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Nacido en Sueca, un cuatro de junio de 1925, una localidad cercana a la ciudad de Valencia, y más conocida por sus extensos campos de arroz. Imagino a Antonio de niño, compartiendo con esas plantaciones de césped verde un estratégico juego de pies, logrando que germinara en él la inspiración que le convertiría en el mejor centrocampista del mundo. De este hermoso y sencillo modo, cobijado por las húmedas fértiles explanadas proveedoras de ricos granos harinosos y ovalados, empezó a dar sus primeros pasos Antonio Puchades, hasta llegar a ser el mejor medio de nuestro Valencia C.F. y de la Selección Nacional.
Yo nunca conocí a Puchades en persona. Sin duda, me hubiera gustado estrecharle la mano a mi ídolo; o darle un fuerte abrazo a “Tonico”, como cariñosamente se le conocía. Lo vi jugar en el Valencia C.F. durante la década de los cincuenta. En concreto, entre los años 1955 y 1959, al inicio de la última fase de su carrera deportiva. Pero… ¡Volvamos al principio!
D. José Maiques Marcos, es el nombre de la persona que le inició por los caminos del balompié, allá en su Sueca natal. La precariedad económica de la época, que afectaba sobremanera a sus ascendentes, indujo a sus padres tomar la difícil decisión de prohibirle jugar a fútbol: era evidente, que desgastar y romper zapatillas conllevaba un gasto muy elevado para el bolsillo. No obstante, los domingos por la mañana, su hermana le sacaba camuflado el equipaje, con tal de que su “Tonico” siguiera corriendo, campo a través, hacia su sueño. Como precedente al inicio de su inolvidable trayectoria profesional, destaco, con palpable emoción, la ayuda económica que le proporcionó su hermano para que se comprara unas botas de fútbol, préstamo que logró devolverle tiempo después.
Antonio es fichado por el equipo del Sueca C.F. a la edad de 18 años, donde empieza a destacar, llegando su nombre a oídos de técnicos del Valencia C.F. En concreto, es Carlos Iturraspe quien lo ve jugando y lo recomienda al equipo che. Rápidamente, se inicia la negociación de su traspaso y Puchades cumple su sueño de ser jugador del Valencia C.F.
Nuestro jugador se incorporó a la disciplina del entonces C.D. Mestalla, en la temporada 1946-47. Y en esa misma temporada, durante un entrenamiento, con el campo mojado a causa de la lluvia de la noche anterior, el entonces entrenador del primer equipo, Pasarín, con problemas de juego por las lesiones y sanciones de algunos de sus jugadores, se fija en él, por cómo se desenvuelve en un terreno embarrado, y le cita para el próximo encuentro de su equipo contra el Celta de Vigo. ¡Nos podemos imaginar la alegría que sentiría Puchades dentro de su corazón; la noche tan larga que viviría el rubio y espigado jugador de Sueca…! En su debut contra el Celta de Vigo, el Valencia C.F. gana 1-2, y Puchades ya no dejaría de jugar con el equipo che, hasta el final de su carrera como futbolista.
Yo escuché por primera vez el nombre de “Puchades” en el año 1950, a la edad de seis años, en mi casa, mientras aguzaba el oído en la radio Grundig de válvulas, seguía con atención, uno de los partidos de los Campeonatos de Fútbol celebrados en Brasil. El que fuera el mejor locutor de fútbol de nuestro país, Matías Prats, retransmitía aquel partido y no dejaba de pronunciar, con indudable y creciente satisfacción, el nombre de nuestro futbolista valenciano. Sin duda, Puchades, fue uno de los triunfadores de aquel encuentro en el que España logró empatar 2-2, con la que al final fue la campeona del Mundo, Uruguay. Después del partido, y de igual modo que los grandes lidiadores, nuestro “Tonico” salió del campo de juego por la puerta grande. Aquel día, el nombre de este fenómeno valenciano se quedó grabado para siempre en mi mente y en mi corazón.
De niño, los domingos por la tarde eran muy especiales para mí. Ese día de la semana, mis amigos y yo salíamos corriendo detrás del numeroso grupo de vecinos de la Calle de Sagunto, que regresaba a casa andando después de abandonar las gradas de Mestalla, para preguntarles por el resultado de nuestro equipo. Yo, además, preguntaba por el juego de Puchades. Y, con una indescriptible alegría, recibía su respuesta: “¡Ha sido el mejor…!”.
De la mano de Guillermo Eizaguirre, llegó a la Selección Española, siendo su primer partido contra la selección de Portugal. Después de 23 encuentros con nuestra Selección, muchos fueron sus compañeros en el medio centro: Gonzalvo III, Ramoni, Pasiego, etcétera. Pero el número seis siempre fue para Don Antonio Puchades Casanova, una plaza que ocupó hasta su retirada de la Selección Nacional. ¡El gran “Tonico”…!
Volviendo a los Campeonatos del Mundo de Fútbol, nuestro “Tonico” fue elegido por la FIFA en el once ideal, un reconocimiento que a mí me hinchió el corazón de satisfacción. Y deseando no ceñirme en exclusiva a su carrera deportiva -pues reconozcamos que los futbolistas también son profesionales de ese suspense que intriga, que vivifica y suscita nuestro apasionado clamor en las gradas-, no puedo obviar esas entrañables e inmortales anécdotas que parten de su estratégico y excepcional “cara a cara” con sus contrincantes; esas anécdotas que, sin duda, suscitan a más de un aficionado a recordar días de juego memorables, y a esbozar en sus bocas una emotiva y entrañable sonrisa. Y, dicho esto, con creciente emoción, no puedo sino mencionar al jugador Ben Barek: ese adversario que pertenecía a la plantilla del Atlético de Madrid, y que nos regaló tantas emociones en el terreno de juego, junto a nuestro centrocampista. Pelé, en cierta ocasión, aseguró: “¿Qué si es el mejor jugador del mundo? ¡Ben Barek es un Dios!”. En esta época, escuchar los partidos del Valencia C.F. -retransmitidos por Radio Valencia, de la mano del locutor Don José Manuel Hernández Perpiñán-, era un completo espectáculo. ¡Hernández Perpiñán se volvía loco radiando la lucha que se producía entre el valenciano y el moreno colchonero! ¡Ben Barek buscando el gol, Puchades evitando sus pisadas en el área de su equipo…! Incluso cuentan que “Tonico” aceptaba toda clase de bromas al respecto; que sus propios compañeros del Valencia C.F., antes de saltar al terreno de juego para disputar un partido contra el Atlético, le decían: “¡Que viene el morenito, Tonico!”
En su mejor momento futbolístico, el Barcelona quiso hacerse con los servicios de nuestro gran deportista. No obstante, aun incluso habiendo llegado a reunirse ambas directivas en la capital del Turia, con Puchades presente, la negociación no llegó a buen puerto. Desconociéndose las razones, “Tonico” se levantó en medio de la entrevista, se marchó a su pueblo natal y siguió en el Valencia C.F., hasta el final de su carrera deportiva.
Como ya mencioné varios renglones atrás, yo vi jugar a Puchades en el Club de Mestalla durante la última etapa de su carrera, a partir de la temporada del 1955-56, de la mano de aquella fuerza arrolladora y de aquel coraje que, años atrás, le habían convertido en un ídolo de masas a nivel mundial. Era sensacional verle en el terreno de juego, cómo se adueñaba de su parcela y, de qué manera, con el balón en sus botas, cubría la zona de medio centro y se la entregaba a Pasieguito. Pasieguito iniciaba el ataque… mientras Puchades levantaba los brazos, insinuándole a su compañero: “¡termina la jugada, Pasieguito, que yo te cubro el centro del campo…!” ¡No sé dónde habrían llegado las hazañas y logros deportivos de Puchades, de haber poseído el olfato y la destreza de introducir goles en las porterías del bando enemigo…! Marcó cuatro goles en Liga y tres en la Copa.
Acompañándole en el terreno de juego durante el final de su trayectoria profesional, viví la intensidad de partidos memorables e inolvidables. Pero también asistí a aquél que nos encogió el corazón a muchos de sus seguidores; ese partido que se disputó entre el Valencia C.F. y el Real Madrid, en la temporada 1956-57. Con un amargo sinsabor, recuerdo aquella tarde gris, cuya débil lluvia, poco a poco, iba calándose en los agitados y expectantes cuerpos de los allí presentes. Esa tarde en la que el “Todopoderoso” Real Madrid de Di Stefano, Kopa, Gento y otros genios que cubrían ese once de lujo, venció a nuestro equipo 1-2. Aquella inolvidable tarde en la que nuestro Antonio Puchades Casanova se resintió de su lesión en la espalda y, no pudiendo finalizar el encuentro, hubo de dirigirse a los vestuarios tras ser despedido con ese aplauso fuerte y entusiasta que es capaz de emitir todo el público a un genio. Aquella tarde en la que, al verle entrar con la cabeza gacha por el túnel de esas escaleras que en su día subía para deleitarnos con un juego magistral, para ser una eminencia del fútbol valenciano y nacional, yo supe que había llegado el fin de su carrera deportiva. Y así fue. En la temporada 1959-1960, después de varios encuentros -unas veces como titular, otras observando el terreno de juego desde el banquillo, o animando a su equipo desde la tribuna- llegó el final de su vida deportiva.
En reconocimiento a su labor en el ámbito internacional, la Federación Nacional Española de Fútbol le entregó la medalla al mérito deportivo. Después, Valencia y el resto de España dijo adiós al futbolista con un homenaje hecho a su medida: grande, emotivo e inolvidable. Lamentablemente, el internado en el que yo residía solo disponía de pases para partidos oficiales de liga. Por tanto, solo los mandos del colegio, pudieron disfrutar de aquel último encuentro, de aquel último “cara a cara” con Puchades, en el terreno de juego. Justo un día después del homenaje a “Tonico”, en la hora del recreo, mis compañeros y yo nos sentamos alrededor de uno de aquellos afortunados asistentes. Con lágrimas en los ojos, rememoro aquel inmortal descanso escolar, y las entrecortadas palabras que, fruto de la emoción, nos regaló nuestro joven amigo Ariño: “¡Antes del partido contra el Olympique de Niza, en el mismo centro del campo de Mestalla, Puchades fue obsequiado por todos los clubs de España con numerosos premios y regalos…!” “¡El campo de Mestalla estaba lleno…, el público aplaudía y coreaba su nombre…, en la grada había mucha emoción…! Además, ¡jugando con sus cuerpos, algunos jóvenes atletas compusieron el nombre de Puchades…! ¡Y,”Tonico,” mantuvo sus brazos alzados al cielo hasta que abandonó el césped…!. Allí en la banda, estaba preparado para sustituirle un imberbe Roberto Gil.
Tras su retirada, hasta donde alcanzaron sus fuerzas físicas, con el escudo del club grabado en su corazón, Puchades asistió como espectador a la tribuna de Mestalla todas las semanas en las que sus compañeros jugaban en “casa”. El 24 de mayo de 2013, y en su tierra natal, Sueca, fallecía, llevándose con él una parte de la leyenda de la institución valencianista.
Antonio Puchades Casanova fue un hombre que se entregó a sus sueños hasta conseguirlos, que se dio en cuerpo y alma a su Valencia C.F. Nuestro “Tonico” fue un excelente profesional, compañero y adversario. ¡Dios tenga en su gloria, junto con sus compañeros ya fallecidos, a este hombre de sentimientos nobles e indudable pasión por el balón…!
Con la mirada perdida en el recuerdo de su imagen, dibujo una suave sonrisa e imagino a Puchades junto a Pasieguito, animándole: “¡Sigue, Pasieguito, no te preocupes…! ¡Termina la jugada, que yo te respaldo…!” O… abrazando a su pesadilla, el morenito Ben Barek, o a su otra pesadilla Juan Arza, mientras les muestra un hermoso e insondable terreno, adornado por minúsculos y harinados granos de arroz valencianos.
Amigos y seguidores de nuestro querido Valencia C.F., de corazón espero que todas aquellas personas de mi generación, las actuales y las venideras, nunca olviden y mencionen a otros amantes del fútbol al que, en sus mejores horas como futbolista, fuera el mejor mediocentro del mundo.
A sabiendas de que esta emotiva sucesión de sentencias no posee la misma destreza que la que, en su día, nos regaló nuestro centrocampista en el terreno de juego, afirmo haber impreso todo mi corazón en este homenaje. Y, del mismo modo, con todo mi corazón a disposición de “Tonico” y de toda la afición che, ya sueño despierto con el homenaje más hermoso que se le podría rendir a nuestro jugador; ese premio inmortal que aparecería ante los ojos de la afición en cada primer encendido, revelando, con enormes y luminosas letras, el nombre del futuro estadio de fútbol del Valencia C.F.: ESTADIO ANTONIO PUCHADES CASANOVA.
Antonio Aguilar Ferrer
Socio del València CF
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Yo nunca conocí a Puchades en persona. Sin duda, me hubiera gustado estrecharle la mano a mi ídolo; o darle un fuerte abrazo a “Tonico”, como cariñosamente se le conocía. Lo vi jugar en el Valencia C.F. durante la década de los cincuenta. En concreto, entre los años 1955 y 1959, al inicio de la última fase de su carrera deportiva. Pero… ¡Volvamos al principio!
D. José Maiques Marcos, es el nombre de la persona que le inició por los caminos del balompié, allá en su Sueca natal. La precariedad económica de la época, que afectaba sobremanera a sus ascendentes, indujo a sus padres tomar la difícil decisión de prohibirle jugar a fútbol: era evidente, que desgastar y romper zapatillas conllevaba un gasto muy elevado para el bolsillo. No obstante, los domingos por la mañana, su hermana le sacaba camuflado el equipaje, con tal de que su “Tonico” siguiera corriendo, campo a través, hacia su sueño. Como precedente al inicio de su inolvidable trayectoria profesional, destaco, con palpable emoción, la ayuda económica que le proporcionó su hermano para que se comprara unas botas de fútbol, préstamo que logró devolverle tiempo después.
Antonio es fichado por el equipo del Sueca C.F. a la edad de 18 años, donde empieza a destacar, llegando su nombre a oídos de técnicos del Valencia C.F. En concreto, es Carlos Iturraspe quien lo ve jugando y lo recomienda al equipo che. Rápidamente, se inicia la negociación de su traspaso y Puchades cumple su sueño de ser jugador del Valencia C.F.
Nuestro jugador se incorporó a la disciplina del entonces C.D. Mestalla, en la temporada 1946-47. Y en esa misma temporada, durante un entrenamiento, con el campo mojado a causa de la lluvia de la noche anterior, el entonces entrenador del primer equipo, Pasarín, con problemas de juego por las lesiones y sanciones de algunos de sus jugadores, se fija en él, por cómo se desenvuelve en un terreno embarrado, y le cita para el próximo encuentro de su equipo contra el Celta de Vigo. ¡Nos podemos imaginar la alegría que sentiría Puchades dentro de su corazón; la noche tan larga que viviría el rubio y espigado jugador de Sueca…! En su debut contra el Celta de Vigo, el Valencia C.F. gana 1-2, y Puchades ya no dejaría de jugar con el equipo che, hasta el final de su carrera como futbolista.
Yo escuché por primera vez el nombre de “Puchades” en el año 1950, a la edad de seis años, en mi casa, mientras aguzaba el oído en la radio Grundig de válvulas, seguía con atención, uno de los partidos de los Campeonatos de Fútbol celebrados en Brasil. El que fuera el mejor locutor de fútbol de nuestro país, Matías Prats, retransmitía aquel partido y no dejaba de pronunciar, con indudable y creciente satisfacción, el nombre de nuestro futbolista valenciano. Sin duda, Puchades, fue uno de los triunfadores de aquel encuentro en el que España logró empatar 2-2, con la que al final fue la campeona del Mundo, Uruguay. Después del partido, y de igual modo que los grandes lidiadores, nuestro “Tonico” salió del campo de juego por la puerta grande. Aquel día, el nombre de este fenómeno valenciano se quedó grabado para siempre en mi mente y en mi corazón.
De niño, los domingos por la tarde eran muy especiales para mí. Ese día de la semana, mis amigos y yo salíamos corriendo detrás del numeroso grupo de vecinos de la Calle de Sagunto, que regresaba a casa andando después de abandonar las gradas de Mestalla, para preguntarles por el resultado de nuestro equipo. Yo, además, preguntaba por el juego de Puchades. Y, con una indescriptible alegría, recibía su respuesta: “¡Ha sido el mejor…!”.
De la mano de Guillermo Eizaguirre, llegó a la Selección Española, siendo su primer partido contra la selección de Portugal. Después de 23 encuentros con nuestra Selección, muchos fueron sus compañeros en el medio centro: Gonzalvo III, Ramoni, Pasiego, etcétera. Pero el número seis siempre fue para Don Antonio Puchades Casanova, una plaza que ocupó hasta su retirada de la Selección Nacional. ¡El gran “Tonico”…!
Volviendo a los Campeonatos del Mundo de Fútbol, nuestro “Tonico” fue elegido por la FIFA en el once ideal, un reconocimiento que a mí me hinchió el corazón de satisfacción. Y deseando no ceñirme en exclusiva a su carrera deportiva -pues reconozcamos que los futbolistas también son profesionales de ese suspense que intriga, que vivifica y suscita nuestro apasionado clamor en las gradas-, no puedo obviar esas entrañables e inmortales anécdotas que parten de su estratégico y excepcional “cara a cara” con sus contrincantes; esas anécdotas que, sin duda, suscitan a más de un aficionado a recordar días de juego memorables, y a esbozar en sus bocas una emotiva y entrañable sonrisa. Y, dicho esto, con creciente emoción, no puedo sino mencionar al jugador Ben Barek: ese adversario que pertenecía a la plantilla del Atlético de Madrid, y que nos regaló tantas emociones en el terreno de juego, junto a nuestro centrocampista. Pelé, en cierta ocasión, aseguró: “¿Qué si es el mejor jugador del mundo? ¡Ben Barek es un Dios!”. En esta época, escuchar los partidos del Valencia C.F. -retransmitidos por Radio Valencia, de la mano del locutor Don José Manuel Hernández Perpiñán-, era un completo espectáculo. ¡Hernández Perpiñán se volvía loco radiando la lucha que se producía entre el valenciano y el moreno colchonero! ¡Ben Barek buscando el gol, Puchades evitando sus pisadas en el área de su equipo…! Incluso cuentan que “Tonico” aceptaba toda clase de bromas al respecto; que sus propios compañeros del Valencia C.F., antes de saltar al terreno de juego para disputar un partido contra el Atlético, le decían: “¡Que viene el morenito, Tonico!”
En su mejor momento futbolístico, el Barcelona quiso hacerse con los servicios de nuestro gran deportista. No obstante, aun incluso habiendo llegado a reunirse ambas directivas en la capital del Turia, con Puchades presente, la negociación no llegó a buen puerto. Desconociéndose las razones, “Tonico” se levantó en medio de la entrevista, se marchó a su pueblo natal y siguió en el Valencia C.F., hasta el final de su carrera deportiva.
Como ya mencioné varios renglones atrás, yo vi jugar a Puchades en el Club de Mestalla durante la última etapa de su carrera, a partir de la temporada del 1955-56, de la mano de aquella fuerza arrolladora y de aquel coraje que, años atrás, le habían convertido en un ídolo de masas a nivel mundial. Era sensacional verle en el terreno de juego, cómo se adueñaba de su parcela y, de qué manera, con el balón en sus botas, cubría la zona de medio centro y se la entregaba a Pasieguito. Pasieguito iniciaba el ataque… mientras Puchades levantaba los brazos, insinuándole a su compañero: “¡termina la jugada, Pasieguito, que yo te cubro el centro del campo…!” ¡No sé dónde habrían llegado las hazañas y logros deportivos de Puchades, de haber poseído el olfato y la destreza de introducir goles en las porterías del bando enemigo…! Marcó cuatro goles en Liga y tres en la Copa.
Acompañándole en el terreno de juego durante el final de su trayectoria profesional, viví la intensidad de partidos memorables e inolvidables. Pero también asistí a aquél que nos encogió el corazón a muchos de sus seguidores; ese partido que se disputó entre el Valencia C.F. y el Real Madrid, en la temporada 1956-57. Con un amargo sinsabor, recuerdo aquella tarde gris, cuya débil lluvia, poco a poco, iba calándose en los agitados y expectantes cuerpos de los allí presentes. Esa tarde en la que el “Todopoderoso” Real Madrid de Di Stefano, Kopa, Gento y otros genios que cubrían ese once de lujo, venció a nuestro equipo 1-2. Aquella inolvidable tarde en la que nuestro Antonio Puchades Casanova se resintió de su lesión en la espalda y, no pudiendo finalizar el encuentro, hubo de dirigirse a los vestuarios tras ser despedido con ese aplauso fuerte y entusiasta que es capaz de emitir todo el público a un genio. Aquella tarde en la que, al verle entrar con la cabeza gacha por el túnel de esas escaleras que en su día subía para deleitarnos con un juego magistral, para ser una eminencia del fútbol valenciano y nacional, yo supe que había llegado el fin de su carrera deportiva. Y así fue. En la temporada 1959-1960, después de varios encuentros -unas veces como titular, otras observando el terreno de juego desde el banquillo, o animando a su equipo desde la tribuna- llegó el final de su vida deportiva.
En reconocimiento a su labor en el ámbito internacional, la Federación Nacional Española de Fútbol le entregó la medalla al mérito deportivo. Después, Valencia y el resto de España dijo adiós al futbolista con un homenaje hecho a su medida: grande, emotivo e inolvidable. Lamentablemente, el internado en el que yo residía solo disponía de pases para partidos oficiales de liga. Por tanto, solo los mandos del colegio, pudieron disfrutar de aquel último encuentro, de aquel último “cara a cara” con Puchades, en el terreno de juego. Justo un día después del homenaje a “Tonico”, en la hora del recreo, mis compañeros y yo nos sentamos alrededor de uno de aquellos afortunados asistentes. Con lágrimas en los ojos, rememoro aquel inmortal descanso escolar, y las entrecortadas palabras que, fruto de la emoción, nos regaló nuestro joven amigo Ariño: “¡Antes del partido contra el Olympique de Niza, en el mismo centro del campo de Mestalla, Puchades fue obsequiado por todos los clubs de España con numerosos premios y regalos…!” “¡El campo de Mestalla estaba lleno…, el público aplaudía y coreaba su nombre…, en la grada había mucha emoción…! Además, ¡jugando con sus cuerpos, algunos jóvenes atletas compusieron el nombre de Puchades…! ¡Y,”Tonico,” mantuvo sus brazos alzados al cielo hasta que abandonó el césped…!. Allí en la banda, estaba preparado para sustituirle un imberbe Roberto Gil.
Tras su retirada, hasta donde alcanzaron sus fuerzas físicas, con el escudo del club grabado en su corazón, Puchades asistió como espectador a la tribuna de Mestalla todas las semanas en las que sus compañeros jugaban en “casa”. El 24 de mayo de 2013, y en su tierra natal, Sueca, fallecía, llevándose con él una parte de la leyenda de la institución valencianista.
Antonio Puchades Casanova fue un hombre que se entregó a sus sueños hasta conseguirlos, que se dio en cuerpo y alma a su Valencia C.F. Nuestro “Tonico” fue un excelente profesional, compañero y adversario. ¡Dios tenga en su gloria, junto con sus compañeros ya fallecidos, a este hombre de sentimientos nobles e indudable pasión por el balón…!
Con la mirada perdida en el recuerdo de su imagen, dibujo una suave sonrisa e imagino a Puchades junto a Pasieguito, animándole: “¡Sigue, Pasieguito, no te preocupes…! ¡Termina la jugada, que yo te respaldo…!” O… abrazando a su pesadilla, el morenito Ben Barek, o a su otra pesadilla Juan Arza, mientras les muestra un hermoso e insondable terreno, adornado por minúsculos y harinados granos de arroz valencianos.
Amigos y seguidores de nuestro querido Valencia C.F., de corazón espero que todas aquellas personas de mi generación, las actuales y las venideras, nunca olviden y mencionen a otros amantes del fútbol al que, en sus mejores horas como futbolista, fuera el mejor mediocentro del mundo.
A sabiendas de que esta emotiva sucesión de sentencias no posee la misma destreza que la que, en su día, nos regaló nuestro centrocampista en el terreno de juego, afirmo haber impreso todo mi corazón en este homenaje. Y, del mismo modo, con todo mi corazón a disposición de “Tonico” y de toda la afición che, ya sueño despierto con el homenaje más hermoso que se le podría rendir a nuestro jugador; ese premio inmortal que aparecería ante los ojos de la afición en cada primer encendido, revelando, con enormes y luminosas letras, el nombre del futuro estadio de fútbol del Valencia C.F.: ESTADIO ANTONIO PUCHADES CASANOVA.
Antonio Aguilar Ferrer
Socio del València CF
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5 comentaris:
¡Memorable!
Fran
Quina història i quins records més bonics.
Josep Bosch
Estic segur de que Tonico estaria molt agraït per l'homenatge que li esteu fent.
Així com era ell, amb la seua humiltat, tot cor.
Salutacions.
Amunt.
Debemos ser al primer equipo del mundo que le cambian los colores del escudo y tan panchos. Adiós a 94 años.
Aunque no es el lugar adecuado para iniciar este debate, creo que lo del escudo deberían corregirlo. Al menos en la segunda equipación lo han mantenido. No creo que sea tan difícil
Fran
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