Tengo un amigo que, cuando quiere insultar a alguien, simplemente lo llama tonto. No recurre a los socorridos cabrón, hijoputa o lindezas de mayor sonoridad, sino solamente tonto. Un día le pregunté el porqué de esa extraña perversión lingüística que convertía a un calificativo tradicionalmente considerado como blando en el grado máximo del insulto. Es el insulto más real que existe, me contestó. Tenía razón. Cuando llamas a alguien cabrón no está probado que su pareja le ponga los cuernos o cuando lo llamas hijo de puta lo haces sin corroborar que su madre ejercía la profesión más antigua del mundo. Ni cuando mandas a alguien a tomar por el culo sabes si, entre sus apetencias sexuales, está el sexo anal pasivo. Mucho me hizo pensar la respuesta de mi amigo. Y un día, en un partido en Mestalla, acabé por entenderlo. Ante un flagrante penalti contra un delantero del Valencia, el árbitro no sólo no castigó la entrada del defensa con la llamada pena máxima (que es una expresión con connotaciones funerarias o psiquiátricas), sino que amonestó al damnificado con una tarjeta amarilla. Mestalla entero comenzó a entonar buuuuuuurro, buuuuuuuuurro.
Yo también lo hacía, pero aquel día me dio por pensar el porqué. En todos los campos del mundo, los improperios contra los árbitros suelen ser insultos del calibre de los relatados en el párrafo anterior y que mi amigo se resistía a emplear. En Mestalla, no. En Mestalla la gente le grita al árbitro que no está suficientemente capacitado desde el punto de vista intelectual para dirigir un partido de fútbol. Es un insulto infantil, de los que humillaban de verdad en el colegio. Allí, al menos en mis tiempos, nadie era cabrón o hijo de puta, más que nada porque, al no saber nadie lo que significaban esos improperios, no estábamos demasiado seguros de si era un insulto de verdad. Allí, tus enemigos eran burros. Y al torpe de la clase se le decía burro. Como en Mestalla. Ese coro recuerda al juez que, como decía Galeano, el árbitro es un intruso cuya misión es estropear la fiesta. Y que sólo a un tipo con escasas luces se le ocurriría estropear esa fiesta que se monta en Mestalla.
Lo curioso del caso es que esa unanimidad en las cualidades solípedas del colegiado es algo que se ha transmitido de generación en generación sin que nadie haya reparado en ello. A mí, mi padre no me enseñó cómo había que insultar al árbitro si no estaba de acuerdo con sus decisiones en el campo, pero, cuando lo vi llamándole burro a un trencilla, supe que aquella palabra reunía licitud y tradición. Los cánticos han cambiado, han ido renovándose con los años, mas la forma de herir al colegiado tras un presunto error es la misma desde que tengo uso de razón.
Yo también lo hacía, pero aquel día me dio por pensar el porqué. En todos los campos del mundo, los improperios contra los árbitros suelen ser insultos del calibre de los relatados en el párrafo anterior y que mi amigo se resistía a emplear. En Mestalla, no. En Mestalla la gente le grita al árbitro que no está suficientemente capacitado desde el punto de vista intelectual para dirigir un partido de fútbol. Es un insulto infantil, de los que humillaban de verdad en el colegio. Allí, al menos en mis tiempos, nadie era cabrón o hijo de puta, más que nada porque, al no saber nadie lo que significaban esos improperios, no estábamos demasiado seguros de si era un insulto de verdad. Allí, tus enemigos eran burros. Y al torpe de la clase se le decía burro. Como en Mestalla. Ese coro recuerda al juez que, como decía Galeano, el árbitro es un intruso cuya misión es estropear la fiesta. Y que sólo a un tipo con escasas luces se le ocurriría estropear esa fiesta que se monta en Mestalla.
Lo curioso del caso es que esa unanimidad en las cualidades solípedas del colegiado es algo que se ha transmitido de generación en generación sin que nadie haya reparado en ello. A mí, mi padre no me enseñó cómo había que insultar al árbitro si no estaba de acuerdo con sus decisiones en el campo, pero, cuando lo vi llamándole burro a un trencilla, supe que aquella palabra reunía licitud y tradición. Los cánticos han cambiado, han ido renovándose con los años, mas la forma de herir al colegiado tras un presunto error es la misma desde que tengo uso de razón.
Burro es, con diferencia, mi tópico favorito de Mestalla. Y eso que, en ese aspecto, hay buena competencia. Una Champions League de frases del año. Me encantan dos que tienen la misma raíz: la marcha de Pedja Mijatovic al Real Madrid. El cántico personal más longevo que recuerdo en Mestalla es Pedja, jódete, una especie de Te chinchas, que como aquí no estabas en ningún sitio pero en versión bruta. Pedja empezó a joderse por cualquier nimiedad en la temporada 1996-97 y ha seguido haciéndolo hasta hace menos de cuatro años. Lo raro es que, ahora que es director deportivo del Madrid, nadie haya recuperado el grito de guerra. Será porque ya debe de estar bastante jodido en el Madrid.
Derivado de ese deseo de que el montenegrino practique un acto sexual no consentido está una frase que más que proclama pública, ha sido un común privado. La culpa es del Judas servía igual para justificar una derrota que para relativizar una actuación arbitral. Para perdonar que un futbolista no rinda porque se bebe todo el stock de los bares pijos de la ciudad o para rebajar los errores tácticos de un entrenador. Para no echar a un presidente o para no protestar cuando alguien se está forrando a tu costa. Era como la confirmación de que existe el demonio y, tras un doloroso exorcismo, ya no está con nosotros, aunque intente hacer el mal desde la capital de España. Parecía tan real como lo burro que podía llegar a ser el árbitro.
Paco Gisbert
Socio del Valencia CF
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Derivado de ese deseo de que el montenegrino practique un acto sexual no consentido está una frase que más que proclama pública, ha sido un común privado. La culpa es del Judas servía igual para justificar una derrota que para relativizar una actuación arbitral. Para perdonar que un futbolista no rinda porque se bebe todo el stock de los bares pijos de la ciudad o para rebajar los errores tácticos de un entrenador. Para no echar a un presidente o para no protestar cuando alguien se está forrando a tu costa. Era como la confirmación de que existe el demonio y, tras un doloroso exorcismo, ya no está con nosotros, aunque intente hacer el mal desde la capital de España. Parecía tan real como lo burro que podía llegar a ser el árbitro.
Paco Gisbert
Socio del Valencia CF
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13 comentaris:
Siempre pensé que la consolidada referencia al burro no era quizás la más oportuna, pues generalmente nos suele molestar más la alevosía o actitud cizañera del árbitro que una hipotética incapacidad para dirigir la contienda. De todas formas, como hincha comprendo que hay que buscar consignas fáciles y concisas y no resulta sencillo imaginar un graderío que recrimina al colegiado llamándole ignominioso.
Al hilo del personaje protagonista del texto inicial, recuerdo lo tensos que estuvimos muchos de nosotros aquel lunes de 1997 en el que Mijatovic regresó a Mestalla vistiendo la elástica madridista. Esa noche escuché uno de los cánticos más macabros que se han proferido en Mestalla, con auténticas reminiscencias de Borroka Eguna: "Patxi mátalo!" (con la música del "Paco vete ya!").
Tan mítico como el cántico solidario de "Burro" es el de "Paleto" dedicado al madridista Guti. Es una catársis maravillosa, sobre todo cuando preludia su expulsión en un partido que perderá irremisiblemente el equipo merengón. La pena es que ese placer sólo se produzca más o menos una vez por temporada...
El grito "¡Burro!" tiene algo inocente y pasado, y creo que debería ser conservado como una recia y racial curiosidad valentina. Yo creo que es un insulto posconciliar, de domingo a misa y pasteles, de "no sabe usted con quien está hablando", y aficionado a las películas de Paco Martínez Soria. A mi me suena a ese insulto que nuestro amigo José Carlos escuchó una vez a unos niños del Collvert, cuando uno de ellos recibió una patada del jugador rival, y ciego de rabia, no pudo privarse de responder a la patada alevosa con un insulto: "Saco de estiercol".
Por tanto yo, puestos a elegir, entre burro y burro, prefiero fill de puta.
tempo è dolore
A mi burro me resulta amanerado. Me molaba más el mítico "fill de puta, fill de puta".
Por cierto, discrepo totalmente con Kawligas en lo de Guti. Guti se crece con los insultos, los espera. Es masoquista y se crece siendo el centro de atención. Cantarle paleto no es más que una forma de demostrar lo paletos que en realidad somos.
A mi de los soniqetes de Mestalla sólo me ha gustado realmente uno: el sois san marino.
La culpa no era del Judas. Era de los que contaminaron su adiós.
bar Torino
Mestalla fou el primer lloc on vaig escoltar a mon pare insultar a algú. I fou el primer lloc on jo vaig trobar llicència absoluta per a escridassar algú sense cap càstig.
El crit de "burro" és meravellós. Mestalla també s'ha prodigat en càntics espontanis i improvisats d'alta qualitat irònica, més enllà dels furtius "...jódete", "...vete ya" o "...quédate". Recorde un "danos lecciones, Valdano danos lecciones" quan pel video-marcador aparegueren dos gols de Rambert al Madrid (per aquella época Valdano feia un microespai a La2 anomenat "futbol-lecciones con Jorge Valdano). El famós partit del Salamanca del gol de Pauleta i l'abolició del roigisme, el camp es va prendre a broma la caótica situació cantant "campeones, campeones" davant la incredulitat de Zubizarreta, com vaig comprovar des del meu seient del sector 7. Molt àcids son els "que se besen, que se besen". L'últim crec que data del VCF-Manchester United de Champions League del 99-00. No guarde un bon record de les tornades de Pedja a Mestalla. Massa tensió i hostilitat ambiental, i poca ironia...
Però, per damunt de tot, em quede amb el "Sois San Marino, vosotros sois San Marino", ideat des del vell Gol Gran per part d'un gran fan d'Elvis.
Bona sentència de Tempo è dolore. M'ha recordat a la frase d'Arcadi "entre el fútbol y la vida seguiremos optando por la literatura".
Salutacions des de Canadà.
V. Chilet
Me parece magnífico haber abierto un hilo en el que cada uno puede escribir cuál es su insulto favorito. Es como un programa de cotilleos de Tele 5.
Lo primero que me atreví a decir al árbitro fue PORRITO. El día en que dije hijoputa por primera vez mi padre me reventó de una hostia. Él, que tenía un catálogo de insultos al por mayor...
bar Torino
Dejando a un lado el insulto y pasando al proferidor, existe una variada tipología: el de a toda hora y en todo momento, el de los partidos del Barça, el que en los partidos del Levante alza la voz cuando detecta bufanda extraña, el que se ceba en el portero, el que la toma con un jugador, el que insulta a destiempo y nunca hubiera sido aceptado en un coro, el que chilla y dialoga y cree que el receptor escucha el insulto, el malasombra solitario que espera el silencio para tener su momento de gloria y a pesar de la torpeza insiste en la delicatessen. Tengo uno detrás que no detecta el estupor que genera y la temporada pasada machacaba a Quique con su ¡Yequépasa, Fa-ra-o-ni-to! (imáginese con fonética de fajin fallero). Pero a mi el que más me llama la atención es uno como el que tengo desde hace temporadas en la localidad contigua, pacífico y benéfico, que cuando se le enciende el clic del insulto pasa de cero a 1000 revoluciones en el insultómetro en un segundo y de su boca empieza a surgir una catarata sin pausa de sinverguenza, cabrón, pero qué quieres, véte a tu casa, hijoputa, alamierda, cachomaricón, niñato, venga! a ver si os creeis que os vais a reir de nosotros, su hija le estira de la chaqueta y vuelve a su momento cero y continúa comiendo pipas como si tal cosa.
Propongo un hilo sobre la "malasombrez" de los Yomus con sus insultos estereotipados, de corta y pega.
En cuanto a los hijos, yo ya me he hecho mayor, y el día del último partido contra el Chelsea descubrí a mi hijo siguiendo al coro con el burro. Cuando sale lo de Puta Antena3 aún me mira.
tempo è dolore
Yo soy un malasombra solitario. Lo reconcozco. Soy un comando itinerante para evitar trifulcas con el resto de malasombras. Me pongo malo. Y me enciendo a la mínima. Desde que voy con casquitos me encabrono menos. No oigo nada que no sea la radio.
bar Torino
Varias matizaciones respecto a vuestros comentarios. El post pretendía reivindicar la risa que provoca el insulto en un campo de fútbol, en el que, como dicen los argentinos, todo dura sólo mientras el balón corre. Y, desde ese punto de partida, recordar frases que se han hecho míticas con el uso y que, sobre todo, hacen gracia. Así que no me parece buena idea dedicar un hilo a los Yomus. A mí, los Yomus sólo me harían gracia si el Valencia hiciera con ellos lo que el Barça hizo con los Boixos Nois.
Y sí, yo también me quedo con "Sois San Marino", pero aquel grito (genial, por otra parte) sólo lo he escuchado una vez en el campo (y qué día más maravilloso) por lo que dudo de que tenga un futuro memorable. Es como el famoso "Ella porta pirri" que le cantaba la afición del Valencia a Pirri, aquel central madridista con vocación de árbitro, el día en que el Mestalla le ganó al Real Madrid en Copa, en los 60. Aquella tarara sublime sólo se cantó aquel día. Como la referencia a San Marino.
Al hilo de la última reconducción recuerdo el cachondeo que hubo en el fondo sur en el VCF-Hércules 96-97, con cánticos como "el derby del milenio se juega hoy aquí, el Hércules no vuelve hasta el año 3000!". El "Valdano danos lecciones!" surgió un poco por la inercia que estaba creando la sección Coros y Danzas de El Día Después en los fondos de los estadios, en la que la afición valencianista tuvo poco protagonismo, aparte del cántico reseñado, el "uh ah Viola!" y en un VCF-Rácing de Santander de la 94-95 el "si no ganáis la Copa os vamos a currar!".
Como jornada prolífica a nivel de cánticos con sorna me viene también a la memoria el LUD-VCF de la Copa 98-99.
Aquel "campeones, campeones!" del derrumbamiento del roigismo no me hizo ninguna gracia, más que hiriente ironía, el equipo, aparte de una catarsis y metamorfosis completas, requería entonces de cierta abnegada y estoica fidelidad. Tampoco me producen ningún gusto las celebraciones de goles del rival forzadas y teatralizadas, con un punto de ensañamiento y pataleta infantil contra el equipo que dice mucho de los que las protagonizan.
Retomando las cantinelas sarcásticas, premonitoria fue la del VCF-Mallorca 00-01: "Roa, beato, te van a meter 4!".
El "Sois San Marino", què gran!
Ya se que el hilo va de insultos pero a mi me llama mucho la atención canticos hacia nuestros jugadores que tienen o tuvieron su miga como por ejemplo a JuanFran aludiendo a su tartamudez ( Jua, Jua, Jua, JuanFran lalalalala)algo muy valenciano lo de sacar partido a algun defecto, y también a Carlos Arroyo que ahora ejerce de segundo entrenador del juvenil a las ordenes de Fernando Garcia que por cierto estan haciendo un gran trabajo; el cantico era ( Arroyo no te nas, Arroyo no te nas, sa mare es chataa). Vinga!!
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