divendres, 27 de novembre del 2009

Xafant Mestalla. RCD Mallorca: Pepe Gálvez

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Mestalla, siempre en mi corazón.

Es imposible que Mestalla desaparezca. Son demasiadas emociones vividas, al menos para mí.

Haciendo un balance de lo bueno y de lo malo que he vivido en Mestalla, son más los recuerdos felices que perduran.

Aun se me pone la piel de gallina recordando algunos momentos vividos en Mestalla. Uno de los más bonitos era cuando esperábamos en el túnel de vestuarios ante un partido importante y sonaba el himno. También una de las sensaciones más fuertes es poder marcar un gol en Mestalla, ¡Qué subidón de adrenalina!

Pero sobre todo nunca olvidaré el cariño de la afición en todos los partidos que he jugado en Mestalla, en especial el día que reaparecí después de una larga lesión de rodilla y todo el campo coreaba mi nombre, es una sensación que es muy difícil explicarla con palabras.

Muchas gracias a Mestalla, al Valencia Club de Fútbol y a todos los valencianistas por haberme dejado ser una pequeña parte de su historia.

Con mucho cariño.


Pepe Gálvez
Futbolista del RCD Mallorca, Valencia CF, Real Betis Balompié y Real Burgos CF
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dissabte, 21 de novembre del 2009

Victimas del olvido

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José Ricardo March, també col·laborador habitual del nostre blog, publica al mateix diari Levante-EMV este interessant article que continua la sèrie d'escrits que, per fortuna, estan tornant a l'actualitat la figura de qui va ser el nostre 13é President durant els anys de la Guerra Civil.

Josep Rodríguez Tortajada, President del València FC, i Lluís Companys, President de la Generalitat de Catalunya,
a la tribuna del Camp de Les Corts de Barcelona durant els actes d'octubre de 1936.


La lectura del interesantísimo reportaje que Vicent Chilet dedicó el pasado lunes a Josep Rodríguez Tortajada, el presidente proscrito del Valencia CF, debe hacernos reflexionar sobre olvidos y silencios. Sobre la oscuridad impuesta a una etapa que, tradicionalmente, la historiografía oficial del fútbol valenciano ha ventilado en pocas frases, a cuenta del tan manido recurso de apelar a la suspensión de competiciones deportivas durante la guerra. Una etapa que, gracias al esfuerzo y rigor de un puñado de investigadores como Julián García Candau, Miquel Nadal y Josep Bosch, comenzamos a descubrir, más allá del abismo que ha permanecido inaccesible durante setenta años.

En esta labor de recuperación de la memoria histórica es necesario que, junto a la figura de Rodríguez Tortajada, recordemos al resto de miembros de la junta gestora que rigió al Valencia entre agosto de 1936 y marzo de 1939. Rodríguez Tortajada encabezó a un grupo de socios de indudable pedigrí democrático que mantuvieron al club en funcionamiento. Como Julio Balanzá, un histórico del republicanismo blasquista, que desempeñó la vicepresidencia tras la incautación del club por parte del sindicato de acomodadores. Como Vicente Piquer, José Calvo, Manuel Aleix o Enrique Cano, el portero del ascenso de 1931, que acabó sus días en Uruguay en 1960. O como Carlos Iturraspe, capitán del equipo y vocal de la junta directiva, cuya participación en el Valencia no sólo se limitó a lo estrictamente deportivo. En la jornada de confraternización Valencia-Cataluña de octubre de 1936 fue Iturraspe quien subió al palco de Les Corts para pedir a Lluís Companys y Rodríguez Tortajada que intercedieran a favor de Ricardo Zamora, preso en Madrid y al que la propaganda franquista había incluido precipitadamente en su panteón de mártires. Su implicación en el acto de homenaje a Cataluña y en otros partidos propagandísticos realizados en la zona republicana costaría al donostiarra la apertura de un expediente durante los primeros meses del franquismo, un camino que también seguirían sus compañeros de equipo Juan Melenchón y, con peor fortuna, Tonín Conde, que fue internado en el penal de San Miguel de los Reyes y, posteriormente, desterrado de la ciudad.

En aquella junta directiva figuraban, además, nexos de unión con el Valencia previo a la guerra: la presencia de Eduardo Cubells y Luis Colina, éste secretario general del club, evitó, como en el caso del Llevant y el Gimnàstic, que se produjeran los desmanes que sí alcanzaron a otras sociedades a lo largo de la guerra. El control interno de los clubes y el sentido común de los dirigentes favoreció un corporativismo protector de futbolistas que impidió cazas de brujas. Estas historias de valentía y compromiso, cercenadas durante décadas del relato oficial del club, enriquecen considerablemente la vida de una entidad que acaba de cumplir noventa años.

El oscuro manto del olvido ha cubierto también durante años a deportistas hoy prácticamente desconocidos. Es el caso de Nicolás Guerendiáin, mencionado casi siempre de pasada cuando se aborda la primera temporada de la historia del Valencia. El vasco, ariete titular del equipo en la campaña de la fundación, regresó a su ciudad tras completar un período de estudios en Valencia, que complementó con los primeros partidos del nuevo club en Algirós. Hijo póstumo del primer alcalde republicano de Irún y de la marquesa de Murillo, figura como directivo del mejor Real Unión de la historia. Al advenimiento de la IIª República fue nombrado juez municipal de su ciudad. Fuertemente implicado en la defensa de la legalidad ante el golpe de estado del 18 de julio de 1936, salvó de las iras de los milicianos a los detenidos en el fuerte de Guadalupe. Tan sólo unas semanas más tarde sería capturado durante el asedio de Santander y fusilado en las canteras de Vera de Bidasoa tras ser paseado encadenado por las calles de Irún. Hoy en día la asociación por la recuperación de la memoria histórica de la que fue su ciudad lleva su nombre.

El necesario y deseable ejercicio de memoria que se pide al Valencia y a su masa social, extensible a nuestros vecinos levantinos, supone reconciliar al deporte de la ciudad con un pasado que, contrariamente a lo que nos hicieron creer, no es vergonzoso ni monocolor. Recuperar a aquellos protagonistas del deporte silenciado, tan legal y apasionado como los que le precedieron y sucedieron, es tarea de todos.


José Ricardo March
Seguidor del València CF
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divendres, 20 de novembre del 2009

El president número tretze

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El tercer article de la sèrie publicada pel diari Levante-EMV al voltant del President del València CF durant la Guerra Civil està escrit per l'historiador i col·laborador del nostre blog Josep Bosch, qui va rescatar la figura de Josep Rodríguez Tortajada en el seu article "El presidente olvidado", publicat dins d'un estudi sobre l'esport durant l'enfrontament bèl·lic al mateix diari i, posteriorment "últimes vesprades a Mestalla".

«A lo largo de sus noventa años, la entidad de Mestalla ha tenido muchos presidentes. Todos ellos han pasado a la historia del club por unos u otros motivos, excepto uno de ellos: Josep Rodríguez Tortajada, del cual no se conoce prácticamente nada y al que la propia entidad valencianista tampoco parece reconocer».

Així començava l’article «El presidente olvidado», publicat el passat 25 de maig a este diari, la sèrie dedicada al futbol valencià durant els anys de la Guerra Civil. L’article era breu, tan sols donava algunes pinzellades de la vida i obra del president valencianista en estos tristos dies. No es podia escriure més, no hi havia cap dada que afegir ni als llibres ni a les hemeroteques. L’oblit i el temps havien borrat tot rastre del directiu i del polític Josep Rodríguez Tortajada.

Eixe matí de dilluns, la casualitat va voler que a un bar de Moncada, després d’anar al mercat, un jubilat es ficara a llegir el periòdic, i a l’arribar a la secció d’esports vera per primera vegada en la seua vida el nom de son pare associat al càrrec de President del València FC, el que tantes vegades li havia escoltat dir i que ell havia arribat a pensar que és tractava d’una invenció.

Arran la publicació d’este article la família Rodríguez Tortajada es va ficar en contacte amb mi. Primerament, per agrair-me el fet de traure a la llum la seua figura i la seua tasca durant estos tres anys. I en segon lloc, per a posar a la meua disposició una sèrie de documents que per la seua importància històrica podien ajudar a posar al lloc que es mereix a este dirigent que va combinar la gestió esportiva i política a la València lleial al Govern republicà.

I és en este punt, quan l’historiador comença a conèixer facetes no sols del dirigent esportiu i polític, sinó del Josep Rodríguez Tortajada persona. Aspectes com la seua estima per la nostra terra i la seua participació activa a diferents entitats cíviques abans de la guerra. I una vegada esta esclata, les seues gestions a favor de determinades persones, dels seus intents per salvaguardar les seues vides i bens, fins i tot enfrontant-se als qui volien prendre’s la justícia per la seua mà. La seua honradesa en la gestió dels diners públics i privats. Els seus enfrontaments davant el poderós PCE per no considerar al País Valencià d’igual manera que a Euskadi, Catalunya o Galicia en la qüestió autonòmica. I a l’acabar la guerra el patiment, les vexacions sofrides, el judici amb poques garanties d’èxit, el seu pas per la presó de Sant Miquel dels Reis, on de nou no dubta en ajudar als altres evitant la propagació d’una epidèmia de tifus. la gran quantitat de persones, funcionaris municipals i fins i tot membre de l’aristocràcia local, que testificaren al seu favor en les revisions de les seues penes, fins que el 12 de maig de 1959 finalment va quedar definitivament extingida la seua condemna. I després la seua tornada a la societat fora dels murs del presidi, els seus treballs, la seua família i sempre, sempre, sempre l’amor a un club del futbol del qui arribà a ser el president número tretze.

I com diuen els supersticiosos, eixe número no porta bona sort. Qui sap si tal vegada, eixe ha sigut el motiu pel que durant setanta anys el seu nom ha estat fora de la relació oficial de presidents de l’entitat de Mestalla.
Tal vegada, ara seria un bon moment, aprofitant el noranta aniversari del nostre club, per a fer justícia i col•locar a Josep Rodríguez Tortajada al lloc que li pertoca com a expresident del València Club de Futbol.


Josep A. Bosch Valero
Soci del València CF
Historiador
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dijous, 19 de novembre del 2009

El Valencia campeón y proletario

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Continuem la publicació de la sèrie d'articles amb la que el diari Levante-EMV que està traient a la llum la figura de Josep Rodríguez Tortajada amb l'escrit per Miquel Nadal, autor del llibre "El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de Hurras y Alirones" (Ed. Ruzafa Show) i col·laborador habitual de nostre blog.


Pàgina 3 de l'edició del diari ABC de Madrid del 25 d'agost de 1936 amb imatges del míting celebrat a Mestalla el dia 16 d'agost.

Como lector juvenil de las historias del Valencia siempre me sorprendía la descripción de la guerra civil como un paréntesis ominoso sin fútbol. La apelación a la Cruzada servía para ventilar el período. Recuperada la democracia, el vacío atribuible a la censura del franquismo ambiental cedió el paso a la pereza en la visita a las hemerotecas y al ingrato trabajo de rastrear en los archivos. Desde 1975 hasta ayer mismo, nada supimos de aquellos tres años. La muerte de Francisco Almenar Quinzá, el presidente arquitecto de la tribuna de Mestalla y la presidencia en funciones de Luís Casanova Giner en aquel verano de 1936, formaban el primer corchete que separaba el Valencia pujante que había conseguido ascender una semana antes de la proclamación de la República a la Primera División, y llegado a su primera final de Copa en 1934, seguido de unos puntos suspensivos cerrados con el segundo corchete de la presidencia impuesta del comandante Giménez Buesa, dando el paso a la delantera eléctrica, ya con Luís Casanova como el gran presidente de los años 40.

Pero aquellos puntos suspensivos existían sin duda, y en agosto de 1936, el Valencia había sido incautado, y tenía una Comisión Gestora presidida por un socio del club, Josep Rodríguez Tortajada. Esa primera referencia de Julián García Candau sirvió para que yo mismo en mi libro El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de hurras y alirones, reconstruyera algunos detalles de la biografía de Rodríguez Tortajada, el Presidente de esos tres años de una entidad que supo adaptarse a las circunstancias.

Ahora mismo, gracias a los trabajos de Josep Bosch, sobre el fútbol durante la guerra; a las referencias inéditas de José Ricardo March, en el segundo tomo de la Historia del Llevant, de los amigos José Luís García Nieves y Felip Bens, las luces sobre este período han compensado con creces el oscuro silencio al que nos habíamos acostumbrado. Hay una nueva generación de estudiosos e historiadores, cada cual enfundado en su zamarra, que está aportando buenos, generosos y cooperativos frutos. La recuperación de hoy, como la del papel de Octavio Augusto Milego en la fundación del Valencia, o de Ballester en el Levante FC son ejemplos claros de lo mucho que todavía queda por investigar y escribir.

Se jugó al fútbol. Se intentó vivir. Se demostró que aquel Valencia FC de los años 30 continuó con los mismos mimbres durante la guerra, y fue asegurado y conservado en sus rasgos esenciales por esa Comisión Gestora, en la que la presencia de Luisito Colina se revela decisiva. Antes, durante, y después de la guerra.

Desde ese punto de vista, los puntos suspensivos de ese paréntesis son más esenciales que la marginal e impuesta del comandante Adolfo Giménez Buesa sobre la que tanto se ha querido elucubrar. Entre las presidencias de Luís Casanova, la continuidad fue asegurada gracias a personas como Josep Rodríguez Tortajada y Luís Colina, al que alguna vez habrá que asignar la responsabilidad esencial en la trayectoria ascendente del club de Mestalla.

Recuperar un nombre en un libro no es suficiente. Es necesario un aldabonazo más poderoso. Vicent Chilet ha golpeado a la conciencia sensata del valencianismo, con un luminoso y equilibrado perfil de este presidente proscrito, olvidado y hoy, por fin, recuperado.

La deuda a saldar no es moral o ideológica. No reivindicamos al teniente de alcalde, al dirigente político nacionalista. Hoy no queremos ni héroes ni mártires. Simple y breve: la historia que un club luce con los dígitos de los noventa años es falsa si solo es capaz de presentar una cosecha de ochenta siete. Ahora el club tiene la palabra. Y tiene la responsabilidad barata y sencilla de demostrar su grandeza habilitando oficialmente en la galería de Presidentes un lugar digno para la presencia de Josep Rodríguez Tortajada. Para la responsabilidad histórica no hacen falta créditos ni avales bancarios.

Yo no sé muy bien de qué forma, pero por ejemplo 90 socios de este club -y aquí cedo la idea a este periódico para ponerla en marcha- deberíamos ser capaces de unir nuestras firmas y pedir que queremos los 90 años del Valencia, incorporando todo aquello, bueno y malo, que nos hizo crecer, ser más grandes y una sociedad deportiva respetada. Tengo claro que él, y muchas de las personas que como él se hicieron cargo del Valencia FC durante la guerra, consiguieron transmitirnos el mismo Valencia que recibieron de otras manos. No sé si algunos de los Presidentes posteriores pasarían la prueba. O sí que lo sé, como lo sabemos todos. Pero la vitrina de nuestra historia debe estar completa de cara al centenario. Los queremos a todos. Sin excepciones. Y mucho menos las fundadas en la pereza o en la ideología.

Josep Rodríguez Tortajada, el presidente que soñaba en 1937 con un Valencia municipalizado, y pugnando por representar a la Valencia deportiva, fue el presidente que acompañó al club a Barcelona, y al que la prensa barcelonesa, el 3 de enero de 1937 saludaba como el Valencia "Campeón y Proletario". Todos los Valencias FC de nuestra larga historia, con contradicciones y vergüenzas, con aciertos y errores, vulgar o excelso tienen que estar expuestos de idéntica manera.

En 1923, el Vicepresidente de la Federación Checa, de visita en Valencia junto al Sparta de Praga dijo de nuestro Valencia que sería capaz de llegar muy pronto a conseguir grandes cosas porque tenía algo muy importante que detectaba en aficionados y directivos: "la voluntad de querer llegar". Josep Rodríguez Tortajada, el Presidente del Valencia FC entre 1936 y 1939 fue de aquellos que contribuyeron a hacerlo posible.

A veces el fútbol proporciona sorpresas. Y esta es una de ellas. Más allá de presidencias y halagos póstumos, el fútbol y el Valencia han permitido recuperar el rostro, la figura y las andanzas de una persona. Valencianista. Nuestra. Ahora el club, esa sociedad anónima, tiene la palabra.


Miquel Nadal Tárrega
Socio del Valencia CF
Autor de "El nacimiento de la ciudad deportiva" (Ruzafa Show)
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dimecres, 18 de novembre del 2009

Josep Rodríguez Tortajada: ­El presidente proscrito del Valencia CF (1936/1939)

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Reproduim l'excel·lent article publicat el dilluns 16 de novembre de 2009 pel periodista Vicent Chilet, col·laborador habitual d'últimes vesprades a Mestalla, al diari Levante-EMV al voltant de la figura de Josep Rodríguez Tortajada, el President del València FC durant el anys de la Guerra Civil.

De los 90 años que ha conmemorado el Valencia, tres de ellos permanecen ocultos en el relato del club. Poco se ha sabido hasta el momento del periodo comprendido entre 1936 y 1939, la Guerra Civil. Tres años en los que la entidad valencianista, lejos de esconderse de las bombas, multiplicó su actividad social y deportiva y se mantuvo como uno de los elementos claves para sostener la armonía cotidiana entre la sufrida población civil.

A día de hoy, Josep Rodríguez Tortajada (1899-1982) todavía no ha sido reconocido oficialmente como presidente del Valencia. Ejerció ese cargo durante la Guerra Civil, junto al de teniente alcalde de Valencia por el Partit Valencianista d'Esquerra. Su trayectoria la rescató del olvido Miquel Nadal Tàrrega en su libro El nacimiento de la ciudad deportiva (Ruzafa Show) y fue recordada también por el historiador Josep Bosch en las páginas de Levante-EMV. Su publicación en este periódico hizo que Francesc Cueva, hijo adoptivo de Rodríguez Tortajada, llamase a nuestra redacción para agradecer el recuerdo a su padre. Esa llamada también hizo posible recuperar y ampliar el relato del presidente número 13 del Valencia, del que nada se conocía después del final de la contienda.

Pero empecemos por el principio. El joven Rodríguez Tortajada, hijo de padres aragoneses y que desde su adolescencia entró en los círculos nacionalistas valencianos, se hizo socio del Valencia FC el 1 de octubre de 1926, con el club transformado ya en el más representativo de la ciudad, con sólo siete años de existencia. Con el estallido de la Guerra Civil, en agosto de 1936 el VFC quedó incautado por el personal de acomodadores del campo de Mestalla, afecto a la UGT, que dieron paso a una comisión gestora integrada por socios, jugadores y empleados. El VFC, de ese modo, mantenía su independencia. Entre todos ellos nombraron presidente a Rodríguez Tortajada. El jugador Carlos Iturraspe ejerció como vocal, y el mítico ex futbolista Eduardo Cubells, junto con los dirigentes Andrés Balsa y Luis Colina formaron la comisión deportiva.

En marzo de ese mismo año, tras la victoria del Frente Popular, Rodríguez Tortajada, una de las figuras claves del nacionalismo valenciano, había sido elegido concejal de Valencia en representación del PVE. Ocupó las áreas de Sanidad y Hacienda y poco después ascendió a teniente alcalde. Rodríguez Tortajada compaginó los dos cargos simultáneamente. Su labor como presidente del VFC fue muy fructífera. Gracias a su gestión se hizo posible la creación de las dos competiciones más prestigiosas en territorio republicano: la Liga del Mediterráneo y la Copa de la España libre. Bajo la dirección del VFC, como desvela el historiador Josep Bosch, planeó el proyecto de una ciudad deportiva para el club, en la que se habilitase un nuevo estadio y otras instalaciones para las secciones deportivas de la entidad.

La implicación del VFC de Rodríguez Tortajada con la causa republicana también fue notable. Mestalla sirvió como escenario para mítines de la CNT, como el que tuvo lugar el 16 de agosto de 1936, con Juan García Oliver y Federica Montseny como oradores o el celebrado justo una semana después en el que el republicano Antonio Jaén Morente proclamó que Mestalla era «la Covadonga de la República», en alusión a la reconquista medieval.

La confraternización antifascista

Apenas dos meses después, el 17 y 18 de octubre de 1936, Rodríguez Tortajada lideró «los actos de confraternización antifascista» del «Homenaje de Valencia a Cataluña», celebrados en Barcelona a beneficio de las Milicias y los Hospitales de Sangre y que tuvieron como marco estelar la disputa de un partido amistoso entre la selección valenciana —un combinado de jugadores del Valencia, Levante y Gimnástico, entrenado por Eduardo Cubells—, y la catalana, en Les Corts, el estadio del FC Barcelona. Tal como informaba la prensa barcelonesa, el sábado 17 de octubre llegó en un tren especial la expedición valenciana, encabezada por Eduardo Cubells y sus futbolistas, la Banda Municipal de Valencia y el atleta y redactor de El Mercantil Valenciano, José Catalina Llorens, conocido como Pepe Lacomba. Todos ellos fueron recibidos por Rodríguez Tortajada, que había llegado a la Ciudad Condal un día antes.

La expedición marchó al Ayuntamiento de Barcelona, donde hubo una recepción a cargo del alcalde Pi Suñer. En ese acto la Banda Municipal de Valencia interpretó el himno regional valenciano, además de «La Internacional» y «Els Segadors» y acto seguido se procedió a la elevación de la Senyera valenciana. Como sucede en la actualidad en cada 9 d'Octubre en Valencia, se alzó la «invicta bandera» por medio de una cuerda hasta el balcón de la plaza de Sant Jaume, manteniéndola erguida en todo momento. Las otras banderas, la catalana y la republicana, fueron transportadas por las escaleras interiores del consistorio.

El Festival Valencia-Cataluña empezó a las tres de la tarde. En los prolegómenos del partido, hubo un desfile conjunto de milicianos acompañados de falleras con el puño en alto, dando «guardia de honor» a la Senyera valenciana. Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña, y Rodríguez Tortajada presidieron el palco de autoridades, acompañados de Borisenko —capitán del buque mercante soviético Ziryanin— que realizó el saque de honor del encuentro. Vantolrà e Iturraspe, capitanes de las dos selecciones, se acercaron al palco presidencial para pedir a Companys y Rodríguez Tortajada que mediaran en la liberación del mítico portero Ricardo Zamora, en aquel momento encarcelado en Madrid. En el tiempo de descanso tuvieron lugar varias pruebas atléticas, en las que destacó el saltador valenciano Lacomba, vencedor en su modalidad.

La extensión de los fastos previos del programa impidió que el «match» se pudiera jugar completo, suspendiéndose a falta de 20 minutos por falta de luz natural. En ese momento ganaba Cataluña por 2-0. Cubells alineó en la selección valenciana a Vidal, Gojenuri, Juan Ramón, Dolz, Iturraspe, Conde, Doménech, Felipe, Amadeo, Calatayud y Stors.

En Mestalla también se acogieron partidos benéficos, como el Festival pro-víctimas de Gernika, que enfrentó el 23 de mayo de 1937 a las Milicias Rojas y los Carabineros, con Luis Colina de árbitro y con posteriores exhibiciones de baloncesto, hockey y atletismo. O el 16 de enero de 1938, con el partido entre Joventuts del PVE y los Huérfanos de Correos.

El VFC, con Rodríguez Tortajada de presidente, fue de los pocos clubes que sin tapujos animó a sus socios para acudir a manifestaciones en favor de la República, como el acto de febrero de 1937 para apoyar a Largo Caballero. A tal efecto el VFC publicó el siguiente anuncio en la prensa valenciana: «Habiéndose adherido el Valencia F.C. a la manifestación que se celebrará el próximo domingo en Valencia, se invita a todos los socios de este Club y a los deportistas en general, a asistir dicho día, a las nueve y media de la mañana, al local social del Valencia F.C., Félix Pizcueta, 23, para con nuestra presencia en la manifestación potenciar el sentir antifascista de los deportistas valencianos».

Detención y pena de muerte

Caricatura de Josep Rodríguez Tortajada realitzada pel caricaturista valencià Ferrer Montoya.
Este dibuix va ser enviat per l'autor a Rodríguez Tortajada a la seua pressó de Sant Miquel i els Reis.


Así siguió la actividad de la entidad, frenética tanto en el terreno de juego como en la implicación social. Con el final de la guerra, en abril de 1939, Josep Rodríguez Tortajada marchó a su casa, en la calle Comedias 25, en espera de unas represalias que sabía que no tardarían en llegar. A los pocos días fue detenido y juzgado por un Consejo de Guerra, acusado de un delito de «rebelión militar». Según los archivos a los que ha tenido acceso Levante-EMV, el 5 de septiembre de 1939 fue condenado a muerte y encarcelado en San Miguel de los Reyes. Durante el juicio se utilizaron como argumentos en su contra el Festival Valencia-Cataluña de octubre de 1936, así como algunas de sus actividades como concejal del ayuntamiento. En concreto, se le acusó de haber formado parte, en agosto de 1936, de una comisión «encargada de practicar la revisión del personal afecto al Ayuntamiento de Valencia, pertenecientes a partidos de derechas. (...) desarrolló su misión con carácter de checa y con los procedimientos congruentes de los dictados sovietizantes, o sea, llamando a los funcionarios adictos a nuestra Santa Causa y dándoles a elegir entre la dimisión o la cuneta».

Las posteriores apelaciones, sin embargo, permitieron que se conmutara su pena por la de 30 años y un día y, posteriormente, en 20 años y un día. Especialmente conmovedora fue la declaración de Emerenciana Tortajada Ibáñez, madre de Josep, en 1942. «Mi hijo fue condenado por ser víctima de la incomprensible animosidad de un alto empleado municipal, que llevó su equivocada actitud al extremo de visitarle en la Comisaría de Policía —cuando fue detenido— sin tener en cuenta (siquiera por humanidad) su triste situación, no sólo se mofó de él, sino que públicamente manifestó sus deseos de hacer lo imposible hasta conseguir su muerte. Toda la vida de mi hijo ha sido recta y honrada y si ha tenido ideales políticos, los ha servido sin sectarismos y oponiéndose a todos los desmanes que le fue posible evitar, siendo por ello perseguido de muerte por las masas incontroladas. (...) Hace tres años y medio que mi hijo sufre el mayor de los tormentos, la privación de libertad, y tanto la que suscribe como una hija suya se hallan en el mayor de los desamparos.» En esa «buena fe» se sostuvo la declaración de María de Arnedo y Asensi, baronesa de Arnedo: «En el periodo caótico que sufrimos en Valencia, gente incontrolada de Silla y pueblos limítrofes, después de quitarme las tierras, pretendieron robar mi casa de Valencia y matarme. Enterado el señor Rodríguez Tortajada, medió inmediatamente en mi socorro, impidiendo con su presencia y decidida actuación que cometiesen el crimen que intentaban, amenazando a los desalmados y haciendo poner en mi casa una vigilancia que evitase futuros desmanes. Posteriormente y para seguridad mía, guardó en su poder una cantidad respetable de dinero y alhajas, todo lo cual me devolvió íntegramente. (...) Durante el periodo rojo nos ayudó, proporcionando alimentos.»

En su estancia en la prisión, compartió castigo con el futbolista del Valencia FC Tonín Conde. En enero de 1944 su procedimiento fue revisado, concediéndosele la libertad condicional el 27 de enero por «no aparecer probada la participación del solicitante en muertes, violaciones y demás hechos repugnantes». En realidad, su libertad estaba relacionada con el lavado de cara que, ante la opinión internacional, realizó el régimen franquista con los presos políticos condenados a muerte sin delitos de sangre. No cabe olvidar que, en esa época, la segunda guerra mundial empezaba a decantarse del bando aliado. No obstante, la cancelación total de antecedentes penales no le llegaría hasta el 14 de marzo de 1957.

La vida después de la prisión

¿Y qué pasó con Rodríguez Tortajada cuando salió de prisión? Reveladora fue la visita del secretario técnico del gran Valencia de los años 40, Luis Colina, que acudió a buscarle a San Miguel de los Reyes. Una anécdota que demuestra, en palabras del escritor Miquel Nadal, que en el fondo, más allá de los condicionamientos históricos en los que se vio rodeado el club, «el Valencia de la posguerra es una pura continuación de nombres, estrategias y trayectoria» del Valencia anterior. Es decir, la institución por encima de todo, un discurso de club muy definido, alejado (en todo lo posible que permitía la dictadura) de injerencias externas. En definitiva, un club de fútbol normal, sin miserables revanchistas ni clandestinos luchadores. Un club que trató, simplemente, de sobrevivir, pese a la profunda tensión política que había de trasfondo.

Tanto Colina como Rodríguez Tortajada sabían que era inviable pensar en un regreso al club del ex presidente. Josep seguía siendo un rojo, un proscrito. Aceptó, con resignación y silencio, que su nombre no apareciera entre la lista de presidentes del club y en ningún libro de la historia de la entidad. Regresó a su profesión de practicante (los ATS de la época) y más tarde ejerció de representante de laboratorios farmacéuticos. Nunca dejó de asistir a su butaca de Mestalla y animar a la delantera eléctrica, a Puchades, Wilkes, Paquito, Waldo, Roberto Gil, Claramunt y Kempes. Una afición que le transmitió a su hijo Francesc, que a día de hoy recuerda las visitas privadas de su padre a la sede del Valencia, en la calle Félix Pizcueta 23, donde charlaban y almorzaban con empleados y directivos. Josep, en plena dictadura, tampoco renunció a su activismo nacionalista, que supo contagiar a Francesc, que con el tiempo se convirtió en uno de los más representativos militantes valencianistas, iniciador de la tradición de los aplecs de El Puig en los años 60 al lado de los hermanos Codonyer, Enric Tàrrega y Albert Thous, entre tantos otros, desde las juventudes de Lo Rat Penat.

Josep Rodríguez Tortajada falleció en 1982. Era el socio número 21 del Valencia. Ha llegado la hora de que el club reconozca y dignifique la labor del presidente número 13, el presidente proscrito.

El recuerdo de un hijo

Francesc Cueva recuerda a su padre con afecto: «Tenía un carácter fuerte, pero noble, con mucha mano izquierda. Destacaba por su carisma. Esa madera de líder le hizo llevar siempre la iniciativa, ya fuera como dirigente político o presidente de la escalera. Era muy emprendedor y siempre tenía ideas y proyectos en mente». Francesc asegura que su padre llevaba su visión crítica de la vida a cualquier ámbito: «Una vez fue el autor de una falla. En ella denunciaba la abundancia de solares en la ciudad. Proponía que en ellos se habilitaran zonas deportivas. Se la censuraron».


Vicent Chilet
Socio del València CF
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dilluns, 9 de novembre del 2009

Esos otros deportes en Mestalla: los partidos de Moto-Ball en 1959.

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El Gran Premio de motociclismo de la Comunitat Valenciana nos sirve para recordar la referencia a los otros deportes en Mestalla del libro de nuestro Paco Lloret. En la página 211 una foto de las gradas semivacías en Mestalla. En un partido nocturno, unos motoristas pelean por el control de una pelota. Al ver la reproducción del anuncio original del año 1959 no me pude resistir. Espero que esta colaboración sirva para rescatar una actividad poco conocida en Mestalla: la celebración de partidos de Moto-Ball. Si escribiéramos desde el mundo de la moto diríamos que es una especialidad motociclista en la que se juega con una pelota, y si lo hacemos desde el mundo del fútbol, se trata de un deporte colectivo jugado con balón pero subido encima de una moto. Desde la sensatez que nos caracteriza a los seguidores del blog, más parece una actividad a caballo entre lo circense, la matinal de feria de pueblo o la exhibición acrobática.

Pero no, el deporte existe, tiene sus reglas, sus campeonatos y su palmarés singular. Los equipos están formados por cuatro jugadores en moto y un portero a pie. Lo disputan motociclistas golpeando un balón de un kilo de peso. Se permiten los cambios, y en caso de empate también hay tanda de penaltis. Las motocicletas son preferentemente scooters, o máquinas de motocross, trial y todo terreno. La moto que se utiliza en la actualidad es la moto Gas, de 250 centímetros cúbicos, creada en 1998 por Gérald Caro (G.C. Motors), en colaboración con la fábrica española Gas Gas.

Los países más introducidos en este tipo de práctica fueron la Unión Soviética y Francia, en donde comenzó a jugarse en la década de los años 30 del siglo pasado. En Inglaterra adquirió cierta fama el Chester Moto Club, y en Estados Unidos el The Camden Motorcycle Sporting Club, de New Jersey.

Existen en el país vecino dos divisiones, la “Nationale A” y la “Nationale B”, existiendo en este momento 16 clubs de Moto Ball, encuadrados en la Federación Francesa de Motociclismo, que disputan sus partidos entre marzo y octubre.

En estos momentos Alemania, Holanda, Francia y países del Este como Rusia, Bielorusia, Ucrania y Lituania, son los que disputan desde el año 1982 el Campeonato de Europa de Naciones, de Moto-Ball. La actual selección campeona (2008) es Rusia.

El campeón de la liga francesa (2007) es el equipo de Valréas, y el vencedor de la Copa de Francia (2007) es el Neuville-de-Poitou. La mayoría de clubs franceses se concentran en los Departamentos de Vaucluse, Calvados, Vienne y Rhône.

Pues bien, en el campo de fútbol de Artxanda se jugó por primera vez en el País Vasco el 10 de junio de 1971 un partido de moto-ball. La iniciativa fue asumida por el Moto Club Bilbaíno, y la recaudación benéfica se destinaba a los niños acogidos en el Colegio Amor Misericordioso de Bilbao. Fue un partido con numerosas caídas por lo embarrado del terreno, que disputaron dos equipos de solteros contra casados.

Lo cierto es que nuestro Mestalla acogió con carácter pionero los días 1 y 2 de julio de 1959 dos partidos nocturnos de Moto Ball (nocturnidad reciente por la inauguración de la iluminación artificial de Mestalla en marzo), entre el Sporting Motoball Bollène de Bollène, subcampeón de Francia en aquel momento, frente al MBC Camarétois, de Camaret-sur-Aigues, también como el anterior del Departamento de Vaucluse.

No reivindico nada ni reclamo nada, pero si me extraña que la gran afición motera en nuestra Comunidad no se haya traducido en la incorporación del Moto-Ball. Aquí tenéis unas cuantas fotos, y ese inolvidable anuncio de los partidos en Mestalla. “El espectáculo que nunca olvidará. Futbol en moto. El deporte de la doble emoción.


Miquel Nadal Tárrega
Socio del València CF
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dijous, 5 de novembre del 2009

Xafant Mestalla. Real Zaragoza CD: Andoni Cedrún

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Me alegró mucho la llamada de los amigos de “últimes vesprades a Mestalla” pidiéndome una colaboración en su blog con mis impresiones y sensaciones sobre el campo del Valencia, porque lo cierto es que Mestalla es uno de esos campos de los que guardo buen recuerdo, tanto a nivel individual como por los equipos con los que he jugado. Mestalla ha sido para mí, casi siempre, un campo talismán.

Puedo decir que debuté en Mestalla a lo grande, empatando la temporada 80/81 con el Athletic entrenado por Iñaki Sáez, enfrentándome al gran Mario Alberto Kempes, y que me despedí también de forma brillante con el CD Logroñés en un partido que ganamos 0-1 en el que Romario falló un penalti.

Sin embargo también tengo uno de mis peores recuerdos como futbolista en la final de Copa de la temporada 1992/93 que perdí 2-0 con el Real Zaragoza contra el Real Madrid, ya que toda la presión que se hizo en su momento para que el Madrid ganara esa Copa después de perder varias ligas seguidas se reflejó en el arbitraje de Urío Velázquez.

Hablando de finales de Copa, tuve ocasión de disfrutar del ambiente de la final del 2009 entre el Athletic y el Barcelona.

Y es que ambiente nunca ha faltado en Mestalla. La afición del Valencia me recuerda a la del Zaragoza: es una a afición dura, pero fiel. Siempre llenaba el campo, daba igual si el equipo rival fuera el último de la tabla.

Puedo decir que el Valencia es un equipo que me ha llamado la atención, que me ha sido simpático: desde siempre me ha parecido un equipo elegante, vestido con un blanco diferente al de otros equipos. Puede parecer una chorrada, pero recuerdo que sus segundas equipaciones y los chandals también me parecían elegantes.

Y qué decir de los grandísimos porteros que han pasado por el Valencia. Tengo recuerdos Abelardo cuando era niño e iba a San Mamés: era un portero rapidísimo, un felino. Después, durante muchos años, el Valencia ha tenido grandes porteros como Sempere, que vino del balonmano, Ochotorena, Zubizarreta, Cañizares y ahora mi buen amigo el Coyote, César, que es un porterazo como está demostrando otra vez.

Sobre grandes jugadores el Valencia tiene mucho que decir, pero yo recuerdo especialmente una anécdota con Mijatovic, que me advirtió que si me adelantaba me iba a marcar un gol desde el centro del campo, y lo intentó, sólo que el balón dio en el larguero.

Los mejores recuerdos, como no, son las victorias, en las que casi siempre tenía un papel protagonista el “Paquete” Higuera, como muchos valencianistas no habrán olvidado. Y recuerdo un partido impresionante el año en que Rijkaard jugó cedido en el Real Zaragoza.

Una cosa que siempre me llamó la atención es el frío y la humedad que se sentían en los vestuarios, y más si pensabas que estabas en Valencia, un sitio cálido. Puede que sea la influencia de la acequia que da nombre al campo…

¡Y qué decir de la banda de música! Uno se tenía que poner firme cuando estaba calentando y la banda pasaba por su portería. Desde entonces “Paquito el Chocolatero” siempre me recuerda al Valencia.

Y siempre me pareció muy curioso la cantidad de naranjas que había sobre el césped arrojadas por el público, sobre todo que había muchas más en la parte de la izquierda (saliendo desde el túnel) que en la derecha. Alguna vez me pregunté si los de la derecha eran más de bocata…

Pero no quiero acabar sin mencionar a alguien que para mi es un icono de Mestalla y el propio Valencia. Lógicamente estoy hablando de Espanyeta. En mi opinión esta persona representa todos los buenos valores que puede tener el Valencia: respetuoso, divertido, jovial, sufridor, trabajador, alegre, triste… Sin duda un todo un personaje sin el cual Mestalla no sería igual.

Con todo lo malo que tienen las crisis, ésta al menos está dejando a los valencianistas disfrutar unos años más de su vieja casa. Espero que así lo hagan.

Un saludo.


Andoni Cedrún
Futbolista del Athletic Club, Cádiz CF, Real Zaragoza CD y CD Logroñés
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dimarts, 3 de novembre del 2009

El retorn d’Albelda

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Article publicat al diari "Levante-El Mercantil Valenciano" el diumenge 1 de novembre de 2009.

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És un bon símptoma que la grada de Mestalla s´haja dedicat, en els últims temps, a carregar contra Albelda. En el món del futbol el linxament ha precedit, en moltes ocasions, la proclamació del mite. En aquest sentit, la irritable i malcriada afició del València tan sols és superada per la gent del Barça o del Madrid. Al Camp Nou era ben habitual dirigir els atacs de pànic contra Guardiola quan distribuïa el baló en el Dream Team, i anar al Bernabeu és assistir a un curs intensiu sobre totes les formes possibles —i creatives— d´insultar als propis jugadors. Per tant, en les ridícules i inexplicables xiulades contra Albelda hem estat, una vegada més, a l´alçada dels grans equips.

Pel que es veu, molts socis del València no han perdonat que Albelda decidira dur als tribunals a Juan Bautista Soler, sense cap mena de dubte, el pitjor president de la història del club, tant pel que fa a la gestió econòmica —unes xifres per a desaparéixer com a entitat—, fitxatges i planificació esportiva, com també en l´obediència i servilisme demostrats al poder polític. Si la inutilitat —la incapacitat manifesta i pretensiosa— fóra delicte, Albelda hauria guanyat el juí contra Soler, per fortuna per als valencianistes. Però molts, curiosament, optaren per convertir el jugador en responsable del sainet que el València ha viscut durant els dos últims anys, la qual cosa no fa més que confirmar un dels millors pensaments despentinats de Jerzy Lec: els estúpids, per desgràcia, són sempre majoria.

Vulguem o no, la imatge dels millors anys de la història del València anirà associada a Albelda. Imprescindible per a engrandir un curriculum de títols tan escarransit, gràcies a aquest mitjà defensiu —destructor, en diuen cursis i puristes—, Baraja es convertí al llarg de moltes temporades en un jugador de visió germànica, Aimar féu embadalir el públic i, fins i tot, un pandillero com Carboni pujava per la banda amb instint depredador. Quan Albelda funcionava —ací i a Europa—, ho feia tot el València, tal i com s´ha demostrat en els últims partits contra el Barça i l´Almeria. Unes actuacions que li han valgut —magnànims davant les evidències— l´irònic indult dels seguidors.

A banda de la qüestió esportiva, sempre li estaré agraït a Albelda per haver provocat les enrabiades d´exquisits com Santiago Segurola o del madridista llandós i prototípic de Javier Marías. L´antipatia que ha despertat el València de l´última dècada —un futbol blindat i dentat intolerable per als rivals— són, en gran part, mèrit d´un equip capitanejat per l´esperit d´Albelda. Amb el seu retorn de jugador decisiu, si es prolonga, de segur que molts periodistes primmirats i insofribles tornaran a la càrrega. Si desenfunden contra Albelda, millor que la treva des de casa siga definitiva. I si no, tot un reconeixement, David, unificar tan variades i insignes manies.


Alfred Mondria
Soci del València CF
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