Continuem la publicació de la sèrie d'articles amb la que el diari Levante-EMV que està traient a la llum la figura de Josep Rodríguez Tortajada amb l'escrit per Miquel Nadal, autor del llibre "El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de Hurras y Alirones" (Ed. Ruzafa Show) i col·laborador habitual de nostre blog.
Pàgina 3 de l'edició del diari ABC de Madrid del 25 d'agost de 1936 amb imatges del míting celebrat a Mestalla el dia 16 d'agost.
Como lector juvenil de las historias del Valencia siempre me sorprendía la descripción de la guerra civil como un paréntesis ominoso sin fútbol. La apelación a la Cruzada servía para ventilar el período. Recuperada la democracia, el vacío atribuible a la censura del franquismo ambiental cedió el paso a la pereza en la visita a las hemerotecas y al ingrato trabajo de rastrear en los archivos. Desde 1975 hasta ayer mismo, nada supimos de aquellos tres años. La muerte de Francisco Almenar Quinzá, el presidente arquitecto de la tribuna de Mestalla y la presidencia en funciones de Luís Casanova Giner en aquel verano de 1936, formaban el primer corchete que separaba el Valencia pujante que había conseguido ascender una semana antes de la proclamación de la República a la Primera División, y llegado a su primera final de Copa en 1934, seguido de unos puntos suspensivos cerrados con el segundo corchete de la presidencia impuesta del comandante Giménez Buesa, dando el paso a la delantera eléctrica, ya con Luís Casanova como el gran presidente de los años 40.
Pero aquellos puntos suspensivos existían sin duda, y en agosto de 1936, el Valencia había sido incautado, y tenía una Comisión Gestora presidida por un socio del club, Josep Rodríguez Tortajada. Esa primera referencia de Julián García Candau sirvió para que yo mismo en mi libro El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de hurras y alirones, reconstruyera algunos detalles de la biografía de Rodríguez Tortajada, el Presidente de esos tres años de una entidad que supo adaptarse a las circunstancias.
Ahora mismo, gracias a los trabajos de Josep Bosch, sobre el fútbol durante la guerra; a las referencias inéditas de José Ricardo March, en el segundo tomo de la Historia del Llevant, de los amigos José Luís García Nieves y Felip Bens, las luces sobre este período han compensado con creces el oscuro silencio al que nos habíamos acostumbrado. Hay una nueva generación de estudiosos e historiadores, cada cual enfundado en su zamarra, que está aportando buenos, generosos y cooperativos frutos. La recuperación de hoy, como la del papel de Octavio Augusto Milego en la fundación del Valencia, o de Ballester en el Levante FC son ejemplos claros de lo mucho que todavía queda por investigar y escribir.
Se jugó al fútbol. Se intentó vivir. Se demostró que aquel Valencia FC de los años 30 continuó con los mismos mimbres durante la guerra, y fue asegurado y conservado en sus rasgos esenciales por esa Comisión Gestora, en la que la presencia de Luisito Colina se revela decisiva. Antes, durante, y después de la guerra.
Desde ese punto de vista, los puntos suspensivos de ese paréntesis son más esenciales que la marginal e impuesta del comandante Adolfo Giménez Buesa sobre la que tanto se ha querido elucubrar. Entre las presidencias de Luís Casanova, la continuidad fue asegurada gracias a personas como Josep Rodríguez Tortajada y Luís Colina, al que alguna vez habrá que asignar la responsabilidad esencial en la trayectoria ascendente del club de Mestalla.
Recuperar un nombre en un libro no es suficiente. Es necesario un aldabonazo más poderoso. Vicent Chilet ha golpeado a la conciencia sensata del valencianismo, con un luminoso y equilibrado perfil de este presidente proscrito, olvidado y hoy, por fin, recuperado.
La deuda a saldar no es moral o ideológica. No reivindicamos al teniente de alcalde, al dirigente político nacionalista. Hoy no queremos ni héroes ni mártires. Simple y breve: la historia que un club luce con los dígitos de los noventa años es falsa si solo es capaz de presentar una cosecha de ochenta siete. Ahora el club tiene la palabra. Y tiene la responsabilidad barata y sencilla de demostrar su grandeza habilitando oficialmente en la galería de Presidentes un lugar digno para la presencia de Josep Rodríguez Tortajada. Para la responsabilidad histórica no hacen falta créditos ni avales bancarios.
Yo no sé muy bien de qué forma, pero por ejemplo 90 socios de este club -y aquí cedo la idea a este periódico para ponerla en marcha- deberíamos ser capaces de unir nuestras firmas y pedir que queremos los 90 años del Valencia, incorporando todo aquello, bueno y malo, que nos hizo crecer, ser más grandes y una sociedad deportiva respetada. Tengo claro que él, y muchas de las personas que como él se hicieron cargo del Valencia FC durante la guerra, consiguieron transmitirnos el mismo Valencia que recibieron de otras manos. No sé si algunos de los Presidentes posteriores pasarían la prueba. O sí que lo sé, como lo sabemos todos. Pero la vitrina de nuestra historia debe estar completa de cara al centenario. Los queremos a todos. Sin excepciones. Y mucho menos las fundadas en la pereza o en la ideología.
Josep Rodríguez Tortajada, el presidente que soñaba en 1937 con un Valencia municipalizado, y pugnando por representar a la Valencia deportiva, fue el presidente que acompañó al club a Barcelona, y al que la prensa barcelonesa, el 3 de enero de 1937 saludaba como el Valencia "Campeón y Proletario". Todos los Valencias FC de nuestra larga historia, con contradicciones y vergüenzas, con aciertos y errores, vulgar o excelso tienen que estar expuestos de idéntica manera.
En 1923, el Vicepresidente de la Federación Checa, de visita en Valencia junto al Sparta de Praga dijo de nuestro Valencia que sería capaz de llegar muy pronto a conseguir grandes cosas porque tenía algo muy importante que detectaba en aficionados y directivos: "la voluntad de querer llegar". Josep Rodríguez Tortajada, el Presidente del Valencia FC entre 1936 y 1939 fue de aquellos que contribuyeron a hacerlo posible.
A veces el fútbol proporciona sorpresas. Y esta es una de ellas. Más allá de presidencias y halagos póstumos, el fútbol y el Valencia han permitido recuperar el rostro, la figura y las andanzas de una persona. Valencianista. Nuestra. Ahora el club, esa sociedad anónima, tiene la palabra.
Miquel Nadal Tárrega
Socio del Valencia CF
Autor de "El nacimiento de la ciudad deportiva" (Ruzafa Show)
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Pero aquellos puntos suspensivos existían sin duda, y en agosto de 1936, el Valencia había sido incautado, y tenía una Comisión Gestora presidida por un socio del club, Josep Rodríguez Tortajada. Esa primera referencia de Julián García Candau sirvió para que yo mismo en mi libro El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de hurras y alirones, reconstruyera algunos detalles de la biografía de Rodríguez Tortajada, el Presidente de esos tres años de una entidad que supo adaptarse a las circunstancias.
Ahora mismo, gracias a los trabajos de Josep Bosch, sobre el fútbol durante la guerra; a las referencias inéditas de José Ricardo March, en el segundo tomo de la Historia del Llevant, de los amigos José Luís García Nieves y Felip Bens, las luces sobre este período han compensado con creces el oscuro silencio al que nos habíamos acostumbrado. Hay una nueva generación de estudiosos e historiadores, cada cual enfundado en su zamarra, que está aportando buenos, generosos y cooperativos frutos. La recuperación de hoy, como la del papel de Octavio Augusto Milego en la fundación del Valencia, o de Ballester en el Levante FC son ejemplos claros de lo mucho que todavía queda por investigar y escribir.
Se jugó al fútbol. Se intentó vivir. Se demostró que aquel Valencia FC de los años 30 continuó con los mismos mimbres durante la guerra, y fue asegurado y conservado en sus rasgos esenciales por esa Comisión Gestora, en la que la presencia de Luisito Colina se revela decisiva. Antes, durante, y después de la guerra.
Desde ese punto de vista, los puntos suspensivos de ese paréntesis son más esenciales que la marginal e impuesta del comandante Adolfo Giménez Buesa sobre la que tanto se ha querido elucubrar. Entre las presidencias de Luís Casanova, la continuidad fue asegurada gracias a personas como Josep Rodríguez Tortajada y Luís Colina, al que alguna vez habrá que asignar la responsabilidad esencial en la trayectoria ascendente del club de Mestalla.
Recuperar un nombre en un libro no es suficiente. Es necesario un aldabonazo más poderoso. Vicent Chilet ha golpeado a la conciencia sensata del valencianismo, con un luminoso y equilibrado perfil de este presidente proscrito, olvidado y hoy, por fin, recuperado.
La deuda a saldar no es moral o ideológica. No reivindicamos al teniente de alcalde, al dirigente político nacionalista. Hoy no queremos ni héroes ni mártires. Simple y breve: la historia que un club luce con los dígitos de los noventa años es falsa si solo es capaz de presentar una cosecha de ochenta siete. Ahora el club tiene la palabra. Y tiene la responsabilidad barata y sencilla de demostrar su grandeza habilitando oficialmente en la galería de Presidentes un lugar digno para la presencia de Josep Rodríguez Tortajada. Para la responsabilidad histórica no hacen falta créditos ni avales bancarios.
Yo no sé muy bien de qué forma, pero por ejemplo 90 socios de este club -y aquí cedo la idea a este periódico para ponerla en marcha- deberíamos ser capaces de unir nuestras firmas y pedir que queremos los 90 años del Valencia, incorporando todo aquello, bueno y malo, que nos hizo crecer, ser más grandes y una sociedad deportiva respetada. Tengo claro que él, y muchas de las personas que como él se hicieron cargo del Valencia FC durante la guerra, consiguieron transmitirnos el mismo Valencia que recibieron de otras manos. No sé si algunos de los Presidentes posteriores pasarían la prueba. O sí que lo sé, como lo sabemos todos. Pero la vitrina de nuestra historia debe estar completa de cara al centenario. Los queremos a todos. Sin excepciones. Y mucho menos las fundadas en la pereza o en la ideología.
Josep Rodríguez Tortajada, el presidente que soñaba en 1937 con un Valencia municipalizado, y pugnando por representar a la Valencia deportiva, fue el presidente que acompañó al club a Barcelona, y al que la prensa barcelonesa, el 3 de enero de 1937 saludaba como el Valencia "Campeón y Proletario". Todos los Valencias FC de nuestra larga historia, con contradicciones y vergüenzas, con aciertos y errores, vulgar o excelso tienen que estar expuestos de idéntica manera.
En 1923, el Vicepresidente de la Federación Checa, de visita en Valencia junto al Sparta de Praga dijo de nuestro Valencia que sería capaz de llegar muy pronto a conseguir grandes cosas porque tenía algo muy importante que detectaba en aficionados y directivos: "la voluntad de querer llegar". Josep Rodríguez Tortajada, el Presidente del Valencia FC entre 1936 y 1939 fue de aquellos que contribuyeron a hacerlo posible.
A veces el fútbol proporciona sorpresas. Y esta es una de ellas. Más allá de presidencias y halagos póstumos, el fútbol y el Valencia han permitido recuperar el rostro, la figura y las andanzas de una persona. Valencianista. Nuestra. Ahora el club, esa sociedad anónima, tiene la palabra.
Miquel Nadal Tárrega
Socio del Valencia CF
Autor de "El nacimiento de la ciudad deportiva" (Ruzafa Show)
4 comentaris:
Excelente artículo, Miquel, como siempre. Y la razón asiste cada una de tus palabras. No nos merecemos un centenario cojo, sin identidad o con el guión trufado de "morcillas". Los actuales dirigentes del club deben demostrar que están a la altura de la historia que les precedió.
Que bueno es este artículo, joder. Pero bueno de verdad.
BT
¿Sabeu algo de un visita del València a Mexic allà pels anys 50?
Miquel, primer company d`escola, desprès amic i sempre Mestre¡¡¡¡
L`enhorabona pel teu article. Pep
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