Puede que nos hayamos entendido por primera vez en tiempo, tras llevar años hablando diferentes idiomas. Puede que sea de las pocas veces que hemos coincidido en el espacio-tiempo, tras intentos e intentos en que uno llegaba antes de tiempo y el otro llegaba tarde. Puede que, además y sin que sirva de precedente, esta vez nos hayamos prestado atención el uno al otro de verdad. La comunicación, ah, ese bien tan poco preciado. Por eso me maravilla que hoy me escuches y me entiendas y, para asombro propio, me descubro a mí mismo haciendo algo idéntico, reparando en cada término que utilizas. Ambos sabíamos que este momento llegaría porque, por suerte, ya no somos los mismos de antes.
Justo cuando más alejados estábamos, cuando menos daba nadie por nosotros, cuando la apatía comenzaba a reinar por doquier, la magia surgió de la nada; una chispa de luz tan brutal que me ha devuelto la fe en esto. Sí, la fe, porque sin una dimensión esotérica todo lo que hemos aguantado sería inexplicable, imposible de entender para alguien que no lo haya vivido. No ha sido una relación fácil, ha habido momentos mejores y peores, pero seamos sinceros: todo era mediocre salvo algún detalle bonito. Y tú y yo no estamos hechos para ser mediocres. Sé que no he sido una pareja de baile cómoda. Tú tampoco. Pero aquí estamos, celebrando que todas nuestras acaloradas discusiones han servido para hacernos mejores, para aprender. Celebrando que toda la frustración que hemos aguantado nos ha hecho más fuertes. Celebrando, por fin, que nuestra relación ha generado una sinergia que ha superado la suma de lo que somos. No, el Valencia no somos ni tú ni yo: el Valencia somos nosotros.
Sin la comunión entre afición y equipo, entre Mestalla y los jugadores, sería muy difícil hacer entender a alguien que no ha visto nuestros partidos de Copa que estamos en la final. Parece sobrenatural que un equipo que está atenazado de tanto gatillazo en la Liga, que ha pasado con más pena que gloria por la Champions y que parecía en plena enésima crisis en la última década, ahora haya mostrado solvencia a la hora de enfrentarse a una semifinal de Copa frente a un rival fuerte como es el actual Betis. El factor afición es imprescindible para explicarlo. Mestalla ha levantado a un equipo de capa caída, un equipo plano y con pocas ideas más allá del orden defensivo; una afición que ha devuelto el color a una temporada que el equipo había tirado a la basura desde el mes de noviembre. En una temporada tan importante para la entidad como es el año del Centenario, ni desde la directiva ni desde el vestuario se ha estado a la altura para encararla, dando pocos motivos a la gente para apoyar y animar. Y, sin embargo, Mestalla no ha fallado. Tenemos fama de quemar la falla muy rápido, pero la realidad no para de demostrar que, aunque los valencianistas seamos de sangre caliente, somos un bien inestimable para explicar todo lo grande que ha conseguido este club y todo lo grande que pueda llegar a conseguir en el futuro.
Y aunque en el pasado la afición ha animado y apoyado al equipo, esta temporada la comunión ha sido absoluta. Por primera vez después de mucho, equipo y afición se han sincronizado, llevándonos entre todos a la final. Una final que será la primera para la mayoría de jugadores de la plantilla, así como para el entrenador. La tan ansiada primera final. Una final que es la primera en esta década para el club. Una final que, además, tiene tintes generacionales para la entidad. Como ya varios han recordado, hay una generación de valencianistas cuyo último recuerdo (con suerte) es la Copa del 2008 – entre los cuales me incluyo. Todo lo demás ha sido miseria. Esta generación es una parte importante de la base social a la que es necesario motivar, a la que es necesario dar argumentos para llevar puesta la camiseta de Valencia al instituto o la universidad, a la que es necesario dar alegrías para que puedan decir orgullosos de qué equipo son, a la que es necesario captar para que se siga difundiendo el sentimiento valencianista a lo largo del tiempo, que no mengüe. Una base social para la que, pese a que esta sea su primera final, ha animado y apoyado a su equipo con vehemencia, como si ya hubieran visto ganar al club mil torneos. Esta será para muchos nuestra primera final. Pero además, esta será la primera final del Valencia que está por venir.
Gracias por escuchar a la afición, equipo; gracias por estar ahí siempre, afición.
Rodrigo Ramis Moyano / @8Rodri_rm
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