frente
al gran Mario Alberto Kempes,
que esa noche, tan solo, sintió por una vez
nostalgia de Bell Ville.

Qué lejos queda ahora
aquella noche del ’76.
Copas, recopas, pichichis, mundiales
y balones dentro de la red.
El tiempo nos ha enseñado
ha recordarte con amor.
Por siempre, Mario Kempes, Matador.

Nadie supo que estábamos frente
al gran Mario Alberto Kempes,
que esa noche, tan solo, sintió por una vez
nostalgia de Bell Ville.


------------------------------------------------------------------------------------------------· © Cisco Fran, 6/10/2008

Francisco García
Socio del Valencia CF
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dimarts, 29 de novembre del 2011

Huitanta anys i 3071 punts després

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Hui 29 de novembre de 2011 el nostre València CF commemora el 80 aniversari de la seua primera victòria en la màxima categoria del futbol espanyol.

Quan es va crear el campionat nacional de lliga la temporada 1928-29, el València CF no va ser inclòs entre els equips que disputaren la Primera Divisió, bàsicament per no haver tingut actuacions rellevants al campionat de la Copa d’Espanya, la competició més important que es disputava fins a eixe moment. Així l’equip valencianista va jugar en la Segona Divisió, categoria en la que va militar fins la temporada 1930-31, quan l’equip de Mestalla, va aconseguir l’ascens en dura pugna amb l’Atlético de Madrid.

El primer partit jugat a Primera va ser a Barcelona contra l'Espanyol, el 22 de novembre de 1931 i finalitza amb derrota per tres gols a zero.

La primera victòria no es va fer esperar, així una setmana més tard el València FC derrotava per un contundent cinc a ú al Real Unión de Irún, amb tres gols de Navarro i altres dos de Costa. Com a nota curiosa direm que el porter de l’equip basc era Antonio “Pajarito” Emery, iaio del nostre actual entrenador.

Des d’eixa llunyana temporada 1931-32 fins a hui l’entitat valencianista ha disputat 79 temporades a l’elit del futbol estatal, aconseguit consolidar-se en la tercera posició de la classificació històrica dels clubs que han jugat a primera. Amb 3071 punts totals, després d’haver disputar 2449 partits, amb 1100 victòries, 562 empats i 787 derrotes, havent marcat 4070 gols i encaixat 3186.
Des d’ací volem fer un sentit homenatge a tots els jugadors, tècnics, directius i aficionats que han fet del nostre club un referent esportiu, social i sentimental. A tots ells gràcies.


Josep Bosch
Soci i accionista del València CF
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diumenge, 13 de novembre del 2011

Nosaltres i els altres valencians. Elx CF

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Memorias desde Altabix


Mi primer recuerdo de Mestalla es imborrable en lo personal y también en lo deportivo por la victoria del Elche en el coliseo valencianista. Todo lo que rodeaba a aquel recinto era emblemático. Como me gusta decir a mi "olía a viejo", al igual que ocurre todavía con el nuevo Altabix. Aquel era el estadio mundialista, el de la recién época dorada del Valencia y donde había conquistado el título más importante que todavía guarda en sus vitrinas, la Supercopa de Europa. Me sorprendió ver un estadio hasta la bandera para presenciar un encuentro de la categoría de plata. Pero era un Valencia-Elche y supongo que eso era suficiente. Me situé en la numerada baja, detrás de la portería del fondo sur. No sé cuál es la nueva cara del viejo Mestalla tras su remodelación y si todavía "huele a viejo" pues la segunda y última ocasión que tuve de sentarme en sus gradas fue en el año 89. Me cuentan los que han tenido la oportunidad de volver a visitar Mestalla que ha cambiado mucho, tanto exterior como interiormente. Totalmente lo contrario de lo que ocurre con el estadio Martínez Valero. Cuando uno se sitúa frente a la fachada de su tribuna o accede al interior, el tiempo lo traslada inmediatamente a 1982 cual bucle temporal, pues esa es la fecha en la que el estadio ilicitano se mostró al mundo gracias al Mundial. No ha cambiado mucho y eso me encanta. Alguno se quejaron de la inmensidad del estadio cuando se inauguró pero 60.000 personas (ahora la capacidad es de 39000) abarrotaron sus gradas en la última jornada de la 80/81 cuando nos jugábamos un ascenso que perdimos ante el Cádiz (equipo de mal recuerdo también para vosotros) Lo mismo ocurriría 3 años después contra el Bilbao Athletic y hace unos días ante el Granada.

Remontándonos a aquel primer recuerdo de Mestalla, para los jóvenes ilicitanos veinteañeros era una ocasión de oro poder viajar a Valencia aunque el encuentro fuera en la Segunda división. Desde luego, en nuestras cabezas el partido era "el partido". Nada menos que volver a jugar contra el Valencia, el equipo de la capital. Se hacía tan extraño verlo en Segunda pero la verdad, como bien sabéis, es que el máximo rival lo tenemos más cerca y la relación con Valencia y con el Valencia CF es, más bien, de indiferencia mutua. Tal vez por la distancia geográfica o por lo invertebrada que se encuentra esta Autonomía por motivos que no vienen al caso. El estadio estaba lleno, la afición valencianista tampoco fallaba en Segunda. Se desplazó muchísima gente desde Elche y volvieron a producirse algunos lamentables y esporádicos incidentes dentro y fuera del estadio, al igual que en el partido de la primera vuelta que había empatado el Valencia en tiempo de descuento con gol de Fernando.

El partido fue muy disputado, con un Elche encerrado y efectuando algunos contragolpes que dieron resultado con un solitario gol de Claudio, nuestro particular héroe local. Suficiente para volver a casa con la cara alta por haber ganado al grande y en su propio estadio. De todas formas se vió claramente que el Valencia no iba a tener excesivos problemas en ese trámite que suponía la segunda división. Buena plantilla formada por algunos campeones de Europa como Sempere, Arias, Subirats… La salida de Valencia con los autocares se tornó un poco complicada y se me hizo bastante larga hasta alcanzar la llamada pista de Silla.

El último partido del Elche disputado en Mestalla contra el Valencia CF fue el 13 de mayo de 1989. Y allí estábamos de nuevo... no podíamos perdernos el encuentro y, ahora sí, en Primera División. Recuerdo que hacía frió, había llovido y había muy poca gente en las gradas. Todo lo contrario que aquella tarde noche del 87. El Valencia no hizo un buen encuentro y el Elche le puso contra las cuerdas. 3-2 y a punto de llevarnos un punto de Mestalla. Lo único que recuerdo fue que Fernando volvió a marcar y esta vez por partida doble.

Me hubiera gustado volver a pisar las gradas de Mestalla y comprobar si sigue oliendo a viejo pero eso deberá esperar, cuanto menos, un año más. Creo que Elche merecía un equipo en Primera División. Por ciudad, por historia, por afición y por estadio... Os esperaremos con la sana rivalidad que debería reinar.


Juan Carlos Cabrera
Socio del Elche CF
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diumenge, 6 de novembre del 2011

Sector 28

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L'altre dia, mon pare va reconèixer que encara guardava 'los pases' del València. És el meu tresor, venia a dir-me. Ho va dir amb aquell to de digna nostàlgia que només tenen els octogenaris. Segur que aquells trenta anys de relació amb Mestalla són especials per ell. Amb dos anaven tres. Ell, el meu germà major i jo. Ara és impossible, però en aquells bancs de ciment era qüestió de apretar-se, com una familia. Era el sector 28, abans de la reforma del 82. Just al mig del camp i enfront mateix de tribuna.

Era tan emocionant anar al camp cada quinze dies, que no em molestava que repetirà sempre: «si el pregunten l'edat dius que tens sis», una cançoneta insultant per a qualsevol xiquet que l'únic que vol es ser més gran. Així que allà vaig crèixer, entre un tros on estava representant tot el poble de Mestalla. Sempre els mateixos cada quinze dies. El tio del puro, la dona de El Cabanyal, el carter, el mecànic, el mestre; a tots només els veien cada dos setmanes i la retrobada cada estiu, en el primer partir de lliga, obligava a anar mig hora abans per les pertinents xarraetes.

Calor, fred, pluja o vent. Donava igual l'oratge, allà estaven tots esperant l'eixida del equip, entre els mítics: «¡pollos asados, Casa Cesareo, pollos asados Casa Cesareo!» i mirades al «marcador Dardo». Va ser una escola de fútbol i de vida. Els primers insults sentits —«aixó només es pot dir a l'àrbitre»—, les primeres alegries i decepcions, els ídols i descobrir la mort, quan de sobte algú faltava al seu lloc.

Sóc de la generació de Kempes, però els meus primer records són de Keita, Sol i Claramunt. Existia una ceremonia clara. Si l'equip havia guanyat fora, era rebut entre aplaudiments. Si venia d'una derrota, xiulets. I divisió d'opinions si el diumenge passat havia estat una ics. Però una vegada corria la pilota, tots animaven però d'una forma crítica. M'explique. Al 28 vaig escoltar els retrets més ingrants a un jugador de casa, però si el mateix després feia un gol, o una jugada espectacular, era el millor del món. I és que darrere de cada valencianista s'amaga un pirotècnic.

El meu moment de glòria a Mestalla va ser quan vaig xafar l'herba en les celebracions de la Recopa del 80 quan els de Di Stefano oferiren la Copa a la grada del mític coliseu. A banda de fer prou l'haca, recorde que vaig anar fins al centre del camp a mirar cap al 28, als dos primers seients de la fila 10. Va ser un gran adéu. Perquè la següent temporada ja era major i em vaig traure un abonament de la mítica General de Peu.

Després he tingut ocasió de vore un partit des de cada un dels quatre punts cardinals de Mestalla. Jure que mai ha estat el mateix. No sé si per la companyia o el costum visual, però tot el que sé del València ho vaig aprende allà.


Joan Carles Martí
Periodista
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diumenge, 23 d’octubre del 2011

El cromo de Iribar

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La tarde perezosa de domingo no da pistas sobre cuando se precipitará finalmente y acabará. La televisión está apagada y desde la puerta cerrada de la habitación de mis padres sólo se escapa el murmullo ahogado de la radio. Las persianas bajadas son una gran muralla china que oscurece la estancia; en ella mi padre se debate entre la euforia y el desastre escuchando los partidos de fútbol e intuyendo la imprevisible apariencia de la quiniela. Mi hermana y yo tenemos vetado el paso. La habitación es su santuario privado y lo hemos sabido desde siempre, sin necesidad de que nadie nos lo dijera nunca.

El aburrimiento siempre llega los domingos a las cuatro, y a esas horas uno ya sabe buscar cobijo en su recién estrenado uso de razón. En mi cuarto aún tengo a Sultán, mi viejo caballo de cartón y a los indios y vaqueros del fuerte Comansi, pero hoy no me apetece mucho sacarlos de su natural mutismo. Bajo la cama guardo los secretos. Las cinco pesetas del domingo son cuidadosamente invertidas en seguros valores refugio como cuentos, tebeos de Pumby y algunos sobres de cromos. En lo relativo a los cromos, las colecciones siempre son demasiadas, así que uno está obligado a elegir cuál quiere hacer. No tuve dudas, el campeonato nacional de liga de fútbol es como de la familia y su colección anual fue mi elección. No vale la pena analizar las razones, mi padre había llegado a ser jugador de tercera división, y, ya retirado, jugaba todos los domingos en la playa, lloviera, hiciera sol o fallecieran dictadores, y se colaba en Mestalla siempre que podía. Bajo la cama guardo el álbum de cromos de la liga.

No importa que los lugares vacíos del álbum superen en número a los cromos pegados. Nuestra asignación tiene un techo. Las cinco pesetas del domingo son innegociables y, es más, es un privilegio que puede ser abolido al menor contratiempo, así que para qué darle vueltas a las cosas. Uno se conforma con lo que tiene y ya está. Pasando las páginas del álbum, mirando los cromos, recitando las alineaciones, imaginando equipos imposibles, Abelardo, Uría, Gaztelu, Boronat, Claramunt, Quino y Valdez, inventando las caras de los cromos inexistentes y volviendo a empezar, la tarde del domingo se extingue.

Lunes temprano, arriba y al colegio. Formamos como un ejército bien entrenado, cada clase frente a su maestro. Don Saturnino no tiene muy buena cara esta mañana, no creo que sea porque su equipo, el Pontevedra, haya perdido en casa. Las razones se nos escapan, nos falta vida para imaginarlas. Busco con la mirada en la fila de al lado a Juanín. Él está rastreando el patio, buscando unos ojos cómplices, y de forma habitual, como todas las mañanas, encuentra los míos. Le hago un gesto y le enseño el abultado bolsillo derecho de mi pantalón. Él me imita. Su taco de repes es casi tan grande como el mío. Una última mirada oblicua es suficiente para saber que nos veremos en la hora del recreo. La bandera de colores jubilados es izada en una ceremonia que pretende ser solemne pero que sólo es triste. Juanín y yo estamos en otro barco, rumbo a la isla de la ilusión interminable, el lugar donde uno quiere naufragar y no ser salvado. Es la hora del recreo, salgo al patio y veo que Juanín me espera en las escaleras junto a dos amigos más. Con nuestros bocadillos como equipaje de mano nos sentamos en el suelo, mientras damos buena cuenta de ellos nos ponemos al día.

- ¿Comprásteis cromos ayer?, pregunto yo.
- Mi abuela me compró dos sobres -dice Juanín-.
- Nosotros también tenemos cromos nuevos –apuntan los dos amigos-.
- Vale, pues, vamos a jugar unas partidas, -decido-.

Nos sentamos en círculo, cada uno pone dos cromos en el centro y sorteamos la mano al primer jugador con nombre acabado en la letra “a”. Gana Juanín, así que es él el que empieza a intentar voltear con la mano algún cromo del montón. Falla; también erramos los dos amigos y yo. Volvemos a poner dos cromos y Juanín vuelve a intentarlo. La segunda ronda es tan estéril como la primera. Dos cromos más por cabeza y el montón empieza a alcanzar proporciones alpinas. Esta vez Juanín pone en práctica su experimentado volteado a dos manos y logra verle la cara a tres cromos, en su intento veo que uno de los que quedan en el montón es Gento, tan esquivo en los sobres como en el campo, y cruzo los dedos para que los dos amigos fallen. No fallan. Es más, dejan el centro vacío; entre los dos han volteado todos los cromos que quedaban. Suena el timbre y volvemos a clase. Y así hora tras hora, pasan los días. La semana caduca, día a día; y las semanas van muriendo domingo tras domingo. Mi álbum ha engordado más de lo que nunca imaginé. Acabar una página ya supuso un pequeño triunfo y ese triunfo fue grande cuando la página acabada fue la del Valencia Club de Fútbol. Las partidas del colegio hicieron posible lo que no era más que una quimera. Sin esa fuente de ingresos alternativa nunca hubiera tenido en mis manos a Viberti, a Germán, o al genial Glaría. No obstante, culminar un álbum es una tarea no exenta de riesgos, aventuras y hercúleas pruebas. Llegué a Marzo con tan sólo dos cromos por conseguir: Gento e Iríbar.

Juanín me dice que pase a su casa porque se aburre. Las vacaciones de Pascua son largas y los niños nos ponemos pesados antes de la hora de la merienda, así que mi madre no tiene ningún reparo en dejarme pasar a casa de Juanín que, todo sea dicho, es vecino de rellano. Jugamos con sus muñecos del espacio, los de la serie de marionetas de la tele, montamos el Scalextric, pero no lo logramos hacer funcionar porque su hermano tiene guardados bajo llave los mandos. Algo decepcionados nos instalamos en el comedor, sacamos un estuche lleno de discos y empezamos a ponerlos en el tocadiscos. Bailamos, hacemos el bobo y, de repente, algo llama mi atención encima de una mesa. Juanín siempre fue algo desastrado; su habitación era un estudiado caos de juguetes desperdigados por el suelo, tebeos y objetos dispares recogidos en la calle: tapones, grapas, botones, envueltas de caramelos, etc... Encima de la mesa hay un montón de esos raros tesoros puestos sin orden ni concierto. Bajo una envuelta medio rota de chocolate Zahor asoma una pantorrilla morena cubierta por una media blanca. Conozco de memoria todas las pantorrillas de todos los jugadores de la liga, pero ésta no me es familiar y, visto el color de la media, mi mente razona como una ametralladora. Disimuladamente bailo en dirección a la mesa, la canción de Luis Aguilé es una coartada perfecta, en un descuido de Juanín meto la mano bajo la envuelta de chocolate y saco el cromo de su dulce escondite. Gento. Un sudor frío empieza a recorrer mi frente. Pienso que quizá he bailado demasiado y ésa es la razón, pero algo más íntimo me dice que la idea que atraviesa mi mente no tiene cabida en mi excelente educación. El cromo está muy usado, manoseado, doblado, con marcas, es seguro que ha debido estar en muchos suelos de patios de colegio, pero es Gento, y no lo tengo. A veces el pecado es inevitable, cae como un alud de nieve, sin esperarlo y de sorpresa. Casi sin desearlo. La madre de Juanín llama a gritos a su hijo, quiere decirle que bajemos la música y que ya es lo bastante tarde como para que yo me vaya a mi casa. Juanín sólo sabe que le llaman, se va a la cocina y me deja solo. ¡Qué momento! Una y no más, me digo con todas mis fuerzas. A él le da igual, no le interesa, pero nunca me lo daría si se lo pidiera. Ésa es la ley de los niños. Me confesaré el sábado próximo, por supuesto, y el mal quedará reparado. Sólo a mí me perjudico, la humanidad seguirá su curso impoluta, ignorante de mi bajeza moral, ajena a toda culpa, sólo yo me envilezco. Una y no más, me digo, y zas..., el cromo entra suavemente en mi bolsillo. Voy casi corriendo hasta la puerta, la abro y grito: “Juanín me voy a casa, que es tarde”, mientras la puerta se cierra más rápido que las palabras saliendo de mi boca.

Los días siguientes fueron duros. Intentaba evitar el contacto con Juanín, aunque sabía que él no se daría cuenta de la falta del cromo ante tanto desbarajuste, pero yo mismo podría delatarme, así que no me fiaba ni de mi sombra. Lo más complicado era evitar contar a los otros compañeros que el escurridizo Gento ya había caído en mis redes. Cualquier pequeño desliz verbal podría tener consecuencias imprevisibles. Éso unido a la tremenda y alargada sombra de la culpa persiguiéndome al levantarme por la mañana, acompañándome al baño, observándome mientras hacía los deberes, hipotecando todos y cada uno de mis actos cotidianos.

No sé cómo lo superé. No fue en un confesionario, desde luego, pues siempre me echaba atrás cuando llegaba el momento de limpiar ese oscuro rincón de mi existencia. Supongo que simplemente la culpa caducó, se esfumó; el purgatorio interior debió ser castigo suficiente y volví a ser un niño como todos los demás. El curso avanzaba, así como el campeonato de liga, pero en la colección aún faltaba un cromo, el del primer jugador de la colección, el cromo de Iríbar.

Iríbar es el portero favorito de todos. No importa que juegue en el Athletic de Bilbao en lugar del Valencia Club de Fútbol, no hay ningún niño que se atreva a decir que Iríbar no es el mejor. “El Chopo” también es el portero de la selección nacional y su austeridad bajo los palos nos recuerda los tiempos que vivimos. En el colegio ya casi nadie juega a los cromos, o han acabado las colecciones o han acabado de coleccionar. Los pocos jugadores siempre tienen los mismos cromos y las partidas carecen del menor interés. Las chapas han sustituido a las partidas de cromos por lo que las posibilidades de conseguir a Iríbar en el colegio son nulas. Me preocupa la posibilidad de dejar el álbum inacabado. Cuando mi madre nos lleva al colegio se lo comento, pero ella me dice que tiene demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparse por un cromo. Sé que hay una tercera vía, un atajo hacia el éxito. Junto al mercado de Monteolivete hay una papelería que vende cromos. Juanín, que tiene el álbum casi acabado ya que sólo le falta Gento, me lo ha dicho. Él ha visto un cromo inmaculado de Gento allí por una peseta. Es la piedra filosofal, la llave de cristal, la isla del tesoro. Pero tengo un problema. Mi madre no se interesa por el tema e interesar a mi padre es algo inconcebible. Cuando me voy por la mañana él ha salido a cargar la furgoneta con el reparto del día. Por la tarde está ocupado liquidando la jornada y organizando el día siguiente, y cuando acaba se va un rato a ver más clientes, a tomar algo con unos amigos y vuelve a cenar cuando casi estamos a punto de irnos a la cama. Y si mi madre tiene que pensar en sus cosas, mi padre no debe tener tiempo ni para pensar en el día que es, razono.

Es domingo, casi al final de la liga, y estamos en casa viendo el partido de televisión. Juega el Athletic contra otro equipo. El partido es muy emocionante, con continuas alternativas en el juego, de una portería a otra. Un ataque por la izquierda, centro al área, cabezazo a quemarropa del delantero centro e Iríbar, en una estirada imposible, desvía el balón a corner. Mi padre comenta en voz alta la jugada y elogia el estilo, agilidad y mérito del cancerbero. Yo aplaudo, sentado en el sofá, y menciono de pasada, sin intención alguna, que es el único cromo que me falta para completar el álbum.

La liga ha llegado a su jornada final. El Valencia se puede proclamar campeón de liga en el estadio de Sarriá y mi padre no quiere perdérselo. Se ha ido con un amigo hasta Barcelona y yo presto atención a la radio, junto a mi madre, a la vez que acabo unos dibujos para el día siguiente. El Valencia consigue el título en una carambola imposible. Yo salto de alegría y le propongo a mi madre no acostarnos hasta que vuelva mi padre. Solicitud denegada. Cuando la luz se va a apagar, una mirada distinta flota en el espacio entre mi madre y yo. Le pregunto a mi madre qué pasa. Y ella me dice: “El papá me dijo que te diera esto si el Valencia ganaba la liga”. Me alarga un sobre marrón doblado en cuatro. Lo desdoblo, lo palpo, hay algo dentro. Un cromo. El cromo de Iríbar.


Francisco García (alias Cisco Fran)
Socio del Valencia CF

dilluns, 10 d’octubre del 2011

Banqueta visitant. Granada CF

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Visita a Mestalla
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Aprovechando el espacio que nos han cedido dentro de su blog, queremos agradecer a la afición valencianista el trato recibido el pasado sábado, donde se nos respetó y se nos animó de cara al futuro, exceptuando algún que otro individuo, que como en todas partes, le gusta dar la nota.

Desde que aparcó nuestro autobús en las cercanías de Mestalla, a eso de las 16.00 horas, todo fue genial, visitamos en bar de Manolo el del bombo, donde pudimos echarnos algunas fotos con el entrañable Manolo y ver el pequeño museo particular que posee en su negocio. Al mismo tiempo pudimos conocer a diversos aficionados valencianistas con quienes charlamos sobre fútbol amistosamente intercambiando opiniones, material de nuestros respectivos equipos y nos hicimos algunas fotografías para el recuerdo.

Una hora y media antes del comienzo del encuentro partimos hacia nuestra zona en el estadio, al “gallinero” como amistosamente se le conoce por nuestra ciudad, aunque eso sí, a pesar de la visión, el precio de la entradas era excepcional, solo 10€, también suponemos que el rival que recibían tiene poco caché para ustedes, entre otras cosas porque llevaba más de 30 años sin pisar Mestalla además de ser un recién ascendido. En nuestra ubicación disfrutamos de un gran estadio, en el que se intuía las grandes tardes de fútbol que la afición local había podido visitar, es un estadio con aires de grandeza en el que a primera vista se puede apreciar la progresiva remodelación que ha ido sufriendo en algunas de sus tribunas.

Nos resultó curioso observar como en uno de los fondos se podían apreciar las banderas de todos los equipos en función de la clasificación actual, algo que nos recordó al viejo Los Cármenes, ya derruido hace más de 15 años y donde también se tenía esa costumbre.

En cuanto al partido, no tuvo mucha historia, el tempranero gol local decantó la balanza desde los primeros minutos y nuestro Granada, bien ubicado en el terreno de juego durante casi todo el partido, no pudo hacer mucho más por conseguir el empate, aunque sí que tuvo ciertos momentos de dominio en el segundo tiempo que podían haber finalizado con ese ansiado gol que no llegaría.

De esta forma, nos despedimos de una encantadora ciudad, equipo y afición, a la que desde estas líneas aprovecho para mandar un afectuoso saludo con la ilusión de poder volver a visitaros la próxima temporada.


Victor Manuel Fernández Torres
Vicepresidente de la Federación de Peñas del Granada CF
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dimecres, 5 d’octubre del 2011

Real, como la vida misma

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No tuve la ocasión de tratar a Paco Real ni de conocer de primera mano sus inicios en el mundo del fútbol. Sin embargo, sí que he grabado en mi mente algunos detalles de su corta e intensa etapa como entrenador del primer equipo y los quería compartir, como homenaje y reconocimiento.

De nuestra infancia valencianista solemos conservar una colección de momentos que hemos puesto a buen recaudo como patrimonio inmaterial ante el que echar mano cuando la incertidumbre nos asalta. Con once años y el germen de esta pasión en plena ebullición se cruza Paco Real en este relato personal.

Y como el fútbol no deja de ser una manida metáfora, más o menos fidedigna, de la vida, el paso de Paco Real por el banquillo de Mestalla también nos legó una enseñanza marca de la casa.

A veces el reflejo de los focos nos deslumbra tanto que no somos capaces de valorar en su justa medida todo lo fundamental que sucede detrás de ellos para que el tinglado luzca sus mejores galas.

Esta ceguera nos dura a los valencianistas más de lo deseable, pero confío en que nos estamos curando mediante nuestras particulares terapias.

A Paco Real le tocó en suerte, valga la contradicción, dirigir al equipo en una de las etapas más convulsas de su historia. El memorial de agravios pone los pelos de punta: conversión en SAD, desfeta de Karlsruhe, colapso del tuzonismo… Pero el entrenador acudió presto a cumplir con sus servicios al club con marcial disciplina y sin discutir la orden.

Donde el Valencia le requirió, una constante en su trayectoria.

Cuando eres un chaval enfermo de valencianismo y no convives con engorrosos problemas que te desvían de la vocación tiendes a magnificar todos los sucesos que envuelven el acontecer del club, por lo que el ínterin de Real lo seguí con verdadera ansiedad. Pero no todo iba a salir como a mí me gustaría. El Coronel ya lo sabría, que para eso llevaba años habitando los banquillos, yo empezaba a aprenderlo.

Parecía que ese año sí, pero tampoco. Aquel sábado en que nos acostamos líderes ganando 3-0 al Celta de Vigo, con doblete de Fernando y el broche de oro de Mijatovic de libre directo, se tornaba en frustración medio mes después. La secuencia de horrores ya la relaté antes. Parece mentira que en quince días se gestaran tales cismas, pero somos así de incontinentes.

Ante la adversidad sobrevenida se recurrió a la seriedad de Paco Real para poner freno a la debacle. Nuestra sinuosa singladura reservó un inicio triunfador para el Coronel que se trocaría en cruel decepción, merced al posterior devenir de los hechos. El 0-1 en el Sánchez Pizjuán con aquel estridente equipaje fucsia (como un vestigio del amanerado VCF de Hiddink) albergó esperanzas entre la parroquia de reconstruir los cimientos del proyecto. Apuesto a que al técnico también le desagradó esta casaca, pero aquella práctica y balsámica victoria tuvo su sello intransferible. El margen de confianza se agotó al final del siguiente partido en Mestalla. El 0-0 contra la Real Sociedad, con un equipo romo y desconcertado, nos devolvió a la realidad, la de un club que se disponía a emprender una serie de atropelladas reinvenciones en busca de su identidad. La derrota se instaló en el vestuario de un plantel que no estaba acostumbrado a lidiar con las artimañas del sótano clasificatorio y tuvimos nuestra dosis de sainete cuando el Barcelona de Cruyff nos machacó con un abrumador 0-4 y nuestra endeblez quedó de manifiesto ante el vocerío mediático.

El dedo acusador señaló sin piedad al eslabón más débil y Real, resignado, aguantó con hombría hasta que fue relevado. Un confuso informe sobre Hiddink y unas declaraciones opinables se utilizaron contra Real en un contexto ya de por sí ingrato por la coyuntura de la entidad. La crítica se convirtió en saña y fue años después cuando el rol de villano que se le hizo jugar a Real en el marco de aquella campaña se nos presentaría como el de esos antihéroes que pueden llegar a cautivarnos más que los protagonistas triunfadores de las historias más edulcoradas.

A su manera, Paco Real se rebeló contra el statu quo imperante y la Brunete mediática reaccionó bruscamente porque no toleró que se cuestionaran los fundamentos de aquel Valencia sobreprotegido y subalterno, que ejercía de paje en aquella España de la resaca del 92, metáfora balompédica del sano regionalismo bien entendido. Poco o nada dijeron aquellos indocumentados de los triunfos de Real en los banquillos del fútbol modesto, de su prolífica labor en el Mestalleta o de aquel fulgurante Torrent que llegó a Segunda B, en una época en la que integraba junto a Benito Floro y Quique Hernández la tríada de honor de aquella digna escena.

El Coronel volvió a pasar a la retaguardia, donde más cómodamente se desenvolvía, y siguió sirviendo al club con la prestancia de siempre, más allá del puesto encomendado. Con aquella gabardina inconfundible y tocado a veces con un sombrero que le daba un aire al instructor de La Chaqueta Metálica.

En definitiva, las temporadas nos revelan en el fútbol qué hombres son los imprescindibles y Bertold Brecht nos dijo que eran los capaces de luchar toda la vida.
Paco encarnaba ese ejemplo. Real, como la vida misma.


Simón Alegre
Socio del Valencia CF
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dimecres, 28 de setembre del 2011

El “Coronel” si té qui li escriga

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Paco Real ens ha deixat, un dels homes de la casa, home per a tot i per a tots.

En pocs mesos han faltat l’expresident Arturo Tuzón, Toni Companys i ara Paco Real, tres homes de la vella escola, de quan el futbol i les seues coses es vivien d’una manera molt diferent a l’actualitat, ni millor ni pitjor, eren altres temps i altres necessitats.

Trenta huit anys al servei del València on va fer de quasi tot: Entrenador de l’escola, director de la mateixa, entrenador del Mestalleta fins i tot a la nefasta temporada 1993-94 es va fer càrrec del nostre primer equip després la destitució de Guus Hiddink, debutant amb victòria front al Sevilla, encara que no va aconseguir redreçar la situació. L’uruguaià Héctor Nuñez l’acabaria substituint.

En eixos partits es var fer famós pels seus sistemes tàctics fonamentats en els “rombos”, pel fet de qualificar a Ronald Koeman com a “armari” (anys després eixe qualificatiu es quedaria molt curt davant la categoria com a entrenador que demostrà l’holandés a la nostra banqueta, però eixa és un altra història).

Una vegada allunyat de la banqueta va ocupar diferents ocupacions, entre elles les relacions externes i institucionals del club.

Descanse en pau un dels nostres.


Josep A. Bosch
Soci i accionista del València CF
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dimecres, 21 de setembre del 2011

Memoria de un recuerdo

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He abierto los ojos, y me he despertado, ya es de día, hace un sol espléndido, descubro todo un mundo de sensaciones, colores y de olores, es como si fuera todo nuevo para mí, me da la sensación de que he vuelto a nacer y tengo muchas cosas que hacer, voy corriendo a la habitación de al lado donde está mi (madre), a la que le doy los buenos días acompañado de un beso, ella me mira con cara de no saber nada, y veo que una lágrima recorre las arrugas de su cara, me parece adivinar que está contenta, enérgicamente me preparo un buen desayuno, acude mi hermano mayor, nos sentamos los tres juntos, ambos me miran con incredulidad, termino de desayunar, le acaricio la mano a mi madre y me marcho rápido hacia el cuarto de baño, donde me aseo y me ducho en 15 minutos, mientras me peino enfrente veo a un hombre al que no reconozco, es como una visión, voy corriendo a mi habitación y me visto con ropa deportiva, y me calzo unas zapatillas, abro mi cajón de ropa del armario y me preparo la mochila, en la cual voy litúrgicamente añadiendo la camiseta, el pantalón y las medias del Valencia C. F. , todo con sumo cuidado, después voy al zapatero y cojo las botas de fútbol, reviso los tacos y los cordones, están un poco viejas, pero hoy me aguantarán, después voy añadiendo los objetos de aseo, hasta completar la mochila, cojo mi amuleto de la suerte, un escudo de madera del Valencia, mientras todo esto sucede, mi (madre) me mira apoyada con el hombro sobre el marco de la puerta, estoy extasiado y le digo que llego tarde al partido, que no me espere para comer, y le vuelvo a dar otro beso, pero esta vez mi (madre) me abraza tan fuerte que casi me va a partir el pecho, se lo digo y me suelta despacio con lágrimas en los ojos y a la vez con ternura.

Voy corriendo por el pasillo, cojo las llaves de casa, abro, salgo y cierro la puerta, llamo al ascensor, pero está ocupado, así que bajo las escaleras lo más rápido que puedo, llego al patio, y abro la puerta, y salgo a la calle, voy a paso ligero, con mi bolsa de deporte en la mano, sin prestar atención a todo lo que me rodea, sólo tengo una fijación llegar al estadio lo antes posible, sería una vergüenza no llegar a tiempo viviendo al lado del estadio, el “míster” es una persona de mucho carácter, no acepta la impuntualidad, y podría dejarme en el banquillo, en el partido más importante de la temporada, tenemos que viajar fuera, sí ganamos conseguiremos algo maravilloso para los aficionados y para la ciudad, llevarnos la Liga.

Avanzo por Micer Mascó, y cada paso que doy el estadio Luis Casanova, va emergiendo como un gigante en reposo, con la tranquilidad de un volcán inactivo, que sólo ruge los días de partido.

Toda la gente con la que me cruzo, me anima y me felicita, estoy como en una nube, aprieto fuerte mi amuleto.

Ya estoy cerca faltan menos de cien metros para llegar a la puerta cero, donde nos espera el autobús, ya casi hasta lo puedo distinguir, lleva un numero pegado de nuestra liga del 71, puedo ver al míster recibiendo a mis compañeros uno a uno, animándoles a darlo todo en el último asalto, estoy tenso y temblando de la emoción, tengo un nudo en el estómago que casi no me deja respirar, necesito ganar ese título, sólo pienso en la gloria, en la alegría y la ilusión de los aficionados, no podemos fallarles.

Ya casi llego… estoy llegando…

De pronto me paro, el tiempo se enlentece, miro y … la angustia se apodera de mi, el autobús sale disparado… sin esperarme, el COLOR se transforma en BLANCO Y NEGRO, me pesan los pies, es como si tuviera 40 años más, mi cara se refleja en el espejo de un escaparate de ropa, es el rostro del señor que he visto en mi cuarto de baño como una visión, el horror me deja sin habla, soy yo pero he envejecido…. no tengo 30 años, tengo 70 años!!, me arrimo a la pared y me siento en la acera.

Empiezo a ver la verdadera realidad y sus circunstancias, el autobús es de la EMT era el “71”, y no me esperaba ningún entrenador, ni mis compañeros de equipo, ni tan siquiera íbamos a ganar la Liga, sobretodo porque yo nunca he sido jugador del Valencia, miro hacia atrás y donde antes veía gente que me felicitaba, ahora veo gente que me mira con cara extrañada, o lo que es peor ni se percatan de mi, la bolsa de deporte, no es tal, es una maleta estropeada, miro dentro y no hay ningún equipaje para jugar al fútbol, sólo ropa de calle, no hay botas, sólo zapatos.

Lo peor está por venir, lo presiento, sigo mentalmente el camino andado, hasta llegar a casa, y ahora caigo horrorizado,… mi madre…. no era mi madre, era…. mi…. esposa… no me dará tiempo a decirle cuanto la echo de menos, y mi hermano mayor…. era mi hijo… que crueldad de enfermedad, tampoco podré compartir el orgullo que siento por él, ni podré acompañarlo al estadio de Mestalla a ver a nuestro Valencia, el olor del césped recién cortado, el ambiente y expectación antes del partido, adivinar las alineaciones, corregir las tácticas del míster, nuestras largas charlas nocturnas de fútbol, nada.

Voy recordando fugazmente la consulta del doctor que me comunico que padecía de Alzheimer, y mi angustia contenida, las fases que me esperarían en el trayecto hacia el final de mi vida intelectual y personal, olvidar nombres, cambios de humor, miedos, alucinaciones, pérdida del equilibrio, llorar, gritar, no reconocer a cónyuge e hijos, atragantarse, perderse en trayectos habituales, confusión, no control de esfínteres, encamado y alimentado por sonda hasta el final.

Ya no hay nada que hacer, no puedo hablar, me pesan las piernas y los brazos, empiezo a divagar, no coordino los movimientos, abro y cierro los ojos, son como fogonazos fundidos en negro, en uno aparece un policía, en otro un equipo médico, en otro el rostro de mi mujer y creo que acompañada de mi hijo, ya no lo recuerdo, y ni siquiera recuerdo sus nombres, grito, lloro, vuelvo a ser yo mismo, mi cuerpo de anciano está atrapado en una mente que me envuelve en una constante bruma infantil, nada ha sido real, sólo el viejo estadio de Mestalla y… un pequeño objeto tallado de madera que llevo en la mano, que me regaló mi hijo, en el reverso lleva cinco letras escritas, que no consigo saber descifrar… a…. eme… u… ene… te...

. . . AMUNT


a mi tia Conchín


José Luis Aguilar, Pepelu
Socio del Valencia CF

21 de setembre: Dia Internacional de l'Alzheimer
2011 Any Internacional de l'Alzheimer
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divendres, 2 de setembre del 2011

El campionat bipolar

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Hola a tots amics futbolers, com supose que tots ja haveu comprovat fa poques dates hem donat la benvinguda a una nova edició de la lliga BIPOLAR. en esta ocasió en la seua versió 3.0.

Una lliga de dos ampliada i millorada, tingueu en compte que els altres dos equips classificats per a la Champions, que tal vegada podien donar algun esglai (sempre ocasional o accidental) als “dos grans” han hagut de vendre als seus jugadors referents per quadrar caixa.

Com veieu la cosa no decau, si uns guanyen el dissabte 0-6, els altres li fiquen cinc al quart classificat sense cap problema. VISCA LA COMPETICIÓ i el FURBOL (Villar dixit).

I la resta a roure, perdó, en què estaria jo pensant, volia dir a riure les gràcies dels Mourinhos, Peps, Cristianos, Ramos, Alves (Dani per suposat), Pepes, Manolos (Lama -Carreño, Carreño- Lama), i a escoltar les disertacions dels guardians de les essències futbolístiques, dels propietaris de l’ètica, l’estètica i el seny, dels qui històricament s’han queixat de les discriminacions i que ara des de la seus posició hegemònica no recorden, o no volen fer-ho, un passat no tant llunyà en el temps.

La temporada passada els clubs volgueren fer vaga. Enguany han sigut els jugadors els qui l’han fet. Ara les ràdios no volen pagar als clubs (per què com tots sabem, estes empreses privades, fan una gran tasca social al no cobrar als seus anunciants durant les retransmissions PIPAS FACUNDOOOOO...i les seues grans estreles Paquitos, Pepesdomingos, Ponsetis i companyia s’ho passen tant bé, que en lloc de cobrar paguen per fer el que fan).

Després de tant de desgavell jo em pregunte ¿Per a quan una vaga d’aficionats?. Aficionats farts de Puntopelotas, de Ronceros, Polisrincons, locos Gatti (espere encara que complisca una vella promesa) i demés hooligans disfressats de periodistes o pseudoconeixedors del futbol. Graciosets que sempre menyspreen als qui no combreguem amb rodes de molí.

En definitiva, amb uns clubs que deuen el que no està escrit, amb uns horaris de partits sense trellat, amb un president de la LFP que va enfonsar a un club històric com la Reial Societat, amb clubs tramposos que recorren a la llei concursal adulterant la competició podem afirmar amb rotunditat que esta és LA MILLOR LLIGA ESCOCESA DEL MÓN.

Ànim a tots, penseu que sols queden 37 jornades de les que tan sols 2 d'elles (podeu deduir fàcilment quines seran) es viuran com abans es vivia el futbol: amb emoció, passió, incertesa. La resta serà el pim-pam-pum d'una lliga a 100 punts fora de l'abast del mortals.

Jo ho tinc clar, continuaré patint, vibrant i gaudint dels partits a Mestalla i seguiré amb passió una lliga europea, moderna, competitiva i exemplar com la Bundeslliga, on en les darrere cinc edicions quatre equips diferents han sigut campions.


Josep Andreu Bosch Valero
Soci i accionista del València CF
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divendres, 26 d’agost del 2011

Elogio de la Cuperativa

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Yo siempre fui de Cúper. Más de Cúper que de nadie. Más de Cúper que de Benítez. Más de Cúper que de Rainieri. Más de Cúper que de Espárrago. Más de Cúper incluso que de Di Stéfano. De Cúper me gustaba todo. Su sobriedad, su laconismo, su falta de impostura. Cúper era, por encima de todo, el entrenador menos xoto de todos los posibles: el menos hipócrita, el menos fallero, el menos cínico. Fue, paradójicamente, el que más cerca estuvo de la filosofía fantasista de la ilusión, que como sabe la cátedra es el jodido adn del pueblo de Mestalla, su ideología más caliente y superficial: la puta recurrente que a tantos abismos nos ha llevado a lo largo de nuestra historia dentada. Porque con Cúper, la ilusión vivió sus momentos más álgidos, un paroxismo que sostuvo a la parroquia en un subidón permanente con doble parada: Paris-Milan. Tan lejos pero tan cerca del Paris-Texas wenderiano y ese hombre llamado Travis que vagaba por los no-lugares en busca de su mujer, tal cuál el VCF y su travesía en el desierto de 20 años de ostracismo europeo.

Con Cúper, el Valencia consolidó su estilo, ese que siempre olvida en cuanto la rubia le sonrie. Con Cúper, el Valencia salió a Europa a reivindicar una melodía joven y entusiasta con un centro del campo que jugaba al fútbol mejor que nadie. Nunca como en la primavera de 2000 Mestalla vio jugar tan bien al fútbol. Nunca. Fueron 3 meses de asombrosa energía, de recitales a diestro y siniestro, de fútbol eléctrico y jovial. Por eso, es doblemente injusto ese sambenito falso y ventajista del Cuper barraquero y aburrrido. No hubo tal o sólo en pequeñas dosis cuando hubo de reinventar el equipo para volver a salir a Europa con otro disfraz, quizás no tan atractivo pero si sumamente competitivo y eficaz. En ese interín nació La Cuperativa. Y del estiércol de ese bloque apareció el campeón de dos ligas casi consecutivas. Puede que la euforia de los títulos borre todo lo demás, pero ahora que ya hay espacio para la memoria y el relato yo recuerdo con más plenitud la primavera de Cúper que el largo verano de Benitez. Quizás porque las vísperas imponen en el escenario una felicidad expansiva y gozosa que los fastos y su colesterol acaban por traicionar. O quizás será que durante esos dos años servidor fue extremedamente feliz. No tanto en el fútbol como en todo lo demás. Nunca se sabe. Ahora que el mister vuelve a Mestalla, mi homenaje sincero y creo que merecido.


Rafa Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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dilluns, 22 d’agost del 2011

Nits d´adéus

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La meua memòria recorda amb una nitidesa acceptable tres d'elles. Jo les entenia com aquell homenatge que el club només rendia als més grans, a aquells que havien deixat una emprenta important en la gespa de Mestalla.

Sincerament, en l'última dècada, el futbol no ha sigut un fidel company de viatge de la meua vida i desconec si s'ha perdut la tradició. Però sí recorde perfectament aquells comiats u homenatges a 3 dels més destacats futbolistes de la història recent del València CF.

Recorde amb afecte aquella nit d'Agost del 85, 12 dies després del meu aniversari. De fet va ser la segona sorpresa perque la primera va ser una equipació de la senyera: samarreta, pantalons i mitjanes de Ressy que quasi tots els xavals voliem. Abans de traspassar el vomitori de l'amfiteatre vaig poder vore la famosa lluminositat que donava pas a un verd com els tapissos aquells de les taules de jocs d'atzar. És com si aqueixa experiència que tots hem tingut la tornarem a reviure com un fotograma quan traspassem el llindar de la mort. Bé, l'homenatge en qüestió era a Enrique Saura, el capità que havia alçat la Recopa en Heysel i jo havia escoltat tantes vegades.. Repassant algunes cròniques ara sé que Saura encara estava en actiu en el Castelló en aquella temporada 85/86 que anava a començar i que seria d'autèntic malson per a la parròquia valencianista. Poca gent en l'estadi i xiulets per a un mal joc d'un València apagat davant el gran Peñarol dels 80 que campeonaba a Uruguai any rere any. Tot un presagi del que significaria aquella temporada que anava a començar.

Ricardo Arias es va acomiadar de Mestalla una nit de Juny de 1992. Amb la lliga acabada i les vacances d'estiu molt a la vora, vaig anar amb el meu pare qui em va portar de nou a aquell amfiteatre per a veure l'adéu del 4 valencianista durant 16 anys (també Arias acabaria els seus dies com a jugador en el CE Castelló). Sincerament tampoc recorde massa expectació en aquella trobada però alguna cosa se m'ha quedat gravada en la ment: la cançó que l´antic Yomus li va dedicar "al rey del àrea", un bonic gest que tot l'estadi va aplaudir. El rival era d'entitat, el Barça del "dream team" recentment proclamat campeó d'Europa un mes abans en l'antic Wembley. L'espectacle va ser de bó, sis gols en total encara que el segon de Roberto no el vaig vore perquè estava contemplant com un grapat d´energumens dels "boixos nois", situats al sector 28 havien començat el seu particular "partit" amb els espectadors de la general Sud. L'ovació de l'estadi fou per als antidisturbis quan els varen fer córrer numerada cap a baix.. Trista anècdota per a gran moment però supose que tot forma part dels nostres records..Paco Camarasa va heretar el dorsal 4 que Arias li cediria cavallerosament en la seua substitució.

Just un any després, un altre ídol de l'època daurada del València dels 70 va rebre el seu merescut homenatge. Mario Kempes tornava a xafar la gespa de Mestalla i l'afició va respondre malgrat la fresca nit d'Abril que varem tindre. Recorde que havia plogut durant tota la vesprada i el cel va concedir una treva abans del partit com si vullguera respectar la nit del Matador. Kempes havia demanat durant la setmana que no hagueren pancartes en l'estadi i açò es va complir. Va haver-hi un lliurament de regals i records abans de l´encontre, amb un Mario vestit de nou de blanc i un poc nerviós, prop de l'eixida de vestuaris. La veritat és que el temps semblava haver-se detingut. Kempes no havia canviat massa, l'estadi tampoc i la indumentària blanca no oferia variacions importants. Crec que va ser un comiat molt emotiu. Allí varen estar quasi tots, Don Arturo Tuzón, el president de la RFEF, un representant de l´AFA, les penyes, jugadors que havien coincidit amb ell i estaven encara en actiu com Roberto, Fernando o Sempere... etc... Jo no recordava el joc de Kempes però em va encantar la frase que va dir abans del partit a un mitjà local: "..Yo en los entrenamientos me mataba y en la cancha me divertía..". Em va semblar que els prolegomens del partit fòren una mica extranys. La temporada l'estava sent, haviem començat prou malament i la presència del PSV de Romario no ajudava molt. Realment havien dos protagonistes en aquella trobada, l'homenatjat i el brasiler al que quasi es donava per fet que lluiria l'escut valencianista al pit la pròxima temporada. Les ovacions més fortes de la nit fòren per a Kempes i Romario quan la megafonia va anunciar les alineacions i quan marcaren 3 gols cadascun. Si no recorde malament, el Matador marcaria un d'ells de falta i un altre amb una classe impressionant en retirar el peu en l'últim instant per a no colpejar la cara del porter holandés. Quan Romario marcava un, la tribuna es girava a la llotja i quan Kempes feia el propi, l'estadi va començar a cridar "fíchalo, fíchalo"...Tot molt faller, com quasi sempre que tinc records de Mestalla..cal dir que no he presenciat més partits homenatges i ni tan sols sé si s'han produït en el vell Mestalla...Ell i jo ens hem anat separant sense saver molt bé per qué, com alguns vells matrimonis que en el fons s´estimen. Sempre em quedaran els records perque formen i formaran part de la meua vida.


Fernando Tomás Puchades
Antic soci del Valencia CF
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divendres, 12 d’agost del 2011

La millor taronja de l'estiu

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La frase que encapçala este article la solien utilitzar en els anuncis de Canal 9 per a anunciar el Trofeu Taronja fa més d’una dècada, rememorant eixe naixement del nostre torneig estiuenc tan lligat al sector dels cítrics.

Per circumstàncies diverses, jo no tinc eixa experiència infantil d’anar al Taronja amb mon pare i viure l’ambient especial d’eixes nits. Amb mono de futbol, recorde haver vist els meus primers Taronges a Terol, un territori on un valencianista sempre troba correligionaris a l’estiu.

La meua intenció no és la d’inventariar la història del nostre trofeu, la qual està magníficament documentada, per exemple, en Camp de Mestalla, de Paco Lloret.

El Taronja no tenia el prestigi del Carranza o Teresa Herrera ni es programava quasi abans d’iniciar-se la Lliga, com el Gamper o el Bernabéu. Amb un manteniment més o menys regular de la fórmula del triangular i la tradició de contractar partits amb els equips triomfants de diverses èpoques, servia com a primera presa de contacte de l’equip amb l’afició, un poc abans d’entonar eixe clàssic “ja tenim equip”, de caràcter més lliguer.

Fet el resum de rigor, la meua aportació se centra en els últims anys del format original, la crònica personal d’una desnaturalització simultània a la d’altres tradicions futboleres que van desapareixent.

El meu primer contacte amb el Taronja resultà decebedor. Amb set anys ja havia pres la decisió de fer-me valencianista i vaig tindre que encaixar una derrota per 1-7 contra el Reial Madrid i els reserves de la Quinta del Buitre. La primera línia de l’epíleg d’Espárrago, tot i que ara estava avalat pel subcampionat.

Però el Taronja anava a oferir-nos més sorpreses. L’edició de 1991 ressaltà per la presència de la selecció soviètica (no oblidem que era subcampiona de l’Eurocopa Alemanya 88) a les nostres terres mentre es produïa una sublevació militar a Moscou. Rommel Fernández sentencià el Sao Paulo en el nostre segon partit, sempre més apte per a les conclusions, i pareixia confirmar que “ja teníem davanter”.

La següent edició la vaig vore de vacances a Baqueira Beret i em generà sensacions contradictòries. Un primer partit decebedor amb empat contra el Dinamo de Moscou i una eufòrica remuntada en els últims minuts contra eixa Sampdòria que havia perdut mesos abans la final de Wembley contra el Dream Team. Resten dos records inoblidables d’aquell torneig: la lesió de Giner en caure al fossat dels periodistes i, prop del segle XXI, la designació del guanyador del mateix (els russos) mitjançant una moneda llançada a l’aire.

El Taronja del 93 destacà per l’exhibició de Mijatovic (antologia de fantàstics gols estiuencs que també conegueren a Barcelona o Bilbao en els seus torneigs locals) i la golejada que li ficàrem al Feyenoord. Tan fluixos estigueren els holandesos, que eixe dia arribàrem a pensar que Belodedici era salvable per a la causa.

L’estiu del 94 reedità el “Amigos para siempre” que Los Manolos havien popularitzat dos anys abans amb les invitacions recíproques de VCF i FCB a Gamper i Taronja, respectivament. Un Valencia egregi aplanà el Barça en ambdós competicions i disparà una eufòria que el campionat de la regularitat s’encarregaria de rebaixar. De l’equipasso al batacasso, volum un. També començava a confirmar-se una llei no escrita que afirma que les pretemporades brillants equivalen a campanyes decebedores. I a l’inrevés. Este Taronja estigué envoltat d’un maremàgnum d’amistosos que Roig va organitzar a Mestalla i pertot arreu com a antídot de l’ansietat que caracteritzava el seu projecte. Per exemple, un devaluat VCF-Chelsea, commemoratiu del 75 aniversari de l’entitat.

L’any 95 faria bona l’anterior tradició esmentada quant al nivell de la pretemporada. Lamentable Taronja com a carta de presentació del projecte Aragonés (participant eixe Atlètic de Madrid contra el que ens jugaríem la Lliga), preludi d’una temporada apassionant. D’eixa edició sempre recordaré que mai havia vist la gespa del camp en unes condicions tan deplorables, acostumat fins aleshores a eixe tapís reconegut per tota l’Espanya futbolera.

Els torneigs del 96 i 97 tingueren un nom propi: Romario. L’obra faraònica, que havia lluït de meravella durant estes èpoques de focs artificials se’ns va enderrocar, sublim final per a un virtuós del gol, assajant una xilena. Savio (i el misteri d’aquella opció de compra) va firmar l’enterado de l’execució del roigisme, la desintegració del qual s’acceleraria.

I després dels fasts i la cremà arribem a la nova era. Vestigis de l’anterior, el partit de presentació, amb la seua estètica americanitzada, havia desbancat ja al Taronja en les preferències d’una nova fornada d’aficionats, en part desconeixedora de les tradicions del seu club i alienada per un nou concepte de futbol-espectacle.

El canvi cíclic va produir algunes deformacions, com la disputa del Taronja de 1998 a la Tardor i contra el Dinamo de Bucarest (quan el “Imperio Rumano” dominà el Valencia de Cortés) o les grotesques i injustíssimes xiulades a Ortí en les presentacions, mereixedores d’acte de desgreuge contundent. I abans de la ja consolidada “amortització” que implica la fusió del Taronja i la presentació, una última oportunitat per al format triangular. Edició 05-06, pèssims resultats, prèvia d’una etapa fosca de la nostra història i el fill de Gadafi deambulant pel verd de Mestalla. La hintxada no va respondre i se signà un trist epíleg per al nostre emblemàtic trofeu.

Els temps han canviat, com va dir el poeta, i el vell Taronja tal volta ja no torne mai.

Tot i això, a la nostra memòria sobreviuran sempre eixos records del torneig que seran part d’eixe llegat d’històries i vivències que tindrem la responsabilitat i l’orgull de deixar a les futures generacions valencianistes.


Simón Alegre
Soci del Valencia CF
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diumenge, 7 d’agost del 2011

Keita

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Un texte del nostre col·laborador Francisco Garcia ha estat premiat al concurs estiuenc de la pàgina de facebook de todocolección.com. Volem felicitar-lo publicant el seu relat.
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Cullera 1973. El calor se ve atenuado por la brisa marina abriéndose paso a duras penas entre el gentío, que apelotonado en la arena deja en suspenso su vida. Mi madre me deja adelantarme hasta el quiosco. Compro cinco sobres de cromos. Los abro ante la atenta mirada de mis amigos, todos afilando la mirada como pumas hambrientos. Todos deseando cualquier cromo que a ellos les falte. Me sale un fichaje, uno de los que nadie tiene. Keita, el exótico delantero del Valencia en la temporada 1973-74. Hay un revuelo. Todos me ofrecen el oro y el moro. Protejo el tesoro con mi cuerpo y, al girarme para evitar sus zarpas, veo a mi madre que me llama imperativamente. Salgo victorioso con mi trocito de cartoncillo intacto. Sonrío y le doy un beso a mi madre. Su cara de sorpresa y de estupefacción certifican mi felicidad. Recuerdo el día perfectamente: el agua era una balsa azul que, desde entonces, mece mi niñez.


Francisco García
Socio del Valencia CF
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dilluns, 1 d’agost del 2011

El factor humano del club

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Publiquem l'aticle del nostre habitual col·laborador Vicent Chilet del diari Levante-EMV del diumenge 31 de juliol al voltant de la figura d'Antonio Company. DEP.

Era muy fácil congeniar con Antonio Company. Su imagen en viajes, días de partido o en la rutina de la oficina era inconfundible: conversando y bromeando con jugadores, empleados, periodistas, directivos, aficionados... Siempre con una sonrisa, magnética e inalterable, y un inseparable cigarrillo. Con todos se llevaba bien. En un fútbol cada vez más mercantilizado, movido por un volumen de negocio que a la fuerza aleja a los clubes del contacto personal con los aficionados, Company representaba un factor humano ya prácticamente extinguido en la elite de este deporte, el nexo de unión entre la entidad y unos hinchas que, gracias a su incansable labor (a sus gestiones, mediaciones y favores personales), conservaban inmaculado el sentimiento de pertenencia a unos colores. Con él, el club recuperó el vínculo casi olvidado de empleados «de la casa», dedicados al cien por cien a la institución, cercanos y atentos con las demandas de los socios, como lo fue décadas atrás Vicente Peris.

Company trabajó durante casi veinte años en el Valencia. Entró al club de la mano de Francisco Roig, en 1994. En este período de tiempo, la entidad ha experimentado una transformación total, que le ha permitido recuperar su prestigio a nivel europeo. Paralelos a los éxitos deportivos, el trabajo de Company dentro del área de relaciones externas del club contribuyó al incremento en el número de peñas valencianistas, que pasaron de medio centenar a las 784 repartidas actualmente por todo el planeta.

Ayer, en la Convención anual de peñas del Valencia, una cita a la que jamás faltaba, se le rindió homenaje con un emotivo minuto de silencio. No había peñista que no le conociera, que no recordara alguna anécdota compartida.

Ya desde joven, Company estuvo vinculado con el deporte, jugando en el Club de Fútbol Simat, de su localidad. También era muy aficionado a la música, y tocó la batería en el grupo «Els Diapasón», como ayer recordaba su hermano Vicent. La inquietud musical no la abandonó nunca y aprovechaba cualquier momento para exhibirla, como en 2008, en el aniversario de la peña valencianista 18 de marzo, radicada en Madrid, cuando deleitó a todos los presentes con un improvisado concierto de trompeta. Entusiasta seguidor blanquinegro, a principios de la década pasada la Penya Valencianista simatera ya le rindió el primero de sus homenajes. Además, las peñas de Benifairó y de Tavernes de la Valldigna reconocieron su trabajo y su estrecha vinculación con la comarca.

En 2004, con motivo de la visita a Simat de las tres copas conquistadas por el Valencia en la temporada anterior —Liga, Copa de la UEFA y Supercopa—, el Ayuntamiento reconoció su compromiso con el deporte y le hizo firmar en el libro de oro de la localidad. En los últimos años, Company ha luchado con denuedo contra una larga enfermedad, que ayer finalmente le venció, a los 65 años, en su habitación del Instituto Valenciano de Oncología, donde permanecía ingresado. Company será incinerado hoy a las 9:30 horas en el crematorio del Cementerio General de Valencia. La próxima semana tendrá lugar un funeral en Simat de la Valldigna.

El Valencia, que con acierto ha decidido presentar a sus nuevos futbolistas en distintas localidades para arraigar el sentimiento blanquinegro, tiene la obligación de preservar y potenciar el valencianismo social y militante de Company. Y siempre con una franca sonrisa.

Fallece Domínguez, 75 años. Ayer también se confirmó el fallecimiento de Antonio Domínguez Carrión, de 75 años, futbolista del Valencia entre las temporadas 56-57 y 59-60, en las que jugó 23 encuentros y marcó 7 goles. Será enterrado hoy en el Puerto de Sagunto.


Vicent Chilet
Socio del Valencia CF
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dilluns, 25 de juliol del 2011

Recolzem Elvira Roda

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Estimats amics,

El post de hui ens haguera agradat haver de publicar-lo mai però, per desgràcia, ens vegem obligats a fer-ho.

Com podeu vore al banner lateral del nostre blog, des d’últimes vesprades a Mestalla donem suport a la causa d'Elvira Roda Llorca, la jove valenciana afectada per la síndrome de la Sensibilitat Química Múltiple, coneguda a través dels mitjans de comunicació com "la chica burbuja".

La nostra vinculació amb esta causa naix de la proximitat personal d'alguns dels nostres col·laboradors amb la família d'Elvira. Però, a banda d'eixa amistad, hi ha un fet en la vida d'Elvira Roda que la relaciona d'una manera molt especial amb el València CF: Elvira Roda Llorca és néta de José Llorca Rodríguez, un dels socis fundadors del nostre club en aquella reunió al Bar Torino en març de 1919.

Davant un cas com este ens heu de permetre la llibertat de dir les coses clarament, tal com són, i el fet és que la seua situació es fa cada dia més difícil, fins arribar a un punt pràcticament insostenible. A més de a les complicacions pròpies de la malaltia, Elvira i la seua família han de fer front a la falta de reconeixement de la SQM per part del sistema públic de salut, fet que es traduïx en una absoluta falta d'ajuda pública i una absència total de protocols sanitaris en situacions d'emergència.

Per si tot això fora poc, fets com l'enderroc d'una casa veïna a la que, per proximitat a l'aire pur de la platja, actualment ocupa Elvira a la Patacona, o les campanyes de fumigació de l'Ajuntament d'Alboraia (que s'ha mostrat impermeable a les protestes i apel·lacions de la família contra la utilització de productes catalogats com no aptes per a ús en zones urbanes), no han fet més que agreujar la situació i obligar la família i el seu entorn a afrontar una interminable batalla quotidiana que no els permet focalitzar els seus esforços en la consecució dels recursos necessaris per proporcionar Elvira el tractament que possibilite la seua curació.

Tot açò, com podeu imaginar, ha significat un desgast personal, familiar i econòmic molt fort per a l'entorn d'Elvira, fins arribar al moment actual, on està resultant cada volta més difícil poder mantindre de les condicions materials necessàries per a la bona salut d'Elvira.

És per això que ens dirigim a vosaltres, per demanar-vos ajuda obertament, de tot cor i amb tota la força possible. Vos demanem que, en la mesura de les pròpies possibilitats, vos afegiu al grup de persones que amb les seues aportacions econòmiques fan possible el dia a dia d'una persona que està afrontant una situació tan difícil.

Amb esta campanya, des d’últimes vesprades a Mestalla ens plantegem l’objectiu de contribuir a consolidar un grup de persones el més ample possible que estiguen en disposició de realitzar una aportació econòmica mensual, no importa la quantitat, de manera que permeta a l'entorn d'Elvira disposar d'una base econòmica de certa solidesa amb la que poder assegurar les condicions mínimes per a la subsistència segura d'Elvira, evitant en la mesura del possible les temudes i violentes crisis de salut que provoca la malaltia.

El nostre paper només és d’altaveu, de manera que totes les ajudes s’hauran de canalitzar directament a través del compte bancari del qual és titular la pròpia Elvira, que mostrem a continuació:

Estimados amigos,

El post de hoy nos hubiera gustado no tener que publicarlo nunca sin embargo, por desgracia, nos veamos obligados a hacerlo.

Como podeis ver en el banner lateral de nuestro blog, desde últimes vesprades a Mestalla apoyamos la causa de Elvira Roda Llorca, la joven valenciana afectada por el síndrome de la Sensibilidad Química Múltiple, conocida a través de los medios de comunicación como "la chica burbuja".

Nuestra vinculación con esta causa nace en la proximidad personal de algunos de nuestros colaboradores con la familia de Elvira. Pero, aparte de esa amistad, hay un hecho en la vida de Elvira Roda que la relaciona de una manera muy especial con el Valencia CF: Elvira Roda Llorca es nieta de José Llorca Rodríguez, uno de los socios fundadores de nuestro club en aquella reunión en el Bar Torino en marzo de 1919.

Ante un caso como este nos debéis permitir la libertad de decir las cosas claramente, tal como son, y la realidad es que su situación se hace cada día más difícil, hasta llegar a un punto prácticamente insostenible. Además de a las complicaciones propias de la enfermedad, Elvira y su familia deben hacer frente a la falta de reconocimiento de la SQM por parte del sistema público de salud, hecho que se traduce en una absoluta falta de ayuda pública y una ausencia total de protocolos sanitarios en situaciones de emergencia.

Por sí todo eso fuera poco, hechos como el derribo de una casa vecina a la que, por proximidad al aire puro de la playa, actualmente ocupa Elvira en la Patacona, o las campañas de fumigación del Ayuntamiento de Alboraia (que se ha mostrado impermeable a las protestas y apelaciones de la familia contra el empleo de productos catalogados como no aptos para uso en zonas urbanas), no han hecho más que agravar la situación y obligar la familia y su entorno a afrontar una interminable batalla cotidiana que no les permite enfocar sus esfuerzos en la consecución de los recursos necesarios para proporcionar a Elvira el tratamiento que posibilite su curación.

Todo esto, como podéis imaginar, representa un desgaste personal, familiar y económico muy fuerte para el entorno a Elvira, hasta llegar al momento actual, donde está resultando cada vez más difícil poder mantener de las condiciones materiales necesarias para la buena salud de Elvira.

Es por eso que nos dirigimos a vosotros, para pediros ayuda abiertamente, de todo corazón y con toda la fuerza posible. Os pedimos que, en la medida de las propias posibilidades, os unais al grupo de personas que con sus aportaciones económicas hacen posible el día a día de una persona que está afrontando una situación muy difícil.

Con esta campaña, desde últimes vesprades a Mestalla nos planteamos el objetivo de contribuir a consolidar un grupo de personas lo más amplio posible que estén en disposición de realizar una aportación económica mensual, no importa la cantidad, de manera que permita al entorno a Elvira disponer de una base económica de cierta solidez con la que poder asegurar las condiciones mínimas para la subsistencia segura de Elvira, evitando en la medida del posible las temidas y violentas crisis de salud que provoca la enfermedad.

Nuestro papel solo es de altavoz, de manera que todas las ayudas se deberán canalizar directamente a través de la cuenta bancaria de la que es titular la propia Elvira, que mostramos a continuación:

Elvira Roda Llorca
0182 9553 34 0201532883


Al respecte de la situació d’Elvira podeu trobar més informació a les següents pàgines web, mantingudes per familiars i amics que tracten de traure a la llum el problema que estan afrontant:
En relación con la situación de Elvira podeis encontrar más información en las siguientes páginas web, mantenidas por familiares y amigos que tratan de sacar a la luz el problema que están afrontando:


Des d'últimes vesprades a Mestalla vos agraïm de manera infinita el vostre temps en llegir estes paraules, l’ajuda amb què pugueu col·laborar i, no menys important, que ens feu el favor de fer arribar, allà on estiga al vostre abast, el coneixement d'este cas i de la gran necessitat d'ajuda que precisa.

Atentament,

Desde últimes vesprades a Mestalla os agradecemos de manera infinita vuestro tiempo al leer estas palabras, la ayuda con que podáis colaborar y, algo no menos importante, que nos hagáis el favor de hacer llegar, allá donde esté a vuestro alcance, el conocimiento de este caso y la gran necesidad de ayuda que precisa.

Atentamente,


últimes vesprades a Mestalla
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Video de programa "Conexión Samanta" de cuatro
al voltant del cas d'Elvira Roda i la SQM
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dilluns, 18 de juliol del 2011

Respeto

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Hace muchos años, cuando el CD Mestalla aún disputaba sus partidos en el viejo estadio los domingos por la mañana, acudí, junto a mi mujer, entonces novia, a un partido de tercera división. Ni siquiera recuerdo quién era el rival, pero sentados en la tribuna antes de que empezara el partido, justo en el asiento de mi derecha se sentó Roberto Gil acompañado del que imagino sería su hijo. “Hostia, Roberto Gil”, pensé, y le dí un pequeño codazo a mi chica diciéndole con los ojos, “mira, Roberto Gil”… Ella, no conocedora de nuestra historia tanto como yo, como si se hubiera sentado Perico el de los palotes. Pero para mí era tremendo estar sentado al lado de Roberto Gil, una leyenda del valencianismo.

Digo esto porque tras el fallecimiento de D. Arturo Tuzón, en el programa de Paco Lloret se le hizo un merecido homenaje y en él participó Roberto. Y cuando le ví pensé que una leyenda como él debería estar muchísimo más reconocida. Un hombre que ha defendido la camiseta durante más de 350 partidos de la época (ahora serían bastantes más), que desde mediados de los 60 ostentó la capitanía del club, que formó una pareja inolvidable con Paquito en la medular, participante activo tanto de la Copa del 67 (en nuestra memoria quedó grabada esa foto levantando la copa en el palco del Bernabéu con una cara de satisfacción inmensa), como de los títulos de Copa de Ferias, que después de retirado, y homenajeado en Mestalla en un partido contra el Honved, fue entrenador y secretario técnico, en unos tiempos en lo que lo más fácil era haber echado a correr sin mirar atrás.

Estigmatizado injustamente con el famoso “té cosetes”, fue un hombre de club, lo cual a veces, incomprensiblemente, parece un pecado, cuando en realidad, bajo mi punto de vista, es lo más grande que puede tener una entidad, personas que amen y defiendan nuestro escudo por encima de todo.

Estoy seguro, que a una buena parte del público habitual de Mestalla le preguntas quién es Roberto Gil y no te saben responder, y si lo hacen, no le darían la dimensión que merece. Si Roberto Gil se llamara Bobby Gill y hubiera jugado para el Blackburn Rovers, por citar un equipo inglés cualquiera, sería una auténtica leyenda (para mí lo es) y estaría colmado de homenajes y reconocimientos. Y sobre todo de respeto. Respeto casi litúrgico hacia una historia.


Jose Miguel Lavarías
Socio del Valencia CF
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diumenge, 3 de juliol del 2011

Ese día hacía frío

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El gesto de Mundo en la foto nos habla desde el pasado. La postura de sus manos, inequívocamente reveladora, parece indicar lo que el resto de su vestimenta niega a gritos. Ese día hacía frío. Aunque con una camiseta como ésa, que hoy día ninguna persona en sus cabales se atrevería a utilizar en público, tal vez fuera la manera de posar del bueno de Edmundo la que nos engaña y transporta a tiempos memorizados en escala de grises. Su peinado, canónico y perfecto en su anacronismo, nos dice menos que la mueca contrita de sus muñecas. Sí, tal vez me esté poniendo algo pesado, pero a mí me da que ese día tenía que hacer frío. Tal vez fuera un día de otoño en el que las lluvias han refrescado el ambiente, uno de esos días que conducen irremediablemente hacia el primer catarro de la temporada. La fortaleza natural de un mozo como el gran ariete valencianista minimizaría la bajada del mercurio y la situaría en su justo lugar: la inexistencia, la nada. Acabara como acabara la jornada, es muy probable que con esa camiseta escueta, engrandecida por el escudo cosido en el lado del corazón, Mundo marcara algún gol en ese partido, alguno de los que certifican su liderazgo en el trono de los creadores de felicidad que se pasearon entre las líneas de cal de Mestalla. El mejor goleador de nuestra historia.

Me pregunto cuántos chavales de los que compran y lucen las camisetas de última generación de avariciosas marcas multinacionales serán conscientes de que esos trapitos de tan cacareada última tecnología son descendientes, a veces bastardos, de aquellas camisetas mínimas, cada una de su padre y de su madre, que eran consideradas equipaje oficial única y exclusivamente por el escudo cosido que iluminaba el tejido como lo haría un monje cisterciense pintando una bella escena bíblica en un vitelo, en una sala semioscura de un monasterio europeo, donde estoy seguro, sí que hacía mucho frío. La recuperación de la memoria es un ejercicio básico ante un cierto tipo de ictus futbolístico que muchos clubes acaban por sufrir. El deslumbramiento de los tiempos actuales, la certeza de estar entre los grandes, los patrocinadores y los ingresos atípicos, pilares básicos de una ensalada futbolística que ha venido para quedarse, pero que debería ser aliñada con aceites y aromas añejos que colocaran en su justo lugar la memoria y el orgullo de un pasado, que en muchos casos es el único bagaje auténtico al que podemos recurrir en los tiempos inciertos.

El nuevo museo de River Plate, inaugurado el 9 de noviembre de 2009, sorprende al visitante con una locomotora auténtica destrozando un muro mientras irrumpe en el vestíbulo del recinto. Se trata de la forma de recordar a la que fuera delantera más laureada del club porteño: “La Máquina”. Cuando tuve la suerte de ver tamaña metáfora de la grandeza de un equipo, inmediatamente resolví la regla de tres. Nuestra “Delantera Eléctrica” no merecería menos en un futuro espacio museístico valencianista. Todo es cuestión de voluntad. Tenemos a Mundo, su gestión en el que sus manos nos indican que algo de frío hacía ese día, tenemos la dignidad de su pobre camiseta engrandecida por el escudo del murciélago, tenemos a sus compañeros, integrantes de la única delantera de nuestra historia que ha merecido un sobrenombre y que podríamos recitar de memoria sin esfuerzo alguno. Tenemos todo lo necesario. ¿Nos va a faltar la voluntad?


Francisco García
Socio del Valencia CF
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dijous, 30 de juny del 2011

Lobo Diarte. In memoriam.

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Amb motiu del traspàs de Lobo Diarte últimes vesprades a Mestalla vol retre el seu homenatge recordant este evocador post del nostre col·laborador Paco Lloret publicat originalment el 3 de desembre de 2008. Servisca este article, per tant, com a sentit record a un protagonista de la nostra història i a la seua lluita contra la malaltia.
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El gol más rápido de la historia




Nunca me han gustado demasiado los goles madrugadores, aquellos que llegan en los compases iniciales cuando todavía no le has cogido el aire al partido. Te pillan un poco descolocado. Creo que son goles que se olvidan rápido porque todavía queda mucho por delante y su influencia en la suerte de un resultado es muy relativa. Recuerdo, claro está, aquella espectacular mascletà al Lazio que encumbró a Gerard como algo inaudito porque se marcó más de un gol en una apoteosis inicial sin precedentes. Pero a pesar de todo, en el guión soñado de los partidos ideales el gol que te lleva al éxtasis, aquel con el que revientas de gozo es el marcado en los últimos instantes, a la desesperada, después de un asedio infructuoso ante un rival que se las promete muy felices. Esos han sido los que más placer me han proporcionado desde que a finales de los sesenta vi a Paquito batir la portería de Ñito en un Valencia-Granada con un chutazo desde fuera del área que entró por la escuadra en tiempo de descuento. Ese fogonazo te devolvía en un instante la felicidad cuando ya te resignabas al triste empate a cero y la melancolía insoportable del final de un domingo se apoderaba de ti. Por eso nunca quería abandonar la grada hasta que el árbitro pitara el final. El estruendo de un gol in extremis mientras los impacientes y los escépticos se amontonan en los vomitorios de salida me parecía el mejor desenlace y disfrutaba pensando en aquellos agoreros que después de renegar se iban malhumorados antes de tiempo y se perdían lo mejor de la tarde. Era el mejor escarmiento. Imaginaba su rabia al escuchar el alborozo de los que se mantenían en su localidad sin perder la esperanza en el Valencia.

Los goles postreros con carácter decisivo siempre han sido los más celebrados, el grito más desgarrador de la grada se ha escuchado en ese momento mágico en el que la afición se ve recompensada después de aguantar hasta el último instante. En la galería de los mejores, recuerdo el de Forment al Celta en la liga del 71. No he visto algo igual en Mestalla. Todos puestos de pie a la espera de un milagro en forma corner. El Valencia necesitaba ganara para seguir primero y lo logró en una explosión de júbilo tremenda. La célebre remontada al Madrid con Fernando y Robert de goleadores después de sendos cabezazos. Un gol de Ansola también al Madrid en una jugada confusa o el de Keita al Zaragoza en el 76, partido televisado, y con ambos equipos en situación delicada. Sin embargo hubo un gol madrugador que batió todos los registros. Lo marcó el “Lobo” Diarte al Elche el 4 de diciembre de 1977, hace justo 31 años. Marcel Domingo era el entrenador y el Valencia solía en aquel período despachar con autoridad los partidos en casa pero fuera estaba abonado a derrotas mínimas. Ibas a Mestalla confiado, sabías lo que te esperaba. Apenas sufrías, aunque después de este partido contra el Elche el equipo entró en una racha negativa a partir del 1 de enero del 78 cuando perdió contra la Real Sociedad, en una tarde de frío y resaca insoportable.

Creo que es el gol más rápido de toda la historia pero la falta de documentos audiovisuales de aquel choque impide certificarlo. Lo curioso es que esa jugada se ensayaba y nunca salía bien. Aquel día todo sucedió según lo previsto en la pizarra. El portero del Elche era Esteban, recientemente fallecido. Se colocó algo adelantado en la portería del Gol Xicotet. El Valencia sacó de centro, Diarte tocó hacia delante y se marchó raudo hacia el área ilicitana mientras que Felman retrasaba el balón para que Kempes lo lanzara en largo a la cabeza de Diarte. El pase teledirigido llegó al “Lobo” que remató sobre la marcha en una extraña postura. El balón superó al portero que se quedó clavado y entró en la portería ante la incredulidad general. Por supuesto, hubo gente que se lo perdió por llegar tarde. Quienes estábamos en la general de pie del Gol Gran cerca del reloj lo vimos asombrados y lo celebramos con cierta perplejidad. Para más inri, Diarte sólo marcó ese gol en toda la temporada. El partido acabó 4-1 y Kempes acabó siendo la figura del partido con un par de goles. El tanto del Elche tampoco estuvo mal, lo marcó Trobbiani antes del descanso y Mestalla le aplaudió.

Los jugadores del Valencia lo volvieron a intentar en otros partidos pero ya nunca les salió la jugada y ni siquiera eran capaces de poner en aprietos al rival. Con el paso del tiempo desistieron. Al final de aquella temporada Mestalla modificó su aspecto clásico con una reforma que prometía la llegada de tiempos felices, el equipo volvió a Europa después de un lustro de ausencia, Kempes confirmó su reinado antes de coronarse en el Mundial de Argentina y la estrella del Lobo se eclipsó aunque nos dejó la secuencia imborrable de un gol que nunca más se ha vuelto a vivir en Mestalla.


Paco Lloret
Socio del Valencia CF
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